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La venganza de Mu por PrincessofDark

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen. Son de Masami Kurumada. Mi historia es sin ningún fin de lucro.

Notas del capitulo:

Una loca, loca idea. Mi primer fic con esta pareja que me viene fascinando desde hace un tiempo.

Me encanta el personaje de Mu, y espero que les guste esta nueva historia que lo tiene como protagonista.

Cualquier comentario, crítica u opinión es siempre bien recibida. ¡Nos leemos pronto!

Besos!!

Mu de Aries venía bajando del Recinto Principal rumbo a su Templo cuando sintió las risas y las conversaciones del Templo de Escorpio. Reconoció las voces de Milo, Aioria, Kanon y Afrodita conversando animadamente y hubiera seguido de largo sino hubiera sido porque escuchó pronunciar su nombre lo que lo llevó a detenerse y escuchar.

-Uno de los pocos que falta en tu lista de conquistas es Mu – le dijo Afrodita al escorpiano.

-Sí, pero no me interesa. Es demasiado aburrido – respondió Milo.

-En eso le doy la razón a Milo. No debe ser nada interesante estar en una cama con Mu – completó Kanon – con esos ojos tan dulces y tiernos debe ser una monja puritana.

-Y con ese horrible gusto para la moda – completó Afrodita riendo fuertemente.

-Pues esas son las influencias del Patriarca – agregó Aioria – siempre ha querido agradarle a Shion por sobre todas las cosas y eso incluye usas esas espantosas ropas lemurianas.

-Quizás si cambiara su vestuario sería más llamativo, pero yo así no lo toco ni con un palo – se burló de nuevo Milo – además, es como dijo Kanon. Ese no debe de dejar ni que le toques el hombro y mucho menos besarse o esas cosas así.

-Además no es de gustos interesantes – agregó el león dorado – siempre con la filosofía y los libros y las reflexiones todo el tiempo.

-¿Y la música? ¿A quién puede gustarle la música clásica y la ópera? ¡La ópera! - se rió por enésima vez Afrodita y todos los demás acompañaron sus risas.

Mu estaba paralizado escuchando sin que los demás se percatasen, en algún momento algo en su interior se rompió y sufrió por la opinión que tenían de él esos cuatro caballeros a los que consideraba sus amigos y no solo compañeros de armas.

Sin decir palabra cruzó el templo de Escorpio y descendió sin revelar su presencia hasta llegar a un templo en donde su dueño lo vio y se acercó para saludarlo, quedándose sorprendido por la evidente tristeza de los ojos del menor.

-¿Qué sucede, Mu? - preguntó ese caballero y consiguió que finalmente un desconsolado ariano se largara a llorar con fuerza y se dejara abrazar por ese hombre.

-¿Tú crees que soy aburrido? - preguntó entre sollozos el joven de cabellos lilas.

-Claro que no. ¿Quién dijo semejante estupidez? - la transparente mirada azul que vio en su compañero calmó un poco al ariano al notar que él no le mentía.

-Milo... Kanon... Afrodita... hasta Aioria que creí que era mi amigo – sollozó Mu – ellos se estaban riendo de mí en el Templo de Escorpio. Decían que soy aburrido y que mis intereses son aburridos y Milo dijo que no me tocaría ni con un palo porque mis ropas son aburridas y... Aioria dijo que las usaba para complacer a Shion y... Afrodita que tenía cero gusto para la moda y Kanon que debía ser una monja puritana en la cama.

El caballero que estaba con Mu, lo abrazó con más fuerza intentando tranquilizar al más joven  mientras contenía su propia furia. Esos cuatro eran unos imbéciles, siempre metiéndose con todo el mundo, pero él creyó que Mu estaba a salvo de esos comentarios idiotas. Después de todo el joven de cabellos lilas no se metía con nadie, siempre estaba dispuesto a colaborar en lo que se le pidiera y no dudaba en abandonar sus responsabilidades cuando alguien lo necesitaba. Incluso a esos cuatro Mu los había ayudado en incontables ocasiones, tapándoles hasta salidas a escondidas del Patriarca cuando bajaban al pueblo a disfrutar de la noche y las bebidas.

