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Utopía por keny_shawol

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Notas del capitulo:

Este fue uno de los pocos archivos que pude rescatar y quería compartirlo con ustedes. No sé por qué lo escribí, pero me gusto. Espero que les guste. 

Cuando los pequeños y salvajes ojos de Kibum, miraron por primera vez a Choi Minho, su corazón comenzó a latir frenéticamente y una sonrisa apareció adornando su rostro. Era alto, atractivo y tenía unos ojos enormes que brillaban con amabilidad.


 


—Choi Minho.


 


—Kim Kibum.


 


Minho había extendido su mano y con una mirada apenada Kibum estrechó la mano del hombre. Una corriente eléctrica atravesó su espalda ante el toque. La mano grande de Minho minimizó por completo su pequeña y delicada mano. Y Kibum no sabía por qué, pero que esa mano sostuviera la suya, lo hacía sentirse protegido.


 


La boca de Minho formó una sonrisa, y el corazón de Kibum, de nuevo, comenzó a latir como si nunca lo hubiera hecho. Minho tenía una boca esponjosa, labios que incitaban a besarlos y morderlos. Kibum, de nuevo, se encontró aturdido y con un deseo enorme de presionar sus delgados labios contra los de Minho.


 


—Ella es Tiffany, mi esposa.


 


Las palabras resonaron en la mente de Kibum y como si fuera atraído, su mirada se dirigió a la hermosa mujer a un costado de Minho. Kibum estaba seguro de su sexualidad, pero no podía negar que la mujer era hermosa.


 


Tiffany sonrió, mostrando sus perfectos dientes. Con una elegancia que sólo pocas poseían Tiffany se acercó a él, Kibum besó la suave mejilla de Tiffany sintiendo el perfume que desprendía. Ella era perfecta. Perfecta como Minho.


 


—Nicole, mi esposa.


 


Como si alguien gritara a Kibum, tomo a Nicole de la mano y con palabras simples y cortas presentó a su esposa. Nicole les sonrió con sus jóvenes ojos brillando emocionada. Besó en la mejilla a Tiffany después de darle un abrazo y por ultimo besó a Minho. Kibum observó como Minho presionaba su esponjosa boca contra la mejilla de su esposa, y por un momento Kibum deseó estar en su lugar.


 


Los ojos de Minho nunca dejaron de mirar a Kibum mientras besaba a Nicole y los ojos de Kibum sólo pudieron brillar con ilusión. Sus manos picaban por poder pasarlas por el cuerpo de Minho. Sus labios morían por besar los de Minho.


 


Kibum sabía que estaba mal, tenía esposa, una a la cual no amaba, pero apreciaba. Sabía que estaba mal, Minho tenía esposa y no parecía tener los mismos pensamientos que él. Sí, estaba seguro que sentían una gran atracción hacia los hombres, pero estaba casado y Minho era, al parecer, su nuevo jefe.


Escuchó vagamente a Tiffany y Nicole hablar sobre ropa. Minho comenzó a hablarle sobre algo que, sinceramente, no entendió. Y no era porque desconocía el tema que Minho trataba,  sino que la profunda y la vez suave voz de Minho lo había dejado hipnotizado.


 


Sacudió la cabeza, sin saber exactamente qué le sucedía. ¿Desde cuándo un hombre le atraía tanto? Siempre podía controlar su atracción hacia un hombre, pero Minho, él era diferente.


 


Con esos ojos que lo miraban con un brillo que no sabía reconocer. Esos labios que sin duda quería besar y morder. Esa voz que parecía que lo acariciaba cada que hablaba. Y ese cuerpo que quería inspeccionar de principio a fin.


 


—Estaríamos encantados, ¿Cierto, Minho?


 


El contacto visual se rompió y Minho miró a su esposa, para después asentir. Kibum no sabía de lo que hablaban, no entendía lo que Nicole le susurraba ¿Algo sobre cenar con los Choi? ¿Salir de compras con Tiffany? ¿Cenar con Minho?  


 


Movió la cabeza y su vista se dirigió a Nicole, ella sonreía y hablaba animadamente con Tiffany. Miró a Minho, éste hablaba con las mujeres. Él se encontraba perdido.


