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Dos chicos, un destino por Kuro Neko Braginskaya

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Me encuentro tirado en el suelo del salón, con contusiones por todo el cuerpo y en medio de un charquito de mi propia sangre. Cuando entré por la puerta mi padre enseguida comenzó a pegarme una brutal paliza, puñetazos, patadas y con varios objetos que pilló de por medio. Nunca había sentido tanto miedo en mi vida, aunque lo peor fueron sus palabras antes de marcharse con mi madre a quién sabe dónde: " Esto es por tu bien, para corregirte el horrible defecto y que seas normal". ¿Pues sabéis qué? No quiero ser normal si eso implica tratar mal a los que no piensan igual que tú. Una vez más, lágrimas escapan de mis ojos, haciendo que las heridas que tengo me escuezan. Ni siquiera puedo levantarme para ir a asearme un poco, o para detener la hemorragia de las heridas. Malditos insensibles. 

Escucho la llave entrar en la cerradura, y rezo para que no sea mi padre, que vuelve a la carga, ni mi madre y que me eche la bronca por no haber limpiado el desastre que provocó mi padre. Se abre la puerta y escucho una voz preguntando por mis padres, por lo que escucho parece ser un chico de más o menos mi edad. Siento que se acerca al salón, y cierro los ojos con fuerza, no quiero que me vea en esta situación tan patética. Al parecer el chico me ha visto, puesto que su voz se cortó de inmediato al estar a unos pasos de mí.

-Hey, ¿Estás bien?- Oh genial, creo que el pobre es idiota- Hey, responde demonios.

Me coge al estilo princesa y yo siento ganas de gritar, pero no me queda fuerzas ni para eso, así que tan solo me encojo en sus brazos, esperando que no me quiera hacer más daño.

Creo que hemos entrado al cuarto de baño, porque escucho el agua correr y la bañera llenándose, mientras él me mira, siento su mirada sobre mí sobre evaluando que hacer o no hacer. Al final se decide, y me empieza a quitar la ropa, a lo que yo abro los ojos y le miro con miedo, me intento apartar, pero mi cuerpo se siente muy pesado y no hay rincón que no me duela.

-¿Q...Qué...cr...crees...que...ha...ces?

-Intentar ayudarte, así que no me rezongues porque es probablemente la única cosa buena que he hecho en mi vida.

Al final me dejo hacer, no tengo ganas de discutir, y de todas maneras no creo que me vaya a hacer nada, parece un buen chico. Me mete en la bañera, me empieza a lavar como si su vida le fuese en ello, intentando no mirar mucho a las zonas indebidas y también me empieza a curar las heridas, deteniendo hemorragias, consiguiendo que mi cuerpo se sintiese mucho mejor. 

Al rato decide sacarme de la bañera y ponerme una toalla enorme alrededor del cuerpo, haciéndome sentir bien y calentito.

-¿Quién eres?¿Por qué buscabas a mis padres?

-Nuestros padres habían quedado, ya que son muy buenos amigos, pero a los míos les surgió una emergencia y me enviaron a visar a tus padres.

-¿Y como es que tienes la llave de mi casa?

-Nuestros padres intercambiaron llaves para una emergencia.

Yo estoy avergonzado a más no poder, y soy incapaz de mirarle a la cara, me sorprende la facilidad que tiene este chico para hablar de las cosas.

-Por cierto, ¿Qué te ha pasado?

-...

-Oh vamos, me he molestado en bañarte y en curarte, al menos merezco saber el porque te encontrabas así.

-S...Soy...g...gay

-¿Y?

-¿No te da asco?¿No te parece anormal y pervertido?-Pregunté con verdadero asombro en mi voz, al burlarse todo el mundo de mí, no creía que existiese alguien al que no le importara que fuese gay.

-No, considero que es tan normal como una pareja heterosexual. Además, es tu vida, y tú y solo tú decides como vivirla.

En ese momento mi vida se iluminó, y creía que ese chico más alto que yo y con los ojos azules más bonitos que he visto era un ángel... Me equivocaba.


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