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Wanna Be My Bloody Valentine? por Sabaku No Ferchis

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Notas del fanfic:

Hola!! Bueno, vengo yo con una loca historia que terminé hace mucho, pero que por pura hueva no la había subido jaja. La iba a guardar para el 14 de Febrero, pero decidí subirla ahora x los fics que no he actualizado así que aqui está. Espero que les guste aunque sea algo tetrica.

Notas del capitulo:

Hola!!! Como ya lo había dicho, este fic es demencia total xD

Advertencias: Muerte de personaje, insinuación de suicidio, temática depresiva.

Notas: Los personajes son de MK, yo sólo creé la historia. Hay mención del SasoDei porque es mi pareja favorita, aparte del GaaNaru... Aquí se habla mal del día de San Valentin, así que, si amas esta fecha, no leas porfavor, ya has sido suficientemente advertid@

Dedicado a: A todas las fans del GaaNaru que estén tan dementes como yo xD

Okey, sin mas, ¡A leer!

Wanna be my Bloody Valentine?



~Un One-Shot GaaNaru~



Ignoró los rayos de sol que se atrevían a entrar por su ventana. Bufó y se acurrucó entre las cobijas tratando de conseguir el sueño otra vez.



El malicioso sol lo volvió a interrumpir intensificando los rayos que se colaban por las cortinas carmín de la ventana. Abrió quebradamente los ojos y soltó un quejido. Se levantó de mala gana de su amplia cama y se quedó unos instantes sentado sobre esta, observando con enojo la deslumbrante bola de fuego que cuelga sobre el cielo. Se paró y se acercó a la enorme ventana, dispuesto a cerrar las cortinas.



Al momento de acercarse, el ceño fruncido se desvaneció, mostrando sólo unos ojos azules inexpresivos. Paseó la vista por las calles grises de la ciudad y miró como ese color nulo se cubría a una velocidad increíble de un manto rojizo. Globos gigantes en forma de corazón flotaban bajo los edificios, los vendedores ambulantes cubrían sus estantes con afelpados osos de peluche y tarjetas rosadas con un "I Love You" grabado encima, algunos pequeños se encontraban sobre la carretera con un enorme ramo de rosas rojas en mano, ofreciéndolas a un precio considerable a los conductores dentro de los autos.


Naruto cerró las cortinas. Soltó un profundo suspiro y fijó su mirada a la derecha, centrando sus pupilas en el pequeño calendario de "Death Note" que se encontraba colgando sobre la pared. Se acercó a paso calmado y paseó su dedo sobre las fechas que marcaba el mes de Febrero.


Cerró los ojos y se dejó caer boca arriba sobre la cama. Se llevó una mano hasta los ojos para cubrirlos y volvió a suspirar.


Odiaba ese día.


Quizá para muchos era la fecha más esperada del año, pero para Naruto Uzumaki era todo lo contrario. Le causaba cierto asco el sentir el aroma de las rosas sobre su nariz, por alguna razón de daban ganas de vomitar. Tampoco le gustaban los chocolates industrializados que suelen regalar en cajas en forma de corazón; siempre le terminaban causando un dolor en el estómago. ¡Y qué decir de los osos de peluche! Es decir ¿Qué demonios tiene que ver un animal salvaje con el amor?



Pero eso no era lo que más odiaba. Ciertamente la razón de su indiferencia y desprecio contenido era el simple hecho de ser esa fecha. Tan superficial como fantasioso. Promesas de amor que sólo duran el tiempo que uno quiera para después ser olvidadas como si fueran un trapo viejo. Chocolates que no hacen más que engordar a las personas y sacarles granos por toda la cara. Peluches que terminarán a parar donde terminó el cariño de sus dueños: En la basura. En sí era eso, todas las estupideces que la gente hacía al creer poseer un sentimiento que ni siquiera conocían. La estupidez que era el día 14 de Febrero: El día de San Valentín.


Y ese era el pensamiento de una mente "madura" como la de Naruto. Claro que, había intentado expandir su creencia, pero como quien decía: La gente sólo escucha lo que quiere, sólo quiere lo que ve, sólo ve lo que sueña, sólo sueña lo que ilusiona. ¿Para qué decirles si eso sólo sería un desperdicio de saliva?


En fin, no importaba lo que los demás creyeran, por lo menos él sabía la verdad.