-Véngate – le dijo ese mismo hombre un rato después, cuando los dos estaban en el Templo de Aries con una taza de café con brandy cada uno y el ariano terminaba de calmarse.

-¿Qué? - inquirió con los bellos ojos verdes sorprendidos.

-Consigue que se traguen cada una de sus palabras. Demuéstrales que están muy, pero muy equivocados y que también tú tienes esa parte sexy aunque me la muestres sólo a mí.

-¿Lo dices en serio? ¿No te enojarás si lo hago? - preguntó un avergonzado ariano menor.

-Tú eres mío, Mu. Que ellos miren y deseen todo lo que quieran... total tú eres sólo mío y sólo yo puedo tocarte y besarte y acariciarte – demostrando sus palabras el misterioso acompañante de Mu devoró su boca en un ardiente beso antes de conducirlo a la habitación para demostrar cuanto lo amaba.

                                                                  *             *             *

Al día siguiente por la mañana temprano, Mu se dirigió al Recinto Principal solicitando una audiencia con el Patriarca que le fue inmediatamente concedida.

-Buenos días, Mu. ¿De qué querías hablarme? - preguntó Shion mirando con afecto a su prácticamente hijo.

-Hola, Shion. Quería pedirte permiso para ausentarme unos días del Santuario. Quisiera hacer unas compras y unos trámites que necesito.

-¿Compras y trámites? - Shion pareció asombrado ya que Mu era de los que jamás pedía salir del Santuario, así que supuso que necesitaba hacerlo realmente - ¿Cuánto tardarás?

-Un par de días como máximo.

-Tienes mi permiso, Mu. No hay ningún inconveniente. ¿Necesitas algo más?

-No. Solamente eso. Si no hay problemas, partiré de inmediato.

-Claro. Que tengas buen viaje – saludó Shion mientras la puerta se abría y dejaba pasar a Aioria de Leo que saludó afectuosamente al ariano menor.

-¡Hola, Mu! ¿Cómo estás?

Mu sonrió como era su costumbre pero su voz no sonó como lo hacía normalmente al responder.

-Buenos días, Aioria. Permiso – al leonino le pareció sentir un tono frío en la voz del más joven pero le restó importancia cuando el Patriarca comenzó a hablar con él.

                                                                  ***

Cuando Mu regresó al Santuario, se limitó a comunicárselo a Shion mediante su cosmos y sin aparecerse por el Recinto Principal. Fue por Shion que se enteró también de que ese mismo día a la noche se realizaría una fiesta para incentivar el relacionamiento y la amistad entre los distintos caballeros dorados.

Cuando el ariano se enteró de la fiesta sonrió y aceptó asistir con puntualidad. Para él, el hecho de que se realizara esa fiesta indicaba el éxito de su amado en su estrategia de convencer al Patriarca, partícipe involuntario de todo el plan de venganza. Sabía que Afrodita, Milo, Aioria y Kanon no se la perderían por nada y entonces aprovecharía y les haría pagar por donde más les doliera a cada uno de ellos.

Entró a su habitación con todas sus compras encontrándose a su amado esperándolo con una sonrisa.

-Eres un genio – felicitó Mu a su amante, depositando un beso cálido e intenso en los labios.

-Le dije a Shion que sería bueno hacer una fiesta, ya que falta poco para el cumpleaños de Shaka y no tuvo inconveniente. Sólo dijo que esperaríamos tu regreso para poder realizarla.

-¿Ellos preguntaron algo?

-No. Shion sólo les informó que estarías un par de días afuera pero no dio mayor motivo y ellos tampoco iban a andar preguntando. Ahora necesito una recompensa...

-¿Sí?

-Oh, sí. Yo voy a elegir que te vas a poner esta noche... - el mayor comenzó a revisar las ropas con una mirada crítica e interesada alcanzándole un par de prendas – desfila para mí – sugirió besando los labios del carnero dorado a lo que éste asintió con una sonrisa.

                                                                                                  ***

Ya estaban todos reunidos en el Recinto Principal cuando la puerta se abrió y entró Mu de Aries. Nadie notó su ingreso por un minuto, hasta que uno de sus compañeros lo reconoció y pisó al que bailaba con él.

