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El Hijo de Milo por Aurora Execution

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertencen. Son Propiedad de Masami Kurumada.

Notas del capitulo:

Primera parte.

- ¡Jajajaja! ¡Papá, papá! Lo logré ¡está volando!

 

El barrilete se elevaba sobre su cabeza, el viento que acompañaba a ese bello y celeste día de primavera, era ideal para que, después de varios intentos fallidos, el barrilete en forma de rombo cediera su caprichoso andar.

 

- ¡Excelente hijo! Ya puedes dominarlo, ahora suelta un poco más el cordel, así se elevara aún más – Le gritó el hombre con las manos a un costado de sus labios, haciendo de megáfono. Él se encontraba a la sombra de un árbol, junto a su esposa.

 

El parque, ese día, estaba lleno de parejas jóvenes, y no tanto, de niños y adolescentes que disfrutaban de las caricias que el Astro Rey les regalaba.

 

- Es un bello día ¿No lo crees? – Volteó a observar a su bella esposa, el cabello largo danzaba invitado por la brisa.

 

- Cam sí que se divierte…Me gusta verlo feliz, estuvo batallando con ese barrilete toda la semana – Dijo sonriente la mujer, hermosa ella de piel blanquísima y ojos azules profundos.

 

- Si, lo he visto intentarlo en el jardín de la casa, en cada que el barrilete caía parecía alentarlo más a seguir, estaba seguro que hasta no conseguirlo no iba a descansar, es muy testarudo cuando se lo propone.

 

- ¿Por qué será que me hace acordar a alguien…? – La joven mujer rio por el gesto aniñado de su esposo – eso lo sacó de tu familia, en la mía siempre fuimos más tranquilos.

 

- Aburridos…

 

Las risas de su hijo se alejaban un poco, mientras corría para alzar vuelo. A pesar de verla sonriente, la notó distraída, lejos del paisaje, o del mundo en sí.

 

– ¿Sucede algo?

 

La mujer sintió los ojos de su marido, desnudándola.

 

- No, o tal vez… Es un día extraño, algo está por ocurrir…

 

- ¿Hoy? No lo creo así, tan bello día… ¿Qué podría perturbarlo?

 

- Tal vez solo sea una sensación, no me hagas caso… – Sus pensamientos fueron interrumpidos por la risa de su niño.

 

- ¡Oh! ¡Se ha ido lejos! ¡Papá mira cuan alto va!

 

- ¡Ten cuidado hijo, no te alejes demasiado!

 

- Cálmate amor, estas muy tensa. Deja, le ayudare a regresarlo, y nos iremos a casa – Besó su frente en cuanto se puso de pie.

 

Ella lo supo en cuanto vio el cielo, algo sucedería…

 

El viento comenzó a formar un remolino en el medio del parque, las hojas vibraban atraídas por la corriente que se formaba y el cielo comenzaba a poblarse de nubes. Tal vez la sensación que sentía su mujer no era más por la tormenta que se aproximaba, pero… ¿Tan de repente? Las nubes se formaban cada vez más negras y el viento soplaba cada vez más fuerte.

Las personas comenzaron a abandonar el parque, ahuyentadas por la próxima tormenta, su hijo aún batallaba por enrollar el cordel del cual se sujetaba su preciado barrilete, pero el viento se supo vencedor en cuanto el hilo cedió y el pequeño rombo se perdió entre los árboles y las nubes, soltó una inocente grosería y sus ojos se llenaron de lágrimas. Había pasado días armándolo junto a su padre.

La tormenta de viento se intensificó y el cielo comenzó a formar rayos y relámpagos que lo asustaron, el hermoso día había desaparecido, dando lugar a uno de terror. Corrió en dirección donde recordaba, se encontraban sus padres, pero los rayos lo habían inmovilizado, estaba temblando y lloraba, deseaba que su padre llegara pronto y lo acunara en sus brazos.

 

El cielo resonó con intensidad y la oscuridad se apodero del lugar, nadie ya quedaba allí, su mujer se encontraba inquieta y él no encontraba a su hijo, debían irse, la sensación de que algo sucedería también se apodero de su ser. Se quedó inmóvil en cuanto vio un enorme remolino oscuro y lleno de relámpagos, parecía un portal, el miedo lo embargó cuando vio a su hijo luchar contra esa extraña corriente de energía que parecía succionarlo, se tomó unos segundos de estupefacción, mientras oía los alaridos de su mujer y el llanto de su hijo, corrió, como nunca lo había hecho, alcanzó a sujetar su mano mientras ese extraño portal comenzaba a devorarlo.

