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Entonces, ¿qué somos? por Kanna_Chan

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Notas del capitulo:

Escribí este One Shot después de leer "Desarraigo" de Hisue, y es que al final de su fic ella había mencionado algo de cómo sería si Dino le digese cariño a Kyoya, pues esto fue lo que pensé yo. Espero les guste.

Miró al chico que yacía durmiendo a su lado, le acarició sus azabaches cabellos y sonrió algo complacido y preocupado por lo que había pasado.

 

No se arrepentía, para nada, de lo que habían hecho ambos, pero ahora estaba lleno de dudas y miedo de cómo podría responder el pálido chico, y cómo cambiaría su relación con lo que había sucedido.

 

Cerró los ojos y comenzó a recordar los sucesos de hacía no menos de una horas.

 

 

Dino Caballone caminaba hacía la secundaria Namimori, sabía que a pesar de ser un fin de semana ahí era dónde encontraría a su preciado alumno; eso y el hecho de que había visto salir de ahí a unos tantos alumnos de otra secundaria golpeados, eso era prueba de más.

 

Ingresó y fue directo hacía la azotea, ahí lo encontró recostado en el suelo mirando el cielo. Cuando se acercó, Hibird voló hacía él en forma de saludo y Hibari solo atinó a mirarlo y volver a cerrar los ojos. El rubio ya se había acostumbrado a su fría manera de ser, y de alguna extraña manera lo encontraba interesante.

 

El bronco había aprendido con el tiempo que había algo en aquel japonés que le llamaba la atención, algún tipo de carisma que poseía lo había atrapado y había logrado que el mafioso italiano le agarrara un cariño único, algo por lo que no podía dejar de pensar en él y lograba que fuese tan seguido a ese país solo para verlo y burlarse un poco de él o retarlo a una pelea sin sentido.

 

Se sentó un rato a mirarlo mientras este permanecía ignorándolo, sabía que si estaban mucho tiempo así, la presencia del Caballone desesperaría a Hibari y lo haría ponerse a amenazarlo. Así que empezó a mirar sus facciones para ver como empezaría la explosión de ira, pero poco  a poco se fue perdiendo al detallar su rostro: los pequeños y rosa-pálido labios, su casi blanca tez, sus largas pestañas y oscuras cejas que eran casi completamente tapadas por su oscuro y sedoso cabello negro como la noche.

 

No se había dado cuenta cómo, pero poco a poco se había acercado al rostro del Vongola y este parecía haberlo notado, porque aunque no hubiera realizado ningún gesto, había levantado sus tonfas y estaba dispuesto a partirle la cabeza al bronco por acercarse tan descaradamente; pero no por nada el otro era un cabeza de familia, ágilmente se alejo pero al ser tan torpe sin sus hombre alrededor, resbalo mientras esquivaba las tonfas y calló a golpe contra el otro chico, uniendo de esa forma sus labios.

 

Miró con los ojos abiertos el rostro sorprendido de Hibari también, este se había quedado mirándolo y con sus manos sosteniéndolo para que no se golpeara con él, pero aún así no rompiendo el ligero tacto. El italiano logró sentir un ligero temblor en el cuerpo ajeno y ahí se dio cuenta de lo que pasaba.

 

Los labios de Hibari eran tan fríos y suaves, eran como los imaginaba, se amoldaban también a los suyos y le provocaban tantas ganas de morder. Cerró los ojos y se dejó llevar, movió sus labios y dejo que probaran más tiempo aquellos adictivos labios que tenía en frente. Su lengua ingresó sin pensarlo en la boca ajena y tanteo la zona, buscando a la otra inquilina para poder sentirla. Sus manos que habían estado en el suelo parando su caída, se movieron para poder coger el delgado cuerpo del azabache y sostenerlo casi como en un abrazo.

 

Kyouya lentamente fue dejando caer sus brazos y cerrando sus ojos, dejándose llevar por la sensación; no entendía muy bien que pasaba con su cuerpo, pero dejaría que su instinto se encargara de todo, así le funcionaban las cosas. Comenzó a corresponder al beso, sus labios se movían salvajemente en busca de un contacto más tosco y profundo, había mordido con fuerza los labios del Caballone, logrando que saliera un poco de sangre, el cual este lamio con hambre y le hizo soltar un ligero gruñido, cosa que parecía haber encendido más al rubio.

 

Dino comenzó a sentir cada vez más caliente su cuerpo y con deseo desgarró la ropa del otro, no quería perder ni un segundo en quitarle prenda por prenda, pero cuando iba a por su pantalón, una pequeña voz de la razón comenzó a hacerse escuchar en su cabeza. ¿Qué estaba haciendo?, es más, ¡en público!, ¡Y con su alumno, su alumno hombre!

 

Empujó con algo de fuerza al chico que hace unos segundos había estado abrazando y lo miró con miedo, el otro le respondió con una mirada severa por aquel repentino acto. Dino se levantó dispuesto a irse, pero una mano lo tomó del brazo y lo hizo voltear. Un beso sorpresivo de parte del menor lo hizo quedarse inmóvil, y luego, sin saber cómo, fue llevado hacía la casa del Vongola.

 

Al ingresar ahí, fue lanzado a su interior y solo fue consciente de cuando cerraron la puerta; de ahí, al ver al joven chico abrir sensualmente su bragueta, sin polo y con una mirada llena de un hambriento deseo, solo logró empalmarse y dejar su mente en blanco. Cayó a la cama y dejo que el azabache lo dominará por completo, este se tumbó sobre él y comenzó a quitarle su ropa, acariciando cada parte de su piel en el proceso.

