Si lo ves dile que… que me has visto mejorado… y que hay alguien a mi lado que me tiene enamorado…
Key suspiró.
Estaba delante de la puerta del departamento de su mejor amigo. Sin embargo, casi le daba pena. Estaba entre abierta y en el suelo se veía la punta de un calcetín. Volvió a suspirar al agacharse para recogerlo. Empujó la hoja de madera y avanzó hacia el interior, cerrando a sus espaldas.
Y si se había hecho una imagen mental de lo que allí podría encontrar, se quedó corto.
Había un reguero de ropa tirada en el suelo. Platos de comida a medio terminar sobre la mesa del comedor, de la de centro e incluso en unos pequeños veladores, así como vasos, tazones… y si JongHyun no estaba tirado en el sillón, seguro era porque le había dado flojera y seguía acostado.
Ni qué decir de la cocina. Menos mal que el baño tenía la puerta cerrada.
El mal momento por el que estaba pasando su hyung era demasiado evidente.
El camino hacia el tesoro o, más bien, hacia la tierra del desastre, lo señalaban más y más prendas de vestir.
El rubio se hizo el ciego —si había algo que odiaba era el desorden—, llegando con las manos vacías hasta una habitación en la que casi queda sin vista de verdad. Y sin olfato.
— ¿Jjong?
Lo único que quiso mirar fue la cama. Sobre ella había un extraño bulto que parecía ser…
— ¿Qué?
…sí, un cuerpo.
Con toda la delicadeza de la que era capaz, o sea ninguna, agarró las tapas y las jaló hacia los pies del chico que se escondió debajo de la almohada para que no lo viera.
— ¡Ya! Vine a visitarte, ¿y me recibes así?
—No tengo ánimos para eso. Así que puedes irte por donde llegaste.
— ¿Perdón?
Key se puso de pie, los brazos en jarra.
—Viniste porque querías, yo no te obligué. Y ya dije: no quiero ver a nadie.
Como pudo, se aferró a la almohada, sin preocuparse por el frío que sentía al estar destapado.
—Y yo dije que te vas a levantar ya mismo.
—Oh, KiBum, por favor. No eres mi mamá. Déjame tranquilo.
—Ok. Lo intentaré. Aunque antes… quería decirte que me encontré con JinKi-hyung.
Dile que yo estoy muy bien… que nunca he estado mejor… si piensa que tal vez me muero porque él ya no está ¡qué va!
Para el mayor fue como si hubiera recibido una descarga eléctrica. Apretó sus dientes tan fuerte que llegaron a sonar. Sin embargo, no le importó. Porque el dolor que había estado sintiendo esos días era muchísimo peor que cualquier otra cosa.
— ¿Ah, sí?
—Sí.
Key hacía un enorme esfuerzo para no reírse. No le estaba mintiendo, realmente se había encontrado con él, pero le hacía gracia la forma en que JongHyun estaba reaccionando. Intentaba por todos los medios no mostrarse curioso, fracasando sin remedio ya que su cuerpo se había girado instintivamente en su dirección, por mucho que hubiera hundido aún más su cabeza contra la cama.
—Y… ¿qué te dijo?
—No te diré.
En menos de cinco segundos se dio vuelta para mirarlo.
— ¿Se puede saber a qué viniste entonces?
—Levántate.
— ¿Eh?
—Levántate, date una ducha y cuando estés debidamente vestido y en la cocina, te contaré todo lo que quieras saber.
Y, para no darle tiempo a reclamos, se dio media vuelta para salir de allí.
Y que ya no lo recuerdo y que ya no me hace falta…
JongHyun tardó algo así como media hora en estar listo.
Recién cuando salió de la ducha, con su pelo goteando, su cuerpo húmedo con el agua tibia del baño reciente, se dio cuenta del desastre en el que se había convertido su hogar. Los últimos días sólo había pensado en su sufrimiento y ni siquiera había notado que el polvo se estaba acumulando sobre los muebles, que el olor de su ropa era en extremo desagradable y que en el lavaplatos ya no quedaba espacio para nada más.
Oh, sí. Había mucho por hacer.
Pero ahora lo más importante era saber qué tenía Key para decirle, así que simplemente se vistió y se dirigió a donde su amigo se encontraba.
—Ahora sí pareces una persona.
El moreno pasó de su comentario. Se fue directo al refrigerador, sin recordar que no había nada más que aire dentro de él.
Resoplando, molesto consigo mismo y con la situación que estaba viviendo, lo cerró de un portazo y se giró hacia su amigo que lo miraba impasible.
— ¿Qué querías decirme?
—No mucho en realidad. Tenía más interés en saber cómo estabas.
JongHyun frunció el ceño.
— ¿Me mentiste sólo para sacarme de la cama?
—Hey, detente ahí. Yo no sabía cómo estabas. Y deberías agradecerme porque si no, seguirías echado entre ese montón impresionante de basura.
—Bueno, si esperas que te dé las gracias…
—No, que tampoco creo en los milagros.
— ¿Entonces?
KiBum resopló, comenzando a impacientarse.
— ¿Podrías calmarte un poco? Te hice comida, por si no lo has notado, así que aprovecha de alimentarte mientras te cuento qué pasó.
— ¿De verdad? ¿No es uno de tus juegos?
—Que no.
Todavía desconfiando, el mayor se sentó a la mesa para prácticamente engullir lo que su amigo le había preparado.
Mientras lo observaba, Key decidió que era momento para conversar con él.
—Como te dije, me encontré con hyung hace unos días atrás.
—Ajam.
—Y pues, lo vi bien. Me comentó que encontró un buen trabajo y que su familia está excelente también.
—Me parece.
Por supuesto, Jjong quería preguntar, pero no se atrevía. Sabía que cualquiera fuera la respuesta, le iba a doler. Así que simplemente lo dejó estar.
—Por cierto… no me preguntó por ti.
¿No? ¿No le había hecho ninguna pregunta? Pero, ¡¿qué demonios?!
Asintió en silencio, la verdad es que no tenía idea de qué decir.
—Necesito que me respondas algo, hyung.
El mencionado tragó de un tirón la comida que tenía en la boca. Uh~ eso no era bueno.
— ¿Qué?
— ¿Aún amas a Onew?
Lo sabía. ¡Sabía que le iba a preguntar algo así!
—Y a ti, ¿qué te importa?
—Te estoy preguntando. Dime sí o no.
Maldición. Realmente no lo iba a dejar en paz.
—Pues…
¡Claro que sí! ¿Acaso no viste mi cara? ¿No te diste cuenta que mi vida no es nada sin él? ¿Eres tonto o te haces?
Prefirió hacerse el idiota. De nada servía ser sincero sin con eso no iba a lograr que el amor de su vida volviera con él.
—…no. He empezado a olvidarlo.
Aunque pensándolo bien… mejor dile que ya no me ves.