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First Love por keny_shawol

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Notas del capitulo:

Tenía esta idea desde hace mucho y no sería feliz si no lo escribía. Algunas cosas no eran lo que pensé al principio, pero fue lo que salió. No será algo largo, será un two-shot, así que solo falta una parte.

Sin duda, encontrarse con su primer amor, no estaba en los planes de Choi Minho ese día. Y, sin duda, tampoco estaba en sus planes que su corazón latiera frenéticamente al solo verlo. Lo que Minho pensó sería un día como cualquier otro, ahora estaba seguro, sería interesante.


 


—Hola, Minho.


 


¿Por qué siempre amo la forma en que mi nombre suena en él?


 


Minho se reprendió cuando la pregunta flotó en su mente. Kibum sonrió y de nuevo un maratón se llevó acabo en su interior. Siempre había amado la forma en que las esquinas de los sus labios se elevaban y cómo esa sonrisa llegaba a sus pequeños ojos.


 


—Kibum—Susurró, y era lo único que en sus momentos podía hacer. Kibum extendió su sonrisa y una casi inaudible risa escapó de él. El corazón de Minho no podía soportarlo.


 


—El mismo.


 


Sus pequeños ojos brillaban y parecía realmente feliz de estar ahí. Minho se obligó a salir de su asombro y sonrió a Kibum como siempre lo hacía. Kibum lo miró unos largos minutos, sus ojos aun brillando y esa sonrisa alegre convirtiéndose en una tímida y adorable. 


 


—Estás… ha sido un tiempo… yo… —¿Por qué Kibum siempre tenía ese efecto en él?, ¿Por qué a pesar del tiempo aún podía lograrlo?


 


—Vamos, Minho—Kibum lo tomó del brazo, sonriendo—Tomemos un café y pongamos al día.


 


Cuando Kibum lo arrastró con él a la cafetería más cercana, Minho lo aceptó, porque siempre era así. Kibum decidía y Minho, sin importarle, lo seguía a donde él quisiera.


 


Minho se vio a sí mismo con Kibum, tan normal, como si todos esos años lejos, no hubieran pasado. Se encontró cómodo con Kibum y una sonrisa formándose.


 


Lo extrañé, demasiado.


 


 


Amaba ver a Kibum tomar café, siempre lo había hecho. Kibum cerraba los ojos y acercaba la taza a su boca y entonces gemía y Minho moría al oír esos sonidos. Le encantaba, lo amaba, le daría café siempre que quisiera.


 


Tengo una obsesión con Kibum y el café.


 


Kibum abrió los ojos y una sonrisa tímida adornó sus labios. Imágenes de Kibum y él juntos en la cocina del departamento que alguna vez compartieron pasaron como película ante sus ojos.  Todas esas mañanas de café y besos dulces, llegaron de nuevo como avalancha, y Minho quiso revivirlos de nuevo.


 


—Ha sido un largo tiempo ¿Cierto, Minho? —Kibum jugó con el borde de la taza, sus ojos evitando su mirada—Me alegro mucho de verte.


 


—También yo.


 


—Entonces, Minho ¿Qué ha sido de tu vida? —Preguntó, después de unos momentos en silencio. —¿Me has extrañado? —Esos ojos coquetos hicieron presencia y Minho no pudo evitar recordar el día en que se conocieron.


 


Kibum siempre había sido directo y Minho, aunque odiaba eso en un principio, con el paso del tiempo se dio cuenta que así era Kibum, y sin importar qué, él amaba cómo era.


 


—¿Cómo no voy a extrañar al chico que siempre me dejaba en un rincón de la cama? —Kibum abrió los ojos cuando él terminó de hablar, Minho rió suavemente al ver esa expresión, hacía tanto que no la veía.


 


—¿Aun lo recuerdas? —Los ojos de Kibum brillaban felices, y Minho quiso que esa expresión no se borrara de su hermoso rostro.


 


—A la perfección, ¿Cómo podría olvidarlo? —Kibum asintió, su mirada viajando hacia la taza de café, y su labio inferior atrapado entre sus dientes.


 


—Solo pensé que podrías haber olvidado, después de todo…


 


Si Minho cerraba los ojos aun podía verlo. Podían haber pasado años, pero la imagen de Kibum en la cama que alguna vez compartieron, seguía presente como si solo hubiera sucedido días atrás. Si se concentraba, aun podía ver las pestañas de Kibum acariciar sus mejillas, sus labios entreabiertos y su respiración suave. Kibum siempre se había adueñado de la cama por las noches, y eso a Minho jamás le importó. Recordó todas esas mañanas en las que despertaba en una esquina de la cama, y Kibum a su lado con los brazos y piernas extendidos en todo el lugar, con las sabanas a sus pies y viéndose totalmente adorable.


 


—Han pasado muchas cosas, sí, pero lo recuerdo. A veces despierto por la mañana en un rincón de la cama, como si aún estuvieras ahí.


