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El diario de Sawada Tsunayoshi por Sinimeg

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Notas del fanfic:

Bueno, aquí otro fanfic de KHR

Antes de que Reborn apareciese en mi vida, yo era un dame que no sabía hacer nada bien, eso es muy cierto, pero al menos era feliz y tenía la esperanza de tener una vida tranquila y feliz a pesar de ser tan dame. Después llego Reborn y me hizo creer que podía convertirme en alguien mejor, pero todo era mentira, todos me admiraban, pero eso también era mentira, Hibari-san y Mukuro me apreciaban minimamente, mentira. 

Yo seguía siendo tan dame como siempre, solo que con Reborn y sus balas a mi lado parecía más de lo que era, y para cuando me dí cuenta todos adoraban y apreciaban a una ilusión de mí, incluso Mukuro, que se hace llamar ilusionista cayó en la ilusión que Reborn había creado.

 Yo, a diferencia de Dino, no sé pelear, con subordinados o sin ellos, porque para poder hacerlo me tengo que tomar unas pastillas, como si fuese un corredor que se dopa para correr más rápido. Y tampoco sé diferenciar las ilusiones de la realidad, puesto que mi "súperintuición" solo funcionaba con personas o animales. Además de descubrir que mi supuestamente única "súperintuición" es lo que otras personas llaman sexto sentido, y que no era única ni de lejos.

Así que la felicidad de ser "popular" y de tener "amigos" que se preocupaban por mi sólo me duró unos meses, cuando después de pelear con Checker face éste devolvió su forma adula a los arcobalenos (Sé que en el manga no ocurrió así diréctamente, pero aquí supongamos que sí). Concretamente cuando escuché a Gokudera alabarme delante de Yamamoto, sus palabras se clavaron como cuchillos dentro de mí: "El décimo es tán genial, aún me acuerdo cuando peleamos y me venció con su increíble estrategia, y cuando venció al inútil de Mukuro con su habilidad". En ese momento pensaba: "Pe-Pero...yo...yo no sé pelear sin las pastillas" Me costó mucho poder seguir sonriéndoles como siempre, porque ya nada era lo mismo. Ahí me dí cuenta de la cruel realidad. Perdí un trocito de mi alma ese día, y el brillo de mis ojos se apago un poco, pero tenía que seguir adelante, así que me decidí a seguir encarnando a esa ilusión.

A los 18 años Kyoko por fín se me declaró, yo estaba pletórico de alegría, y me prometí hacerla feliz de todas las maneras posibles. Le dí todo de mí, mi atención, mi cariño, la cubrí de regalos, jamás la forcé a nada y lo que ella decía era sagrado...no duramos ni un año. Ella me dejó alegando que no era el hombre que esperaba, que seguía siendo un dame. Aquel día perdí otro trocito de mi alma y el brillo de mis ojos se apago un poco más. ¿Es que acaso a nadie le gustaba el verdadero Sawada Tsunayoshi?¿Tan malo soy?

A los 20 años Hibari Kyoya se me declaró, no, más bien se declaró a esa dulce ilusión a la que todos habían cogido cariño. En ese entonces yo ya era el décimo jefe vongola oficialmente, y ya ejercía mis obligaciones. Yo intenté  complacer a Kyoya en todo y comportarme lo menos herbivoramente posible, cabe decir que yo era el uke. Pero el día que cumplíamos un año de pareja, escuché a Dino y a Kyoya hablar:

"-Kyoya tu no lo amas, deberías dejarle y así hacer las cosas menos dolorosas para ambos

-Ya lo sé Haneuma, no te preocupes, lo haré hoy

-Entonces...tu y yo...

-Sí Haneuma, podemos salir cuando quieras"

Esta vez yo ya estaba preparado, así que cuando llamó a la puerta de mi despacho no dude en dejarle pasar con la mejor sonrisa aparentemente verdadera que tenía, y casualmente, volvió a pronunciar las mismas palabras que Kyoko años atrás, solo que un poco más al estilo Kyoya.

"-Herbívoro, no eres lo que esperaba, me has decepcionado. Sigues siendo tan herbívoro como en Nami-chuu, esto se ha acabado"

Y se fué como entró, sin remordimientos. En ese momento creo que ya no me quedaba alegría alguna, ¿Es que acaso soy tan asqueroso? Es cierto que soy asustadizo, miedoso, torpe y no muy inteligente, pero soy buena persona y eso es algo que muy poca gente puede decir honestamente. Estuve bebiendo toda la noche, intentando ahogar mis penas y detener mis lágrimas, pero no podía. Maldito Reborn, maldita Vongola, maldita mafia, ¡MALDITOS TODOS!

