Taemin y Minho siempre fueron de esos chicos curiosos que necesitaban descubrirse a través de la persona contraria.
Cuando Minho se enteró de que un pequeño iba a llegar para robarle el puesto de maknae, fue un problema. Un recuerdo gracioso fue que incluso se refugió en una bodega por varias horas. Jonghyun y Jinki tuvieron que hablar con él, hacerle ver que en vez de tomarlo con madurez, se estaba convirtiendo en más niño.
“Es que yo quiero seguir siendo el niño”
Respondió con un puchero. Y no era para asombrarse; al maknae siempre le servían, le ayudaban, le trataban bien.
Pero desde el momento en que el pequeño Taemin miró avergonzado cuando el mánager lo presentaba, sus ojos cautivaron esos grandes orbes de rana. A partir de ahí fue que el berrinchudo dejó de lado su pesar y se acercó emocionado al menor como si se tratara de un nuevo cachorrito tan bonito y precioso que durante el resto del día no lo dejaba solo.
Esa bonita amistad perduró mucho tiempo y todos en la empresa comenzaban a notar ciertos cambios en la manera en que se llevaban.
Cuando SHINee vio la luz, Minho juró con todas sus fuerzas que protegería al pequeño Taemin, abrazándole, confiándole secretos e invitándole a hacer fuertes en la litera que compartían. Riendo todo el día, jamás dejándose de lado.
-Taemin, ¿tú lo sabes, verdad? Después de todo solo me tienes a mí. –El pelinegro miró hacia otro lado completamente avergonzado. Minho estaba fascinado de ver como esa tierna criatura comenzaba a sonrojarse y no pudiendo evitar las ganas, lo abrazó contra su pecho, besando su coronilla –siempre estaré para ti.
-Hyung, quiero permanecer a su lado todos los días. –comentó contra la sudadera roja, enloqueciendo el corazón del mayor, que sentía como su pecho comenzaba a agitarse incluso peor que cuando jugaba al baloncesto con Jonghyun.
Minho era serio en ese entonces, pero solo Taemin sabía lo mucho que le costaba actuar normal ante las cámaras, por lo que siempre trataba de hacer sonreír al mayor con algún gesto lindo o ese puchero que a veces hacía, pero cuando tenían un descanso el alto se encargaba de pellizcar y llenar de besos las redondas mejillas tan adorables, tanto así que a veces se ganaba un par de buenos golpes de parte de Kibum, tomando al niño entre sus delgados brazos para protegerlo de los ataques de dulzura extrema de Minho, como los llamaba Onew.
Minho y Taemin no podían mentirse cuando se miraban a los ojos. Siempre lograban adivinar como se sentía el contrario, sonriendo o frunciendo el ceño cuando algo no iba bien.
Taemin sentía ese pequeño malestar en su pecho cada vez que alguna chica alagaba a Minho o –peor aún –cuando se insinuaba de una manera que hasta el más despistado del grupo podría notar. Y viceversa, por lo que el mayor trataba de permanecer siempre a su lado.
-Ustedes dos, par de bebés, son tal para cual –mencionó una vez Jonghyun, palmeando la espalda ancha del pelinegro y quizá ese había sido el pequeño incentivo que por primera vez tuvieron para ir armándose de valor.
Porque Minho tenía más o menos claro que esa fascinación por Taemin no se trataba de simple cariño fraternal, o esas ganas de protegerlo de toda cosa y toda persona; no, el chico sabía que ese sentimiento que inundaba de calor su corazón de adolescente solo se trataba de amor.
Quería a Taemin de una manera hermosa.
Y no es que con el pequeño haya sido diferente, porque se metía tras las colchas de Kibum hyung para hablar todo el día de Minho. De cómo el mayor lo protegía, que debió de haber visto cómo fue tan lindo cuando le compró una merienda, de cómo acariciaba sus mejillas con ternura y él simplemente se moría de ganas de robarle un pequeño beso a esa boca grande. Durante un largo año.
-Porque es mi primer beso y quisiera darlo con Minho hyung – y allí Key, murió de ternura por su compañero de grupo/casi hijo que decía esas cosas de una manera pulcramente inocente, sin intenciones de nada más que de ser correspondido por el chico que comenzó a gustarle.
