Neville había terminado de preparar la cena hace unos minutos, ahora solo tendría que esperar a Theo. Aunque, tampoco le causaba una gran emoción verlo, o sea, lo quería mucho pero últimamente la relación se había enfriado mucho.
El chico se miro las manos en silencio, hace como un mes que Theo no le ponía un dedo encima. No lo quería solo para acostarse con él, pero... Le había falta el contacto.
Escuchó como la puerta se abría. Era Theo. El muchacho lucía cansado, dio un par de pasos y desanudo su corbata.
—Oh, hola Nev —le propinó una leve sonrisa.
—Hola, ¿cómo te fue en el trabajo? —preguntó.
—Bien, ¿y a ti? —cuestionó de vuelta.
—Bien... —respondió tratando de sonreírle.
La cena fue simple, hablaron de temas sin importancia y Theo halago la comida. Lo de siempre, una simple rutina. Hablaron en el camino a la habitación, y rápidamente se acostaron en la cama que compartían.
Había silencio en la habitación, a pesar de estar tan cerca, el contacto aún no parecía estar presente. Neville se sentía especialmente solo, y en realidad quería saber que es lo que pasaba con su pareja. Se dio la vuelta y solo pudo la espalda del de cabellos negros. Si, aquellos cabellos que tanto le gustaban. Se acercó para poder oler el aroma tan varonil que siempre desprendía.
—¿Theo? —lo llamó en un pequeño murmuro.
—¿Pasa algo? —preguntó adormilado.
—¿Puedes darte la vuelta? —cuestionó, ciertamente ni él mismo sabía lo que hacía. A pesar de la extraña petición, Theodore aceptó.
—¿Nev? ¿Qué sucede? Te ves... —extendió y la paso en la mejilla del menor—, triste —termino de decir, y con mucha razón ya que Neville parecía estar a punto de llorar.
—Yo yo... —sintió como sus ojos se cristalizaban, sentir nuevamente el contacto en su cuerpo, a pesar de que este fuera totalmente inocente, lo hacía sentir de alguna manera feliz—. Theo —titubeó para abalanzarse hacía él.
—Espera, ¿estás llorando? —preguntó con cierto desespero, cuando Neville se ponía así, él no tenía ni idea de que hacer.
—Theo, Theo... —repetía su nombre con cierta necesidad.
—¿Qué pasa? —volvía a repetir Theodore.
—Dame un beso —finalmente pidió.
—¿Por eso lloriqueas? —no pudo evitar soltar una pequeña risita—. No deberías pedirlo de esa forma, ¿sabes? yo siempre estaré encantado de... —no terminó la oración, ya que al ver a su pareja a los ojos no resistió y se acercó a darle un beso, obteniendo un sabor sumamente conocido.
—Otro —susurro el menor al terminar y Theo se lo dio sin rechistar.
Algo había cambiado esa noche, ninguno supo que fue, pero parecía que todo resultó. Continuaron así por un rato, hasta que los besos de ser suficientes. Se podía ver como la ropa comenzaba a sobrar, y ellos volvían a verse como se veían antes que la relación se enfriara.
Los gemidos en esa habitación no se pudieron disimular aquella noche.
***
—Ahora si, Nev —bostezo, apenas estaba amaneciendo—, ¿puedo saber que es lo que paso? —no le molestaba como habían pasado la noche, pero estaba claro que algo le pasaba a su pareja y él estaba totalmente dispuesto a descubrirlo.
—Yo... No sé —admitió, en realidad no sabía que lo había hecho ponerse tan sentimental, ponerse a pensar en eso ahora hacía que se avergonzara un poco—. Has estado llegando tarde a casa y además, eres distante conmigo —suspiro sonoramente—, creí que ya no...
—¿Te quería? —adivinó mientras soltaba una leve risa—. Nunca dejaré de quererte, no lo olvides nunca —lo miro fijamente mientras decía aquello, esos eran los momentos en que Neville se sentía bastante afortunado de tener a Theo. Nev se abalanzo sobre él, también jurándole que nunca lo dejaría de amar, y él le creía, porque el brillo en esos ojos realmente le decía que no mentía.
Claro, Neville si que se sorprendería cuando se percatara de la razón del porqué Theodore trabajaba horas extra.
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