 

- ¡Papá, papá ayúdame! ¡Papaaaaaaaaa!

 

La presión fue más y la pequeña manito de su niño se deslizó de sus dedos, tropezó, se levantó y corrió, tratando de alcanzarlo nuevamente, trato de saltar, y volvió a caer impotente viendo como ese agujero engullía a su hijo.

 

- ¡PAPÁAAAAAAAAAAAAAAAA!

 

- ¡CAMUSSSSSSSSSS!

 

**********

 

Saga y Aioros caminaban por el sendero que los llevaba al pequeño lago junto al Santuario, era un hermoso lugar para relajarse, y donde solían nadar de pequeños. Las guerras habían terminado, los Dioses los habían perdonado y regalado el privilegio de vivir nuevamente.

Ellos, tanto como sus compañeros habían decidido seguir al servicio de Athena y el Santuario, pero debido a la calma reinante, todos gozaban de tiempo libre.

 

Los dos Santos llevaban unos meses de salir, después de pulir asperezas y diferencias, después de tanto decir y perdonar, los sentimientos que ambos guardaban desde la niñez, no habían desaparecido, por lo que no fue sorpresa cuando anunciaron su noviazgo.

Justamente deseaban tener un momento para ellos, sentarse a la sombra de un árbol mientras escuchaban el fluir del agua, o nadar también se les hacía agradable, ya decidirían que hacer primero, lo importante era estar juntos.

 

De repente sintieron una fuerte corriente que los paralizó, una variación demasiado poderosa en el cosmos, como si el tiempo y el espacio se mezclaran por un momento, lo siguiente fue una pequeña estrella fugaz, que desapareció tan rápido como había aparecido.

 

- ¿Qué fue eso? – Dijo alarmado Aioros.

 

- No lo sé, ¿Algún enemigo? – Dijo Saga, poniéndose en alerta ante cualquier amenaza.

 

Rastrearon hasta el menor cosmos, tratando de encontrar al enemigo, pero nada. Todo había pasado tan rápido que pensaron, fue producto de su imaginación. ¿Pero por qué lo habían sentido ambos entonces?

 

- Creo que deberíamos revisar los alrededores, esa estrella no cayó lejos del lago – Saga suspiró, adiós al momento de paz con su novio.

 

- De acuerdo, vamos.

 

Y así ambos se dispusieron a explorar el lugar. Iban a darse por vencidos cuando un sonido los alertó, provenía de un árbol, justamente donde pensaban recostarse, se acercaron lentamente.

El sonido se transformó en unos claros sollozos de un niño, ambos se observaron, diciéndose mentalmente que debían tener cuidado aun. Estaban a escasos pasos del árbol cuando pudieron ver un bultito del cual lo más llamativo era la roja cabellera, volvieron a observarse, ese color de cabello solo lo habían visto una vez, y le pertenecía al Santo de Acuario. El niño lloraba abrazado a sus rodillas y con el rostro enterrado en ellas, Saga fue el que se hincó para hablarle.

 

- Niño ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras? – Trató de sonar amable para no asustar al pequeño.

 

Pero en cuanto el niño levantó su rostro algo asustado por los desconocidos, tanto Saga como Aioros contuvieron el aliento por un instante. Los ojos del pequeño eran de un color turquesa y de un brillo tan único, la mirada en sí, el rostro, el color de piel… ¿Qué estaba sucediendo aquí? Ese niño era idéntico, salvo por el color de cabello, a…

 

- ¿Milo?

