La tarde caía y con ella se podía apreciar la tranquilidad del vecindario, claro que en todos lados menos en una casa, o mejor dicho mansión.
En esta se encontraba un sexi rubio de cabellos almendra caminando de un lado a otro, gritando histérico a su interlocutor a través del teléfono.
- ¡No puedes hacerme esto Romario!
- Lo siento jefe pero no se puede hacer nada, debe venir a la reunión.
- ¡No puedo ir! ¡No puedo dejar solo a Tsuna, capaz de que entren a robar y lo vean entonces lo violarían, se lo podrían llevar o dejarlo embarazado o…!
- Jefe tranquilícese, eso no ocurrirá. Además DEBE venir, es una reunión muy importante que requiere de su asistencia.
- No voy a dejar solo a Tsuna, por muy importante que sea me niego. ¡No dejaré que le pase nada malo por una estúpida reunión!
- ¿Por qué no lo dejas con alguien de confianza? De esa manera estarás más tranquilo y podremos atender la negociación sin problemas.
- Romario la reunión dura hasta mañana las siete ¿dónde encontraré a alguien para que lo cuide? Además por muy pronto que terminemos todo no podré regresar antes de las ocho. No hay nadie que pueda hacerme el favor.
- Pues lamento decir que no puede faltar a esta reunión. Necesitamos completar el acuerdo con la empresa Shimon a toda costa.
- Lo sé pero no hay nadie que… ¿o sí?- Dino se puso a pensar en la única persona que podría hacerle ese favor, quizás él pudiera hacerlo.- Romario te llamó en diez minutos y te digo si iré o no.
- ¡Pe…!
No dejo que el otro terminará de hablar cuando ya le había colgado. Buscó lo más rápido que pudo ese número de contacto en su móvil. Él era la única en la que podía confiar que no le hiciera nada indecente a su dulce e inocente hermanito, la única persona que podría protegerlo y no dejar que nada malo le pase en esas pocas horas en las que tendría que marcharse.
Miró el número detenidamente dudando por unos segundos si marcarlo o no. Esa persona a la que estaba por llamar era al hombre que amaba y por un segundo pensó si era realmente lo adecuado pedirle a él que cuidará de Tsuna, claro que sus dudas se disiparon al pensar que podría ser la oportunidad perfecta para ver a su amor antes de marcharse a la reunión y de paso se hacía cargo del castaño.
No lo pensó más, simplemente marcó el número.
PIIIII PIIIII PIIIII
A cada pitido se ponía más nervioso. Si no cogía el teléfono tendría que ir hasta donde él se encontraba e incluso eso podría ser peor.
Estaba a punto de renunciar y cancelar la llamada cuando sintió como descolgaban del otro lado.
- ¿Qué quieres herbívoro?
-¡Amore! ¡Kyoya necesito pedirte un favor!
- …
- ¿Kyoya?- pregunto nervioso
-… - Suspiró.- ¿Qué favor?
- Necesito que cuides de mi hermanito
- Me niego
- ¡¿Por qué?!
- No voy a ser el niñero de un herbívoro
- Vamos Kyoya hazlo por mí
-…
- ¿Kyoya?
-…
- ¿Kyo?
-…
- ¿Qué…?
BIIIIIIP BIIIIIIIIP BIIIIIIIP
Dino sentía como se le formaba un tic en el ojo. ¡Le había colgado cuando estaban hablando! Respiro hondo y con toda la paciencia y tranquilidad que pudo marcó el número, esperando que su amante le contestara. Los segundos pasaban y el tono seguí sonando sin aparente indicio de que alguien fuera a cogerlo, pronto llegaron al cuarto tono y con él un mensaje.
<< El aparato al que está usted intentando acceder está apagado o fuera de cobertura…>>
A Dino se le cayó la quijada con esto. No le había dejado explicarle el por qué necesitaba el favor, no le había dado la oportunidad de la duda y ¡no había aceptado el cuidar de su tierno hermanito! Y ¿ahora qué haría? No podía echar para atrás el compromiso con la empresa Shimon pero tampoco podía pedirle a nadie más que se quedará con el castaño por lo que tenía dos pociones.
1º (Y mejor) Que se quedará con Kyoya
2º Dejarlo solo.
- Dino-nii.
El rubio giró la cabeza hacía donde se encontraba su hermanito. Lo vio con atención y supo mejor que nunca que lo último que debía permitir era que Tsuna se quedará solo en casa. Si de alguna manera eso se esparcía podrían venir toda clase de pervertidos a por su lindo hermanito y ¡ESO SOBRE SU CADAVER!
