No logró hablar
No puedo ver
¿Por qué estará…
Tan fría mi piel?
Escuchaba esa deprimente canción mientras las saladas gotas que eran mis lágrimas empapaban mi rostro. Intentaba ocultar mis sollozos sin embargo me resultaba imposible, me sentía mal, traicionado y con el corazón roto.
Soy yo Emma Kotazo, el jefe de la familia Shimon, él mismo que estaba en estos momentos deseando que desaparecer, irse para no volver sin embargo no podía hacerlo, al menos tardaría un tiempo en poder irse por mucho que quisiera marcharse en ese momento.
¿Por qué estaba en ese estado? Porque el hombre del que se había enamorado, al mismo que le entrego todo lo que era, le entrego su corazón, su vida, su alma y cuerpo, le dio todo lo que era y todo para ser traicionado por la misma persona.
Al principio creí que me equivocaba ya que Dino nunca me engañaría ni utilizaría pero la cosa cambió cuando ya no me dedicaba palabras de amor ya no lo veía nunca y todos los planes que teníamos juntos acabaron siendo cancelados por él, iba a los mismos sitios que íbamos a ir juntos con otra persona. Ya no me prestaba atención y solo me veía para tener sexo, incluso eso le costaba tener conmigo.
Aún así yo no le daba importancia, no quería creer que pasaba algo malo y siempre que me preguntaban sobre nuestra relación yo decía que estábamos bien y que éramos felices, que a veces discutíamos como cualquier pareja, lo normal sin embargo estaba equivocado y solo pude descubrir mi error ahora que estaba muerte a causa de la persona a la que más amaba y en la que más confiaba: Dino Cavallone.
La risa infantil
De un niño al jugar
La puedo oír
En mi oscuridad
Mis lamentos se vieron interrumpidos por la risa de un niño y poco a poco fui abriendo los ojos y al final me levante del lugar en el que estaba y como buen fantasma que era fui atravesando paredes y objetos que se cruzaban en mi camino hasta llegar al lugar donde podía escuchar esa risa.
Allí había un pequeño niño rubio de cabello dorado y ojos metálicos. Pronto lo reconocí como el hijo del hombre al que amaba, mi antiguo esposo y el que me traiciono.
Una gran ira invadía mi ser y deseaba vengarme de ellos por haberme hecho la vida un infierno, haber hecho que mi amor fuera solo una cruel mentirá y que me arrebatarán todo lo que tenía y no conformes con ellos me acabarán asesinando.
Me acerqué hasta el niño y volé alrededor de él mientras este seguía jugando. Pensé como vengarme de ambos sin embargo no pensaba involucrar a este niño al fin y al cabo él no tenía la culpa de que sus padres fueran unos desgraciados que me arruinaron la vida.
Lo observé una última vez antes de ver como el niño se iba con Hibari Kyoya, el guardián de Tsuna y el nuevo esposo del que alguna vez fue mi marido y amor de mi vida.
Reí con amargura ante ese pensamiento, para mí él lo fue todo y sin embargo yo solo fui una pieza que el necesitaba para poder seguir avanzando, una que necesitaba para obtener el poder de los Shimon y que poco después le fue inútil por lo que se deshizo de ella.
- Al igual que vosotros me matasteis a mi yo os lo hare a vosotros.
Desparecí del lugar mientras que veía como Hibari se ponía alerta como si algo malo fuera a pasar y sus instintos estaban en lo cierto pues yo me encargaría de hacerles para lo que me hicieron.
Algo carmín
Me empieza a empapar
¿Quién…
Me asesino?
Podía oír sus gritos de súplicas mientras una familia enemiga les atacaba. Yo lo observaba todo y podía ver como Dino y Hibari estaban constantemente mirando hacía una habitación en específico, la que resguardaba a su hijo.
Yo estaba en frente de dicha puerta y cada vez que alguien que pensaba lastimar al pequeño se acercaba yo me encargaba de matarlo para que no lo hiciera y ellos a diferencia mía no se quedaban atrapados en este mundo sino que se iban para ser juzgados y liberarse de todo esto.
Desde mi lugar apreciaba como ambos luchaban por mantenerse con vida y proteger a si hijo lo que me hizo recordar a mi pequeño retoño.