-Hey... qué te pasa – gritó un molesto Camus mirando a Milo.

-Mira – alcanzó a balbucear y luego hubo un susurro veloz que dejó a todos en silencio mirando al recién llegado.

Dokho y Shion que cenaban en el estrado principal y se percataron del silencio abandonaron su conversación para mirar hacia la entrada y el Patriarca quedó con el vaso a medio camino y la comida atorada. ¿Ese era Mu? ¿Su alumno Mu?

El joven de cabellos lilas avanzó y la sonrisa que se plantó en su rostro dejó a más de uno demasiado asombrado, más todavía porque nadie podía imaginarse ese caminar tan erótico saliendo del ariano a medida que llegaba al estrado principal y se sentaba junto a unos atónitos Dokho y Shion.

-Buenas noches – saludó Mu y a nadie se le escapó que ese no era el tono dulce al que todos estaban acostumbrados.

-Mu... eh... buenas... noches – murmuraron el libra y el Patriarca todavía sorprendidos. - ¿Cómo estuvo el viaje?

- ¡Genial! Muchas gracias por haberme dado autorización – Mu sonrió dulcemente al mayor, en un cambio de gestos que arrancó sorpresas, por poder pasar de la dulzura al erotismo en un instante.

Mu se sentó en su lugar habitual y comenzó a comer, sin importarle el silencio que lo rodeaba y todas las caras que lo miraban impactadas.

-¿Mu? – preguntó incrédulo el Patriarca.

-¿Sí, Shion?

-No, nada. Espero que te guste la cena – musitó Shion ante la dura mirada de Dokho que le dijo que era mejor callarse y no continuar insistiendo.

-Está deliciosa – el suave y sin mentir erótico tono del ariano menor hizo ahogar con la bebida a unos cuantos haciendo que Mu revoleara por un segundo sus ojos en ellos para luego seguir comiendo despreocupado.

Milo, Afrodita, Aioria y Kanon se miraban entre sí, a punto de morir de una apoplejía. Ese joven frente a ellos no podía ser de ninguna manera Mu de Aries. No el tierno, dulce y aburrido carnero del primer templo que no mataba una mosca.

Sin embargo, el joven de la espectacular entrada si era Mu. Un Mu con deseos de vengarse y hacerles tragar una a una sus palabras. Los cuatro volvieron a mirarlo largamente, sin que el más joven se inmutase por eso.

-Está… está… está… - tartamudeó Milo.

-Ese no puede ser Mu – jadeó Aioria.

-Comparto… no se nos puede haber pasado por alto… - agregó Kanon.

-¡Es casi tan hermoso como yo! – completó Afrodita.

Mu de Aries esbozó una sonrisa de triunfo que pasó desapercibida para la mayoría mientras veía y oía a los cuatros dorados. Los cuatro parecían volver a contemplarlo a la distancia, analizando todos sus cambios.

En primer lugar, la ropa. Cambiando todos sus atuendos normales, llevaba puesta una túnica que era el colmo de la decadencia. De un inmaculado blanco, era prácticamente transparente en algunas partes y muy ajustada a su figura, que por primera vez muchos pudieron apreciar como espigada, estilizada y esbelta. Además aunque no era demasiado corta si permitía apreciar parte de sus largas piernas y la faja de color lila a juego con su pelo resaltaba su cintura. El escote de la misma revelaba unos hombros cremosos y unos brazos delgados y suaves, sin ningún tipo de marca.

Sus pies no calzaban sus tradicionales zapatos marrones, sino un par de sandalias clásicas, también blancas y que le daban una particular agilidad.

En segundo lugar, su pelo, si siempre estaba hermoso parecía estarlo mucho más con ese nuevo corte que si bien mantenía el largo, despejaba el rostro del ariano y revelaba una cara perfecta. Además, el lazo que habitualmente los contenía había desaparecido y caían libremente como una cascada de hermosos tonos lilas.

