Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El silencio por Lyon

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, por lo cual pertenecen a sus respectivos autores. Yo solo les tomé prestados.

Notas del capitulo:

¡Bueeeenas! Si estás leyendo esto es porque me diste una oportunidad, y de verdad, ¡muchísimas gracias! Hace mucho tiempo que no vuelvo a escribir, quizás meses o quizás mucho más, pero mucho tiempo ha pasado.

Estoy rozando otro estilo de escritura y... solo espero que les gusten. ¡Se aceptan sugerencias, latigazos y zapatazos!

Su nombre no era más que un dato insignificante de lo que se avecinaba. Una palabra que inducia al miedo, a la guerra y al caos resumía lo que estaba por venir, la discordia.

Para ellos no era más que el desencadenante de esos problemas que llevarían a la desesperanza. Una excusa más en aquel mundo gris para querer matarlos, palabras vacías y pensamientos entrecortados. Una historia que jamás cobraría sentido.

Le miraron aterrorizados, su mirada buscaba ayuda y mostraba desconcierto. La punta de la espada amenazó su cuello que comenzó a sangrar tras el prohibido contacto de su piel con el acero desconocido. Un escalofrío recorrió su cuerpo antes de que cuatro palabras cicatrizasen en su mente, inentendibles.

"Es de los nuestros."

No era un día tan importante, no era navidad, ni carnaval, ni pascuas. No era un día bonito, casi ni llovía pero el calor era sofocante y aun así nadie estaba en la playa, ni en las piscinas, ni en la calle. No era un día ruidoso, no había jaleo sobre el asfalto, ni coches, ni motos. Ni niños en la cuna llorando.

Hoy no había sonado el traqueteo amargo sobre las vías del tren, ni a las nueve, ni a las diez, ni a las otras diez.

Hoy no era un día tan importante, era el holocausto de la humanidad.

Él cerró los ojos con fuerza, se mordió el labio acompañado del armonioso sonido del llanto, sus ojos cobraban ahora vida, derrochándola por sus mejillas… Y lo aceptó, y lo negó. Para poder entenderlo, había que empezar de cero.

Un día en el pasado

A él le gustaba su trabajo. Recibía los nuevos días con una sonrisa y se decía a sí mismo la nueva oportunidad que obtenía, para él, despertarse era nacer de cero y dormir era morir un día tras otro. Era un fénix, era inmortal porque aún no estaba muerto, era… simplemente uno más entre mucha gente con una historia entre miles. Y por eso, a él le gustaba su trabajo, porque podía conocer gente nueva y ver la sonrisa de los demás.

Moo’s no era una empresa muy grande, ni importante. No era sofisticada, tampoco demasiado interesante. Pero para Naruto lo era todo, era refrescante, alegre y embriagadora. No eran cuatro paredes que le encerrasen, se sentía libre pese al pequeño espacio que tenía la tienda, pese a que el mostrador apenas le dejase moverse bien y pese a que hubiese pocas sillas en el interior donde sentarse.

Cuando el sonido de la campanita resonaba con timidez en la entrada, él se giraba y les saludaba muy sonriente. Les escuchaba y les entendía, no a las palabras, sino a las miradas, a los ojos de aquellas personas que pasaban el umbral. Moo’s no vendía dulces, tampoco fideos, ni platos. No era de joyería, ni de ropa; Moo’s vendía batidos y fraps, hacían café y chocolate.

Como era de esperar, su día a día, Naruto dejó la chaqueta tras pasar por la puerta que designaba el cuarto del personal. Era muy pequeño, pero tenía un lugar donde colgar su fina prenda. Se cambió también, dedicándole a su compañera un saludo. El delantal de Moo’s era verdoso y le daba un aire a camarero, la gorra era del mismo color y ponía en grande el logo del local. Era un local pequeño, aunque eso ya lo sabéis, pero la popularidad era grande. Moo’s era un niño que crecía poco a poco, al igual que Naruto.

- ¿Qué tal por la mañana? ¿Vino mucha gente? – Preguntó apoyado sobre el cristal del mostrador. Se podían ver algunos dulces, pues los batidos se hacían con helado, nata, y dulces de todo tipo. Pero ellos no vendían los dulces, vendían los batidos.

- Que va… Siendo verano la gente debería entrar. – Comentó su compañera observando los profundos orbes azulados del rubio. Su nombre era Sakura.

La tarde comenzaba con fuerza, el ambiente cálido se arrastraba tras las pequeñas puertas del local, inundándolo. Pero ellos lo combatían con esfuerzo con el aire acondicionado que habían instalado, comenzaba una lucha entre el frío y el calor. Una batalla silenciosa y desapercibida.