- Tsuna coge un abrigo y ropa para poder dormir fuera.
- ¿Eh? ¿Hoy no estaremos en casa?
- No. Yo tengo que ir a un compromiso muy importante pero no te preocupes que mientras yo no esté mi novio te cuidará, de hecho te quedarás a dormir a su casa.
- ¿A él no le importa?
- No.- <<Eso espero>>
- Esta bien Dino-nii.
El castaño se fue a cumplir lo que su hermanito le había pedido mientras Dino pensaba en las múltiples de formas de convencer a su amado. Sabía que no le haría ninguna gracia que le haya dicho a Tsuna que se quedará a dormir a su casa cuando no tiene dicho permiso, pero tenía que haber algo que pudiera lograr que no los matará en el intento.
- Ya estoy listo.
- Bien, sube al coche.
Ambos subimos a mi automóvil y mientras conducía seguía pensando, tenía que haber una forma pero ¿cuál? Por más que pensará no daba con dicha solución y el camino era cada vez más corto.
<<Piensa Dino, piensa. ¿Qué es lo que más le gusta a tu novio y por lo que cedería para hacerte este favor? ¿Qué es lo más importante como para que puedas chantajearlo y no te mate en ello?>>
No lo sabía, no tenía ni idea de que podía usar en su defensa cuando ya había llegado a la casa de Kyoya. Era una casa al más puro estilo japonés.
Con un suspiro se bajo del coche no sin antes indicarle a su hermanito que no se moviera de ahí mientras él hablaba con su tsundere amante. Al poner el primer pie en el asfalto que le llevaba a esa casa que sería su perdición pensó bien en lo que podría pasar a continuación, lo que le llevo a pensar en una muerta segura.
Tragó saliva antes de tocar a la puerta. No pasaron más que unos segundos antes de que Hibari abriera el lugar con el ceño fruncido, no espero más para cogerlo de la cintura, pegarlo a su cuerpo y darle un profundo beso. Sentía la resistencia que ponía el otro pero eso no evito que consiguiera penetrar en esa dulce boca, danzando con sus lenguas y haciendo que sus sentidos se nublarán.
- Cuida de Tsuna por favor.- Le dijo en un susurro sin separar completamente sus labios
-… No quiero
- Si lo haces hare lo que quieras y te daré lo que desees
- …
Los segundos pasaban y ninguna respuesta salía de los labios del azabache, ocasionando que el rubio se pusiera todavía más nervioso. ¿De verdad rechazaría su petición una vez más? Suponía que sí. Estaba a punto de separase y coger su móvil para avisar a Romario de su retirada en la reunión cuando al fin el de ojos metálicos hablo.
- Si no me das lo que desee después de esto… ¡te morderé hasta la muerte!
A pesar de la mirada amenazante y llena de promesas de dolor hacía su persona como mintiera no pudo evitar ponerse feliz y abrazar con fuerza al otro antes de plantarle un rápido beso y dirigirse hacia el coche.
- Tsuna sal, por favor.
Con cuidado salió del coche dejando ver su cuerpo cubierto por un abrigo de color caramelo. Hibari no supo por qué pero no pudo apartar sus ojos de la figura ante él. Era un lindo castaño de piel acanelada y ojos caramelo al igual que su abrigo.
- Kyoya este es Tsuna, es mi hermanito menor. Tsuna este es Kyoya, quien te cuidará hasta mañana. Espero que os lo paséis bien esta noche.
No espero más para salir corriendo del lugar en su coche, para no llegar a tarde a dicha reunión y no enfrentarse a la furia del azabache.
Ambos se quedaron mirando fijamente hasta que Hibari empezó a caminar hacía la casa siendo seguido por Tsuna, quien observaba al otro atentamente.
Era la primera vez que el castaño veía a un varón y no donceles y mujeres como acostumbraba, claro que eso sin contar a Dino. Le parecía que era un chico realmente sexi con esa piel blanquecina, esos cabellos azabaches y ojos metálicos pero era él novio de su hermano. Sabía que eran pareja, los había visto besarse y él no pensaba hacer nada en contra de ellos, además no conocía al otro para saber si sentía algo más que atracción hacía él.
Cuando llegaron al salón se quedo maravillado con él. Nunca antes había estado en una casa que estuviera decorada como lo hacían antiguamente en Japón sin embargo él la tenía así y eso le hacía sentir como en un viaje en el tiempo. Le gustaba. Sin darse cuenta se sentó en el sillón observando todo a su alrededor con suma atención por lo que no se dio cuenta de que el otro se sentó enfrente suyo.