La cara era el tercer gran cambio, porque Mu siempre tenía esa mirada tan típica suya de persona sencilla y dulce y en cambio ahora era totalmente diferente. Los labios parecían más húmedos e incitantes, con ese gesto de estar entreabiertos esperando ser devorados en un beso ardiente. Cada tanto, una húmeda y deliciosa lengua haciendo un movimiento perfectamente estudiado  humedecía esos labios. Las mejillas que usualmente se ruborizaban de pena, estaban sonrosadas para atraer más la atención sobre su portador. Finalmente, los ojos verdes, tenían una mirada tan seductora y erótica que parecía estarse burlando de ellos a la distancia.

A lo lejos los cuatro lo vieron ponerse en pie y acercarse a uno de los oídos del Patriarca murmurando algo que no pudieron entender. Sin embargo, cuando pocos instantes después se empezaron a escuchar unas rítmicas melodías todos comprendieron que se había iniciado el baile.

Fue el Escorpión, el que se encaminó en busca del carnero. Decidido a invitarlo a bailar y a hacerlo pasar por su lecho, después de tan radical transformación. Puso su mejor sonrisa y sus ojos más seductores al acercarse a la mesa principal, donde Dokho hablaba con Mu y Shion clavó sus ojos en el escorpiano ni bien lo vio acercarse.

-Buena música, Shion – felicitó el escorpio - ¿Quieres bailar, Mu? – invitó con su mejor voz.

-No, gracias. Prefiero evitar que mi nombre corra de boca en boca mañana – contestó fríamente el menor, interrumpiendo por un instante su charla con Dokho, para mirar de arriba abajo al caballero frente a él en forma despreciativa.

Shion y Dokho miraron impactados a Mu, acostumbrados al gentil carnero que no solía contestar en forma negativa a nadie.

-¿Qué? – preguntó sorprendido el Escorpión dorado.

-Que no me interesa bailar contigo, Milo. – reiteró Mu con lentitud - ¿quedó más claro ahora?

-Por bailar conmigo tu nombre no correrá de boca en boca de nadie – contestó ácidamente el de cabellos azules.

-Perdona si prefiero evitar arriesgarme. Todos sabemos que de bailar contigo a que tu digas que nos acostamos hay un trecho corto, muy, muy corto. No recuerdas por ejemplo cuando nos contaste en una reunión que Shiryu había engañado a Shunrei contigo después de bailar una vez.  

-¿Qué? – intervino Dokho furioso, mirando con molestia a Milo.

-Mu… estás mintiendo. Eso no es cierto, Dokho.

-¿Estás sugiriendo que Mu es capaz de mentir? – inquirió Shion molesto.

Milo quería que la tierra se lo tragase en ese momento, ya que los dos hombres más fuertes del Santuario lo miraban furiosos.

-No, no. Sólo que está bromeando, Patriarca.

-Milo – la voz de Mu lo hizo voltear y mirar al sonriente joven que se levantó hasta quedar a unos milímetros de su rostro – yo tampoco dejaría que me tocaras ni con un palo… - susurró eróticamente en los oídos del escorpión que quedó helado al oírlo.

A lo lejos Aioria, Kanon y Afrodita vieron a Milo acercarse y hablarle al ariano. Sintieron enfurecer el cosmos de Dokho primero y Shion después antes de que el carnero se levantase de la silla y murmurase algo en los oídos de Milo antes de descender rumbo a la pista de baile solo. Mientras un incómodo Milo tenía una agria discusión con Dokho y Shion que reclamaban algunas explicaciones.

Se esperaban muchas cosas, pero jamás que el caballero del primer templo se pusiera a bailar absolutamente solo en la pista, siguiendo de tal manera el ritmo que muchos pararon solo para verlo contonearse y moverse, utilizando su cuerpo para realizar un baile que era prácticamente erótico.

Y es que había que ver los cabellos lilas moverse suavemente al compás de su dueño, la boca entreabierta y la respiración levemente agitada por el baile mientras los ojos verdes se entrecerraban seductoramente. Era todo un espectáculo para los ojos de los demás caballeros dorados, incrédulos ante la actitud del más pacífico de los Santos de Oro.

-¿Algo interesante? – les preguntó una nueva voz que sobresaltó a los tres concentrados en su observación.

