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Up In Flames por TabiiiTa

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Notas del capitulo:

Em, hola. Traigo una traducción después de mucho tiempo~ Mis escasas habilidades en el inglés se oxidaron un poco, pero hice mi mayor esfuerzo para traducirlo bien.

Este fic, es tan hermoso. ¡Lo ame con mi vida! y como suele pasar con los fics que amo necesitaba compartirlo, por eso decidí traducirlo (a pesar de ser un serial), así mis hermosas shippers pueden comprenderme <3

Si tienen alguna duda, sólo pregunten con mucho gusto las responderé. 

Aclaraciones de la autora:

(…)Se supone que esto sería un oneshot pero se volvió demasiado largo así que decidí dividirlo en capítulos. Esto es JongYu de principio a fin, y, obviamente, es una historia de temática sobrenatural, que se inspira en la leyenda del Fenix. Hablando de eso, creo que debo mencionar aquí que la verdadera leyenda no es nada como el mundo que he creado para esta historia, por lo que habrá discrepancias. Esa es la razón por la que adjunto mis propias aclaraciones para la raza Fenix.(…)

Datos sobre la raza Fénix:

  1. Los Fénix se regeneran a partir de la muerte pero sólo si la causa de la muerte no es el fuego.
  2. Los Fénix se regeneran tantas veces como sea necesario para poder encontrar la inmortalidad, que a su vez viene con el amor verdadero. Ellos encuentran generalmente a sus compañeros inmortales en los seres humanos normales, pero en algunos casos especiales, también en otro Fénix.
  3. Los Exterminadores son enemigos mortales de los Fenix, ya que nacieron con una afinidad por el fuego. Eran inmortales en el pasado, pero una maldición les arrancó la inmortalidad, gracias a los Fénix. Viven para exterminar a la raza Fénix por completo, de ahí el nombre exterminadores.

 

Preciosos lectores, gracias por su tiempo y ¡realmente espero que les guste mi historia!

Tengan un gran día <3

 

 

 

 

 

Prólogo

 

“¿Caso?”

“Incendio provocado. Trató de matar a una familia de tres”

“¿Indicios?”

“El chico tiene dieciséis años y ha estado pasando por un montón de acoso escolar en la escuela por ser ‘el bicho raro’”

“¿Y el pirómano?”

“Completamente ajeno a la familia de la víctima”

 

Esa fue la breve conversación telefónica que Jinki había compartido con Minho antes de decidir que ese sería un caso que valía la pena verificar. Minho sabía lo suficiente de los signos y sabía cuándo llamar a Jinki, pero eso no significaba que estuviera en lo correcto todo el tiempo. Jinki nunca culpó al policía –que pasó a ser su mejor amigo–  por sus conclusiones inexactas. Los signos eran, después de todo, sutiles.

Esta vez sin embargo, había algo en la voz del hombre alto y larguirucho que le permitió a Jinki saber que tan sospechoso debía ser el nuevo individuo para que Minho estuviera tan emocionado. Eso y, por supuesto, la implicación evidente de un incendio en el caso. ¿Un incendio provocado? Eso era tan poco sutil como se podía conseguir. ¿Perpetrarlo sin motivos obvios? Un letrero llamativo que decía “engreído Exterminador en el trabajo”.

Y donde estuviera un Exterminador, también debería estar Jinki; uno de los adultos de su especie a cargo de la protección de los novatos. El objetivo de Jinki era “convertir” a los Exterminadores, por así decirlo, que era la parte humanitaria de su especie que insistía en ser amable con todas las criaturas. Pero, por supuesto, si ‘la conversión’ no funcionaba, entonces también pasaba a ser su trabajo eliminar a los Exterminadores, ya que ese era su verdadero deber como Guardián de todos modos. Jinki pasó a ser muy bueno en su trabajo, a pesar de sus ocasionales deslices y caídas.

Caminando por los pasillos lúgubres que mantenían a los  presos a la espera de un juicio, sus ojos curioseaban sobre el hombre elegante que caminaba junto al oficial en Jefe, Jinki se recuerda una vez más la razón por la que hizo un pacto con Minho con el fin de mantener un ojo sobre los sospechosos del departamento de policías con los que trataba. Los exterminadores eran criados para matar, su concepto del bien y el mal era torcido desde el momento en el que comenzaban a entender el mundo que los rodeaba. Una crianza no saludable, experiencias traumáticas y trastornos mentales conducía a la personas con enfermedades mentales a terminar en ese lugar.

Jinki hizo una unión perfecta de las dos cosas que creía que podían revelar a un Exterminador: Un máster en Psiquiatría y un amigo en el departamento de investigación de delitos. Cualquier Exterminador en la ciudad, sin duda sería atrapado en el momento en que atacara.

Minho se detiene repentinamente en la celda número 12 y Jinki se detiene con él, siendo sacado de sus pensamientos lejanos.  El hombre le indica a Jinki que allí es donde encontraría al pirómano.

Es una celda oscura, la luz solo alumbraba tenuemente. Jinki podía ver la figura acurrucada en las sombras, pero estaba demasiado oscuro para distinguir cualquier característica. Fue abrumado por un aura arrogante que le hizo sentir incómodo, como si estuviera bajo el escrutinio de un par de examinadores ojos. Lo más curioso de todo era que Jinki podía ver lo suficiente como para decir que el otro estaba dándole la espalda.