-Y quisiera que me dieras un consejo para poder hacerle ver a Minnie que lo quiero más que un amigo – Jonghyun sorbía de la botella impresionado de ser esta vez la persona encargada de los consejos amorosos cuando usualmente se trataba de Jinki.
-Podrías empezar con una golosina, a Taeminnie le encantan esas cosas ¿cierto? –Minho asintió sonriente, orgulloso de saber esa y miles de cosas más sobre el pequeño de cabellos de zanahoria como a él le gustaba llamarle. –Y en ese momento, le miras a los ojos, acaricias su mejilla con delicadeza, para acercarte a su oído y susurrarle lo mucho que te gusta. –Jonghyun podría ser un tarado hyung, pero si se trataba de cortejar a las personas era todo un Romeo, y si sus cálculos no le fallaban, esa habría sido exactamente la misma técnica que usó con Key hyung cuando se le declaró.
-Y luego escribirle una canción. Porque eso suma puntos ¿no? –vaciló divertido, codeando a su hyung por el costado. Jonghyun se sonrojó y quedó callado por un momento.
-No robes mis técnicas, Choi. Eso es exclusivo para el alma de un compositor con el corazón enamorado de cierto chico de intensa mirada.
Solamente hizo falta un paquete de golosinas y un inocente “me gustas mucho, salgamos” para que el cuerpo de Taemin saliera volando hacia el firmamento, diera una vuelta completa al mundo y pudiera volver en segundos para colgarse del cuello del castaño y gritar un tremendo “¡Sí, claro que sí!” que hizo reír a un Jinki que estaba merendando en el suelo de su improvisada sala.
Las mejillas sonrojadas regresaron y ese tacto dulce apareció de la nada, torpe e inocente. Labios con labios, besándose superficialmente y sintiendo que no había nada más que pudiera importarles en esos cinco segundos que chocaron sus bocas y donde las manos de Minho se posaron en los costados del menor.
Cinco meses fueron –por así decirlo –los mejores en el departamento, al menos para el resto de los chicos, ya que entre Minho y Taemin se dividían las tareas del hogar como limpiar, arreglar los dormitorios y descubrir cómo se usaba la lavadora. Todo por hacerlo juntos, o impresionar al contrario, ya que, gracias a un cizañoso Jonghyun, la idea de “no se casará contigo porque no puedes con las tareas del departamento” se les metió demasiado profundo.
El sillón, durante esos meses fue testigo de los arrumacos, los besos y el comienzo de las caricias en las piernas que ambos mantenían cuando se quedaban a solas, o la agenda de los demás miembros milagrosamente no coincidía con las suyas.
Todo era felicidad, y ciertamente más de uno pudo notar el amor que entre ellos se armaba porque Minho no sonreía sin Taemin y Taemin no sabía cómo se era feliz antes de que Minho acaparara ese significado.
-Taemin, toca… -la mano del menor se posó dudosa en el pectoral que con los días en el gimnasio iba tornándose voluminoso y fuerte. Bajó la mirada avergonzado, pero un par de dedos la elevaron hasta toparse con los orbes cafés que le miraban enamorados. -¿Lo sientes? –Asintió – es que yo creo que… bueno, me he dado cuenta de que…
Las palabras simplemente no podían expresarse como si hablaran de qué partido pasaría a los cuartos de final la semana próxima, o que sabor de leche saborizada había probado el menor ahora. Minho lo sabía, que decir eso podría cambiar muchas cosas, y que en efecto, Taemin no era exactamente la clase de chico al que podría llamar “maduro” –aunque le gustara esa faceta infantil del menor- para entender lo que le estaba pasando.
-¿Hyung? –Taemin sabía –o creía saber –que venía luego de esa larga pausa. La había presenciado infinitas veces con Kibum y Jonghyun hyungs cuando rompían y luego de un par de horas volvían a comerse la boca como locos. Pero eso no le garantizaba que pasaría lo mismo. En segundos hizo un repaso mental de las cosas que pudo haber hecho mal durante 5 meses. Y se dio cuenta de que pedirle infinidad de golosinas y robarle besos durante los partidos de fútbol no podían ser la causa necesaria.
-Te amo – crudo. Rápido. ¿Cautivador, emocionante, conmovedor? Taemin lo creyó así cuando su cerebro procesó la frase. Un beso pudo durar esa vez más de 13 minutos (con todo y lengua incluida) y la misma frase saliendo de sus labios hinchados y rojos.
