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Soulmate por keny_shawol

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Notas del capitulo:

Hola.


Escribí esto para alguien que siempre me hace reír, es para Yue, porque me lo pidió, porque quería darle algo y porque es un regalo de cumpleaños súper adelantado. Sé que querías drama, pero no se pudo. Espero que te guste. Algún día escribiré algo triste sin final feliz. 

No es alguien que entra en tu vida pacíficamente.


 


Sinceramente, Kim Kibum, jamás imaginó que alguna vez le gustaría un deportista y ciertamente, jamás imaginó, terminar enamorado del capitán del equipo de futbol.


 


Choi Minho.


 


La primera vez que escuchó hablar de él, Kibum, sin conocerlo, lo odió. Las chicas solo hablaban y hablaban del nuevo capitán del equipo, de lo alto y atractivo que era, de los labios abultados y largas piernas, Kibum pensó, en ese momento, que el famoso Choi Minho, sería el típico chico por el que todas las mujeres caían a sus pies, egoísta, pretencioso y con un ego mayor al suyo.


 


Kibum no podía estar más equivocado.


 


Si a Kibum le hubieran preguntado cómo creía él, conocería al amor de su vida, la respuesta de Kibum hubiera sido la de un cuento de hadas. Kibum, secretamente, esperaba que el amor de su vida entrara por la puerta, con una sonrisa de comercial adornando sus bonitos labios, y cuando sus miradas se encontraran, en ese momento, él sabría que era el amor que siempre estuvo esperando.


 


Pero, por supuesto, eso no sucedió.


 


Kibum odiaba asistir a los partidos de futbol, odiaba los deportes, y el día en que Lee Taemin, su mejor amigo, le había pedido asistir, Kibum supo que las cosas saldrían mal.


 


Por su mente no pasó resultar herido, pero la realidad había sido otra. Llegar antes de tiempo, fue un error, caminar por la cancha sin observar si habían personas o no, fue el segundo error, e ignorar el ‘Cuidado’ que algunos gritaron, fue el último error.


 


Ignorar las advertencias, nunca había sido tan malo. Cuando escuchó los últimos vestigios de la palabra ‘cuidado’ Kibum yacía en el suelo, después de que el balón de futbol impactara contra su cabeza. Dolía como el inferno y la vergüenza lo superaba.


 


Kibum cerró los ojos y oró al Dios de cualquier religión que nadie hubiera visto su caída, pero eso tampoco sucedió. Pasos se acercaron hacia él y el sol que golpeaba contra sus ojos, de pronto desapareció.


 


—¿Estás bien? —Él pudo escuchar la preocupación en la grave, pero a la vez suave voz que le hablaba, pero también creyó que esa no era una buena pregunta.


 


¿Estaba bien? Por supuesto que no. Ser golpeado por un gran balón no era la mejor forma de describir a alguien estando bien. Tener un fuerte dolor de cabeza tampoco daba indicios de estar bien.


 


Kibum suspiró antes de abrir los ojos, dispuesto a replicar esa tonta pregunta. Pero las palabra quedaron atoradas a mitad del camino y sus ojos solo pudieron parpadear una y otra vez. Unos grandes ojos lo observaban preocupados, y cuando Kibum se perdió en ellos, supo que nada sería igual de nuevo.


 


—¿Estás bien? —La pregunta se escuchó de nuevo, pero esta vez Kibum no la encontró tonta—Aquí—El extraño extendió su mano—Déjame ayudarte.


 


Sin pensarlo dos veces Kibum tomó la mano y se dejó ayudar. Esa gran mano que lo sostenía, se sentía muy bien, y Kibum por un momento quiso quedarse así. Con ese extraño sosteniendo su mano y esos grandes ojos mirándolo siempre.


 


—Lo siento mucho—Una tímida y pequeña sonrisa  se había formado en esos hermosos labios y Kibum quedó impactado por completo—Nosotros tratamos de gritarte, pero parecías no escuchar.  


 


Kibum miró desorientado a los lados. Había un par de personas mirando directamente a ellos y algunas otras desviando la mirada. Kibum se sintió un poco tonto con el espectáculo que estaba protagonizando.


 


—Está bien—él trató de sonreír, limpiando con su palma los rastros de suciedad en su ropa—Iba distraído.


 


¿Y las preguntas tontas, y las réplicas inteligentes? Habían quedado atrás cuando ese atractivo extraño había aterrizado en su campo de visión.


 


—Choi Minho—Ahora una coqueta sonrisa se formaba en esos labios.


 


—Kim Kibum—Kibum pensó en extender su mano y saludar, pero entonces se dio cuenta que aún estaba siendo sostenida por la de Minho. Sus mejillas se calentaron y rápidamente soltó la mano del ahora no tan extraño.


