“Todos dormimos con nuestros fantasmas del pasado, los llevamos siempre con nosotros y tienen un efecto permanente en nuestra vida”
P.O.V Xiumin
El reloj digital que reposaba en el buró marcaba la hora en grandes números rojos que lastimaban mi vista, casi como burlándose de mí y de mi inútil esfuerzo por vencer al insomnio... cada noche era lo mismo, y estaba simplemente harto.
4:35 a.m.
Increíble, pensé, dejando escapar un suspiro que fue ahogado por un gran bostezo que nubló mi vista por algunos segundos, había pasado aproximadamente 5 horas tratando de conciliar el sueño pero simplemente me resultaba imposible, mi mente libraba una batalla que me mantenía despierto contra mi voluntad.
Aquel debate mental que se libraba en mi interior era totalmente absurdo, tanto que unas ganas tremendas de atizarme unos buenos golpes contra la pared por la frustración me invadían por completo, es que ¿qué demonios hacía yo, Kim Minseok angustiándome por cosas tan vanales?, ¿desde cuando tenía cabeza para reflexionar sobre cosas así?
Hasta cierto punto me parecía un poco estúpido que está situación abarcara completamente mi mente día y noche, pero ¿qué más podía hacer?, yo no estaba habituado a los cambios y de cierta forma eso me aterraba, de nada servía negarlo y mucho menos a mi mismo, sí esta situación lograba mantenerme despierto hasta altas horas de la noche entonces no podía ser algo tan absurdo como me parecía, podía ser entonces que toda esta pose de “Agh, pero sí es totalmente ridículo“ que había decidido adoptar desde el principio, fuera un simple escudo para que nada me afectara de sobremanera, pero entonces ahí estaba yo, sin poder conciliar el sueño por tercera noche consecutiva comiéndome la cabeza gracias a mi miedo irracional al cambio.
Suspiré totalmente frustrado, cerré los ojos fuertemente como sí de esta manera todo lo que se encontraba a mi alrededor fuera a desaparecer. En realidad no quería que todo desapareciera, simplemente quería que todo volviera a la normalidad y con esto me refería, que aquella relativa estabilidad emocional que alguna vez me había caracterizado, volviera a mí.
Todos los que me rodeaban creían que yo estaba bien, que mi vida era perfecta, que no importaría que pasará, una sonrisa siempre iba a estar presente en mi rostro, y claro era más fácil creer que nada sucedía, por que de igual forma a nadie le hubiera importado realmente.
¿Qué estaba sucediendo conmigo? No lo sabía y tampoco me interesaba saberlo realmente. Simplemente pensar en todo aquello me ponía nostálgico y hacía que un terrible sentimiento de impotencia me sobrecogiera, me sentía vulnerable pero no quería que nadie descubriera ese aspecto de mí, me haría ver como alguien débil y yo no lo era.
Una lágrima rodó por mi mejilla seguida de otra, un grito de frustración interrumpió la tranquilidad que reinaba de la habitación.
Odiaba llorar, lo odiaba realmente, por que era otra forma de revelar mi debilidad interior a los demás, pero no sólo eso, demostraba que tan roto y devastado estaba realmente y entonces ¿De que servía que los demás vieran todo aquello si realmente no les interesaba? ¿De que servía que se dieran cuenta de todo lo que pasa en mi interior si nada podría cambiarlo?...¿De qué servía?
Cedí ante las lágrimas, las cuales caían por mis mejillas dejando un húmedo rastro detrás de ellas, por hoy, me había cansado de aparentar estabilidad, me había rendido ante los fantasmas del pasado, ante todas aquellas desilusiones que me atormentaban día a día, que me perseguían en mis sueños, que me sofocaban.
La vida no podía ser algo como esto, ¿Dónde estaba aquella vida de ensueño que plasman en todos esos estúpidos doramas y películas en donde todos eran sonrientes, tenían amor y todo salía de maravilla? Todo eso era irreal, nadie es completamente feliz, son simples apariencias y yo más que nadie lo sabía pero...¿de eso se trataba la vida entonces? ¿De aparentar?
Que ridiculez.
Estaba harto, harto de todo, pero nada podía hacer en este momento y menos sí me la pasaba llorando como un idiota debajo de mis cobijas.
Sequé las lágrimas que seguían brotando de mis ojos y me levanté de la cama que se encontraba completamente revuelta, el piso se encontraba helado y mis pies descalzos se entumieron apenas tuvieron contacto con el, mi piel siempre había sido muy sensible, camine despacio hasta el cuarto de baño y encendí la luz.
Lo que vi en el espejo no me gustó para nada, mi rostro estaba totalmente enrojecido por el llanto y tenía unas grandes ojeras que resaltaban que no había dormido nada, enjuagué mi cara con agua fría y respiré profundo.
No me gustaban los cambios en lo mínimo, pero tenía que afrontarlos
Después de todo, entrar a una nueva universidad no podía ser tan malo, sólo se trataba de un nuevo lugar, un nuevo ambiente, nuevos compañeros...sólo era un.. cambio.
Suspiré derrotado, eran las 5:00 a.m y debía empezar a prepararme para el primer día de clases, encendí la ducha y me introduje en ella, tenía que relajarme aunque fuera un poco.
Tenía la ligera sospecha de que sería un día realmente duro.