Recuerdo cuando eramos tan solo unos niños, en el tiempo en que me leías los libros con toda paciencia, solamente porque tu sabías leer y yo no. No eras muy fan de la lectura, pero aún así, lo hacías. Una mañana como cualquiera en aquella época, te pedí que me leyeras un libro en particular: "El monstruo helado". Su portada llamo mi atención y creí que sería una buena idea leerlo. Nos acostamos los dos en el suelo, mientras una frazada nos cobijaba y el libro se encontraba frente a nosotros, pasabas tu dedo delicadamente por las hojas para guiarte en la lectura.
-Los gigantes de hielo eran muy muy grandes - "¿Gigantes de hielo?" pensé de inmediato, no podía creer que estuviéramos leyendo un libro sobre ello te mire tristemente y sin darte cuenta de mi reacción, hiciste un gesto con tus manos para mostrarme lo grandes que podían llegar a ser - Eran temibles y no parecían tener corazón, nunca tenían piedad de nadie - Me miraste casi advirtiéndome de ellos con el dedo, aún sin darte cuenta de que yo te pedía con la mirada de que detuvieras la lectura - Hermano, ellos no son nada buenos, no deberías acercarte nunca a uno de ellos - Agache la cabeza y la apoye entre mis brazos, no quería seguir escuchando como leías aquello, percibí tu mano acariciando mi cabello.
-¿Que pasa, Loki? - Me preguntaste de inmediato con un tono de preocupación, yo no mencione nada y sentí como un par de lágrimas resbalaban en mis mejillas -Hermano... Yo...
-Soy un monstruo - Parecías querer decir algo así que me apresure a proseguir - Soy como ese monstruo, yo soy malo y no tengo corazón - Respiraba agitadamente, y aún me encontraba llorando, me pregunté si tu entendías lo que decía en todo ese mar de lágrimas en el hablaba.
Tu mano se encontraba tensa, pero aún así seguía acariciando mi cabello - Lo siento... Yo... - Tu voz titubeaba, parecías que no tenías ni idea de que decir - Para mi, tú siempre serás mi querido hermanito, nunca un monstruo - Y depositaste un beso en mi frente, no me ofreciste leer otro libro, ese día solo nos quedamos con la compañía del otro sin decir ninguna palabra. En aquel momento, nunca supe si te diste cuenta de mi origen, del hecho de que jamás fui tu hermano y jamás lo iba a hacer.
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Las cárceles de Asgard son demasiado aburridas, no esperaba que fueran llenas de diversión, pero esto es el colmo, solo tengo libros y la mayoría de ellos ya los había leído en el pasado. Estoy molesto por estar aquí, yo solo quería mejorar el mundo que tanto ama Thor, claro que parece que nadie estuvo de acuerdo conmigo.
Pateo una pila de libros que hay a mi lado, veo los libros que han caído, y puedo reconocer aquel libro que leímos ese fatídico día, lo tomo entre mis manos y ahora lo observo con cautela, en su portada esta el titulo escrito con una letra sumamente lúgubre, y me pregunto: ¿Que habrá llamado mi atención en este libro? Ya que en este momento no me parece ni un poco atractivo. Me siento en el frío suelo y lo abro, no tiene tantas letras como creí, una gran parte del libro son imágenes, todas de los gigantes de hielo, la mayoría de ellos están al menos torturando a alguien. Las imágenes son bastante explicitas, ¿cómo será que no recuerdo nada de esto?. Laufey esta en una imagen, sentado en su trono sonriendo ambiciosamente, leo lo que hay debajo: "Se rumorea que Laufey tuvo un hijo, pero desde que perdieron la batalla contra Asgard, nunca se supo nada de él" Tiro el libro con fuerza a la pared, no necesitaba leer eso, no necesitaba recordar que solo era un simple trofeo, simplemente no lo necesitaba.
Pienso en el libro, pienso en Thor, me pregunto que cara pondría en este momento si yo le enseñara esto. ¿Me llegaría a decir que ahora si soy un monstruo sin corazón? Porque yo lo sé, y sé que me he convertido en aquel monstruo del que tanto tuve temor en la infancia. Recordar este tipo de cosas hace que se me haga un nudo en mi garganta, quizás tenga un poco de ganas de llorar y que Thor venga a consolarme de nuevo y decirme que no soy un monstruo, solamente su hermano.