Una suave sonrisa se curveó sobre sus labios y luego se levantó. Se desnudó dirigiéndose a la ducha y se sumergió en el cálido vapor que surgía del agua caliente. Al salir eligió cualquier prenda para ponerse y salió de su departamento. No hacía falta despedirse, pues vivía solo.


Presionó el botoncito del ascensor y esperó pacientemente. Al momento en que el aparato se abrió, una chica rubia de una coleta salió de éste, feliz, con un pequeño corazoncito de peluche. El rubio discretamente miró la tarjeta que colgaba de éste y pudo leer: "Con amor... De Ino, para Sai" No pudo evitar soltar una risita al ver a la chica alejarse y perderse por el pasillo del edificio.


Naruto entró al ascensor y esperó a que se cerrara. Por lo menos sólo estaba él, no tenía que soportar a otra chica obsesiva balbuceando sobre el chico que le gustaba.


Se recargó, miró hacia arriba y suspiró sonriendo de nuevo. Podía ser que para él fuera el día más repugnante de todo el año, pero por alguna razón estaba feliz.


Salió del ascensor y luego del edificio decorado con globos rojos y rosas, ¿Hace falta decirlo? En forma de corazón. Se acomodó la chaqueta y comenzó a caminar a un lado de la calle. Miraba de forma indiferente a todas las parejas que iban tomadas de la mano, cada una siempre sosteniendo un ramo de rosas o una caja de chocolates. Que estupidez pensó mientras cerraba los ojos y sonreía en manera de burla Les doy aproximadamente dos semanas después de este día.


Siguió caminando y no pudo evitar centrar su mirada en una chica pelirrosa que pasó corriendo a toda velocidad a lado de él, con un pequeño osito de peluche entre sus brazos.


— ¡Sasuke-kun!— gritó la chica al ver a lo lejos a un muchacho pelinegro.


Naruto no pudo escuchar nada más. Mientras caminaba veía como la chica le entregaba con nerviosismo el peluche al aludido pelinegro. Éste la miró sin ningún gesto de asombro y rodó los ojos. Naruto ya no pudo ver nada más, en ese momento pasó a lado de ellos y siguió su camino. Aunque sabía que era obvia la respuesta del chico. Otro rechazo.


Se detuvo para esperar que la luz verde se prendiera indicando el cruce de la avenida. Una pareja se colocó a lado de él y Naruto no pudo evitar voltearlos a ver. Era una chica rubia de ojos color esmeralda, que se aferraba posesivamente al brazo de un chico pelinegro con peinado de piña. Él tenía un gesto de flojera pura, mientras ella sostenía una mirada llena de fastidio. Pero en sus ojos se notaba que se querían, y Naruto admiraba eso. Tolerar a tu pareja y amarla incluso con todos sus defectos. Esos dos eran una excepción a la teoría del rubio.


Los apresurados autos se detuvieron dándole el pase a Naruto y a la joven pareja. Al cruzar, ellos siguieron de largo mientras el rubio dobló a la derecha y caminó unas cuadras rechazando las ofertas que le hacían los vendedores al intentarle vender cajas de chocolate con licor.


Entonces dobló a la izquierda y se incorporó en una calle vacía, desierta, ausente de cualquier decoración amorosa. Era una de las calles más pobres de la cuidad. Algunas casas estaban abandonadas, otras a punto de derrumbarse. Se podían ver los charcos de agua estancada en las esquinas de la calle debido a la tormenta de la noche anterior.


Naruto paró en medio de la calle y se giró a la derecha. Contempló un edificio enorme y alto, de un color entre el gris y el plateado. Suspiró hondo y se acercó a la puerta, la abrió y pasó de largo la recepción del lugar. Tomó un viejo ascensor y presionó el botón que indicaba el piso más alto.


Cuando salió, dobló a la izquierda y llegó hasta al final del pasillo. Se giró nuevamente a la izquierda e hizo tres toques con los nudillos en la puerta frente a él.



—Entra— se escuchó una voz desde adentro de la habitación.



Naruto sonrió y abrió la puerta asomando parte de su cabeza. Paseó sus ojos zafiro por la habitación y distinguió una figura masculina echada sobre la enorme cama, mirando perdidamente hacia el techo. Cabellos fugazmente rojizos colgaban de la cabeza del chico cubriendo ambiguamente sus ojos aguamarina, que estaban ligeramente entrecerrados.


Naruto sonrió ligeramente, entró y cerró la puerta. Se dirigió hasta la cama, quedando a un paso del chico. Expandió su sonrisa de oreja a oreja contemplando al inexpresivo pelirrojo.