Yo me quede embarazado de Dino un año antes de que este me matara, él no lo sabía ya que yo nunca le dije nada y lleve mi embarazo en secreto. Al tener el niño le pedía Tsuna que lo cuidará mientras yo se lo contaba a Dino sin embargo este me asesino antes de yo se lo contará y entonces le pedía Tsuna que lo cuidará como si fuera su propio hijo.
Yo iba a visitar a mi pequeño y verlo crecer, me hacía tan feliz saber que estaba bien pero tan doloroso que este nunca sapa quién era yo.
Un grito de dolor me trajo a la realidad y pude ver como mi ex – esposo estaba muy lastimado y a punto de ser asesinado. Me aleje de la puerta y lo protegí para después asesinar al que hombre que lo quiso matar. LO miré atentamente y sin decir ni hacer nada me aleje de él y continúe protegiendo a ambos, padre e hijo, mientras que la guerra continuaba.
De vez en cuando podía ver a espíritus como yo pero estos se marchaban pronto lo que me daba envidia pero aceptaba. Al ver como la sangre bajaba por sus cuerpos recordé como mi cuerpo fue masacrado y despedazado por las personas a las que yo protegía. Reí sin ganas ante ello, en verdad era masoquista.
No logró hablar
No puedo ver
¡Dónde estarán
Mis brazos, mis pies?
Al terminar la batalla vi como la familia se abrazaba e invadía la felicidad en el lugar. Me sentí como un extraño pero quería sentir aquello que me privaron de conocer. Cuando Dino subió su rostro no aguante más y mientras mis mejillas eran manchadas de lágrimas yo le bese los labios, sintiéndolos por última vez antes de marcharme para siempre.
Un escalofrío le surco el cuerpo y entonces comprendí que a él le había llegado mi beso, de manera distinta pero le llegó. Mientras seguía llorando me aleje del lugar para aparecer en otro, más exactamente en la mansión Vongola.
Para mi disgusto cuando Tsuna no podía cuidar a mi cielo lo hacían los guardianes de la niebla. El que servía a Tsuna: Rokudo Mukuro; y el que alguna vez sirvió a Vongola Primo: Daemon Spade.
Mi pequeño dormía plácidamente en los brazos de Mukuro mientras Spade los abrazaba por la espalda cuidando que no les pasará nada a ninguno de los dos y a pesar del odio que le tenía a Spade no pude evitar pensar que podía llegar a ser un buen padre para mi pequeño.
Me acerqué hasta él mientras la pareja se besaba pero evitando que el pequeño los viera y yo le di un beso en la frente a mi pequeño. Me gustaría tener mis brazos y piernas, mi cuerpo completo, para poder acunar a mi pequeño, cantarle y mostrarle que su mama siempre estará con él, sin embargo no podía y ya era hora de que me marchará.
¿Por qué estará…
Tan fría mi piel?
Quiera sentir
La calidez
De…
La lluvia en mi piel
¡Quién…
Me asesino?
Una calidad luz empezó a rodear a mi espíritu mientras recordaba todos los buenos momentos. Desde que llegue hasta Namimori hasta que llegó la hora de mi muerte. En verdad me hubiera gustado hacer más cosas pero me siento feliz con saber que mi hijo y la persona que amo son felices.
- Algún día nos reuniremos Dino y me explicarás muchas cosas.
Ese fue el último comentario que hice antes de marcharme de allí para no volver nunca a ese mundo pero eso no quería decir que no los observará.
Siempre estuve pendiente de mi hijo de el amor de mi vida. También estuve consciente el cómo ambos medio hermanos se encontraron y enamoraron, hasta el día de su boda y los hijos que tuvieron.
Jamás me sentí con fuerzas para bajar a ese mundo una vez más y hacerles ver que eso no estaba bien y al parecer Tsuna tampoco fue capaz ya que siempre me pedía perdón por no impedirlo pero había dejado que ambos estén juntos.
Yo nunca me moleste con ello ya que sé lo difícil que resulta quitarle su felicidad por lo que yo siempre intentaba decirle que no se preocupará de ello y a pesar de que nunca lo conseguí, sé que cuando él muera y nos reunamos se lo podré decir todo con tranquilidad.
Observe con felicidad como mi hijo era feliz y como el hombre que alguna vez ame también era feliz, aunque ya era un anciano al igual que Hibari pero aún así ellos estaban juntos, felices. Yo solo esperaba pacientemente el día en el que me pudiera a enfrentar a ambos.