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El príncipe y la rana por Sr Dark

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Notas del fanfic:

Bueno yo solo mire la imagen y la idea se me vino a la mente como si nada y cuando menos lo esperaba ya lo estaba escribiendo.

Espero les guste.

El príncipe y la rana

La luna gobernaba el cielo con su hermoso esplendor acompañada de las miles de estrellas repartidas por todo el oscuro cielo de la magnífica noche. Jinki miraba atento como su pequeño se escabullía por la puerta y se iba adentrando de puntitas a su habitación para subirse a la cama gateando hasta su lado.

El lindo corte de hongo de Yoogeun se agitaba constantemente mirándolo con sus enormes y adorables ojos profundos y oscuros — ¿Me cuentas un cuento umma? — Le pregunto pestañando variadamente haciéndole caritas adorables que sin duda no podría ignorar, soltó un suspiro rendido ante la dulzura del bebito — ¿Si te cuento un cuento te iras a dormir? —el niño asintió eufórico escapándole una sonrisa muy bonita. Jinki se acomodó en su lado de la cama y el pequeño se recostó en la suave almohada acobijando su cuerpecito con las sabanas azules, luego de estar en perfectas posiciones el mayor miro al niño y frunció los labios haciendo ademan de pensar en un cuento para el consentido de la casa.

‘Había una vez en lejano reino donde los el sol siempre era radiante y felices, las noches tranquilas y frescas. Los campesinos recogían sus cultivos en las mañanas felizmente, las mujeres iban al mercado a conseguir bienes y los niños jugaban en las calles de piedra y tierra con heno y juguetes hechos a mano.

En el gran castillo vivía el príncipe; un chico querido por todos, siempre amable y sonriente con todos, le gustaba mucho pasar en el aire libre y hacer reír a los habitantes de su reino. Muchos decían el príncipe era feliz y lo era por supuesto, sin embargo el chico de la hermosa sonrisa se sentía solo y por más que su padres le presentaran a miles de señoritas de buen porte y familia nunca encontró una que le llenara ese vacío en su gran corazón.

Un día mientras observaba como iba cayendo el sol, de los arbustos más cercanos se escuchaban crujidos que asustaron al príncipe poniéndose en guardia tomando del mango de su espada listo para el ataque si se trataba de algún enemigo, sin más, espero y lo único que salió de los densos arbustos fue una pequeña rana de brillante piel verdosa limón con manchas más oscuras, unos enormes ojos saltones que lo miraban atento, el príncipe guardo la espada y se acuclillo en frente del anfibio con una sonrisa alegre.

—Valla amiguito ¡Que susto me diste! — le dijo el príncipe a la ranita que solo le respondió con un audible “Croad” inflando el pecho. El príncipe se rio y se sentó al lado de la rana observando juntos el atardecer, cuando ya era tarde el joven decidió volver al castillo ya que no quería asustar a sus padres por su ausencia, sin más se despidió de la pequeña ranita — ¡Buenas noches, ranita! — grito emocionado yéndose a su hogar.

Desde entonces el príncipe siempre volvía al mismo lugar y siempre la ranita llegaba después a contemplar el sol caer detrás del horizonte, la rana siempre croaba con la mirada simple y el príncipe se encogía en el suelo sonriendo tranquilo sin decir mucho solo el saludo de la llegada  del animalito verde y el adiós con la promesa de volver al siguiente día para ver de nuevo los colores del atardecer.

Así paso varias semanas de compañía hasta que un día una enorme curiosidad inundo al príncipe respecto a un rumor del reino vecino. Decían que ciertas ranas al darles un beso se convertían en hermosos príncipes, entonces cuando llego la hora de ir de nuevo cerca del lago para mirar el solo fundirse espero a su compañero verde para satisfacer su curiosidad.

Cuando ya estaba a punto de llegar el clímax del cambio de colores el príncipe se giró considerablemente para quedar en frente del anfibio que parecía extrañarse de esa acción por el muchacho, sin perder tiempo el príncipe tomo a la rana que croo confundido y miro directamente a los ojos del príncipe como diciéndole “¿Hey que haces?”  El príncipe respiro profundo y al instante acerco sus labios al del animal y le dio un pico duradero para luego apartarse y dejarlo en el suelo, sus labios ahora tenían la sensación de algo salado pero no le pareció repugnante.

La rana empezó a croar y saltar, el príncipe retrocedió y entre abrió los ojos al ver que al animalito lo cubrían millares de luces y luego la luz fue tan brillante que pensó quedar ciego por un momento. Cuando por fin pudo ver con claridad ya no había una rana en el piso, en su lugar había un chico alto y delgado pero fuerte, su cabello negro y corto, la piel morena a diferencia de la del príncipe y unos enormes ojos saltones que reflejaban sorpresa y felicidad a comparación de las otra veces.