—Hola, Gaara— Y ahí estaba. La más grande excepción de su más grande creencia: Sabaku No Gaara.


El pelirrojo lo miró por un momento y luego se puso de pie hasta estar a la par con Naruto. Sus pupilas aguamarina se centraron en el sonriente rubio recorriéndolo de pies a cabeza mientras el otro ampliaba su sonrisa.


Gaara se acercó, lo tomó de los hombros y en un movimiento algo brusco lo besó salvajemente. Y Naruto no dudó en corresponder. Su lengua se atrevió a adentrarse en la cavidad de la boca de Gaara y comenzó a hacer movimientos circulares saboreando cada esquina. El pelirrojo a su vez se daba el gusto de morder la lengua ajena con delicadeza, mientras que con sus manos retenía fuertemente al rubio contra su pecho, y no dudaba en acariciar su espalda color canela por debajo de sus ropas. Pero la chaqueta comenzó a estorbar, entonces la retiró con brusquedad y empujó a Naruto haciéndolo caer sobre la cama. Acto seguido, él cayó sobre el rubio y se adueñó nuevamente de sus labios.


Se deshizo de la playera de Naruto y comenzó a acariciar su perfecto torso color canela, deleitándose con los gemidos de placer que soltaba la boca del rubio.


Naruto no podía resistirse. Esas manos que lo recorrían morbosamente eran de Gaara, la persona que más amaba en el mundo, la única cosa que le daba a su aburrida vida un poco de luz.


Con Gaara, Naruto había aprendido a ser feliz. Gracias a ese pelirrojo se había olvidado de lo miserable que era su vida, del dolor que lo atormentaba de niño ante la falta de cariño de una madre, la indiferencia de los demás niños hacia él y su propia soledad.


Y Gaara era igual a él, con la misma mente torcida que se colisionaba con la suya. Porque las experiencias de sus infancias eran similares y, por obviedad, compartían la misma forma de pensar.


Y eran tal para cual. Ninguno de los dos se sentía a gusto cuando faltaba el otro. Sólo juntos podían sentirse bien; cuando se besaban, cuando se tocaban, cuando sus salivas se fusionaban creando una esencia única, cuando Gaara penetraba en el interior del rubio reclamándolo como suyo. El sólo contacto con el otro era lo que les bastaba para un mundo perfecto.


Pero antes de poder satisfacer sus deseos, algo llamó la atención del pelirrojo, y se levantó de la cama dirigiéndose hacia la pequeña ventana de su departamento. Posó sus manos nieva sobre el eje de la ventana y contempló la vista que daba a la calle de la ciudad. Sus ojos turquesa fijaban la posición en cada pareja de enamorados que caminaban tomados de la mano, con algún detalle entre los brazos como flores o chocolates. La misma melodía que lo había distraído comenzó a sonar desde afuera.


Naruto se levantó y siguió al pelirrojo. Logró notar en su mirada unos ojos azules inexpresivos y estáticos. Estaba a punto de preguntarle a su novio que era lo que tenía, pero él se le adelantó.


—Odio este día— habló Gaara en un murmullo quedo.


—Yo también lo odio, Gaa-chan, pero puedo soportarlo si estoy contigo— agregó Naruto con una sonrisa en el rostro.


—Pero es que todas esas parejas... Me enferman— Naruto no supo que decir. Por su parte, Gaara quedó en silencio un momento y luego fijó su mirada en el rubio.


—Todas esas personas son unos idiotas— dijo ladeando su cabeza hacia la ventana de nuevo —. Dicen amar a la gente con todo su corazón. Dicen estar dispuestos a morir por su amor cuando su voluntad dura lo que su deseo quiere. Rompen el corazón y les vale una mierda, dicen amarte cuando van y follan a tu mejor amigo... Subestiman la palabra "amor" —frunció el ceño —. Todo es una mentira, este día es una mierda. Toda esa gente terminará llorando al cabo de una semana. Qué estúpidos.


— ¿No crees en el amor?


—Es muy difícil de encontrar.


Naruto guardó silencio. Él amaba a Gaara más que la vida misma, y sintió un fuerte dolor en el pecho cuando escuchó al pelirrojo decir esas palabras "Es muy difícil de encontrar" ¿Eso significaba que Gaara no lo amaba?


—Pero por suerte, no soy tan estúpido como para no darme cuenta de que tú eres la excepción, Naruto.