 

**********

 

Escorpio estaba frente a la entrada del Onceavo Templo, debía hacerlo, debía o moriría en el intento, pero necesitaba hablar, ya no soportaba la idea de escucharlo decir amigo, de decirle mejor amigo, cuando en realidad quería tirarlo a la cama, desnudarlo y hacerle el amor hasta el hartazgo, mientras le decía cuanto lo amaba. Camus había dejado hacía mucho tiempo de ser solo su amigo, de tener sentimientos fraternales para con él. Tonto se sabía, el sentimiento explotó como bomba atómica sobre su ser, en cuanto sostuvo el inerte cuerpo del aguador, después de la batalla con los bronceados, aun así, mantuvo la compostura en todo momento, había preparado el cuerpo y había llevado el cajón, junto con Hyoga y Aioria, pero cuando el último rastro de tierra cubrió por completo lo que alguna vez fue la persona que más admiraba en el mundo, se dejó vencer por el dolor, cayó de rodillas y las lágrimas explotaron mojando la reciente tierra, y gritando a los cuatro vientos que le perdonara, que lo amaba y que lo respetaría por siempre.

Y eso hizo, su cuerpo fue sellado para siempre, el luto tuvo poco de tranquilidad con la Guerra Santa contra Poseidón, frustrado por no poder ayudar, debía permanecer en el Santuario… Y luego de un tiempo como burla de los Dioses, los puso en contra, él Dorado, aquel Purpúreo, y dos almas completamente rotas… Luego de saberse la verdad, no tuvo tiempo  siquiera de pedirle disculpas, y robarle el beso que ansiaba…

Todo aquello parecía tan lejano ya, había pasado un año desde la Guerra contra Hades, le había pedido disculpas a Camus, el acuariano había hecho lo mismo y volvieron a tener la amistad de antaño, pero no, ya era suficiente, se la jugaría el todo por el todo, rechazado o no, le haría saber a Camus cuanto lo amaba.

Avanzó con pasos firmes internándose en el Templo de la Vasija, buscando a su morador, sabía que lo encontraría en la biblioteca, Camus pasaba la mayor parte del día allí. Elevó un poco su cosmos para anunciarse y Camus le respondió enseguida, efectivamente estaba en la biblioteca.

 

- Buen día Milo ¿Qué te trae por aquí? – Camus llevaba una túnica color azul con bordes plateados, resaltando su belleza innata, el caballero de los hielos no era de los que se preocupaba por verse bien, pero, cierto era que no lo necesitaba, usara lo que usara, siempre se veía elegante y bello.

 

El octavo guardián contuvo el aliento. Era ahora o nunca.

 

- Buen día Camus, necesitaba hablar contigo, es algo importante, al menos para mí, y realmente necesito decírtelo… yo espero que lo tomes a bien, y no espero una respuesta inmediata, solo que ya no puedo guardármelo por más tiempo y creo que como no debe haber secretos entre nosotros ha llegado el momento de confesártelo… – Largo el aire después de hablar. Camus se extrañó por ese comportamiento.

 

- Cálmate, ven vamos a sentarnos al sillón, te ves muy nervioso – Tomó la mano de su amigo y ambos se ubicaron frente a frente, no le soltó la mano en ningún momento – ¿Qué es eso tan importante?

 

Las palabras ya no salieron, se atoraron en la garganta todas juntas, pugnando por salir desbordadas, en lo único que se enfocaba su mente era en esos labios finos y pálidos, que seguramente serían suaves y deliciosos, fríos, como todo él. Las palabras no salieron, pero su cuerpo se movió, cerró los ojos, apretó la mano de Camus y dejo que sus labios rozaran los de su compañero.

 

Camus se tensó y al mismo momento apretó con fuerza también la mano de Milo, no hizo ningún movimiento mientras los labios ajenos se deslizaban por los suyos. Un segundo después Milo se apartó desviando la mirada y apretando aún más su mano. El silencio se instaló en ambos hasta que el escorpiano tuvo las fuerzas para volver a enfrentar sus miradas. Camus vio en esas turquesas el anhelo y el amor que sus labios le trasmitieron, había comprendido a la perfección que quería decirle Milo, pero necesitaba oírlo para darle una respuesta.

 

- Fui un tonto en guardarme este sentimiento por tanto tiempo, quiero estar a tu lado, ya no más solo como tu amigo, sino que también quiero amarte como tú lo mereces… Te amo Camus de Acuario.

