Eso que no puedo decir
-“Simplemente estamos saliendo, ¿qué hay de raro en eso?”
Las palabras de Miyuki eran ciertas, no había rastro de mentira en ellas; tal vez si la pregunta de Kuramochi hubiese sido más precisa, quizás, Miyuki no hubiera sido tan ambiguo en su respuesta, y seguramente ninguno de los allí presente estaría emocionalmente conmocionado por semejante noticia. Miyuki no se molesto en aclarar nada; era consciente que varios de sus compañeros lo malinterpretarían y se harían la idea equivocada, pero, quien era él para sacarlos de su error. Estaba disfrutando del espectáculo que género su declaración, verlos enmudecer por algo tan trivial e insignificante como aquello era algo divertido de ver; tuvo que hacer usu de toda su voluntad para no estallar en carcajadas.
-“Si eso era todo me retiro, Eijun me está esperando para desayunar –mintió- , y no quiero hacerlo esperar demasiado”-
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Debía apresurarse y salir cuanto antes del lugar; no era ningún ingenuo, sabía lo que causaría al decir aquello y sin embargo no pudo evitarlo, las palabras salieron de su boca como si de aire se tratara, y, cuando comprendió lo que hizo y la intencionalidad que había oculta en ello (ya sea consciente o no), una oleada de arrepentimiento (?) lo invadió, ¿qué iba a hacer si todo llegaba a oídos del propio Sawamura?. El pitcher no era muy veloz para comprender ese tipo de asuntos, pero no era ningún ingenuo, tarde o temprano se daría cuenta y siendo como es (un completo y lindo idiota) seguramente lo malinterpretaría también. Debía darse prisa y encontrarlo. En eso estaba Miyuki cuando al abrir la puerta para salir del lugar a lo lejos diviso a un aturdido Sawamura.
-"Mierda"- pensó, para luego lamentarse.
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Esa mañana se quedo dormido, para su mala o buena suerte ninguno de sus senpais lo despertó; y maldiciendo todo lo mal decible se apresuro a levantarse y vestirse con lo primero que encontró en el camino. Sin importarle su apariencia salió hecho una fiera dormitorio.
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-“Simplemente estamos saliendo, ¿qué hay de raro en eso?”
Tras oír aquello detuvo sus pasos a mitad de camino, su mano aun sostenía la puerta que se encontraba apenas abierta. Las palabras de Miyuki mas que sorprenderlo le dieron miedo; miedo de sus pensamientos y sus propios sentimientos. No quería profundizar y pensar demasiado en ellos, encontrar la respuesta le producía un vértigo incompresible. Le gustaba pasar tiempo con él, lo encontraba agradable aunque la mayoría de las veces sacara a relucir esa personalidad tan arrogante y retorcida de la que hacía gala, y que en ocasiones le provocaba ganas de matarlo; sin embargo con el tiempo que llego a compartir con él sin saber cómo ni porque, ambos jóvenes encontraron en el otro una compañía bastante agradable; aunque en la mayoría de sus "encuentros" el silencio era el que reinaba, no necesitaban decir más, tampoco era necesario hacerlo; así como estaban se sentían a gusto.
Se alejo de aquel lugar tan rápido como se lo permitían sus piernas, sus movimientos torpes producto de los nervios y la adrenalina hicieron que cayera al piso; su cuerpo temblaba y su respiración era irregular, nunca antes había sentido tanto miedo.
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-"¿Dónde diablos se metió ese idiota?".
Sin saber a dónde ir o buscar, Miyuki se detuvo a pensar con tranquilidad. Cuando vio a Sawamura alejarse del comedor esa mañana con tanta prisa instantáneamente sintió la necesidad de ir tras él, por alguna extraña razón o motivo se encontró con la necesidad de hacerlo, tenía un mal presentimiento; sin embargo sus planes fueron frustrados por sus compañeros que de vuelta al mundo de los seres pensantes exigieron una explicación coherente y aceptable por parte de Miyuki.