“Es él. Voy a estar en el pasillo si me necesitas” le susurró Minho brevemente antes de alejarse, dejando a Jinki sólo con su nuevo conocido. El joven psiquiatra se aclaró la garganta en voz baja antes de abrir la boca para hablar, sólo para ser interrumpido antes de que siquiera comenzara.

“Te olí desde una milla de distancia. No literalmente, por supuesto. Estaba esperando este encuentro”

Una voz suave y varonil dijo esas palabras con un tono divertido.

“Bueno, acabas de hacer mi trabajo mucho más fácil. No tengo necesidad de estar haciendo preguntas” dijo Jinki en lugar de la cordial introducción que había preparado. Ahora que lo sabía a ciencia cierta, sólo tenía que conseguir que el otro se uniera a él o bien pereciera.

Un odioso resoplido resonó en la celda y Jinki entrecerró los ojos para ver mejor.

“Tu gente de Fénix mira tan en menos a los demás. Esa es la razón por la que su número es menor” dijo el hombre.

Jinki estaba demasiado acostumbrado a ser tratado mal o provocado en estas situaciones. Sabía exactamente cómo manear a ese tipo de personas y sabía que esta requería de mucha paciencia para impedirle hacer o decir algo estúpido que podría llevar a su propia caída. Los Exterminadores eran conocidos por ser elegantes en sus formas conspiradoras.

“Nosotros, ‘las personas Fénix’, estamos viviendo asustados de ustedes los Exterminadores, sólo porque ustedes se niegan a dejar que una antigua enemistad entre nuestras clases se vaya” contrarrestó Jinki.

“Sólo mantente creyendo esas mentiras que tu especie sigue diciendo, perra”, dijo el hombre condescendiente.

“Y tú las de la tuya”, respondió Jinki, en absoluto divertido por el término despectivo usado en su contra.

Otra burla resonó en la celda.

“¿Entonces por qué estás aquí? ¿Eres uno de esos sacerdotes que se rumorea van alrededor sermoneándonos para elegir el camino correcto?”, dijo el hombre moviéndose en la oscuridad. Jinki podría decir que el hombre estaba frente a él ahora, pero todavía no podía ver su rostro con claridad.

“Preferimos ser llamados con el término Guardianes…”, respondió Jinki realmente deseando poder ver el rostro del otro.

“¿Y este Guardián tiene un nombre? Oh, espera, lo tienes. Dr. Lee”

Jinki bajó la mirada y encontró la tarjea con su nombre que se le había olvidado que llevaba puesta. Le molestaba sin fin que el otro supiera tanto como su nombre ahora que ni siquiera había visto la cara del otro.

“¿Te importaría caminar a la luz, para que podamos tener una conversación adecuada?”, ordenó Jinki más que solicitar.

“En realidad, sí. Ahora, vamos a ver… ¿Lee? ¿Cuántos Lee he conocido?”, reflexionó el hombre.

“Estoy aquí para negociar contigo. Eres humano, después de todo ¿Por qué desperdiciar tu vida con esta misión sin sentido a la que fuiste puesto a hacer? ¿Por qué no vivir una vida tranquila?”, Jinki comenzó con toda la intención de acabar con ello lo antes posible.

“Había uno que me encontré en Busan… y otro en Myeongdong…” el hombre continuó especulando.

“Me temó que confundes mis palabras tranquilas por inofensividad. No te dejes engañar…”, advirtió Jinki.

“No puede ser el segundo, eres demasiado guapo para ser uno de ellos. El primero de ellos, definitivamente no. No queda ninguno de ellos. Yo personalmente me encargué de eso…” admitió el hombre con orgullo.

La sangre de Jinki hirvió con la mención de otra familia asesinada por una maldita razón como esa.

“Camina a la luz. Vas a escucharme de una manera u otra”, murmuró Jinki entre dientes.

“¿Qué te parece llevar la luz a mí?” Respondió el hombre bastante calmado. Jinki vio la sombra del hombre levantando el brazo  y luego oyó el sonido de un chasquido de dedos. Brillantes chispas rojas volaron en la oscuridad antes de que una pequeña llama se encendiera flotando en el aire. Se hizo más grande hasta que Jinki pudo ver que su origen no era más que un dedo y las características del otro hombre se iluminaron.

Jinki encontró primero los ojos de aquel hombre antes que siquiera viera el resto de su cara y así como así, todo cambio. Era sutil pero Jinki lo sintió. El tranquilo asentamiento dentro de él, una sensación de invencibilidad nublando cada pizca de temor en él y un espíritu latente(oculto) en él siendo despertando.

Él era el Único.

Había encontrado su fuente personal de juventud, la poción de la inmortalidad, la fuente de donde se fortalecía su fuerza vital. Había encontrado a su Sagrado Único en un Exterminador. ¿Cuántas eran las probabilidades de que eso ocurriera?

Jinki realmente no podía hacer nada más que reírse de la ironía. Se apartó de las rejas, viendo la confusión y el pánico hacerse cargo de todas las demás emociones en el rostro del hombre.

“Sentiste eso también, ¿no es así?” Preguntó Jinki entre sus ataques de risa. El crujido de las botas resonó en el pasillo, lo que indicaba que los policías se acercaban.

“¿Qué fue eso?” Preguntó el hombre mientras finalmente se movía hacía adelante, con la llama extinguida. Había un brillo asesino en sus ojos y Jinki se había asustado si no hubiera descubierto lo que había pasado.

“Bienvenido a la inmortalidad, perra…”


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