Cambia tú. Cambia radicalmente. Deja de hacer las cosas que has estado haciendo siempre. Empieza a hacer cosas que no hayas hecho nunca. Cambia radicalmente, vuélvete una persona nueva y te sorprenderás. (. . . ) nunca estés esperando que el otro cambie.*
Mi nombre es Sasuke. Llevo una vida rutinaria, donde el trabajo y los negocios no dan lugar a los sentimientos.
Mi vida es simple; levantarte antes del amanecer, bañarme, vestirme, desayunar, manejar al trabajo, entrar en mi oficina sin saludar, ni ser saludado por nadie, leer y firmar papeles, cumplir las 8 horas y retirarme. Simple. Fácil. Eficaz.
No necesito de nadie ni de nada.
El tiempo y la soledad son mis mejores amigos, o mejor dicho compañeros. La soledad me acompaña desde los 15 años, cuando mis padres murieron, y empecé a vivir solo, un tío lejano me enviaba alimento, pagaba las cuentas y mi educación. Siempre solo. A los 18 empecé a trabajar. Así termine con los lazos que me ataban a él.
Suspiro pesadamente, ¿cómo es que llegue a esto? Antes de la muerte de mis padres reía y sonreía al mundo, todo era dulces y colores… Luego del incidente, todo se torno frío y oscuro. En vez de risas soltaba sollozos, y, en vez de sonrisas, lagrimas.
Como ya dije antes mi vida es rutinaria. Hoy no es la excepción. Pero, ruego que lo sea. Estoy arto, no soporto más esto.
¿Qué puedo hacer si así es mi vida? Nada. Simplemente… Nada.
Siempre supe que en el mundo existen dos opciones. O morir, o sobrevivir. La primera opción, la muerte, es el suicidio, algo demasiado bajo y sin sentido para mí, y la segunda, sobrevivir, es algo mucho más complejo de lo que todos piensan, hay que tener motivos… y yo no los tengo.
¿Por qué estoy vivo? Estoy vivo por la rutina, la cual quiero que termine hoy.
Sin saber cómo, ya he llegado al trabajo. Estoy sentado en el mismo lugar que todos los días.
Hoy no lo hare. Siento mis piernas moverse.
— Hola Karin, Sakura, Suigetsu –les dedico una inclinación de cabeza a cada uno de mis ayudantes.
— Hola Sasuke—sama –me miran entre preocupados y sorprendidos–. ¿Necesitas algo?
— Claro –digo intentando ser amable–. Me encantaría tomar un café —la mujer atina a levantarse, pero la detengo–. Deja, yo voy.
Jamás visite esta parte del edificio, estoy en unos pasillos pintados de color naranja, jamás creí que fuese un color digno para una oficina, siquiera para un cuarto, pero en realidad, es perfecto; le da al los fríos pasillos un aura amable y cálido.
Como ya dije antes, no conozco mucho el edificio. Escucho unas risas divertidas. Seguro que son los demás que están tomando su descanso. No me equivoco.
Estoy en lo que debe ser la cafetería; hay muchas mesas, y gente, trago en seco. Me acerco a la barra, pido un café mediano. Una chica, rubia de ojos celestes con un traje violeta, me sonríe coquetamente:
— Soy Ino, no te he visto antes por aquí ¿tú eres nuevo? —pregunta de modo seductor y sin borrar su sonrisa.
— Me llamo Sasuke, y no, no soy nuevo, trabajo acá hace 10 años— respondo fríamente.
— ¿Nunca saliste de la oficina?—pregunta cómo sin entender.
— Exacto.
— ¡Oye Ino! Deja de sofocarlo, y vengan a hacernos compañía –más allá, un moreno con unos vaqueros negros y una camisa agita la mano para que nos acerquemos al grupo.
Ella me jala del brazo y me conduce hacia la mesa.
— Soy Shikamaru –dice el joven extendiéndome la mano–. El gerente de financias, ella es la recepcionista—señala a la chica que está a mi lado.
— Soy Lee soy jefe de seguridad –este es otro chico extraño, que jamás he visto, tiene espesas cejas y un corte de cabello, a mi parecer, ridículo.
— Mi nombre es Neji y soy el administrador de redes sociales –dice otro extendiendo la mano— o mejor dicho el manager.
Llega otro muchacho, lo reconozco como diseñador— Soy Sai –dice con una sonrisa falsa –¿tú eres…?
—Sasuke, el director ejecutivo…
— ¿Enserio? –preguntan todos entre sorprendidos y alarmados –nunca te he visto.
— pues… si –respondo sin prestarles mucha atención. Estoy sorprendido por la decoración de la cafetería, totalmente naranja amanecer y con dibujos infantiles— ¿Quién decoro el lugar? –pregunto mirándolos de pronto.
— El que decoro se llama Naruto, le encanta el color naranja, y esos sapitos que hay ahí –explica Shikamaru sonriendo.
— ¿Naruto es el decorador? –escucho una risa de parte de los presentes.
— Naruto es el…
— ¡Jefe de la empresa dettebayo! —dice una voz a mi espalda, volteo a verle…
Mi vida siempre fue tranquila, dolorosa pero tranquila. Jamás algo me llamo la atención, sino que todo siempre me pareció la misma mierda, nada es peor o mejor… pero, al ver sus ojos brillantes, zafiros, diría esmeraldas, pero azules, azul cielo… Los ojos más perfectos y preciosos que vi en mi vida. Si solo serian los ojos puedo pasar sin prestarle mucha atención, pero su cabello amarillo, radiante como el sol, parece ser suave como la seda, su voz juguetona y electrizante, de unos aparentes 25 años (5 menos que yo), alto y delgado.
Lo que más me dejo sorprendido fue la sonrisa de ese chico, quede simplemente estupefacto. Perfecta, hermosa, increíble, la facilidad con la que curva sus labios para crear tan perfecta mueca.
Observo sus labios moverse… no llego a prestar atención a lo que dice.
— ¿Oye estas bien dettebayo? ¿Quién eres? jamás te vi ¿eres nuevo?
Y otras 50 preguntas que no alcanzo a oír.
— Se llama Sasuke –dice Ino.
— ¿Sasuke? –pregunta extrañado, mirándome de pies a cabeza —. ¡Oh! El que jamás sale de su oficina.
El chico se sienta en la mesa con nosotros, todo lo que dice son tonterías, por primera vez en años oigo mi suave risa. A los 5 minutos, Shikamaru e Ino piden permiso y se retiran, como casi todos en ese grupo. Ya es hora, debo volver al trabajo. El chico de la sonrisa de oro me detiene.
— Oye dettebayo ¿me haces un favor?
Y ahora estoy subiendo las escaleras de su departamento, besando apasionadamente sus suaves labios.
Sintiendo sus deseos. Sus necesidades.
La puerta está abierta. Me quito la chaqueta del traje.
Pronto su camisa desaparece dejando mostrar su piel morena.
Siento como se acerca a mí y me besa suavemente los labios, un beso simple pero significativo. Mis manos recorren suavemente su espalda.
Siento su respiración chocar contra mi piel. Oigo sus gemidos.
Esa fue nuestra primera noche de pación desenfrenada, donde nuestros cuerpos se funden en uno.
— ¿Cómo te llamas? –pregunto.
— Naruto.
Lo último que recuerdo de esa primera (pero no última) noche, es su sonrisa, su sonrisa pura, su sonrisa como el oro mismo.