Las manos del mayor se posaron en la cintura del japonés y la acariciaron lentamente, mientras que este se entretenía besando y mordiendo el pecho del rubio, que de vez en cuando soltaba un gemido o se retorcía bajo sus manos.

 

Dino trataba de controlar el calor de su entrepierna que poco a poco estaba quitándole su cordura, sentía la erección de Kyouya presionándose contra su abdomen, y sabía por la desesperación de sus mordidas en su pezón, que este también deseaba algo más. Así que sin pensárselo mucho, lo cogió de sus hombros e invirtió sus posiciones de un solo movimiento, escuchó un gruñido de disgusto por parte de Hibari, pero sabía que no duraría mucho esa insatisfacción.

 

De un solo arranque, le bajó los pantalones y la ropa interior; sujetó entre sus manos el falo del azabache y, ofreciéndole una traviesa y burlona sonrisa, comenzó a lamerle toda la extensión de este, ingresándolo a su boca para poder mamarlo a gusto y hacerlo gemir, porque eso quería, poder escuchar la voz de aquel chico envuelta en deseo.

 

Estuvo ingresando y sacando el miembro de su boca, y lamiendo y mordiéndolo para incrementar el placer en el otro, que cuando sintió como este se hinchaba cada vez más y estaba a punto de correrse, lo presionó con fuerza entre sus manos y dejó que todo el blanco y espeso líquido saliera disparado con fuerza en su boca para tragárselo de uno solo sin dejar una sola gota.

Se lamió los labios y miró con lujuria al sonrojado azabache, este estaba respirando algo entrecortado mientras sus manos seguían sujetando con fuerza los rubios cabellos. Ambos sabían que querían y el Vongola parecía algo reacio a cumplirlo con exactitud pues cuando el rubio le tomó de las piernas, este su puso a patear sin demora, pero por el gasto de energía, el Caballone lo domó más rápido y lamiéndose unos tantos dedos, metió su primer dígito a aquella rosa y protegida cavidad.

 

Kyouya abrió lentamente los ojos, que había cerrado por instinto al sentir aquel extraño movimiento en su parte baja, y como si fuese planeado, Dino levantó la cabeza que había estado ocupado en darle placer al miembro del azabache; el rubio lo miró con algo de dulzura y deseo, queriendo decir varias cosas pero guardándoselas para sí mismo, pues apenas salieran de su boca podrían arruinar cualquier cosa con Hibari ya que sí este las oyera, no le gustarían. Hibari Kyouya es alguien que no le gusta ataduras, eso lo sabía de hace tiempo.

 

Sacó sus dedos del interior del otro y escuchó un suave y excitante gemido de queja por eso, se lamió sus labios y poniéndose en posición para penetrarlo, ingresó todo su miembro de una sola estocada, escuchando un fuerte gruñido y viendo como el menor se mordía el labio por la bruta acción del otro. Escuchó como a los segundos, el Vongola le pedía que se moviese, y este, sin dudarlo,  lo hizo, comenzando lentamente pero aumentando la velocidad a cada nueva estocada que daba. Los gemidos del azabache eran cada vez más agudos y los gruñidos del mayor inundaban el cuarto, que comenzaba a tener ese olor fuerte y cargado correspondiente del sexo.

Hibari trataba de ahora esos inadecuados sonidos mordiéndose el labio y abrazándose con fuerza al cuerpo del otro; sin embargo, no tenía mucho éxito, ya que su mente se perdía y aquellos ojos cristalinos y fuerte sonrojo delataba una faceta que Dino sabía no iba a compartir con nadie, sería solo suya.

 

Por lo menos eso había pensado en esos momentos, después de una fuerte sensación de éxtasis proveniente del orgasmo que ambos tuvieron luego de aquella sesión de sexo; ambos habían caído bajos los brazos de Morfeo, y ahora que Hibari logrará zafarse del hechizo y despertar por completo, ¿qué iba a pasar? No sabía cómo este iba a responder, y el solo planteamiento de los supuestos escenarios le daba dolor de cabeza.

 

Volteó para ver nuevamente aquel durmiente ser, pero unos ojos negros que lo observaban impasible, fue lo que encontró. Se guardó su reacción de sorpresa y le sonrió como si nada le pasase por la cabeza. Saludó y escuchó un chasquido en respuesta.

El otro parecía ligeramente adolorido a la hora de sentarse, pero aún así lo hizo, y se levantó de la cama diciendo que iba tarde para la escuela.

 

Dino lo miró extrañado, pensando que quizás no diría nada acerca de lo sucedido, así que se decidió por ser él el que diera el primer paso a la conversación acerca del tema. Le tomó de la mano antes de que se fuese de la casa y lo volteó para darle un ligero beso en los labios.

 

-       Ten un feliz día, cariño – le susurró dulcemente, pero también con algo de miedo. Era su forma de decirle lo que tenía en mente, pero no siendo posesivo para no alejarlo; pero quizás no era la forma, pues se vio tirado en el suelo por un golpe del muchacho, que luego se agachó para besarlo en los labios y sonreírle. – Ni me digas cariño –

Notas finales:

Lamento si no era tan "correte, cariño" como se supone debía ser (?  Pero era lo que se me ocurrió a las 3 am mientras leía fics.  Y para los que leen mis fics, lamento no haber podido subir actualización de estos, las tengo escritas, pero no he tenido tiempo ni imaginación para los capitulos que le siguen y yo solo subo cuando tengo dos capitulos más escritos ya que quiero que estos tengan una ilasión que pueda continuar. Espero me entiendan. Los quiero, besos~~


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