“Igual te amo, Minho hyung”
7 meses y sentían que ya no podían más. La llegada de cierto bebé les ponía a pensar cosas, sobre todo cuando Kibum comenzaba a hablar de lo lindo que sería tener un hijo, y el hermoso proceso que se llevaba a cabo. Jonghyun no tardaba en presumir de lo bueno que era “cierto proceso” y que era lo mejor de la noche.
Minho apartaba la mirada cuando las caricias indecorosas de los mayores aparecían y Taemin simplemente trataba de pensar en otra cosa. Educado para esperar hasta el matrimonio, sentía que se trataba de alguna especie de prueba, pero ¡Por Dios! Se trababa de Choi riquísimo bañado en crema batida Minho, el dueño de sus perversiones y –no le diría esto a Key hyung –huidas al baño.
Ambos se miraban y parecían avergonzarse mucho más.
“¿Deberíamos tener sexo?”
La mirada de Taemin contestaba “Por supuesto que no” pero su interior y segunda cabeza pedían a gritos “¡Vamos, házmelo aquí, en frente de todos!”
Yoogeun gritaba y eso le frustraba. Dos bebés en una misma habitación y el chico no sabe a quién prestarle atención comentó Onew, sentado junto a Taemin, mientras compartían una patata dulce. Minho jugaba alegre con el pequeño, besándolo y dándole de comer en tanto Key chillaba que era su turno de consentirlo, pegando en el brazo de Jonghyun porque la estúpida rana no le hacía caso.
Taemin no lo decía, pero tenía tantos celos de que el pequeño sea el elegido para la atención de “Minho appa”, y sus bailes, y sus juegos, y su sándwich y sus competencias y… sus besos.
Minho cada día se ponía más bueno y él… bueno, él conseguía golosinas gratis de mánager hyung.
-¿Te han dicho lo increíblemente sensual que te ves con ese corte? –El susurro en la oreja no era nada bueno, agregándole esa voz seductora de hombre que el mayor poseía. Y si le seguía acariciando el vientre de esa manera, iba a tirarlo al sillón y dejar que le hiciera lo que se le antojara, lo juraba.
Minho tuvo una vez, uno de esos momentos donde se ponía a pensar a dónde iba la relación con el chiquillo que tenía recostado entre sus piernas y acomodado en su pecho. Ciertamente lo amaba pero, ambos eran hombres. Y sobraba decir que él y su suegro no congeniaban del todo, más que su madre trataba a toda costa de dejarle en claro que “Taeminnie solo está en una fase de prueba, nada oficial”. Y bueno, no era nada fácil cuando al menor se le ocurría hacer un mini drama porque no estaba de humor para un beso.
Y Taemin, él se imaginaba que en algún momento esto iba a acabar.
-Todo lo que querías era un revolcón. Ahora lo obtuviste ¿Y vas a dejarlo así como así? –Key le pegó de nuevo en la frente, claramente enfadado.
-Claro que no. Lo amo hyung, es solo que… -miró hacia el techo, buscando ayuda divina –no he sentido de nuevo la atmósfera mágica que nos rodeaba hace un par de meses.
-Porque solo querías sexo. – Kibum arregló su cabello castaño y trató de peinar el de Taemin –creo que puedo entenderlo. Estás en la edad de las hormonas revoltosas. Tae, yo no creo que ese amor que dices sentir por Minho sea de verdad. Eres tan joven que pienso que no tienes en claro que significa. –Taemin suspiró.
-Te refieres a que, todo fue por mi cuerpo. Que no lo amo y… ¿solo quería que me toque? –Key podía ser un calentón, enojón, caprichoso y muchas cosas más, pero cuando le miraba con esos ojos sin delineador y le sembraba el pánico, era porque tenía razón. –Hyung, yo no lo creo. Yo lo amo.
-¿Me tratas de convencer o te estás convenciendo a ti mismo? –Taemin le miró de nuevo, sin saber qué hacer, salvo tirarse a llorar a los brazos de su amigo casi madre.
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Taemin patea a Minho para obtener más espacio, y este le mira de mala gana.
-Córrete –habla tajante.
-Cuando estemos en la habitación –contesta socarrón, prestándole más atención a la pantalla que al menor.
Respiró con calma. Últimamente Minho andaba con ganas de iniciar una pelea, y él no se quedaría callado.
-Te amo –dijo seco.