 

- Soñé muchas veces con este día… siempre te sentí inalcanzable, porque eras un alma libre, porque brillabas con intensidad contagiando con tu luz a todos a tu paso, y yo me sentía incapaz de arrebatarle eso al mundo – Acarició su rostro – Los demás te pensaban un libertino, una mariposa que va de flor en flor. Jamás te vi de ese modo, que fueras alegre no te hacía un libertino, más bien para mí eras un seductor… Y es esa la razón por la que me enamore de ti… eres luz, hermosa y pura, y que me consideres tu mejor amigo, me da orgullo… Sé que nunca te lo he dicho, pero necesito hacerlo, te sinceraste conmigo, yo quiero hacerlo contigo.

 

- Camus…  – Estaba sumamente conmovido por las palabras de su amor – Entonces, ¿tú también me amas?

 

- Al parecer…

 

Se sonrieron, y juntaron sus labios ahora si en un verdadero y bello beso, abrazados como estaban podían sentirse temblar por el contacto que habían anhelado desde siempre. Un momento después juntaron sus frentes mientras las emociones se tranquilizaban.

 

- Cam… ¿Me lo dices?... Quiero oírlo…

 

El Onceavo guardián sonrió quedo.

 

- Te amo Milo de Escorpio.

 

**********

 

- ¿Milo?

 

- ¿Conocen a mi papá? ¿Dónde está? – Dijo desesperado el niño, los jóvenes Santos estaban cada vez más horrorizados.

 

- ¿Cómo te llamas pequeño? – Preguntó Aioros.

 

- Camus… Recién nombraste a mi papá, Milo es mi papá ¡¿Dónde está?!

 

Saga casi se desmaya, Aioros se puso pálido. Esto estaba jodido ¿Milo había tenido un hijo? Y lo peor de todo, había tenido la desfachatez de llamarlo Camus…

 

- Esto es imposible… ¿Qué sucede aquí? – Saga no caía de su asombro. Camus era una de sus más queridos amigos, y conocía los sentimientos que le guardaba la escorpiano ¿Cómo reaccionaría ante semejante noticia?

 

- ¡Por favor respondan! Estaba en el parque con mi papá y mi mamá, luego un agujero me llevo lejos ¿Dónde están ellos? – El pequeño Camus rompió en llanto una vez más, desesperado por no encontrar a sus queridos padres.

 

Algo aquí no cuadraba.

 

- ¿Cuántos años tienes Camus?

 

- Cinco… Ayúdenme a encontrar a mis padres.

 

- Lo haremos, ven acompáñanos, creo saber dónde se encuentra tu padre – Aioros observó confundido a Saga, este tenía su rostro severo, algo molesto.

 

- ¿Qué piensas hacer Saga?

 

- Si este niño es hijo de Milo, debemos llevarlo con él y que dé explicaciones, es una falta total de respeto al Santuario, y…

 

- Y también hacia Camus, ¿No es así? Ellos dos no tienen nada.

 

- Ellos dos se aman. Que falta de consideración de ese alacrán.

 

El niño los observaba pero no entendía absolutamente nada de lo que decían, por lo visto hablaban de su padre, pero que amaba a…

 

- ¡Oigan! Mi papá está casado con mi mamá y se aman mucho, no es falta de respeto – Saltó furioso el pequeño, sus ojos refulgieron con intensidad. En esos momentos no había diferencia alguna con Milo, era claro que ese niño era su hijo.

 

- ¿Cómo se llama tu madre? – Saga estaba perdiendo la paciencia.

 

- Camille, mi mamá es muy bella, es profesora de literatura e historia, siempre está leyendo algún libro, me lee mucho a mí. Mi papá dice que no hay nada más bello que el dulce acento francés de mi mamá.

 

Esto ya era el colmo… Solo en ese momento volvieron a caer en el detalle del cabello rojo del niño.

 

- Y supongo que tu mamá tiene el cabello rojo ¿No es así?

 

- Si, y largo, es muy suave y hermoso.

 

-¡¿Pero es que acaso Milo se volvió loco?! – Saga estalló, no podía imaginarse lo retorcido de buscar una mujer igual a Camus en nacionalidad y apariencia, para satisfacer sus necesidades.

 

- Cálmate Saga, debe haber una explicación – Trató de calmarlo su novio.

 

- ¡Oh! Claro que la habrá, ahora mismo iremos con ese bicho lujurioso y desvergonzado.

 

Tomó de la mano al pequeño y caminaron rumbo a las Doce Casas.

Notas finales:

Espero sea de su agrado. Trataré de subir el siguiente capitulo en estos dias. Gracias por leer. 


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