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PawPrints por Akemy Malfoy

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Notas del fanfic:

Disfruten :3  Todo pertenece a sus rrespectivos dueños.

Notas del capitulo:

El primer capitulo de esta historia, la cual es una adpatacion del Libro de Anne Cain. Disfruntelo. 

─Hey, ven a ver esto.

 

Naruto apoyó la bolsa de alimento en el piso donde se arrodilló. —Ya voy,— gritó sobre su hombro. Volviendo a la fila de jaulas, abrió la que se encontraba delante. —Aquí tienes amigo.

 

Un gran Labrador mixto trotó, meneando su rabo y cubrió las manos de Naruto de un torbellino de lamidas. —Está bien, también te amo.— Rió Naruto y frotó detrás de una de las doradas orejas del alegre perro, mientras deslizaba el plato de comida. El Labrador comenzó a comer y Naruto cerró la jaula mientras se levantaba.

 

Deteniéndose un minuto para lavarse en el fregadero que estaba al lado de la puerta, secó sus manos con una toalla de papel y se encaminó al siguiente cuarto. —¿Qué pasa?

 

Los fines de semana, Kiba y él eran los únicos voluntarios en el refugio de animales que se quedaban después de hora. Las pequeñas instalaciones refugiaban una gran variedad de criaturas, desde tortugas hasta hurones, sin mencionar de la mezcla habitual de perros y gatos callejeros. Al ser un refugio que no sacrifica animales, las pequeñas instalaciones estaban casi siempre llenas. Y a veces, más que llenas.

 

Naruto intentaba adivinar qué inusual huésped el refugio había adquirido durante el día. Ya que habían visto de todo, incluyendo crías de cocodrilos, se imaginaba que debería ser algo realmente especial para sorprender a Kiba.

 

—¿Qué tienes?— Naruto encontró a su amigo mirando dentro de una jaula alta reservada para pájaros. —¿Trajeron otra águila?

 

—No, creo que es un loro que habla.— Kiba frunció sus labios a la jaula. Dentro, un loro de un verde vivo con una corona de plumas rojas le devolvió la mirada desde su percha. Sacudió sus plumas y chilló dócilmente. El ave era linda, pero no se veía dispuesta a hablar.

 

—Vamos, bebé,— Kiba persuadió al loro. —Di algo para el doctor.

El loro inclinó su cabeza y volvió a chillar en respuesta.

 

Naruto se rió. —Eso sonó como, —¿por qué este tipo está haciendo caras ridículas en vez de poner comida en mi jaula?‘

 

—Ja, ja.— Resopló Kiba, volteando sus ojos. —Te estoy diciendo, que puede hablar.

 

—Definitivamente es un loro hermoso.— Naruto recogió una caja de alimento de uno de los gabinetes que se encontraban al otro lado del cuarto y le sirvió un poco en el plato. Mientras enganchaba el plato en el interior de la jaula del pájaro, suspiró.

—Difícil de creer que tantos bellos animales terminen sin hogar.— Kiba apartó de sus ojos un mechón suelto de cabello castaño. —Dímelo a mí,— asintió tristemente. —Mira a este.

 

Arrastró a Naruto hacia otra fila de jaulas. Compacta y trabada con trabas de metal a la pared, esas jaulas eran usadas para transportar y temporalmente dar vivienda a animales pequeños como gatos o conejos. Por supuesto, cada hueco estaba habitado. El que se encontraba en el final de la última fila tenía una etiqueta amarilla atada a través de las barras de metal – la cual advertía sobre su actual huésped.

 

Agachándose para ver mejor, Naruto apoyó un codo en su rodilla. Tirado a lo largo de la pared trasera y sobre una esquina, un gato de pelo largo se acurrucaba formando una bola. Levantó su cabeza al ver a Naruto, un par de cristalinos y brillantes ojos negros miraron con miedo, tajantes y alertas. La mayor parte de su pelaje parecía ser negro, con dos parches de color azul brillante comenzando desde los pómulos altos y elegantes del gato, cubriendo su cabeza y hombros. Un pequeño triángulo de color rosa, empequeñecido en proporción a esos grandes y brillantes ojos, formaba su nariz.

 

—¿No es esto algo?— Kiba se puso en cuclillas junto a Naruto. —Solo mira esos ojos.

 

—Wow,— Naruto tuvo que asentir. —No puedo decir de qué raza es, pero es hermoso.

 

—Sabes, mi edificio permite mascotas…— Kiba golpeó a un lado de su barbilla.

