Las lágrimas escurrían por su fino rostro mientras sentía como esa bestia se hundía en su interior. Muchos estarán pensando que era un hombre super atractivo y cachondo el que lo estaba penetrando como si fuera esa la razón de su existir o que al menos ese sería un polvo que no olvidaría nunca. Bueno pues en algo sí estaba de acuerdo. Jamás olvidaría ese momento. El peor momento de toda su vida.
En este momento se encontraba un lindo castaño de ojos mieles llamada Sawada Tsunayoshi bajo el cuerpo de una gran bestia, de una que en este momento le estaba partiendo el trasero y no se preocupaba de que su entrada sangrará, de que las lágrimas bañaran sus, ahora, pálidas mejillas y que de su garganta solo brotaran gemidos de dolor junto a palabras como “¡Suéltame!” “¡Basta, por favor!” “¡Auxilio!” sin saber que todo eso solo excitaba al animal encima de su cuerpo.
El animal que ahora mismo le estaba dando un mete saca rápido y brutal, pero tan brutal que hasta el árbol donde el pobre adolescente estaba apoyado y que era el roble más fuerte y resistente, cedió ante las estocadas y golpes dados. Las astillas se le clavaron en la piel al indefenso chico mientras los surcos de sangre empezaban a inundar aún más su cuerpo.
Un enorme león de pelo negro, y sí, por muy extraño que parezca es un león negro, de curiosas patillas rizadas y ojos color carbón era el causante debajo de su cuerpo. Hoy era luna menguante y esta misma noche se iba a encargar de marcar a su hembra, justamente al castaño debajo de su cuerpo. Empezó a arañarlo mientras los embates se hacían cada vez más rápidos y seguidos, más fuertes y salvajes, sin darle ni una solo pizca de compasión y sin tener la menor idea de parar su ataque. Cuando llegó al final mordió a su presa, haciendo que mientras su semen escurría por esas canelas piernas su saliva fuera directamente al organismo del más bajo, dejando más que claro que esa era su presa y de nadie más.
El castaño perdió la conciencia mientras el león soltaba un gruñido de pura satisfacción. Sin esperar un segundo el marcho alfa cambio de forma y cogió al chico entre sus brazos mientras una sonrisa muy curiosa se instalaba en su rostro, una que prometía mucho dolor y sufrimiento. ¿A quién iba dirigida esa sonrisa? Nadie lo sabía pero fuera quien fuera que se cuidará de este depredador.
La mañana llegó rápido y sin compasión alguna los rayos del sol le dieron directamente en los ojos haciendo que el dulce castaño se despertará, empapado en sudor y temblando de puro terror. Recor5daba como aquella bestia se había lanzado hacía él y lo había violado sin consideración alguna, siendo sometido en contra de su voluntad y si no, literalmente, devorado por el otro. Lo peor de todo esto es que le había gustado y al sentir las marcas de los dientes, los arañazos, el semen y el fuerte dolor de sus caderas que le impedían siquiera moverse lo excitaba deseaba que ese animal se volviera a enterrar dentro de su cuerpo.
Asqueroso. Eso sería lo que dirían muchos de sus compañeros al saber de que se excitaba cuando un animal se lo cogía. ¡¿Pero qué podía hacer?! ¡Nunca antes había tenido sexo y ese había sido jodidamente excitante, doloroso y… placentero! Sí, lo había disfrutado y mucho.
Ahora entendía a su hermano Giotto cuando este muchas volvía a casa lastimado por las continuas y sádicas relaciones sexuales que mantenía con los hermanos Spade y Hibari, porque sí mantenía relación con los cuatro y era una puramente masoquista y despiadada. Nunca supo el por qué le gustaba tanto, al menos hasta este momento.
Se paró como pudo de la cama y se fue a clases donde un nuevo profesor se metió en su vida, y en la de sus compañeros. Este profesor era alto, musculoso de cabello azabache y ojos penetrantes. Amor a primera vista. Sin duda se había enamorado de su nuevo profesor: Yamamoto Takeshi.