 


—Estaríamos encantados, cariño— Minho no despegó los ojos de Kibum al hablar y Kibum sintió la palabra ‘cariño’ acariciarlo suavemente.


 


Parpadeó un par de veces ¿Acaso Minho estaba…? Su mirada recorrió cada parte de Minho, su cabello estaba ligeramente despeinado, parecía como si hubiera pasado una mano en signo frustración, pero sin quitarle ese toque elegante y perfecto. Su cuerpo estaba completamente cubierto con un traje a la medida, que Kibum moría por retirar lentamente. Sus ojos, de nuevo, brillaban y su boca sonreía con algo que Kibum supo reconocer como arrogancia. Minho le guiñó un ojo y su corazón saltó.


 


Kibum supo que Minho y él serían muy buenos amigos.


 


 


 


 


La música sonaba y los susurros de las personas se escuchaban distantes. La espalda de Kibum golpeó un par de abrigos y Minho lo tomó de la cintura, estabilizándolo.


 


Entre abrigos y perfumes elegantes. En el cuarto oscuro y con temor a ser descubiertos. Kibum presionó sus labios contra los de Minho.


 


Era como estar en el cielo, era como morir y revivir. Era diferente. Sabia a licor, a dulce y a Minho, era delicioso.


 


Después de meses de miradas mal disimuladas, roces por debajo de la mesa, sonrisas sinceras y miradas de deseo, Kibum por fin sabía que era besar la tentadora boca de Minho.


 


Los labios expertos de Minho se movían sobre su boca y la lengua jugaba con su paciencia. Kibum se dejó llevar y enredó sus dedos en el cabello de Minho. Presionó su delgado cuerpo contra el musculoso de Minho. Escuchó a Minho gemir y sintió las grandes manos de su jefe, luchar contra su ropa.


 


Era demasiado. Y se sentía tan bien.


 


Mordió y disfrutó de la esponjosa boca. Tocó y despeinó a Minho y se sentía como un adolescente haciendo algo prohibido. Kibum olvidó a Nicole y a Tiffany cuando los labios de Minho bajaron a su cuello. Olvidó a su nombre cuando Minho recorrió con su lengua la curva de su cuello.


 


—Minho— sus piernas se debilitaron, sentía que caería. Minho lo sostuvo contra su cuerpo y muy lentamente separó sus labios.


 


Kibum subió la mirada, los ojos de Minho reflejaban deseo. Sus labios estaban hinchados y su cabello totalmente despeinado. Su corbata estaba deshecha y Kibum se preguntó en qué momento lo hizo.


 


—Esto está mal— asintió ante las palabras de Minho.


 


—Está mal— repitió, incapaz de pensar en otra cosa— Muy mal— rozó sus labios contra los de su jefe, incapaz de resistir por más tiempo. Minho lo tomó de la nuca y profundizó el beso. Las manos de Minho cayeron de nuevo a su cintura, sus manos se adentraron por debajo de la ropa y Kibum gimió ante el toque.


 


Estaba mal, sí. Lo necesitaba, por supuesto. Le importaba, en lo absoluto.


 


—¿Es incorrecto?— Minho dejó cortos besos en sus labios— Pero se siente muy bien.


 


 


 


 


Kibum ahogó  sus gemidos en el cuello de Minho. Sus dedos enredados en el cabello de Minho. Sus piernas a cada lado de las caderas de Minho.


 


Minho se movió de nuevo, Kibum quiso gritar. Mordió la piel de Minho y rogó en silencio porque no quedara una gran marca. Sintió como Minho tocaba de nuevo en ese punto dulce dentro de él, se sintió derretir.


 


Ese momento no era como él lo pensó. No era una cama y no había palabras de amor. Atracción, lujuria y deseo, era eso. Sus corbatas colgaban de la perilla del baño y ni siquiera se habían quitado la ropa.


 


El pecho de Kibum estaba al descubierto, su camisa colgaba de sus hombros, y las marcas que Minho había dejado en su cuerpo, era la clara señal del arrebato al que se sometieron. Los pantalones de Minho quedaron atascados en sus piernas y su camisa colgaba junto con las corbatas.


 


—Te sientes tan bien— Minho gimió— Tan apretado— dijo antes de volver a besar los labios de Kibum.