 

—No la compliques.— Suspiró Naruto. —Pero olvídalo. El dueño vendrá en búsqueda de este fugitivo. Yo lo haría.

 

Se acercó a la jaula y apoyó una mano en la cerradura. —Hola,— dijo Naruto, manteniendo la voz baja y suave.

 

El gato tiró sus orejas hacia delante, pero por lo demás se mantuvo completamente inmóvil. Algo brillaba alrededor de su cuello, una delgada cadena de plata que se veía casi como una especie de gargantilla. Los mechones de pelo alrededor de la banda hacía difícil decir exactamente lo que era.

 

—Uh, ¿Qué estás haciendo?— dijo Kiba en tono de advertencia mientras Naruto habría la jaula. —La etiqueta amarilla está allí por una razón.

 

—Este pequeño sujeto no puede ser un mordedor—, aseguró Naruto.

 

—Créelo.— Kiba codeó a Naruto. —Quién trajo al gato estaba cubierto de arañazos. Demonios, casi me muerde mientras intentaba meterlo en la jaula.

 

—¿Entonces, sabes el sexo del gato?— preguntó Naruto.

 

—No realmente.— Kiba dejó escapar una risa tímida. —No pude chequearlo.

 

Naruto volteó sus ojos.

 

—Hey, amo a los animales tanto como tú, Doctor Namikaze.— Kiba lo golpeó de costado. —Pero no deseo tener heridas para el próximo fin de semana.

 

—¿Entonces vas a ir con Shino a la Isla después de todo?— sonrió Naruto. Su sonrisa flaqueó cuando la expresión de Kiba se agrió. —O no…

 

—Tenemos reservando el viaje, pero no sé.— Kiba se encogió de hombros. —Todo se siente tan en el aire.

 

—A veces es difícil escapar—, Naruto intentó consolarlo. —Shino dijo que la firma ha estado consiguiendo muchos clientes últimamente.

 

—Está muy ocupado, me di cuenta de eso.— Kiba volvió a encogerse de hombros, un gesto que usaba cada vez que quería que la conversación finalizase. —Está bien.

 

—No es eso lo que intento decir.— Naruto le dio un codazo en el hombro a su antiguo compañero de habitación. En los pasados seis meses, Kiba estuvo viéndose con Shino y la relación no mostraba signos de enfriarse. Sus carreras estaban en sintonía, con Shino como abogado y Kiba trabajando en las salas de audiencia, les gustaba la misma música y películas y el sexo supuestamente era genial. Solo porque sus horarios no se estaban alineando para una escapada de fin de semana, no significaban problemas oscureciendo el horizonte de esta pareja.

 

Luego de seis años de soledad salpicado con experiencias ocasionales de citas vacías que nunca dejaban nada ni remotamente similar a una relación, Naruto podía reconocer algo bueno cuando lo veía. —Ustedes están hechos para hacerse felices mutuamente—, dijo Naruto tranquilamente. —Nunca nada podrá cambiar eso, Kiba.

 

—Eres un buen amigo.— Kiba descansó su pera en el hombro de Naruto. —Gracias.

 

—Cuando gustes.

 

—Entonces, ¿cuándo vas a encontrar a alguien con quien escaparte un fin de semana?

 

—Nunca.— Resopló Naruto. —Prefiero no perder el tiempo

 

—Eso es inusualmente cínico para ti, doctor. Especialmente luego de lo que acabas de decir.— Kiba lo cortó de raíz. —no me digas que sigues pensando en ese descarrilado que conociste el año pasado.

 

Ahora era Naruto con la expresión de: ‘paremos con este tema inmediatamente’.  

 

¿Qué esperaba Kiba? De todas las malas experiencias que Naruto había pasado, su último intento de encontrar un amante entró en el libro como el peor. Él trabajaba como Asistente Técnico (AT) del laboratorio de química orgánica y parecía que eso lo

 

tomó de forma personal. Luego de invitar a Naruto  a un café un par de veces, la siguiente invitación fue a beber una copa a un club. Se besaron un par de veces y se dirigieron al departamento de esa persona.

 

Sexo era el plan de Naruto  para el resto de la noche, pero en el segundo que se puso de rodillas y tocó el órgano de este, todo se fue al infierno. Entre gritos y enojadas declaraciones de que él —no era GAY—, el asustado Asistente Técnico arrojó a Naruto fuera de su departamento. El resto del semestre en el Laboratorio terminó siendo una práctica de malos momentos; él ni siquiera miraba a Naruto a los ojos.

 

—Una mamada fallida no debe detenerte de volver a intentar—, dijo sin dudar Kiba, intentando ser útil.

