—Es posible que no salgamos de esta, que no regresemos. No creo que nos dejen...—comentó Noruega. No dijo más, ni espero respuesta. Era algo que ambos sabían.
La guerra había explotado hace muy poco tiempo.
Dinamarca suspiró con impotencia, estaba golpeado... Destrozando. A pesar de haber prometido, hace ya tantos años, que estarían siempre juntos, que siempre se cuidaban el uno al otro, podía comprender que las cosas, esta vez, no terminarían como esperaban. Algunas promesas simplemente no pueden ser cumplidas. Ambos lo sabían.
Vivieron tanto tiempo él uno con él otro, peleando y jugando, defendiéndose, conviviendo, que habían olvidado el sabor de la desesperación y del dolor.
Dinamarca observó a su pequeño compañero. Estaba muy herido, y era evidente que ya no le quedaban fuerzas.
Pero no podían detenerse. Los seguían, podía sentir las presencias.
Alemania está cerca, va tras ellos. No paran, caminan, corren, intentan encontrar caminos ocultos. Noruega se cae, y Dinamarca no hace otra cosa que levantarlo y llevarlo sobre su espalda. Puede sentir los sollozos del otro, las lágrimas tibias que caen sobre su ropa y los temblores que corren entre ambos cuerpos.
Pero es demasiado. Noruega llora cada vez más fuerte, y Dinamarca sólo puede contener la mitad de sus lágrimas, saben que pasará a continuación.
Alemania está a pocos pasos. Los separará, los cambiará y nada volverá a ser lo mismo.
Dinamarca cae tendido en el suelo por el cansancio y el miedo. Noruega, quien iba sobre la espalda del danés, fue quien recibió el peor golpe.
—Alejate...—susurra Dinamarca. Su cabello rubio esta sucio, su rostro manchado en sangre aquí y allá, sus ropas destrozadas y su mirada asustada, llena de dolor, miedo, impotencia y pavor.
Noruega niega con la cabeza, no quiere ni puede seguir solo... Cae uno, caen todos.
Alemania dispara, no está cerca, pero tampoco tan lejos. Lo hace solo para asustar a sus presas, para que corran, se escondan... Sufran
Dinamarca logró incorporarse lo suficiente como para tirar de la blusa de su hermano.
Acerca el rostro del menor al suyo y besa suavemente los labios ajenos. Despacio, dulce, con sabor a sangre, tierra y lágrimas. Su mano para sobre la mejilla del otro.
—Vete—Susurra...
Y Noruega obedece, tan rápido como le es posible.
Dinamarca cayó rápido ante Alemania, y Noruega logró resistir unos cuantos días más, pero gracias a la presión de múltiples ataques por parte de Inglaterra, Francia, no pudo hacer más que aliarse con Alemania.
Pasaron años sin verse, Dinamarca era un prisionero, y Noruega un aliado.
Y la guerra terminó al fin.
Noruega, con su característico semblante serio, daba pequeños golpecitos con sus dedos sobre la gran mesa donde estaba sentado, más allá, Alemania e Italia hablaban en voz baja, y Japón, mucho más alejado, lloraba en silencio a causa del dolor, que, según supuso Noruega, era provocado por las dos profundas heridas que se escondían bajo vendas sobre sus brazos.
Los aliados, Francia (medio golpeado, pero aun así con sus mejores ropas), Inglaterra, China, Estados Unidos y Rusia, no dejaban de gritarles cosas a los países del Eje, los cuales solo podían apretar con fuerza la mandíbula y las manos, sin siquiera poder responder con unas simples palabras.
Noruega, a pesar de los insultos para con él, sólo procuró buscar a Dinamarca a través de la gran sala.
La reunión duró horas...
Casi al final, las puertas se abrieron, y varios países entraron. Algunos iban con vendas, otros casi no podían caminar, y allá, al final del grupo, estaba el danés.
Los Aliados acusaron a cada uno de los miembros de ese grupo, y llamaron a otros que estaban sobre las gradas.
Noruega tuvo que bajar, fue acusado, insultado, humillado... Pero no respondió ni una sola palabra. Italia, Alemania y Japón también fueron llamados.
Los tres se pararon al frente del gran grupo: las acusaciones contra ellos fueron atroces, pero no todas eran mentiras.
Les preguntaron, casi al final de la conferencia, qué relaciones tenían con los otros países del grupo que se "unieron" a su causa... Y dijeron "Ninguna en particular, solo prisioneros de guerra".
Bueno, en realidad solo lo dijo Alemania, Japón guardó silencio, e Italia no dejó de lloriquear ni un momento.
Cuando terminó la reunión, país por país fue retirándose. Y los fuertes brazos de Dinamarca apresaron a Noruega.
"Esta muy delgado" pensó Noruega. No solo delgado: pálido, sucio, harapiento, destrozado.
— Gracias al cielo estas bien...
Las mejillas de Noruega se humedecieron rápidamente. Lágrimas silenciosas, lentas.
En todo ese tiempo, solo pudo pensar en él y en lo que sucedería a partir de ese momento...