 


No fue amor a primera vista, ni como siempre Kibum esperó conocer a ese chico que movería todo en su interior, pero cuando los grandes ojos de Minho lo miraron, brillando felices y su boca se había curvado en una magnifica sonrisa, Kibum olvidó su cuento de hadas y de pronto se sintió feliz de haber conocido a Minho.


 


Cuando los gritos de los compañeros de Minho resonaron entre ellos, Minho pareció darse cuenta de que aún tenía un partido al cual asistir.


 


—Nos vemos pronto, Kibum—Cuando Minho se despidió con esas palabras y una sonrisa que hizo que su corazón latiera un poco más rápido, Kibum pensó que jamás volvería a verlo.


 


Pero eso no fue así.


 


Alguien que cambia tu realidad.


 


Kibum se sorprendió cuando cayó en cuenta que su relación con Minho avanzaba a pasos agigantados. Desde su primer encuentro, Kibum había estado en contacto con Minho, dándose cuenta que él y el capitán del equipo de futbol compartían varias clases.


 


Lo que había comenzado como una simple amistad, pronto se había convertido en algo más. Y todo había empezado una tarde cuando los pasillos de la escuela se encontraban vacíos y el silencio solo era roto por la conversación que mantenía con Minho.


 


Kibum no recuerda quién dio el primer paso, solo puede recordar la manera en que su espalda se había estrellado contra la pared y la boca experta de Minho se encontraba contra la suya, robándole el aliento y deseando más y más.


 


Recuerda el sonido de sus labios encontrándose, los ‘me gustas’ dejados entre beso y beso. Sus manos enredándose en el cuello de Minho y las manos de Minho en su cintura, tratando de desaparecer el espacio entre ellos.


 


No pasó mucho tiempo antes de dar a conocer su relación en la escuela y Kibum se vio a sí mismo, demasiado pronto, en una relación de un poco más de seis meses con Choi Minho. Y todo iba de maravilla.


 


—¿Crees en el amor a primera vista? —Esa no era la primera vez que Kibum escuchaba preguntas espontaneas por parte de Minho. La mayoría de las veces eran preguntas sin sentido y Kibum no podía negar que le gustaba esa parte de Minho.


 


—Sí—Kibum ni quiera pensó por un minuto la respuesta, contestó con toda sinceridad. Pasó una mano por el pecho de Minho, antes de recostar su cabeza y sentir las manos de su novio en su cintura. Protectora, y casi posesivamente—¿Y tú?


 


—Sí.


 


Kibum sabía que Minho no mentía. No después de haber tomado su rostro y perderse en ese mar café oscuro que los ojos de Minho representaban, no después de largo beso que siempre le quitaba el aliento y que le sabía a poco. Porque nunca quedaba satisfecho si de Minho se trataba.


 


—¿Crees en el ‘felices por siempre’ y el ‘ amor eterno’?


 


La pregunta flotó en su mente unos largos minutos sin saber qué responder. La verdad era que aunque Kibum creyera en el amor a primera vista, no estaba tan seguro del ‘felices para siempre y ‘amor eterno’. Lo sentía ilógico pero cuando la realidad lo atrapaba, Kibum no estaba seguro de todos esos finales felices que libros y películas vendían.


 


Y cuando Kibum estuvo a punto de responder, los grandes ojos de Minho lo miraron con amor y toda respuesta perdió su camino. Ahí, con Minho, disfrutando de un simple momento entre ellos, Kibum creyó por una vez en un final feliz. Amaba a Minho, demasiado, y podía ver el amor brillar en la mirada de Minho.


 


Kibum rió, suavemente, observando a Minho, delineando con la yema de sus dedos sus pómulos y labios. Pensó en cuánto una persona podía cambiar las cosas, cuánto una persona podía cambiar la realidad. Minho podía.


 


—Sí, creo que sí—Kibum se escuchó a sí mismo respondiendo y siendo sincero. Porque en el momento en que vio a Minho, a sus ojos y todo ese amor, Kibum creyó que ellos podrían lograrlo, que Minho y él tendrían su felices para siempre y amor. —¿Y tú?


 


Minho no contestó en cambió le robó otro de esos besos, dulces y sinceros, que le sabían a nada y a mucho, que hacía que su estómago se retorciera y sintiera cosquillas en la espalda.


 


Amaba esos besos y amaba aún más a Minho. Y aunque Minho no contestó, Kibum sabía la respuesta. Él ‘sí’ había quedado implícito en los besos, en las caricias y en el amor que confesó una vez más tener hacia él.