-¡Saga! Nos sorprendiste – contestó Kanon – tardaste mucho en aparecerte.

-Estaban muy concentrados en algo como para notar mi presencia. Estoy aquí desde hace un rato. – se burló el mayor.

-¿Viste a Mu? ¡Mu! ¿Puedes creerlo? Yo no sabía que podía verse tan… tan… sexy – aportó Aioria.

-Acaba de rechazar a Milo – completó Kanon – carajo… yo no sabía que Mu podía bailar así…

-Esa túnica es la ruina – agregó Afrodita – es demasiado… demasiado… reveladora.

-A ti lo que te molesta es que le queda mejor que a ti – contestó Saga con una sonrisa.

-¡Él quisiera! – respondió Afrodita molesto.

-¿Interrumpo algo? – la voz de Mu cortó la charla al acercarse a los cuatro que conversaban.

-¡Mu! estás espectacular – alabó Kanon con voz profunda – rechazaste a Milo, ¿no te interesa bailar conmigo? – inquirió seductor.  

-No gracias. A Milo lo rechacé porque no lo tocaría ni con un palo – contestó fríamente Mu dejando parado a un estupefacto Kanon – y la verdad que tampoco me interesa bailar contigo, quizás esta monja puritana te aburra bastante.

-Este es un imbécil que se está comiendo sus palabras – dijo simplemente Saga refiriéndose a su hermano.

-Por eso yo prefiero los originales – dijo Mu, dejando asombrados a los otros tres cuando devoró literalmente los labios de Saga de Géminis que se dejó hacer y respondió con la misma intensidad. – Ven, bailemos – sugirió el carnero dorado llevándose al mayor de los gemelos a la pista.

Desde el estrado, Dokho estaba dándole aire a un atónito Shion que acababa de ver a su querido y adorado alumno bailar de manera  más que provocativa  para luego meterle un beso a Saga de Géminis que era prácticamente obsceno mientras lo arrastraba a la pista de baile.

Kanon, Afrodita y Aioria quedaron con la boca abierta contemplando a la pareja que se movía con una gracia y una provocación inesperada en ellos. Saga era muy atrayente y seductor, eso era indiscutible a primera vista, pero también era callado y serio. No era habitual verlo bailar en las distintas fiestas del Santuario, así como tampoco era común verlo tan apretado al cuerpo de Mu de Aries.

-¿Escucharon lo que dijo de la monja puritana? ¡Escuchó nuestra conversación del otro día! – exclamó Kanon cuando pudo reponerse.

-Nos reímos de él y por eso es todo esto… nos escuchó y decidió vengarse – agregó Aioria estupefacto.

-Si hasta repitió lo que dijo Milo… y creo que lo metió en líos con el Patriarca y Dokho. ¿No ven que desapareció de la fiesta?

Mientras tanto, la pareja más sorprendente de la noche, bailaba totalmente ajena al cuchicheo de los demás. El géminis tenía apretado estrechamente por la cintura al ariano más joven y de cuando en cuando todos notaban los suaves movimientos acariciantes que dejaba allí. Mu con sus manos cruzadas detrás de la nuca del mayor, brindaba también suaves caricias en esa zona. Las distancias eran prácticamente mínimas entre ambos y Saga terminó por abatirlas cuando besó de nuevo los labios de Mu, primero con suavidad y luego en forma más intensa, aumentando rápidamente la temperatura en ambos, ignorantes de que la mayoría ya no bailaban sino que los veían totalmente absortos.

Cuando Saga descendió por el cuello de Mu con sus besos hasta hacer que el más joven gimiera suavemente fue más que suficiente para un más que asombrado Shion.

-¡Mu! ¿Me puedes explicar qué está sucediendo con tu actitud? – exclamó molesto y cortando la música de raíz mientras se ponía de pie - ¡porque esto ya no es normal!

Finalmente la pareja se detuvo y se separó un poco, el ariano menor se limitó a mirar a su maestro y estalló en una risa cristalina que dejó a todos más sorprendidos.

-Una broma – contestó el ariano al lograr controlarse.

-¿Broma? ¿Una broma? – preguntó Dokho.