 

Un rubor de vergüenza se expandió cubriendo las mejillas de Naruto de forma inmediata. —Gracias—, murmuró entre dientes.

 

Amaba a Kiba como a un hermano, pero planeaba no volver a compartir con él otra mortificante experiencia sexual que le sucediese. A no ser que deseara volver a escuchar sobre ella una y otra y otra vez.

 

—Pero entre las clases, el trabajo voluntario aquí y el trabajo a tiempo parcial en la clínica, no es como que tengo demasiado tiempo libre para una vida social.— Naruto regresó su atención a la jaula, con la esperanza de cambiar de tema. —También, creo que estás equivocado sobre este chico.— Metió su mano en la jaula, estirando sus dedos hacia el gato.

 

—Es macho.

 

—Eres bueno con los animales, pero no tan bueno,— respondió Kiba, escéptico. —Saca tu mano de allí, antes que él o ella la muerda.

 

—No es agresivo, sólo está asustado,— explicó Naruto. —¿Cómo te sentirías si estuvieses perdido en un laberinto de callejones, atrapado por un extraño y ser llevado a un lugar extraño como este?

 

—Bastante perra,— admitió Kiba.

 

—Y también solo,— murmuró Naruto.

 

El gato se estiró abandonando su posición con un débil maullido. La tensión en su cuerpo disminuyó visiblemente, ya que acercó con cautela su nariz a las puntas de los dedos de Naruto. Y volvió a maullar, un leve y triste sonido que rompería el más frio corazón. Sonriendo, Naruto rascó el negro pelaje bajo su barbilla.

 

—Que me maldigan,— murmuró Kiba. —Le gustas.

 

—Todo está en el toque mágico—, Naruto sintió la vibración del ronroneo en la garganta del gato. —Pobre chico. Está bien cuidado, bien alimentado y obviamente amado, considerando el interesante collar que lleva. Apuesto que extraña su casa.

Con la misma velocidad en la que el gato se encariñó con Naruto, cambió su humor. Con un chillido, golpeó con fuerza la mano de Naruto y rasguñó su piel con sus afiladas garras.

 

—Ow.— Tiró Naruto. El gato se acurrucó de nuevo en la esquina, echo una bola de músculos tensos y pelos.

 

—¿Qué pasó con el toque mágico?— Kiba levantó una ceja.

 

—Optaré por ignorar el sarcasmo en ese comentario.— Naruto miró a su amigo con una mirada brusca.

 

El rasguño solo fue superficial. Una serie de tres líneas rojas marcadas donde la piel fue rasguñada, pero no rota. Naruto cerró la jaula y se puso de pie. —Puedo terminar solo, si lo deseas.

 

—¿Estás seguro?

 

Naruto asintió. —No queda mucho para hacer.

 

—Gracias, Naru, te debo una.— Kiba lo palmeó en el hombro. —Tal vez logre capturar a Shino para una cena tardía.

 

—Que se diviertan.— Naruto se echó a reír al ver a su amigo salir del cuarto en línea recta. Luego de uno o dos minutos la puerta delantera se cerró con un ruidoso ‘clic’ cuando la cerradura encastró en su sitio.

 

Naruto escarbó en busca del botiquín de primeros auxilios de uno de los gabinetes de almacenamiento. Luego de limpiar la herida de su mano con algunos antisépticos(1), dio una vuelta por la vivienda, asegurándose que esté todo en su lugar para la noche.

 

Cuando al final llegó a la jaula de su nuevo amigo, Naruto encontró al gato todavía tenso y acurrucado. Ambos recipientes, el de comida y el de agua, parecían intactos, es decir, el pobre amigo estaba tan asustado que no había comido ni bebido nada. Naruto liberó la jaula de la pared y la separó, para poder llevarla a la pequeña habitación continua que el personal del refugio utilizaba como oficina.

 

Encendió las luces y cerró la puerta detrás de él. El cuarto era lo suficientemente grande para tener una computadora de segunda mano, un viejo iMac(2) ,una ruidosa silla de director, una estantería y un archivador en el que Naruto apoyó la jaula del animal. Abrió la puerta.

 

 

—No hay razón para que permanezcas encerrado allí.— Naruto miró dentro de la jaula. El gato lo miró con esos imponentes ojos negros, sin pestañar. —Sal y estira tus patas un rato.

 

 

Le tomó un tiempo antes de que el gato se sienta lo suficientemente confortable para explorar. Solo después que Naruto se sentó en el escritorio y comenzó a trabajar en la computadora el gato comenzó a aventurarse.