-¡E-eres humano!- dijo el príncipe señalándolo – Entonces los rumores son ciertos…- bajo la voz y también su cara de alguna forma el hecho de que beso a aquel chico le avergonzaba ya que en realidad no creía que pudiera pasar lo que decían. El antes rana parpadeo y miro al joven príncipe con las mejillas encendidas y sonrió de lado feliz, dijo entonces – la única condición era que el beso fuera de amor verdadero- el príncipe levanto la mirada y se quedó sin palabras, en un principio nunca creyó haberse enamorado de aquella pequeña rana, sin embargo si no fuera así ¿Entonces como explicaba el hecho del que la rana se trasformara en un muy guapo chico?

-Siempre te acompañaba ya que en tu mirada se reflejaba una tristeza muy dolorosa, yo… nunca imagine que tu lograras romper el hechizo- continuo el moreno rascándose la cabeza – La verdad es que si te quiero- dijo repentinamente el príncipe tomándole de la mano con el corazón en la mano- Y ya que rompí el hechizo tú te quedaras conmigo ¿Cierto?- hablo con la voz temblorosa, el moreno sonrió mas y entrelazo los dedos morenos con los blancos del bello príncipe y luego le dio un dulce beso en la mejilla – No habrá poder humano que me separe de mí, mi hermoso príncipe-finalizo dándole otro beso solo que esta vez en los labios del príncipe.  

Y vivieron felices por siempre. Colorín, colorado, este cuento se ha acabado.’

Yoogeun empezó a reír preguntar cosas de cuento que Jinki le conto, se veía muy feliz y emocionado por el final y eso le alegro al rubio ya que el cuento lo saco improvisadamente basándose en los cuentos de los hermanos Green —Umma ¡El príncipe en el cuento eres tu ¿Cierto? Y la rana es appa! — grito emocionado.

 

— ¿Qué yo soy quién? ¿Una rana? —dijo de la nada el padre del pequeño que entro al cuarto con la corbata enredada en el cuello y los primeros botones de su camisa manga larga abiertas, sin zapatos y el cabello revuelto. El niño salió al encuentro con su papá recibiendo un fuerte abrazo del moreno — ¡Appa! ¡Appa, Jinki-umma me conto un lindo cuento! ¡Y tú estabas ahí! — dijo emocionado riendo ante las cosquillas por parte del  adulto.

— ¿Así, y quien era yo? ¿La rana? —Pregunto el castaño alzando una ceja esperando respuesta de los ojos nerviosos de su esposo — ¡Sí! ¡Umma te beso y te convertiste es un príncipe, también! —Le decía el pequeño, Jinki desvió la mirada con las mejillas rojas y luego le reclamo a su pequeño hijo — ¡Bebe, tu dijiste que solo un cuento y te ibas a dormir! — se cruzó de brazos fingiendo estar enojado para luego reír y abrirle los brazos permitiendo que este se abalanzara hacia él. Minho también lo hizo y le beso en los labios al rubio que le correspondió gustoso y con una sonrisa.

— ¡Nooo! ¡Appa, umma, que asco! — Dio un grito de júbilo el pequeño que hacia muecas de horror que le provocaron ternura y gracia a los mayores —Entonces si no quieres ver más besos entre appa y yo ve y duérmete en tu cuarto, bebe— propuso el rubio burlonamente y estrujando los mofletes de Yoogeun para luego hacer un pico sus labios amenazando con unirla con el más alto. El pequeño asintió fieramente yéndose del cuarto de sus padres.

Minho rio por la estrategia que armo su hermoso pollo para que su retoño fuera a dormirse.

—Así que… Soy tu príncipe— afirmo el moreno abrazando por la cintura al de piel blanca y este con la cara rojiza se oculta en el hueco del cuello del amor de su vida —Calla… tu siempre será mi keroro— dijo acurrucándose mejor— Mío, solo mío— y para marcar su propiedad le muerde un poco el cuello dejándole una marca, Minho se quejó sin rechazarle —sí, valla dubo me saliste carnívoro— ante el comentario los dos se rieron acomodándose en la cama en una posición mucho más cómoda para conciliar el sueño —Buenas noches mi príncipe. Te amo— el moreno le beso la frente a Jinki cariñosamente y este le responde de igual forma —Yo también te amo mi keroro.

Notas finales:

Al final el cuento lo deje un poco raro. En fin solo fue el resultado de un momento repentino de inspiracion.

 

Dejen sus R.W

Denme amor >.<


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