Gaara se acercó al rubio y lo tomó por la cintura. Éste dio un pequeño salto ante el contacto y entrecerró suavemente sus ojos al sentir los labios de Gaara rozar los suyos de manera tan... Tierna.


Los brazos de Naruto atraparon el cuello de Gaara y halaron suavemente sus cabellos. El beso fue calentando sus cuerpos y la intensidad de sus respiraciones. Era tan sensual. Y de pronto ya no era un simple beso de niños. Las lenguas comenzaron a moverse en una danza salvaje y las manos lujuriosas de ambos comenzaron a acariciar con deseo los cuerpos ajenos. Gemidos sensuales se escapaban del erótico beso perdiéndose en los oídos del contrario. Sus erecciones se restregaban entre sí.


De pronto, Gaara se separó para sorpresa del otro. Naruto contempló a su pelirrojo quien permanecía con esas pupilas turquesa centradas en las suyas.


Le gustaban tanto los ojos de Gaara...


Entrecerró los suyos mientras el rubor se apoderaba de sus mejillas y su corazón comenzaba a palpitar velozmente. Gaara posó su mano en su mejilla y la acarició con suma delicadeza, como si se tratara de una pluma rozando su piel.



—Naruto...



Su nombre siendo pronunciado por esa voz tan grave y sensual simplemente le ponía los pelos de punta.


—Te amo... ¿Tú me amas a mí?


Gaara lo volvió a besar sin dejar que el rubio contestara la pregunta, porque sabía perfectamente la respuesta que daría el otro.


—Te amo más que a nada, Gaa-chan— dijo al momento de separarse. Sus labios aún se seguían rozando. Saboreaban la dulce esencia que se escapaba de la boca del otro.


—Sí me amas...— Naruto asintió con una sonrisa de oreja a oreja —. Entonces...— los segundos pasaban y la boca de Gaara no soltaba palabras, sólo seguía rozando sus labios contra los del rubio con la mirada aguamarina fija en él. Naruto era impaciente, y estaba comenzando a hartarse de tanta espera... Entonces Gaara continuó —. ¿Quieres ser mi sangriento San Valentín?


Gaara lo atrajo más hacia su cuerpo esperando una respuesta. Su rostro se mostraba impaciente ante la expresión de confusión en el rostro de Naruto, quien por su parte, se quedó con el habla seca. ¿A qué se refería Gaara? ¿Acaso no los dos odiaban el Día de San Valentín? ¿Entonces por qué de pronto le pedía una cosa como tal? Y más importante... ¿Qué quería decir con "sangriento"?


Al no obtener respuesta, Gaara soltó las caderas del rubio y retrocedió un paso. Naruto temía que su Gaara se hubiera molestado. Fijo su mirada en los ojos aguamarina y pronto cierto rubor se apoderó de sus mejillas. Gaara lo estudiaba de pies a cabeza.


El pelirrojo suspiró y se dirigió al pequeño cuarto de baño que estaba a la esquina de la habitación. Por intuición, Naruto lo siguió con cautela.


Paseo sus ojos zafiro por el lugar. Acogedor, modesto. Había una bañera individual de color porcelana, un pequeño lavabo mohoso e incoloro, azulejos blancos y, en el centro, un pelirrojo desnudo, su piel, tan clara como el agua.



Naruto se sonrojó un poco ante tal escena. Aunque ya haya visto a Gaara como dios lo trajo al mundo incontables veces, siempre se le subía el color rojo al rostro; por alguna extraña razón.


Cuando volvió a posar la mirada sobre el pelirrojo, notó que este lo miraba fijamente, con esos hermosos ojos aguamarina estudiando cada centímetro de su ser. Y de nuevo se le subieron los colores al rostro; sin embargo, mantuvo la mirada fija con la de Gaara.


— ¿Te molestaste?— preguntó el rubio quedamente, entrando con lentitud al cuarto y llegando a pararse a sólo centímetros del pelirrojo.


Silencio.


Gaara acortó la distancia entre ellos y unió sus labios con los de él. Correspondió. El rubio colocó sus manos en las suaves caderas del otro, acariciando con sutileza aquella piel cremosa que tanto le gustaba. Sus labios mantenían una danza suave que, en cuestión de segundos se volvió frenética y salvaje. Se podía escuchar el tronar de sus besos y los gemidos ahogados que escondían tras estos. Sus cuerpos estaban juntos, pegados como si fueran uno mismo. Las manos nívea acariciaron cada rincón de la piel canela que tenía a su disposición, haciendo adictivo el contacto, cada roce.