Tras un severo interrogatorio a cargo de los jugadores del Seidou, en el cual no escatimaron en insultos, golpes y algún que otro reproche por parte de Kuramochi; luego de aclarar una y mil veces que entre él y Sawamura nada pasaba -para su mala fortuna-, y que todo se trato de una inocente broma de su parte lo dejaron ir. Hubo quienes aceptaron su por demás absurda explicación y otros tantos se mantuvieron escépticos en cuanto a su palabra, pues se trataba de Miyuki, y con el nada era seguro ni mucho menos lo que aparentaba ser en la superficie.
Miyuki necesitaba encontrar a Sawamura, pero de nada le serviría dar vueltas por el instituto sin saber exactamente dónde buscar; de pronto se dio cuenta que no sabía nada acerca de él, y tan pronto como le fue revelada esta verdad se sintió profundamente triste y él sabía exactamente el porqué. Creía saber todo acerca de él y comprendió ese día que estaba equivocado. Sin más opciones, decidió hacer lo más sencillo y obvio. Tomo su celular y marco su número, dejo sonar el timbre hasta dar con el buzón de voz. Corto, volvió a marcar y nuevamente el buzón; en el tercer intento del otro lado de la línea se pudo oír una voz. Se trataba de Sawamura.
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Sin saber adónde ir u ocultarse se dirigió a su dormitorio, hubiera deseado no haber despertado esa mañana y de ser posible no ir al comedor. Quería estar solo y sentir el silencio que en pocas ocasiones le brindaba la soledad de esa habitación a esa hora del día. En su cabeza la voz de Miyuki hacía eco repitiendo esas palabras que tanto lo inquietaron, se sentía un completo ingenuo por pensar demasiado en eso y darle un sentido equivocado a toda esa situación; sabía por propia experiencia que Miyuki estaba bromeando como usualmente lo hacía, pero en el fondo de su ser quería creer que sus palabras podían, tal vez, en un mundo paralelo o alternativo ser cierto; se odiaba así mimo por tener esos pensamientos por alguien como Miyuki quien no hacía más que sacarlo de quicio.” Definitivamente tengo mal gusto”, pensó para sí mismo.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el timbre del celular; lo tomo y miro la pantalla, dudando si era conveniente contestar o no. Se detuvo a pensar unos instantes. Sabía que Miyuki no desconocía sus sentimientos hacia él y el hecho de que él oyó lo que dijo esa mañana; de pronto las dudas y el miedo volvieron quitándole toda claridad a sus pensamientos. Sin saber cómo ni cuándo contesto el celular.
-¿Hola?, Miyuki-senpai.
-Sawamuraa-kun ya estaba preocupado, ¿donde estas? necesitamos hablar de algo importante.
-¿Y qué es eso importante de lo que tenemos que hablar?- dijo fingiendo ignorancia.
-De lo que paso esta mañana- dijo brevemente Miyuki.
-¿Es necesario?- dijo amargamente Sawamura.
-Sí.
Definitivamente el comportamiento de Miyuki era extraño; no había rastro de burla en sus palabras, más bien se oía preocupado. Sawamura se sentía un completo idiota por dejar que toda esa extraña situación lo abrumara, definitivamente estaba comportándose como un niño inmaduro; después de todo se trataba de algo sin importancia y no había razón para estar tan asustado, debía aclarar lo que sea que tuviese que aclararse; Miyuki no sabía acerca de sus recién descubiertos sentimiento así que no tenia porque temer. Hablaría con él y daría vuelta la página para así olvidar su fatídico día y todo lo que sentía por él. Trataría al menos de hacerlo, si bien fue hace un momento que los descubrió y reconoció como tal, era consciente que no fue hace un momento que se enamoro de Miyuki.
Guardo silencio un momento, un silencio que a Miyuki le pareció eterno; respiro profundo en un intento por calmar su atormentada mente y corazón.
-"Ven, estoy en mi dormitorio; no tardes"- Hablo tranquila y pausadamente aparentando una serenidad que no poseía; corto la llamada y nuevamente sus miedos volvieron.