-Sí, pero no para ustedes. Para Afrodita, Milo, Aioria y Kanon – respondió enseguida Mu – el otro día escuché una charla que me dolió mucho – los ojos verdes mostraron tristeza - y quise demostrarles que pese a que puedo parecer aburrido también tengo otras facetas aunque no las muestre demasiado.

-¿Entonces lo de Milo y Shiryu era mentira? – preguntó Dokho.

-No. Eso es cierto. Como también es cierto que los cuatro suelen escaparse los viernes y sábados a un bar del pueblo que se llama “El martillo del Patriarca”. Hacen un ruido horrible cuando vuelven borrachos y cruzan por mí casa y la de Aldebarán, pero ninguno había dicho nada hasta ahora.

-Mu me pidió que no dijera nada – agregó Aldebarán – y como ustedes son sus amigos acepté.

-¿Ustedes se han estado escapando? ¡Hablaremos muy seriamente de esto! – exclamó Shion - ¿Y qué fue lo que dijeron de ti, Mu? – preguntó suavemente a su discípulo, el cariño patente en sus ojos.

Los tres aludidos que estaban presentes tragaron saliva. Mu era un hijo para Shion, la niña de sus ojos si se lo quería decir poéticamente. El Patriarca los asesinaría si se enteraba de lo que habían comentado de él. Es más, Aldebarán, Shaka y Camus también lo harían porque los estaban mirando con ganas de verlos derramar sangre, los tres muy amigos del guardián del primer templo.

-No es importante, Shion. Ya está todo zanjado de mi parte con esta broma que les hice – respondió Mu, aunque el tono de dolor en su voz no pasó desapercibido para nadie.

-¿Y lo de Saga? ¿También es mentira? – preguntó Shion insistente.

-No – esta vez contestó Saga de inmediato – Mu y yo llevamos un buen tiempo juntos aunque no hayamos dicho nada. En realidad tampoco lo ocultábamos, sólo que ustedes no lo habían notado. Y cuando vi que Mu venía muy angustiado hace un par de días y me contó lo que había escuchado – agregó Saga mirando con frialdad especialmente a Kanon – fui el que le dio la idea y lo ayudé a planear todo. Yo le elegí hasta la ropa… ¿a qué no se ve espectacular? 

Reafirmando sus palabras depositó un suave beso en los del carnerito dorado que sonrió dulcemente, como era costumbre en él.

-¿Entonces mañana todo será normal de nuevo? – inquirió Dokho – porque a tu maestro le va a dar un colapso mental si te vuelve a ver así.

-Sí, mañana Mu vuelve a la normalidad – acordó Saga con una sonrisa – no me interesa demasiado que los demás vean lo que se pierden. Soy muy celoso y si pensé en esto fue para escarmentar un poco a ciertas personas… que acostumbran a burlarse de todo el mundo y merecían que alguien les tapara la boca.  

Reafirmando sus palabras, en cinco minutos la parejita había desaparecido por completo y Kanon supuso que su hermano pasaría la noche en la casa de Aries, explicando el porqué de sus desapariciones constantes, las que nunca explicaba.

-No puedo creer que Mu y Saga estén juntos – murmuró Shion - ¿Por qué no me había dicho nada?

-Sacando cuentas creo que andan hace mucho… pero mucho – calculó Kanon, pensando en las ausencias de su hermano – si mal no recuerdo hace como un año y largo.

                                                                  *             *             *

-¿Están listos para entrenar? – preguntó un sonriente y normal Mu de Aries al día siguiente cuando sus compañeros entraron al campo de entrenamiento.

Shion miró a su querido discípulo, feliz de verlo como todos los días, con las típicas ropas lemurianas.

-Ah, no hay nada como la normalidad. ¿Verdad chicos? – preguntó Shion, mirando como Kanon, Aioria, Milo y Afrodita barrían el Santuario. – Ya después de que terminen de barrer todos los templos, pueden fregar los pisos de cada uno y después pasarle cera. A ver si así se acostumbran a no escaparse y a no burlarse de Mu.

 

Notas finales:

¡¡Espero que les haya gustado mi primer Mu x Saga!! ^_^


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