Los días pasaban y cada vez se enamoraba más de su nuevo profesor aunque para su horror cada día se sentía más observado y analizado, como si alguien o algo estuviera esperando el mejor momento para atacar.
Un día fue decidido a declararse pero lo que encontró en su lugar lo dejo alucinando. El profesor del que estaba enamorado era un ¡perro! Y encima se la estaba metiendo caliente y con toda su fuerza a un chico que él conocía de vista, era un chico con extraño color de cabello, no sería decir si será de color blanco o plateado y sus ojos eran dos hermosas joyas. O al menos así lo describían las chicas. El chico al que le estaba dando duro era al capitán de boxeo Sasagawa Ryohei. En ese momento deseo huir de ese lugar pero sus piernas se habían quedado clavadas en el lugar en el que estaba.
Yamamoto penetraba con rudeza y un instinto de animal al chico bajo su cuerpo mientras su erecto y rosado pene entraba constantemente en el interior del otro y sus testículos golpeaban contra su lindo trasero. Las embestidas eran duras y fuertes, mientras mordía y relamía cada parte del cuerpo al que estaba unido y destrozaba. Lo más desconcertante es que por más masoquista que fuera el otro, el peliblanco disfrutaba de esas atenciones.
El castaño se alejo del lugar mientras que la tela que le vestía le apretaba haciendo que escalofríos surcaran su cuerpo. Sin detenerse un segundo se fue corriendo, procurando que la tela del pantalón no rozara su erección, hasta un lugar apartado y al único al que podía ir en un momento como este: el gimnasio.
Su respiración era agitada y cada vez su excitación aumentaba más y su erección era clara prueba de ello. Estaba a punto de llevar sus manos a la muestra de que en ese momento s encontraba más que acalorado cuando alguien entro al gimnasio. Este le miraba con lujuria y con una fuerza que le intimidaba y asustaba. Intentó huir del lugar pero le resulto imposible que Mochida le empezó a toquetear. Estaba a punto de gritar y pedir ayuda cuando un hombre entro al lugar. En ese momento no pudo ver nada solo como Mochida caía al suelo inerte mientras sus miembros eran cortados sin tapujos y su sangre bañaba el lugar.
Tsuna miro con miedo al recién llegado y en ese momento se dio cuenta de que era el mismo que le violo aquella noche. ¿cómo lo sabía? Por sus patillas eran inconfundibles. Una vez más quiso huir pero el otro no se lo permitió y sobre el cuerpo descuartizado del otro empezó a penetrarlo mientras que la sangre le bañaba el cuerpo y los gritos de placer y dolor se confundían con el sonar de sus cuerpos. Esto era algo que iba en contra de todo lo moral pero era tanto el placer que sentía que no le prestaba atención a nada más.
- Eres mío.
Eso fue lo último que oyó ese día y noche a parte de sus gemidos y sus cuerpos chocando.
Ya habían pasado seis años de ello y ahora se encontraba con una camada de ¡Veinte! Hijos, Sí, como lo han oído ¡¡VEINTE!! Y todos vinieron de un solo golpe, en un mismo embarazo. Hasta él se preguntaba cómo había sobrevivido algo así, aunque su “adorado” y para nada sádico esposo ( y nótese aquí la ironía) había hecho de todo para complacerlo y le había permitido sujetar su mano mientras daba a luz a sus cachorros.
La pobre mano quedo inutilizada por los próximos dos años después de ello. Ahora se encontraba esperando a una nueva camada y más le valía a su esposo que esta vez no superarán los cinco cachorros o si no lo pasaría mucho peor que con la mano. Y eso era una promesa.
Su hermano Giotto lo había acompañado al hospital a ver las ecografías y junto a él venían sus sobrinos. Sí, sobrinos porque su hermano también tuvo hijos con esos psicópatas que tiene por esposos y no me preguntéis como pero se caso con los cuatro a la vez porque no tengo ni idea pero lo hizo.
Llegamos a la consulta y al hacerme el chequeo descubrimos que esperaba a ¡TREINTA! Giotto se desmayo y mientras yo ponía la sonrisa más psicópata posible. Reborn di Arcobaleno…. ESTAS MUERTO