 


—Minho, no puedo creer que aún lo recuerdes. Era tan malo, siempre dormíamos abrazados, pero de una u otra forma, terminaba dejándote es una esquina de la cama—Él sonrió dulcemente—Eres el único al que no le ha importado. Te dejaba en una esquina de la cama, te quitaba las sabanas y te golpeaba a veces y nunca te importo. Me gusto esto de ti, Minho.


 


Cuando las palabras salieron de la boca de Kibum, Minho solo pudo sonreír tímidamente. Kibum siempre lograba eso en él y sin querer evitarlo recordó también sus primeros meses de relación. Para Minho era difícil decidir cuál fue el mejor momento de la relación, pues él creía que todos esos momentos compartidos eran especiales.


 


—Aún recuerdo todo lo que vivimos—Minho dijo sin pesar y la sonrisa de Kibum se congeló. Se regañó a sí mismo por no pensar antes de hablar, pero cuando la sonrisa regresó al rostro de Kibum, de una manera lo hizo no arrepentirse de sus palabras.


 


La mirada de Kibum se había perdido, pero su boca seguía inclinada en una sonrisa. Minho lo miró por unos largos momentos, perdiéndose como siempre lo hacía cada que lo veía. Kibum era hermoso, perfecto. Minho amaba drogarse con su imagen y beber todo lo que él le ofrecía.


 


—Recuerdas… —La mirada de Kibum seguía perdida, pero sus ojos brillaban con algo que no supo reconocer—Recuerdo que siempre tenías el desayuno listo antes que despertara y eres el único que sabe hacer el café justo como me gusta.


 


—Canela y dos de azúcar—Minho dijo, KiBum lo susurró. Sus miradas se encontraron, y por un momento le pareció ver al Kibum de años atrás, por un momento creyó ver todo ese amor que Kibum un día juró tenia hacía él.


 


—Extraño esos tiempos—Kibum se removió en su asiento y evitó su mirada—En verdad lo extraño—Susurró—Hasta extraño tus ronquidos.


 


Minho rió y Kibum lo imitó.  La dulce melodía que era la risa de Kibum lo inundó y Minho no quiso sino escucharlo el resto de su vida. Todos sus amigos pensaban que la risa de Kibum era exagerada, pero para él, era simplemente perfecta. Porque cuando Kibum reía significaba alegría y eso era suficiente para Minho.


 


Adoraba el sonido de esa risa, y como a Kibum no parecía importarle quién lo escuchara. Amaba la forma en que sus ojos casi desaparecían y su rostro brillaba de felicidad.


 


Minho suspiró, unos minutos con Kibum y anhelaba de nuevo esa relación que alguna vez tuvieron. Minho no había encontrado otro como Kibum y estaba seguro que jamás lo haría, él era único.


 


—También extraño todo eso. Nunca hubo otra persona con el almuerzo listo justo cuando llegaba del trabajo—Minho dijo—Al menos no uno tan bonito.


 


Sin arrepentirse de las palabras dichas, Minho tomó la taza de café, ocultando la risa que quería escapar. Una pincelada de un suave rojo había pintado las mejillas de Kibum y Minho no podía estar más que agradecido. Siempre le había gustado la manera en que Kibum se sonrojaba y cómo a pesar del tiempo aún podía lograrlo.


 


—Minho—Kibum dijo, sus mejillas aumentando su sonrojo—No digas eso—Minho se encogió de hombros y entonces contestó. 


 


—¿Qué? Es la verdad, Bummie.


 


—¡Oh Dios! Nadie me había dicho de esa manera desde el instituto—Sus ojos se abrieron en sorpresa, pero parecía feliz—Solo Jjong y tú me decían así. Extraño a los chicos también.


 


—¿No has mantenido contacto con ellos? —Kibum negó con la cabeza, jugando de nuevo con la taza.


 


—No desde que tú y yo nos separamos.


 


El silencio reinó en la mesa cuando Kibum dijo esas palabras. Saber que no eran pareja y que esos momentos de risas y recuerdos, solo eran como amigos, a Minho le dolía. Minho se dio cuenta que a pesar del tiempo, aún le dolía no estar con él.


 


Minho quería decir algo, cambiar de tema y regresar de nuevo a ese momento de risas y recuerdos, pero simplemente nada venía a su mente.


 


—Entonces, Minho, ¿Hay alguien en tu vida? —Minho subió la mirada al escuchar la pregunta. La mirada de Kibum era expectante y Minho se preguntó por qué.


 


—Nadie—Respondió con sinceridad—¿Y qué hay de ti?, ¿Alguien especial?


 


Minho en verdad no sabía por qué esperaba un ‘no’ como respuesta. No estaba del todo seguro, pero pensar en Kibum con alguien más, simplemente le molestaba. Celos, por supuesto, se dijo.


 


Sí, ciertamente, eran celos. Pensar en que Kibum con otro no estaba bien para él, porque siempre pensó que lo que tenía con Kibum era especial y alguna vez pensó que Kibum era la persona de su vida. 


 


Minho sabía que su relación fue única, desde las peleas hasta las reconciliaciones.


 


Minho se encontró a sí mismo deseando de nuevo esas mañanas con besos perezosos y caricias suaves. Deseó de nuevo compartir cama con Kibum y terminar en una esquina. Quiso de nuevo pasarse la noche en vela solo por ver a Kibum dormir.