 


Alguien que marca un antes y después en tu vida.


 


Kibum sabía que su vida se dividía en dos partes. El antes y el después de Minho. No mentiría diciendo que el tiempo que no estuvo con Minho, fue negro y depresivo, pero sin duda había marcado una etapa en su vida y todo parecía mucho mejor con él.


 


Tener a Minho a su lado había cambiado su vida para bien y había traído buenos momentos. Minho sin duda había marcado una parte de su vida y Kibum no podía estar más feliz con eso.


 


No era solo el hecho de tener un novio lo que había marcado su vida, sino era el hecho de ser Minho la persona lo que hacía que todo fuera diferente.


 


Minho había llegado para estar ahí para él, con él. Kibum nunca había entendido la palabra compromiso hasta que Minho entró en su vida.


 


Kibum nunca creyó que alguien podía amar tanto, tanto que dolía, tanto hasta preguntarse siempre por la otra persona, y que su vida girara con esa persona en su vida. Pero entonces Minho llegó y cambió todos sus pensamientos.


 


Sin duda Minho había dejado un patrón. Y entonces cuando la primera vez que terminaron, Kibum se dio cuenta que no había nadie más que Minho. Nunca habría nadie como él.


 


El tiempo que pasaron distanciados, fue una completa tortura. Kibum ni siquiera podía recordar cuál había sido el motivo del rompimiento. ¿Fueron los celos de Minho?, ¿Fueron sus celos?, ¿Fue la falta de confianza?, ¿Fue esa relación tan profunda, tan única, tan posesiva y protectora? Kibum no lo sabía, lo único que podía hacer era necesitarlo cada día más y más.


 


Ningún otro chico estaba ahí, como Minho siempre lo estuvo. Ninguna otra persona entregaba todo, sin esperar nada a cambio. Nadie lo besaba, abraza, acariciaba, como Minho. Kibum llegó a odiarlo tanto como lo amaba.


 


¿Por qué había llegado a cambiar todo en su vida?, ¿Por qué no podía pensar en otro que no fuera él? Ninguna otra relación fue igual y siempre se encontraba anhelando, esperando y buscando por una relación, que solo Choi Minho, podía darle.


 


Kibum no pudo ser más feliz él día en que se reencontraron en una fiesta y las palabras habían sobrado entre ellos. Pudo ver en los ojos de Minho cómo lo necesitaba, casi tanto como él necesitaba a Minho.


 


En ese momento, todo había quedado olvidado, y lo único en lo que se podía concentrar era en el chico de ojos grandes y camisa negra, que lo veía desde el otro lado de la habitación. Minho estaba ahí, como un ángel llegándolo a salvarlo de la pesadilla en que su vida se había convertido. Se veía más atractivo de lo que él podía recordar.


 


¿Cuánto había pasado? ¿Un mes, dos, un año? No sabía exactamente cuánto llevaban separados, pero sí sabía cuánto lo necesitaba.


 


Una mirada de esos grandes ojos, y sus piernas ya estaban caminando hacia él. Sus dedos morían por tocar a Minho y su boca deseaba volver a probar esos labios esponjosos. Solo una mirada más y era todo lo que necesitaba.


 


Ni siquiera recuerda cómo llegaron al lugar, solo puede recordar el susurro de la ropa al caerse, el vago sonido de la música, risas y palabras, la respiración agitada de Minho y las palabras bonitas siendo murmuradas.


 


Las manos de Minho nunca se habían sentido tan bien sobre su cuerpo. Kibum solo podía cerrar los ojos, dedicarse a sentirse esos mágicos dedos y manos. Su cuerpo había extrañado al de Minho y cuando Minho se posicionó sobre él, Kibum no creía que existiera un momento mejor.


 


Las palabras de amor flotaban en el aire y sus manos tocaban toda la piel expuesta de Minho. No podía cansarse de repetir lo mucho que lo quería, lo mucho que lo amaba, lo mucho que lo había extrañado y necesitado en su vida. Sus ojos nunca abandonaron los de Minho, y los besos eran dulces y parecía nunca acabarse.


 


—Te extrañé—Confesó entre beso y beso—Demasiado, Minho.


 


El cuerpo de Minho seguía moviéndose y Kibum no podía dejar de jadear y pedir por más y en ese momento cuando sintió que el clímax se apoderaba de ellos, escuchó a Minho suspirar cuánto lo amaba.


 


—Te amo.


 


Y todo volvía estar de bien de nuevo.


 


No es perfecto, pero puede revolucionar tu mundo en un segundo.


 


Cuando Minho lo besaba todo era mágico.