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El ambiente se sentía tenso y lúgubre; sobre ambos jóvenes se podía sentir cierta rispidez. Ninguno quería comenzar a hablar, y sin embargo era mucho lo que se necesitaban decir pero no se atrevían. Sabiendo que esto no los llevaría a ningún sitio Miyuki quiso romper el incomodo silencio, que en otro momento les hubiera resultado de lo más ameno.
-"Sawamura yo... "
-Miyuki-senpai, no tiene nada que explicar- hablo Sawamura interrumpiendo a Miyuki y con una enorme sonrisa adornando su cara-; lo que dijo esta mañana, se que era una broma, no tiene que darme ningún tipo de explicación o algo parecido, sería absurdo que lo hiciera ¿no lo crees? Si eso era todo lo que quería decirme entonces no tenemos nada mas de que hablar, pero la próxima vez invente algo que sea más creíble-. En su voz y su mirada podía notarse un dejo de reproche y tristeza, decir todo aquello le dolió mas de lo que imagino.
-Eh~ Solo quería saber porque tienes esas fachas, ¿si quiera te viste al espejo esta mañana al despertar?- Se rio sin ganas- Aun así luces lindo- sonrió divertido.
-¡Cállate! ¿a quién le dices lindo?- Eijun no pudo evitar sonrojarse; avergonzado como estaba le arrojo una almohada para tratar de callarlo fracasando miserablemente en el intento.
Miyuki abrió la boca para decir algo pero volvió a guardar silencio.
Aun cuando Eijun trato de aparentar que nada de lo ocurrido ese día lo había afectado y que le resultaba indiferente, Miyuki pudo ver atreves de sus mentiras, en definitiva era un pésimo mentiroso; podía notar en él, el mismo dolor y el mismo miedo que sentía. Lo mejor para ambos era dejar las cosas como estaban, para que insistir en algo que se negaban a decir en voz alta. Haciendo acopio de su característica sonrisa, que a más de uno molestaba e irritaba, sonrió; le seguiría el juego, dejaría las cosas estar, no estaba en sus planes enredarse en ese tipo de situaciones. Le daría toda la razón a Eijun (aun cuando algo oculto había en sus intensiones esa mañana); aceptaría que todo fue un juego para cabrear a más de uno, que su intensión al decir lo que dijo era divertirse un rato, no había nada más, solo eso.
Su mente pensaba demasiado rápido sin ponerse de acuerdo; él, quien se caracterizaba por ser alguien que planificaba y pensaba demasiado las cosas a profundidad, y por ende tomaba las mejores decisiones, se encontró así mismo por primera vez sin saber sí lo que hizo y lo que estaba por hacer, era lo correcto o no; aun con sus dudas no daría marcha atrás con su decisión, dejaría estar las cosas para que el tiempo se encargara de alejarlas y consumirlas. Realmente quería hacerlo y decirlo, pero su cuerpo se negó a obedecer a su mente. No supo cuándo ni cómo, pero cuando se percato de sí mismo y sus acciones, sus brazos estaban rodeando a un confuso y tembloroso Sawamura. Se negaba a soltarlo, dejarlo ir significaría poner fin a lago que no tuvo ocasión de ser. Necesitaba tenerlo cerca, sentirlo en toda la extensión de la palabra; no había lógica en sus acciones, no le importaba no la necesitaba. Lo único que necesitaba era a Sawamura el resto ya no importaba.
Las cosas acontecieron muy rápido, y esta vez no se trato de un impulso, esta vez fue su decisión, y así como así, sin que nadie pudiera verlos en la oscuridad de un pequeño cuarto con la tenue luz de sol filtrando por las rendijas de la ventana, se besaron por primera vez dejando que sus cuerpos fueran los que hablaran por ello. Correcto o incorrecto, bien o mal, lo que sentían no podía detenerse ni desaparecer. Ahora no querían pensar mucho en ello, ahora solo ansiaban dejarse llevar por ese dulce y cálido momento.
Fin.