 


Deseó otra vez llegar a casa y encontrar en ella a Kibum esperándolo con una sonrisa, besarlo de nuevo, compartir el mismo aire y sonreír por las mismas bromas. Deseó de nuevo compartir una habitación con él, aunque Kibum ocupara la mayor parte de ésta.


 


Quería de nuevo probar esos labios, compartir besos dulces, profundos, desesperados. Quería de nuevo tocarlo, sentirlo contra su cuerpo, acariciarlo suavemente y susurrarle todas las noches cuánto lo amaba.


 


—Nadie—Cuando Kibum subió la mirada y sus ojos se encontraron, sonrieron cómplices y Minho pensó que todo podría estar bien entre ellos.


 


Sigo tan enamorado de él como la primera vez.


 


 


—Fue bueno verte, Minho—Kibum dijo, mirándolo directamente a los ojos—En verdad, estoy feliz de verte.


 


Cuando Minho lo miró, una suave brisa despeinó sus cabellos, y sonrió infantil, como solo Minho sabía hacerlo. Ahí de pie frente a él, Minho se veía perfecto. Sus dedos picaron con la urgencia de enredarlos en el suave cabello de Minho y a su memoria vinieron todas esas imágenes de ellos dos juntos, en sus caminatas vespertinas.


 


Días perfectos, que extrañaba terriblemente.


 


—También me alegro, Kibum— Cuando Minho hablaba, Kibum solo podía desear que nunca dejara de hacerlo. Siempre amó el tono de su voz y cómo algunas palabras se escuchaban mejor cuando Minho las pronunciaba.


 


Cuando Minho pronunció las palabras ‘adiós’ y ‘espero verte pronto’ Kibum sabía que eso era todo. Minho le regaló una última sonrisa y entonces sus ojos admiraron la espalda de Minho marcharse.


 


Pánico se apoderó de él al pensar en no verlo otra vez. Se maldijo por haberlo abandonado años atrás, pero esta vez le dolía más que la última vez. Quería a Minho en su vida de nuevo. Quería esos besos, esas caricias, esa forma en que Minho le daba todo sin pedir nada a cambio. Quería de nuevo estar entre sus brazos y creer que todo estaría bien. Quería a Minho.


 


Buscó entre sus cosas y cuando encontró un marcador sonrió. Caminó detrás de Minho, casi corriendo para alcanzarlo y cuando lo hizo, lo tomó por la muñeca e impidió la huida. Minho giró y lo miró confuso, su ceño fruncido y su boca torcida en una mueca.


 


—¿Kibum?


 


—Solo espera un momento—Tomó la mano de Minho y escribió el número de su móvil, agregando unos signos sonrientes. Terminó de escribir y una tímida sonrisa se posó en sus labios, mordió su labio inferior, incapaz de mantener la mirada de Minho—Es mi número, sólo… llámame.


 


Minho miró su mano por lo que pareció una eternidad, para después romper en risas felices. Kibum amó el sonido que había olvidado por completo y lo disfrutó como siempre lo había hecho.


 


Minho rió suavemente una última vez antes de encontrar su mirada. La mano de MinHo encontró su camino a su mejilla y el corazón de Kibum comenzó a latir frenéticamente.


 


Y entonces recordó todas las veces que Minho hacia lo mismo. Minho acariciaba su mejilla con el pulgar suavemente antes de inclinarse y sonreír encantadoramente, para después encontrar sus labios y acariciarlos en un dulce beso. Y cuando el beso terminaba  y Minho dejaba un par de roces más en sus labios, él se separaba de su cuerpo y sus ojos brillaban con sinceridad antes  de susurrar las palabras que siempre amó escuchar: Te amo.


 


Y todo sucedió en ese momento justo como sucedía en sus recuerdos. Minho acarició su mejilla con el pulgar, antes de inclinarse y besarlo. ¡Y cuánto había extrañado esos labios!


 


Kibum se aferró al cuerpo de Minho y le devolvió el beso, disfrutando del sabor olvidado y volviendo a sentir esa corriente en su cuerpo. Sus dedos picaban por acariciar el cuerpo de Minho y su estómago se contraía en felicidad, y a Kibum le gustaba llamarlo ‘mariposas en el estómago’. Los labios de Minho se sentían tan bien, y quiso besarlo por el resto de su vida.


 


Y cuando Minho se separó lentamente de él, dejando ese par de roces más, Kibum sentía que moriría de felicidad. Y esperó paciente por ese ‘te amo’ que siempre le gustaba escuchar.


 


—Te extrañé—Minho dijo, olvidando esas palabras importantes, pero para Kibum eso era suficiente. Los ojos de Minho brillaban con esa sinceridad que lo caracterizaba y Kibum pudo ver ese  ‘te amo’ escondido, y eso fue suficiente.


 


—¿Me llamaras? —Minho rió suavemente, asintiendo.


 


—Lo haré.

Notas finales:

Estoy terminando la segunda parte, así que cree que dentro de un par de días estará lista.


 


¡Nos leemos! 


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