 


Kibum ahogó otra gemido. ¿Qué estaba haciendo? ¡Estaban en los baños de la compañía! En cualquier momento alguien podría entrar y darse cuenta de lo que sucedía en uno de los cubículos. Si gritaba alguien los escucharía y podría ser su fin. Pero si Minho seguía moviéndose así, no importaba nada.


 


Su espalda chocaba contra la puerta una y otra vez. Minho seguía moviéndose como si no hubiera mañana. El sudor corría por su frente y su cabello de pegaba contra esta, sus labios estaban rojos e hinchados y sus grandes ojos se entrecerraban cuando Kibum apretaba su miembro.


 


Era hermoso. Minho era hermoso en ese momento.


 


Kibum no pudo detener sus manos, sus dedos delinearon cada parte del rostro de Minho. Sus cejas, sus ojos, su nariz y por último sus labios. Minho atrapó su dedo índice y lo mordió suavemente. Eso envió a Kibum a la locura.


 


—Más fuerte— Kibum pidió— Más rápido.


 


Minho lo hizo. Sujetó sus caderas y arremetió una y otra vez contra él. Kibum dejó que su cabeza cayera hacía un lado, Minho besó su cuello, y mordió. A Kibum no le importó. Ni las marcas, ni la pregunta que seguramente haría Nicole. Ya inventaría algo. 


 


Sus dedos recorrieron el pecho de Minho y sentía como se estremecía ante de su toque. Minho gimió y sin dejar de verlo a los ojos golpeó contra su punto dulce una y otra vez. Kibum se sujetó de los hombros del otro y escuchó a Minho decir que estaba a punto de correrse.


 


Sintió a Minho tensarse y sus estocadas se volvieron frenéticas. Minho se vino y segundos después lo hizo él, manchando su pecho y el de Minho con su corrida.


 


Minho de desplomó encima de él, sus manos nunca dejaron su fuerte agarre en sus caderas. Los labios de Minho murmuraron algo que no entendió contra su cuello y después los sintió besarlo suavemente. 


 


Minho salió de él. Kibum lo observó quitarse el condón y botarlo. Ninguno de los dos dijo nada mientras se vestían y limpiaban, ninguno se miró a los ojos. Kibum sentía que algo estaba mal.


 


Esa no  era su realidad. Minho y él no era pareja, ambos estaban casados. Esto no debía de haber sucedido y parecía como si Minho cayera en cuenta de eso. En el momento todo estaba bien, pero ahora sin los besos y las caricias, la realidad caía sobre ellos. 


 


—Kibum, yo…— Minho se pasó una mano por el cabello— yo…


 


—No digas nada.


 


—Esto fue un error— Kibum asintió— No volverá a suceder.


 


—No sucederá de nuevo.


 


Eso no sucedió.


 


 


 


 


Kibum frunció el ceño mientras quitaba el anillo de matrimonio de Minho y el suyo para dejarlos en la mesita a un costado de la cama. Minho rió y después entrelazó sus dedos. Le gustaba la risa de Minho, pocas veces la escuchaba, Minho era por lo general serio, pero cuando ellos estaban solos, Minho reía y mucho. 


 


—¿Olvidaste quitarlos?— Minho dio un apretón a su mano— Está bien, bebé— Minho sabía que Kibum siempre los quitaba, una parte de Kibum odiaba verlos y siempre se encargaba de quitarlos cuando estaban juntos. Pero ese día, entre la desesperación los olvidó por completo.


 


Kibum recostó su espalda contra el pecho de Minho. Le gustaba esa posición, se sentía protegido entre los brazos de Minho y sobre todo le gustaban los ocasionales besos que Minho dejaba en su cuello. Jugó con los dedos de  Minho, mientras que éste recorría su abdomen.


 


—Entonces, supongo que tus padres no lo saben— Kibum se tensó y negó con la cabeza.


 


—No, no lo hacen y no sé qué harían cuando lo sepan— Y no es que Kibum esté a punto de decirlo. Hablar con sus padres de su sexualidad, no estaba en un futuro muy cercano.


 


—¿Entonces por qué te casaste? ¿Por qué lo hiciste?


 


—¿Por qué lo hiciste tú?