 


A Kibum le gustaba ser besado por Minho. Sabia dulce y a Minho. Y amaba ese sabor, era su favorito. Y cuando Minho lo besaba, todo se removía en él. Sus manos arrugaban suavemente la camisa de Minho y sus dedos se abrían como abanico, cosquilleando maravillosamente. Y Minho lo besaba suavemente, como si tuviera miedo de romperlo. Y Dios, a pesar de los años, él podía hacerlo malditamente bien todavía.


 


Cuando estaban así, con la luz otoñal cayendo sobre ellos, con la mano de Minho en su cintura, colándose debajo de su ropa, Kibum no lo sentía real. ¿Era así?, ¿Este era su maravilloso cuento de hadas?


 


Cuando sus labios encontraban los de Minho y veía a esos ojos cafés, aún podía ver al chico de 18 años que lo arrinconó contra los muros de la escuela. Ese Minho que lo miraba, aún con amor grabado en los ojos, era el mismo Minho que rompió su corazón una vez, y que también había juntado todas las piezas, reparándolo por completo, era el mismo que lo tocó y acarició como ningún otro. Era el Minho que llegó a cambiar todo, el mismo que le pidió que vivieran juntos. Él mismo que había estado a su lado, por años.


 


Minho no era chico ideal que él se había idealizado, no era perfecto, pero era el chico que lo ayudó cuando un balón de futbol golpeó su cabeza. Minho no era una estrella mundial, y eso no importaba. Él era el chico que hacía que su corazón latiera a kilómetros por hora, que hacía que sus manos lloraran por tocarlo. Era el único que lograba que su estómago se retorciera y bailara al mismo tiempo. Minho era… sólo Minho.


 


—¿Crees que todos tengan su alma gemela? —A pesar de sus treinta años, Minho aún podía tener esa mirada infantil que Kibum recordaba. A pesar de ser mayor, Minho también, aun soltaba preguntas como esa, relacionadas con el amor y Kibum aún se preguntaba por qué.


 


Kibum miró a Minho, enarcando las cejas ante su pregunta.


 


—¿Por qué preguntas?


 


—Simple curiosidad.


 


Kibum no pudo evitar reír suavemente, ahí estaban de nuevo esas preguntas espontaneas de Minho.


 


—¿Tú crees?


 


—Yo pregunté primero—Minho sonrió infantil, inocente.


 


Kibum no contestó, en cambio miró a Minho fijamente a los ojos. Él podía ver la diversión detrás de esos ojos, pero si veía más profundo, podía ver ese amor y el anhelo a su respuesta.


 


Y Kibum no necesitó más. Minho era su respuesta. Minho era su alma gemela.


 


Sonrió, sin responder y atrapó la mano de Minho para jugar con sus manos. Ahí estaba ese chico que conoció en el instituto todavía. Ahí estaba su sonrisa infantil, esa que secretamente le gustaba más que las otras. Aún no podía creer que ellos aun estuvieran juntos, que todavía Minho pudiera lograr sonrojos y cosquilleos.


 


—Sí, Minho, creo eso. ¿Y tú?


 


Cuando respondió Minho extendió su sonrisa, mostrando unos perfectos dientes. Minho no habló sólo lo tomó por la cintura acercando sus cuerpos y tomando su boca. Kibum sonrió contra su boca, sus dedos encontrando el camino hacia el suave cabello de Minho.


 


—Nunca me respondes, Minho.


 


Minho sonrió divertido y Kibum golpeó su hombro juguetonamente. Minho presionó sus cuerpos más cerca y su boca cayó a su oído, Minho suspiró y le hizo cosquillas contra el cuello. Se sentía realmente bien.


 


—Pensé que lo sabias—Él habló contra su oído, sus manos vagando por su cintura debajo de la ropa. —Pensé que no necesitaba decirte—Un beso fue dejado contra su cuello, y sus piernas se debilitaron—Sí, Kibum, creo en nuestro felices para siempre—Los dedos de Minho acariciaron su mejilla, sus yemas pasando suavemente, logrando estremecimientos—Sí, me enamoré de ti a primera vista. Y sí, eres mi alma gemela. El amor de mi vida.


 


Cuando Minho lo besó Kibum no se resistió. Besó a Minho con todo el amor que su cuerpo desbordaba. Sus manos viajando por el cuerpo de Minho, tocando, sintiendo, acariciando.


 


—¿Para siempre? —Kibum preguntó, alzando una ceja. Su corazón latiendo frenéticamente a la espera de la respuesta.


 


—Para siempre es mucho tiempo—Minho dijo con una sonrisa adornando sus labios. Besó a Kibum suavemente, un simple roce—Pero no me importaría si es contigo. 


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