El calor que mantenían ambos cuerpos era demasiado, parecía recorrer sus sentidos como una corriente eléctrica que despertaba cada una de sus células, haciéndolas arder de pasión y euforia.


En movimientos delicados y coordinados, Gaara se deshizo de las ropas del rubio, arrojándolas a donde habían llegado a parar las suyas. Y los dos, desnudos, se unieron como uno mismo, restregando sus duras erecciones entre sí, separándose de vez en cuando por la falta de oxígeno para después volver a sellar sus bocas.


Se escuchaba el agua correr. Naruto no se había dado cuenta antes, pero la llave de la bañera yacía abierta desde que había entrado al cuarto; y en ese momento la bañera había llenado su límite, derramando el agua innecesaria sobre los azulejos blancos del suelo.


Gaara paró.



Miro con cierta malicia el agua derramarse y se acercó a cerrar la llave. Sus ojos volvieron a Naruto mientras sumergía su cuerpo en el agua caliente de la bañera, derramando un poco más.



Naruto no supo precisamente en qué momento fue, pero para cuando se dio cuenta, él ya estaba dentro de la bañera, desnudo, frente a Gaara.


Segundos, minutos, quizá hasta horas, ambos jóvenes permanecían inmóviles, sus ojos se encontraban en el punto perfecto, clavándose justo en el centro de la iris contraria. Naruto estaba levemente sonrojado, aún confundido por la extraña actitud de su novio (aunque viniendo de Gaara ¡no había nada de qué sorprenderse!) Trataba de formular palabras dentro de su mente, ¡cualquier cosa para romper el incesante silencio que lo abrumaba hasta los huesos! Su mandíbula temblaba cada vez que estaba a punto de soltar algo, pero siempre terminaba por arrepentirse. Por su parte, Gaara mantenía sus pozos azules, penetrantes sobre el rubio, y en cierto momento tomó su mano y lo atrajo hacia su cuerpo, deslizando sus finos dedos por las caderas del rubio. Naruto suspiró quedamente, recargando su mentón sobre el hombro de Gaara. Acción imitada por el contrario, Gaara comenzó a besar con delicadeza la suave piel canela que se encontraba a su alcance, su lengua la lamió despacio, haciendo movimientos circulares por toda la extensión mientras aquellos sensuales suspiros se colaban por sus oídos. 


Gaara comenzó a ganar terreno y coló sus labios por el cuello del rubio, le alzó el mentón para besarlo y luego se apoderó de sus labios.


Naruto sólo se dejó llevar por el placer que lo inundaba; su corazón latía con demasiada fuerza que era posible escuchar los "Boom Boom" desde afuera. Unos dientes mordieron espontáneamente su labio inferior, haciendo que este abriera un poco la boca. El momento fue rápidamente aprovechado por Gaara y su lengua se adentró a recorrer la cavidad del rubio. ¿Sabor a miel? ¿A limón? ¿O a miel y a limón? Era difícil descifrar la esencia que sacudía ambas bocas. Gaara bien diría que era Naruto el de sabor a limón; y Naruto afirmaría con un "Dattebayo" que Gaara sabía a miel.


Miel se impulsó hacia delante y recostó a Limón sobre la bañera, siendo cuidadoso para no hundir la cara del rubio en el agua caliente. Acomodó su cuerpo sobre él. Las manos blanquecinas apartaban el agua de la piel canela, disfrutando cada contacto que tenía con aquel torso desnudo y tibio.


Naruto sólo se dejaba llevar.



— Te amo...— soltó el pelirrojo en un pequeño susurro. Sus ojos aguamarina concentrándose en el rubio, con una leve expresión de ternura. — ¿Tú me amas a mí?


Un suspiro acompañado de un suave "sí" fue expulsado por los labios de Limón. Entrecerró sus ojos azules y sus mejillas se coloraron.


— Sí me amas... — habló Miel. Una de sus manos de deslizó por fuera de la bañera —. Entonces...— volvió a adentrar su mano en el agua caliente—. ¿Quieres ser mi sangriento San Valentín?


....



— ¿A… A qué te refieres con eso?— cuestionó el rubio, suspirando nuevamente al sentir las manos del otro recorrer todo su cuerpo. La excitación se hizo presente en su sexo cuando Gaara paseó su mano por ese punto tan débil —Ahgg..