Naruto se estiró perezoso sobre el cristal, pegando sus mofletes contra este y restregándose. Las formas y caras raras que hacía le ocasionaban gracia, aunque detrás de él alguien parecía no reírse tanto.

- ¡¡Naruto!! – Gritó la pelirrosa. - ¡Qué lo ensucias! – Y antes de que el rubio pudiese quejarse recibió rotundamente un golpe en su cabeza. Una lagrimita se asomó por su ojo y se disculpó. Hoy sería un día aburrido.

Poco a poco la esperanza volvió a aparecer en ellos dos cuando un grupo de estudiantes entró. Naruto sirvió felizmente los batidos, cuando a él le tocaba hacerlos siempre aprovechaba para hacer algunas… tonterías.

- ¿Tu nombre? – Preguntó sonriente a una chica rubia.

- Ah… Eh… Alex… - Murmuró con muchísima timidez.

Él le respondió con una sonrisa y escribió bajo el “Oreo” y una “X” el nombre de la chica, que se sonrojó de forma inmediata cuando él le respondió con un gracias y esbozó su más sincero gesto. Dibujó en cada vaso un animal, a una le hizo un gatito, a otra un conejo y cuando los terminó los entregó. Las sonrisas de las estudiantes y el pequeño acto hizo que él no dejase de sonreír.

Le hizo feliz, de algún modo, hacer felices a los demás. Quería hacer lo que pudiese, si no podía alegrarles el día de otra forma, lo haría dibujando y escribiendo cosas especiales en un vaso que acabaría en la basura… Porque eran de plástico y siempre se los llevaban. Además, ¿quién diablos colecciona vasos de plástico? … Vale, tal vez Naruto y tal vez, quién sabe, tú.

Llegó una pareja. Cuando la campanilla sonó, el chico de ojos azules saludó con total tranquilidad a los nuevos clientes. Dos chicos pelinegros miraban curiosos a su alrededor, sus ojos oscuros delataban la inseguridad de nunca haber estado aquí. El rubio se les quedó mirando, ellos nunca habían estado aquí… porque si hubieran estado alguna vez aquí, se acordaría de sus orbes oscuros, de su cabello azabache, de esa sonrisa burlona que el menor tenía ahora pintada en la cara.

- ¡Bienvenidos! – Repitió con más energía. - ¿Han decidido de qué quieren el batido?

- Eh… sí. – Comentó el mayor cuando quién parecía ser su hermano se decidió por la mezcla. La orden fue lo que menos le importó a Naruto, él aún mantenía su mirada fija en el más bajo, casi quedándose ensimismado.

- ¿Vuestros nombres? – Preguntó, era la excusa perfecta para que el azabache le diese su nombre.

- Sasuke. – Dijo uno.

- Itachi. – Le siguió rápidamente el otro. Sí, deberían ser hermanos, se parecían hasta en la forma de responder.

El rubio sonrió satisfecho apuntándolos. De vez en cuando ladeaba su rostro y se quedaba mirando a ese tal Sasuke, pero como debía ser profesional… terminó de llenar ambos batidos y los entró con su cálido gesto. A Itachi, terminó por dibujarle algo parecido a un dragón, vale que dibujar no era lo que mejor se le diese, ¡pero el dibujo estaba muy bien! Por otro lado… A Sasuke no le dibujó nada, ni le escribió alguna frase en especial. Sí que escribió algo, puso lo más pequeño y legible que pudo su propio nombre, puso “Naruto”.

Aunque solo le miró confuso, terminó de pagar los pedidos y ambos se marcharon como si fuese algo común. - ¡Vuelvan pronto! – Fueron despedidos por aquel chico que había esperado algo más. Este bajó la mano, borró de su rostro la sonrisa y se mordió el labio inferior. Todo eso en pocos segundos, “había esperado más”.

- ¡Oye! No holgazanees… - Murmuró la pelirrosa observando a su amigo. – O esta noche no te invitaré a comer tus fideos favoritos. – Añadió encogiéndose de hombros.

- ¡Claro, señora! ¡Discúlpeme! – Gritó de repente el chico.

Sakura rió ante la energía que había sacado de golpe, como limpiaba la tienda y como corría de un lado a otro casi tropezándose. Eso último le había asustado, pero no pudo evitar sonreír. Y es que… tal vez el rubio debería comprenderlo, quizás disfrutarlo. Un último día en aquella realidad que conocía, tal vez, unos últimos fideos.

- ¿Lo viste? – Itachi enarcó una ceja. – Te estaba sonriendo, Sasuke, oh… ¿Y si le gustas? – Terminó por decir sonriendo ladino.

- Itachi, no estoy para bromas hoy.