 


Minho volvió a reír, mientras abrazaba a Kibum con más fuerza. Era un tema que pocas veces tocaban. Sí, no vivían la vida que querían, pero no podían hacer otra cosa. Dejar a sus esposas no parecía estar en sus planes. Minho suspiró antes de contestar.


 


—Es lo correcto ¿No es así? Tomar el puesto de mi padre en la compañía, encontrar a una buena mujer, casarse y crear una familia— se encogió de hombros, como si no importara— es la vida que debo seguir.


 


Kibum lo sabía, y dolía como el infierno. Esa era su realidad, no la que estaba viviendo en esas cuatro paredes con Minho. Él tenía una esposa y debía seguir los mismos pasos que Minho había citado. Sus padres completarían su orgullo cuando les dijera que Nicole estaba esperando un bebé. Pero eso no sucedería. No ahora que estaba con Minho.


 


—¿Entonces qué es esto?— señaló las cuatro paredes que lo rodeaban. Sus ropas yacían en el suelo, pero se sentía tan familiar, tan hogareño— ¿Qué somos nosotros?


 


La mano de Minho le dio un suave apretón. Un besó fue dejado en su cuello y después en su mejilla. Suspiró, queriendo fundirse en el cuerpo de Minho. Queriendo que ese momento fuera su realidad.


 


—Esto es la realidad que queremos.


 


Kibum dudó, pero finalmente habló.


 


—Utopía— susurró.


 


—¿Qué?


 


—Esto, Minho, es utopía. Tú y yo aquí.


 


—Kibum, ¿Sabes que utopía es…?


 


—Yo sé lo que es, Minho,— salió del agarre de Minho para sentarse frente a él. —Yo sé. Pero esto es lo que quiero. Quiero que esto sea correcto. Dios, sabes cuánto he querido decirles a mis padres. Pero para ellos no es correcto. Pero aquí, contigo, para mi es correcto. Perfecto. Aunque sea así.


 


Minho asintió, y entrelazó sus manos.


 


—Creo que entiendo.


 


Minho lo atrajo hacia sí. Kibum subió a las piernas de Minho y sus brazos se enredaron en el cuello de Minho. Besó suave y dulcemente los labios de Minho, lento y disfrutándolo. Se separó lentamente de él, descansando su frente en la contraria.


 


—Quiero que sea nuestra realidad.


 


—Yo también.


 


—Te amo, Minho,— rozó suavemente sus labios— tanto.


 


—Yo también, bebé.


 


 


 


 


Era incómodo. Kibum se removió en su asiento, su pierna chocó contra la de Minho. Tiffany y Nicole reían. Minho estaba tenso. Trató de sonreír, pero sólo una mueca salió.


 


Era tan irónico. Sus esposas hablaban animadamente, reían, sonreían y trataban de unirlos a la conversación.


 


—No sé cuánto más pueda soportarlo— Kibum susurró, Minho le tomó la mano por debajo de la mesa y él se tensó— Minho—regañó suavemente, y en voz baja. Trató de alejar su mano y Minho no se l permitió.


 


—Está bien, Kibum. Nadie puede verlo desde aquí.


 


—Por favor, cariño, pueden dejar de hablar sobre el trabajo— Tiffany tomó la mano de Minho por sobre la mesa, mientras que la mano de Kibum caía a un costado— Olvida la oficina un momento ¿Bien? Tú también, Kibum. Esta noche disfrutemos.


 


¡Si ella supiera!


 


Las mujeres continuaron hablaron, Kibum sentía que vomitaría en cualquier momento. ¿Por qué accedió a esto? Simple: Nicole y sus ojos suplicantes.


 


—Tranquilízate— Minho susurró— Por favor, tranquilízate, Kibum.


 


Su mano fue tomada de nuevo y un pulgar acarició el dorso de la misma. El toque lo relajó. Subió la mirada para encontrarse con la mirada dulce y amorosa que Minho le regalaba. La sonrisa que sólo era exclusiva de Kibum bailó en los labios de Minho, y él sólo pudo corresponderle con otra igual.


 


Miró hacia sus manos entrelazadas y suspiró, pensando que tal vez, y algún día, su utopía saldría de esas cuatro paredes que compartía ocasionalmente con Minho. 


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