—Quiero estar así contigo, para siempre— dijo mientras seguía besando la piel del contrario — Quiero sentirte, tocarte, estar contigo por toda la eternidad sin importar qué. No quiero que nada te separe de mí.


—Gaara, ¿por qué me estás diciendo todo esto?


Miel delineó una sonrisa sobre sus pálidos labios.


— ¿No es eso lo que tú quieres también?— Un simple cuestionamiento, sólo un juego mental.


—Sí...— contestó, porque en verdad, eso era lo que quería.


— ¿Quieres ser mi sangriento San Valentín?— preguntó, otra vez, ahora, anticipando una respuesta.



Tal vez haya sido porque no estaba pensando con coherencia, tal vez la excitación en su sexo era demasiada que su mente se había quedado nublada. Pero aceptó. Un leve asentimiento con la cabeza dijo lo que no podían decir sus labios. Pero estaba bien, porque después de todo eso era lo que quería. Estar con Gaara "por siempre..."


Y los dos labios se unieron nuevamente. Un beso fugaz, electrizante, hambriento. Era como si su mundo se sumiera en el placer. Naruto disfrutaba cada roce, cada caricia, cada contacto con esos labios. Con la euforia incrementaba el beso, con los gemidos aumentaba la excitación. Y con las caricias se acercaba el final.


Sentía entonces las manos del pelirrojo recorrerle, su torso, sus muslos, sus piernas. Los finos dedos se sentían más suaves que la seda, se movían con delicadeza por la piel canela, acariciándola y disfrutando el contacto. Los dedos de Gaara hicieron una pausa en el brazo derecho de Naruto, suavemente comenzó a acariciar la parte posterior del codo del rubio, sintiendo la textura de esa parte tan delicada.


Naruto suspiró durante el beso. Gaara era tan "suave"...


Entonces esa caricia se profundizó, hundió la piel. El filo de la navaja penetró.


Sólo una leve punzada de dolor.


La ignoró.



Las caricias eran demasiado intensas como para prestarle atención a eso.



Entonces, un corte transversal fue dibujado sobre su piel. Seguido de un líquido espeso e intensamente rojo, un quejido abandonó los labios del rubio. Entreabrió los ojos y miró la sangre colorear el agua de la bañera y las manos de Gaara. Sus ojos se fijaron en los turquesa. Y veía en ellos una mirada indescifrable, enigmática y misteriosa que le sonreía tiernamente. Otro corte penetró en el brazo contrario, con delicadeza, como si simplemente se tratara de una pluma que lo acariciaba; pero la sangre salió a chorros de su piel, manchando toda la bañera anteriormente de color mármol.



Así que a esto te referías...



Sus párpados se le hicieron pesados y amenazaban con sellar su vista. Sentía aún la sangre abandonar sus venas, pero no sentía dolor ¡Dios! ¡Estaba muy débil como para sentir dolor! El curioso tono que caracterizaba su rostro zorruno perdió rápidamente su intensidad y su piel palideció.


Intentó abrir nuevamente los ojos y divisó a la figura pelirroja, que mantenía aún una débil sonrisa sobre sus labios. Sus ojos zafiros recorrieron el cuerpo del contrario y notaron las marcas carmesí que también adornaban los brazos del pálido pelirrojo. Sintió como éste se recostó sobre su pecho y suspiró por última vez un Te amo...



Ahora sabía que ese era el final, que estaba muriendo... Pero estaba bien, perfecto, porque lo hizo junto con la persona que amaba y bien sabía que después de eso, los dos estarían juntos, por siempre. Delineó una sonrisa, y con sus brazos sangrantes, atrapó el cuerpo del pelirrojo y lo apretó contra el suyo, sin importarle el dolor que le provocaban las heridas al ser presionadas. Entonces tomó su último aliento de vida...


—Yo también te amo...— susurró.



Entonces el reloj marcó las diez de la mañana.

 





 


Un suspiro resignado abandonó aquellos suaves labios, perdiéndose en el impenetrable silencio de ese departamento. Divisó el firmamento que se apreciaba desde la ventana, siendo bellamente adornado por lucecitas blancas y brillantes; y de centro, una gigantesca y monumental luna llena.



— ¿Dónde carajos estás?



Los ojos miel volvieron a pasearse por todo el lugar. Soltó otro suspiro y se llevó una mano a su abundante y alborotada cabellera rojiza.


