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Por ti por Adenio

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Notas del fanfic:

Dedicado al amor de mi vida loca.
Te amo mucho, Connie

Prólogo. Por ti... viviría

 

Para cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde. Todo cuanto llegó a tener se le escapó de las manos a una velocidad aterradora. Se convirtió en un cualquiera, en un don nadie. Qué más puedes hacer de tu vida si no tienes nada qué perder. No se quedaría pasmado admirando el paso de los días con los brazos cruzados, demasiado aburrido, incluso para un vago como él.

 

La holgazanería había hecho de su vida un juego al azar, sumándole las malas compañías y sus terribles decisiones, un juego con todas las de perder sin siquiera saborear la adrenalina previa. Nada de ello era igualable a su rebeldía bruta.

 

De fiesta en fiesta, de labios en labios, de medias verdades a mentiras totales; un picaflor que al obtener el polen abandonaba los suaves pétalos zarandeados.

 

En aquel teatro hormonal él era el títere despostillado que se manipulaba con los hilos de las adicciones, desinteresado de la buena carrera universitaria que con tanto esfuerzo se había ganado, estúpidamente aferrado a la inocente idea de la familia incondicional.

 

Pero la vida jamás ha sido sencilla ni despreocupada.

 

El gancho al hígado que recibió lo redujo a harapos devastados. Sus padres le dieron la espalda cuando se había vuelto un completo extraño, ya no quedaba nada del hijo que ellos criaron con tanta paciencia. Todo se había ido a la mierda e incluso tomó ése conflicto como un pretexto más para seguir en el vicio.

 

Desistió de la escuela a la que ya no iba, aprovechando contactos de conocidos para entrar en una compañía de segunda que promocionaba modelos por una remuneración mediocre. Hasta eso fue suertudo. Un hombre honrado y exitoso le sacó de aquella pocilga para patrocinarlo de la manera correcta. No salía en portadas de Vogue, pero a final de mes ganaba más de lo que gastaba y eso era todo cuanto necesitaba.

 

O eso pensaba.

 

El agujero en el pecho que en un principio era pequeño, por el cual se despertaba ansioso en las madrugadas, se hundía por entre las costillas oprimiendo sus pulmones sin poder respirar; se estaba asfixiando en una realidad solitariamente amarga.

 

Una noche de acostumbrada fiesta fue que conoció a un chico difícil, no era el primero que le dejaba con la palabra en la boca, pero sí el primero que le había estampado la bebida contra la cara por ser –en sus propias palabras– “un bastardo culo fácil”.

 

No se sorprendió por las acciones oscas del muchacho, ni siquiera estaba molesto por tener su nueva chaqueta empapada de cerveza. No. Lo que le impresionó fue la elección de palabras austeras que salieron como metal líquido de labios que parecían un bonito corazón. Los chicos de ‘su tipo’ debían estar automatizados para dejarse hacer por un hombre viril, como él, ser sumisos e incluso tiernos.

 

MinHo no tardó ni cinco segundos formularse aquello. Debía poseerlo. Adiestrarlo a su conveniencia y quitarle el preciado orgullo que se reflejaba en sus ojos gatunos. Porque el mundo giraba en torno a Choi Minho.

 

Qué equivocado.

 

Qué obstinado.

 

Con la negativa constante de KiBum, el chico de labios acorazonados, porque sí, de alguna manera sonsacó su información personal con artimañas de acosador, comenzó a cuestionarse.

 

¿Realmente estaba viviendo?

 

Le parecía que existir era la palabra más adecuada a su situación.

 

MinHo se quedó pensando. ¿Cómo sería vivir la vida? Y se sintió molesto consigo mismo porque no consideraba que estaba viviendo la vida.

 

Había tocado fondo.

 

No quería más porquería; se mudaría de ciudad y haría el intento de terminar la escuela. Empezaría a renovarse incluso como modelo, vivir una vida digna. Porque KiBum se lo había hecho prometer, hasta que fuera un ser humano hecho y derecho pensaría lo suyo con MinHo, porque después de todo, ser humano significaba equivocarse.

 

La rehabilitación de MinHo fue dura. Tener que dejar todas las drogas a las que estaba acostumbrado le costó varias convulsiones y un tic en la mano derecha, que después de un tiempo fue desapareciendo con terapias y sesiones con una psicóloga de temple militar. Acciones estúpidas, medidas drásticas. Abstinencia.

 

Juraba quedar calvo antes de volver a ser el carismático niño que era antes, pero debía aceptarse como el hombre que había tomado una vía alterna perdiéndose por un momento para poder reencontrarse. Para ser el buen Choi MinHo con título en neurología pediátrica.

 

Todo yéndole de viento en popa le volvió risueño, feliz.

 

Pidió disculpa a sus padres, y como todo hijo pródigo fue recibido con brazos abiertos. Dejó el modelaje para sumergirse de lleno en un trabajo que traía bendición, agradecimiento y satisfacción a su reciente vida enderezada en un hospital privado en el centro de Busan.

 

Estaba sustentado económica y emocionalmente cuando decidió volver a ver a KiBum, ya era tiempo.

 

Ahora era un MinHo fuerte que podía lidiar con una relación estable.

 

Grande fue la sorpresa:

KiBum no le había esperado.


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