- Nunca lo estás. Si es por aquello, dalo por acabado, nos vamos mañana. Quizás podrías aprovechar y… -

- Y nada. – Cortó repentinamente su hermano. Una expresión dolorida se reflejó en su rostro y su hermano supo inmediatamente que aún se encontraba mal.

Aunque el coche temblase lo que temblase por la mal asfaltada carretera y su padre se encontrase conduciendo, aunque fuese un tabú para su familia… Aunque aquel cariño nunca hubiese existido, al menos, nunca se hubiese visto, Itachi le abrazó. Le pegó a su cuerpo y le acarició la cabeza susurrando que todo iba a estar bien… Esperó que le separase bruscamente, que le insultase por ser sentimentalmente débil, pero el pequeño sollozo de su hermano borró esos pensamientos. Lo había pasado mal, juraría que ese tipo lo iba a pagar.

Antes de separarse de él, observó cómo llevaba en la maleta casi a la vista el vaso de aquel chico. Sonrió, solo se habían visto una vez y el “frívolo”, como solían decir, Sasuke Uchiha se había quedado pensando en el rubio, si no, no comprendía porque llevaría el vaso consigo y encima oculto.

- ¿Y si le gustas?

- Itachi, no me obligues a pegarte.

Su hermano solo se rio empujándole hacia atrás con dos dedos y un golpecito en la frente. Recibió una mueca como respuesta y él solo desvió la mirada, si su padre veía todo esto les castigaría pues en su familia, el amor fraternal como tal no existía ni debía existir.

- ¡Nos vemos, Naruto! – Se despedía alejándose su compañera. Como él debía agradecerle la invitación se despidió de ella, era lo menos que podía hacer… por ahora.

Cuando la delgada figura desapareció entre una fina línea oscura, dejó escapar un suspiro. Cerró los ojos en medio de la calle, a estas horas solo pasarían por ahí borrachos y eso no le preocupaba. Pensó en aquel pelinegro inevitablemente. Sacudió la cabeza sin entender por qué se había quedado pensando en él.

Imaginando que el cansancio le estaba afectando, se volvió el dirección a su casa. El silencio de la noche no era nada comparado con el terror nocturno que acechaba en los cuentos populares para asustar a los niños. Pero para el rubio, cuando ningún tipo de sonido se emitía, la noche era aún más aterradora que el mismísimo rey del terror. Era un infantil.

Varios metros más delante de un miedoso rubio, se encontraba una farola. Una pequeña falla empezó a hacerla apagarse y encenderse. Bajo la tintineante luz de la bombilla, alguien se mecía de un lado a otro, arrastrándose. Naruto no le hizo mucho caso, para él un hombre a estas horas por la calle era un borracho más. A él le daba más miedo el silencio aterrador en una oscura noche.

Había una tercera persona. La sombra se giró pesadamente hacia el tercero, o la tercera. Esa persona caminaba con normalidad como hacía nuestro protagonista, se dirigía a su casa probablemente y chateaba por el móvil que mantenía en una de sus manos. Ambas personas seguían caminando.

Lo que nadie esperaba, es que la sangre sacudiese la visión del rubio. Cuando la chica se acercó a esa sombra tambaleante, su teléfono resbaló y Naruto se acercó más rápido a ayudarla.  Obligaba a agacharse, cayó sobre ella la segunda persona. El chico de ojos azules se quedó estupefacto, los gritos de aquella mujer no le hacían reaccionar. La bandolera que llevaba al hombro cayó al suelo emitiendo un sonido muy leve.

Si sus ojos no le engañaban, la carne desgarrada estaba siendo devorada. El cuerpo cayó como un despojo al suelo, y la sombra se avalanzó finalmente sobre este, como un león devorando a su presa, todo a su alrededor parecía haber desaparecido… Hasta que se cometió el peor error, Naruto gimió por el susto, recuperando el aire de golpe, emitiendo un sonido que llamaría la atención de aquella persona.

Lo vio acercarse hasta él, en un acto reflejo retrocedió varios pasos atrás pero una piedra le hizo tropezar de espaldas. Notó como su cuerpo temblaba y como el gruñido de aquel ser inundaba sus oídos. Cerró los ojos con fuerza y con mucho miedo. Vamos, reacciona, ¡reacciona! Vas a acabar como ella si no… si no reaccionas… Pensó para sus adentros.

Lo notó más cerca, escuchó el ruido de sus pies al arrastrarse por la dura acera muchísimo más cerca. Tuvo miedo y aun así abrió los ojos para dejar que varias lágrimas escapasen de estos. Una persona podría haber salido corriendo, pero para él, que estaba tan cerca de la escena, para él, que su cara tenía pequeños rastros de la sangre de aquella mujer, para él… que nunca había visto como alguien mataba de esa forma a otro ser humano… para él era imposible reaccionar.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).