—Tsk, como sea...



El chico aventó su mochila hacia la cama individual y caminó tranquilamente hacia el baño, con la única intención de tomarse un buen baño y luego irse a dormir.


Pero las luces estaban prendidas y la puerta del baño estaba entreabierta. Entonces el ojimiel rodó los ojos, apretó los labios y abrió con brusquedad la puerta.


— ¡Carajo, Gaara! ¡Por lo menos contéstame cuando te hablo!


...



Los ojos miel se abrieron como platos. Su mandíbula se le hizo pesada y azotó contra el suelo (literalmente) La iris comenzó a bailar dentro de la pupila. El rostro naturalmente inexpresivo del chico se transformó totalmente en una mueca de sorpresa.


Después de algunos segundos se tragó su escepticismo y comenzó a estudiar con detenimiento la bañera ensangrentada, la navaja que yacía tirada en el piso y sobretodo los dos cuerpos que permanecían abrazados, sumergidos en el agua carmesí, ahora fría.


Cinco, seis, siete minutos...


Sonrió.



—Ay, Gaara...— habló con algo de diversión en su suave voz —. Entonces hablabas en serio...



Ciertamente nunca se lo hubiera creído; es decir, cada vez que Gaara le hablaba del tema, él simplemente le seguía la corriente sin creerle en lo absoluto... ¡Pero es que nunca pensó que su primo estuviera hablando en serio! Eso era demasiado demente hasta para él.



Pero si había de ser así, entonces estaba bien; de hecho, se sentía feliz por el pelirrojo. Él conocía a Gaara mejor que nadie en todo el mundo, es decir, pasó tosa su infancia junto a él y por ende conocía a fondo su vida. Sabía mejor que nadie que Gaara era celoso, misterioso, salvaje (durante el sexo) cariñoso; sabía que aborrecía el 14 de Febrero más que ninguna otra fecha, y sobretodo, sabía de su amor incondicional y ligeramente enfermizo hacia Naruto Uzumaki...


Y no se sentía triste, eso lo confirmaban las curvaturas de sus labios y sus ojos miel con aquel semblante divertido.


—Por lo menos te hubieras despedido de mí, ¿no crees? Un "Adiós, Sasori" no le haría daño a nadie...



Entonces contempló por unos momentos más a Miel y a Limón. A esos dos antisociales que despreciaban el amor de los demás y sólo satisfacían sus propios sentimientos. A aquél rubio eufórico y ruidoso de ojos azules que solía comer rámen en exceso y terminar cada frase con un "Dattebayo" A aquél pelirrojo frío y distante, pero a la vez tierno y cariñoso que "solía compartir su sangre" y el amor que permanecía en esos dos cuerpos, aún abrazados. Sasori delineó otra sonrisa y se recargó en el marco de la puerta. ¡¿Quién hubiera imaginado que esos dos terminarían así en el día en el que más odiaban, demostrándose su amor de la manera más demente posible?! Pero ahí estaban ahora, inertes y sin vida. Sus almas, seguramente juntas, haciendo el amor en quién sabe dónde, para toda la eternidad.


"Rin Rin"



Aquél sonidito lo sacó de sus pensamientos. Fue a sacar su celular de su mochila, se lanzó sobre la cama cayendo boca arriba y desbloqueó la pantalla.



“Nuevo mensaje de Deidara:

Te extraño... Quiero verte...”



De un impulso, el pelirrojo se levantó de la cama y se acomodó la camisa blanca, dejándola un poco entreabierta mostrando parte de su suave pecho. También se acomodó sus pantalones negros, ajustados definiendo bien el contorno de sus piernas. Tomó su mochila y se preparó para salir, no sin antes dedicarle una nueva mirada a Gaara y Naruto.



Ya mañana vería que hacer con ellos.


 

Notas finales:

Arrhg, ¡Que frio! Bueno, eso fue todo jeje. Debo decir que lo de miel y limón lo saqué de mi Onne-chan ajajajaj. Y sí, Gaara y Sasori eran primos xDD

A quien haya llegado hasta aquí se lo agradezco muchoo!!!! en verdad.

Ahh y la canción que Gaara escuchó no se sabe, sólo piensen en una muy triste que los haga llorar mucho sale... jaja

Sé que estoy demente, yo lo sé xD

Muchas gracias x leer esta demente historia jaja, las quiero muchoo!!!

Sayo..!!!


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