 

Al principio tímidamente, se asomaba fuera de la jaula y volvía a entrar si Naruto volteaba hacia él. Luego se volvió más audaz, saltando al piso y cuidadosamente caminando alrededor del área de la oficina. Bajo la luz fluorescente, su pelaje brillaba como un pulido mármol negro y azul y su collar de plata centelleaba.

 

El gato olisqueó la estantería y luego se movió hacia Naruto.

 

Naruto sonrió. —¿No es mejor que estar atrapado en la jaula?— El gato se frotó en su pierna, husmeando el dobladillo de sus pantalones para lamer la piel de los talones de Naruto.

 

—Miau.

 

—Ahora volviste a ser mi mejor amigo.— Sonrió Naruto.

 

Agachándose, recogió al gato. El pequeño amigo ronroneaba tanto que todo su cuerpo temblaba como un vibrador. Lo dejó en el escritorio rascando debajo de su barbilla y detrás de su oreja. El gato ronroneaba profundamente con cada caricia y se tendió en la parte superior del teclado con gestos tímidos en su cola.

 

—Para ser un gato, estás actuando muy sexy.— Se rió Naruto, sacudiendo su cabeza. Se frotó la cien. —He estado estudiando mucho, supongo. Mi cerebro debe estar quedando frito si estoy pensando que un gato se ve sexy.

 

—Miau.

 

Condénenme si no había un brillo en los ojos del gato, que sugería que él se estaba riendo junto a Naruto.

 

—Mejor termino con este boletín de animales perdidos antes de que termine adoptándote.— Naruto se recostó en su silla con un suspiro. —Tus dueños deben extrañarte.

 

El gato se incorporó sobre sus patas, olvidando su alegría. El cambio de humor fue tan bizarro y abrupto como antes, solo que esta vez el gato dirigió su ataque hacia el ordenador. Antes que Naruto pudiera reaccionar, el animal se lanzó detrás de la iMac y cayó a través del pulpo de cables y alambres quedando entre la computadora y la pared. El monitor quedó en negro cuando el cable de electricidad se desconectó.

 

—Oh no,—gritó Naruto. —Gatito travieso.

 

—Miau.

 

El gato volvió a aparecer con una mirada de autosuficiencia, los ojos a medio cerrar y sus pupilas reducidas en finas líneas verticales. Su brillante pelo ahora cubierto por una capa opaca de polvo gris, rápidamente comenzó a darse un baño con su lengua.

Naruto se inclinó apoyando un codo sobre la mesa y apoyó la barbilla en su mano. Levantó una ceja al gato, que estaba muy ocupado aseándose para que le prestase atención. —Vas a ser un problema, ¿verdad?

 

Riéndose, se recostó en la chirriante silla. El gato saltó rápidamente a su regazo, agitando su suave y algodonada cola bajo la nariz de Naruto mientras se frotaba contra su pecho.

 

Sentándose sobre sus patas traseras, el gato reposó sus patas en la parte delantera de la camisa de Naruto y lo miró con esos redondos, brillantes y absolutamente fascinantes ojos.

Naruto frotó las suaves y curvas mejillas del gato. —Eres la cosa más dulce...— La última palabra de su frase, se le trabó en la garganta cuando sus manos tocaron piel.

 

No pelaje.

 

No bigotes.

 

Cálida y suave piel.

 

Un peso pesado se sintió en su regazo, haciendo chillar la silla. Dos brazos humanos se deslizaron a través de su cuello, mientras que un par de piernas humanas lo rodearon sobre sus muslos. Esos mismos grandes y hermosos ojos negros siguieron mirando a Naruto, excepto que ellos se encontraban en un rostro humano.

 

—Oh Dios mío.— Naruto dijo en un grito apagado.

 

—Hola.— Los gruesos labios del joven formaron una seductora sonrisa que coincidía con su aterciopelado tono de voz. Se movió hacia la nuca de Naruto, uniéndolos en un beso.

Notas finales:

Notas: 

 (1) Antiséptico: sustancias antimicrobianas que se aplican a un tejido vivo o sobre la piel para reducir la posibilidad de infección, sepsis o putrefacción.

(2) Un iMac es una serie de ordenadores diseñados y fabricados por Apple Inc..  

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¿Lo disfrutaron? ¿Qué les parecio? Es una de las primeras adaptaciones que hago, no sean ruditos conmigo. :c 

Dejenme un Review y me comentan sus dudas. Si tenemos los suficientes les subo la continuación mañana. :D Nos estamos leyendo. 

 

Besos. Akemy M. 


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