Y aquí estoy, cuatro años después, sin ganas de vivir, con la mirada vacía y el corazón teñido de negro, y lo peor es que nadie se daba cuenta, todos estaban tan cegados con la dulce ilusión que no se daban cuenta de que estaban por matar a una persona que jamás había querido tener nada que ver con esto, pero ya saben lo que dicen, la vida no es justa y son los más vulnerables los que pagan por ello. Culpa mía por no haberme curtido más. Dino y Kyoya tienen una linda relación basada en golpes, palizas y sexo, y Kyoko está saliendo con un tipo "genial" que la pega cada vez que hace algo que no le gusta.

-Hey Dame-Tsuna ¿Tienes el informe?

-Si Reborn, espera que lo busque.

Ahora mis ojos no tienen vida, y mi voz monótona es peor que la de Fran Varia, Dios, no me puedo creer que la gente sea tan ciega como para no ver lo que han hecho conmigo. Siento los ojos interrogantes de Reborn en mi nuca y me giro, enarcando una ceja a modo de pregunta y entregándole el informe.

-Dame-Tsuna ¿Te sucede algo? Y más te vale no mentirme.

-Debe ser un catarro, nada grave- Esbozo una sonrisa, que es más bien una mueca sin vida y desganada.

Reborn solo entrecierra los ojos con desconfianza y se va con el informe en la mano. Yo vuelvo a sentarme en la silla de mi despacho, fijando mi vista en el papeleo, que ya esta todo firmado para no pensar, no pensar en el hecho de que hace años que ni Gokudera ni ninguno de mis guardianes me dirigían la palabra, ni siquiera me miraban a los ojos, y cuando les pillaba mirándome, me miraban con rabia, enojo y reproche, como si hubiese sido yo el que les hubiese obligado a unirse a la mafia, cuando yo era el primero que no quería hacerlo, como si hubiese sido yo el que les hubiese engañado con esa dulce, pero falsa ilusión.

Me levanto y me dirijo a mi habitación, por suerte no me cruzo con nadie, y cuando llego cierro la puerta con llave y me tumbo en mi cama. Natsu me saluda con un pequeño rugido y yo le acaricio.

-Ya no aguanto mas Natsu, me hubiese gustado tener una vida normal, en la que todos hubieran sabido cómo soy desde el principio y me hubiesen apreciado por ello.

Natsu parece entenderme y me acerca una pistola que hay en mi mesilla por si acaso atacan la mansión, porque dudo de que alguno de mis guardianes vengan a ayudarme.

-Supongo que no tengo nada que perder

Cojo la pistola y tras un maullido de despedida de Natsu me dispongo a meterme un balazo en la cabeza cuando Reborn entra en la habitación como alma que lleva el diablo y tira la pistola por la ventana.

-¿Qué crees que haces?¿Catarro? Catarro mis huevos.

-No puedo seguir viviendo así, yo...yo estoy destrozado por dentro, así que dime ¿Por qué no dejarme morir? Así no le sirvo a Vongola ni a nadie.

-Me sirves a mí, he visto lo que ha pasado con...con todos. Y realmente lo siento, culpa mía por darles esa imagen de ti.

-No, te equivocas. La culpa es mía por no saber alcanzar sus espectativas. El jefe se debe a sus subordinados ¿Recuerdas?

-Dejemos eso de momento Dame-Tsuna. Yo...yo te he querido decir algo desde que volví  a mi forma adulta- Le miró con una pequeña chispa de curiosidad en los ojos y el los cierra, como para darse valor- Te...te amo Dame-Tsuna

Abrí los ojos desmesuradamente mientras lágrimas recorrían mis mejillas hasta llegar a la colcha y negaba con la cabeza.

-Re-Reborn, t-tu a l-lo q-que cr-crees a-amar es a m-mi i-ilusión- Dije entre llantos e hipidos.

-¿Bromeas Dame-Tsuna? He estado contigo desde que tenías 15 años y no tenías ningún amigo, cuando aún te caías por las escaleras y temblabas cada vez que veías a Hibari. Comparado con ese entonces tu yo de ahora es minimamente mejor, incluso mejor que Dino, pues Dame-Dino aún se cae por las escaleras cuando sus subordinados o Hibari no están.

Le sonrio tímidamente entre lágrimas y él me besa, y sobre sus labios digo un leve: "Te amo". Esa noche llore lo que no había llorado durante estos años mientras él me abrazaba. Él, quién fué mi perdición y mi demonio personal hace tiempo, y quien ahora es mi salvación y mi ángel de la guarda.

Notas finales:

Se me fue un poco la pinza, pero no lo pienso borrar.


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