-Igual –respondió el mayor. Ahí Taemin supo que esto estaba yendo por mal camino.
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-Feliz aniversario – una linda camiseta le fue entregada, seguido de un beso que le dejó sabor a poco.
-¿Un año ya? –Taemin lo abrazó y trató de sentir esa emoción de nuevo. Minho asintió, invitándolo a cenar. El aniversario del grupo se encontraba cerca y los preparativos de las presentaciones resultaban agotadores, por lo que la cena de aniversario consistió en un hot dog y una soda afuera del edificio de la SM.
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-Si hyung ya no me quiere… -el cabello naranja de Taemin se hacía notar entre la cabellera castaña de Onew, Key y Jonghyun. –entonces, lo mejor será que lo hablemos y solucionemos esto.
-¿Estás seguro Tae? –Onew mejor que nadie sabía que cierto chico ojos de rana se la pasaba escuchando una canción repetidas veces, llorando por no saber en qué parte de su cuerpo se ocultaron los hermosos sentimientos que tenía por Taemin, creyendo que no había nadie que tuviera la culpa que no fuera él.
El menor miró a sus amigos y tratando de componer esa sonrisa sincera que había perdido hacía días, se disculpó, con la excusa de ensayar la coreografía para el nuevo video.
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Taemin ya no sonreía, ya no se lanzaba a los brazos de su novio. Todo fue cambiando y con eso, la personalidad de ambos. Minho prestaba menos atención a los chicos y más a los programas en los que le solicitaban su participación, dejando de lado no solo a sus compañeros, sino también al pequeño que le veía por el rabillo del ojo cuando se iba a grabar, con las ganas de besarle en la boca, con las caricias retenidas en sus palmas, con las lágrimas forzadas a permanecer en sus ojos.
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-¿Y si terminamos? –Key dejó los trastes para prestar atención a la escena en el pasillo de las escaleras.
-¿De verdad quieres eso?
-Seamos realistas, ya no es lo mismo. Pienso que sería mejor con amigos –internamente el corazón de Minho comenzó a resquebrarse. Los “te amos” ocultos en su tráquea ahora querían salir, decirle cuán importante era su pequeño en su vida. Pero de nada servía, porque pudo percibir que esa sonrisa que el ahora rubio le dedicó no era verdadera. Ya no había nada que salvar.
-¿Amigos? –Minho asintió, aplastando el cojín contra su pecho, poniéndole play a esa canción que ahora sentía que expresaba todo lo que sentía. Jonghyun trató de buscar un buen consejo, pero simplemente nada. Las lágrimas del mayor se hacían presentes.
Desde el momento en que lo vio sintió esa necesidad de estar junto a él, de protegerlo y tenerlo para sí mismo. Pero las circunstancias ahora no ayudaban demasiado.
De eso había pasado algún tiempo, con Minho sin perder oportunidad de estar al lado de Taemin, de tocarlo, de jugar con él, con la esperanza de volver a ver esa sonrisa encantadora y pura que lo enamoraba.
Pero Taemin tenía miedo. No quería regresar al hoyo, por lo que seguía la corriente un momento y luego, buscaba escapar de las técnicas de enamoramiento del mayor.
Su esposa ficticia servía como pantalla, pero internamente sabía que nadie podría ocupar el lugar tan importante del alto. Y debía admitir que esos ataques de celos que a veces se le dejaba ver al mayor eran adorables y por momentos flaqueaba sobre retomar esa relación que fue olvidada hacía muchos meses.
Ahora solo eran Taemin y Minho, los buenos amigos, Minho el chico galán al que nadie podía resistirse y Taemin, el chico que se estaba convirtiendo en un chico maduro, serio, nada comparado al Taemin de hacía cinco años.
Ese amor quedaba retenido en sus corazones.
Taemin a veces se sentaba a ver las muchas fotos que se sacaban cuando en cada oportunidad, salían a citas, o porque solamente querían tomarse fotos juntos. Acariciaba la silueta de Minho en el papel y sonreía, sin saber en qué momento comenzaba a llorar porque tenía unas tremendas ganas de volver con él.
Y Minho, escuchando la misma canción una y otra vez en su habitación, llorando porque a pesar de estar separados por unos escasos 3 metros, se sentían tan lejanos el uno del otro.
“Sigo teniendo algo romántico en mi corazón .Quiero volver atrás”.