Al percatarse de esto dejo de mirar a su alrededor para fijar su vista en el chico que estaba completamente callado, observándole. Se hizo un silencio pesado que ninguno de los dos era capaz de romper.
- Hibari, Hibari.
Tsuna se fijo en un pequeño y amarillo canario que iba volando por el lugar y sin poder evitarlo sintió su corazón acelerarse de emoción. Miró como este se posaba en la mano de Hibari y este lo acariciaba. Subió su vista, azul y caramelo se encontrarón.
- ¿Puedo tocarlo?
-…
- ¿Por favor?- Le dijo con mirada suplicante.
- Está bien.
Con la alegría saliendo por todos y cada uno de los poros de su piel se acerco hasta ellos. Estiro su mano y cogió al pequeño animalito que lo veía curioso de que su amo le dejará acercarse a él. Una sueva sonrisa apareció en el rostro del castaño cautivando al hombre a su lado.
- ¿Le gustan los animales Hibari-san?
- Los pequeños no me molestan.
- A mí también me gustan los animales. ¿Tiene más?
- Roll.
- ¿Roll?
- Es un erizo.- Los ojos de Tsuna brillaron haciendo que de alguna forma Hibari se quedará prendado por ese brillo.
- ¿Puedo verlo?
- Hump.
Hibari no dijo nada, solo se fue a por el pequeño animalito que en cuanto lo vio, Tsuna se puso a jugar con él mientras seguía conversando con Hibari.
- Yo también tengo una mascota. Es un cachorro de león y se llama Natsu, siempre me hace compañía.
- Hibari, Hibari.
- PIU
Ambos se dirigieron a mirar a los animalitos que se acercaron a su dueño, pidiéndoles algo que el castaño no sabía mientras que el azabache sí.
- Cuídalos un momento.
Se alejo del lugar y preparo dos pequeños boles donde puso la comida de Hibird y la de Roll, en ese momento cayó en cuenta de que su invitado no se había quitado el abrigo en todo el tiempo que llevaba en la casa. Sin poder evitarlo la curiosidad lo invadió, queriendo ver lo que ocultaba. Se acercó hasta el aparato que controlaba la calefacción y la subió de manera que hiciera calor dentro pero no tanto como para pensar que se había subido.
Salió de la cocina y pudo ver como los tres estaban jugando lo que le causo algo de ternura, que siempre lo negaría, y pensar que ese herbívoro parecía un conejo, un indefenso y pequeño animal.
<<Quizás por eso no quiero morder hasta la muerte a ese herbívoro>>
Sin decir palabra puso la comida en el suelo, comida que fue rápidamente devorada por los pequeños animales que ahí se encontraban mientras él seguía hablando con el otro, esperando que se quitara el abrigo.
No pasaron más de diez minutos cuando el pequeño conejito se removió nervioso en su lugar y sus mejillas se volvían sonrojadas, el calor le estaba afectando bastante.
- Hibari-san ¿no hace mucho calor?
-No.
- Pues yo siento que me estoy asando en un horno.
- Será por el abrigo que llevas, quítatelo.
-…
Tsuna se mordió el labio mientras pensaba en ello. No debía mostrar su cuerpo a un hombre que no se iba a convertir en su esposo, eso era algo que le habían enseñado muy bien su hermano Dino, aunque su hermano Giotto le dijo que no pasaba nada si estaba seguro de que ese hombre no le haría algo indecente, que él lo hacía con su amigo G, claro que no se daba cuenta de que G se lo devoraba con la mirada ansioso por saltarle encima.
Medito sobre lo que les aconsejaba sus hermanos y pensó que quien llevaba esta vez la razón era Giotto. No iba a pasar nada por enseñar parte de su cuerpo al novio formal de su hermano ¿verdad? Además tampoco es como si estuviera interesado en él.
Con eso presente se dispuso a quitarse el abrigo, sin darse cuenta de cómo a medida que lo hacía las pupilas del otro se dilataban, sus músculos se ponían en tensión y su respiración se volvía irregular.
Tsuna llevó sus manos hasta los botones del abrigo, quitándolos con cuidado y paciencia, dejando ver parte de su piel y atuendo a medida que lo hacía. Poco a poco el abrigo se le empezaba a caer de los hombros al no estar sujeto hacía el frente por los botones, dejando ver la canela piel de sus brazos. Cuando terminó con ellos se dispuso a quitarse el abrigo, dejando que este se deslizará por su piel hasta llegar al suelo, rebelando un conjunto que dejo sin aliento al azabache.
Llevaba puesto un entero negro que entallaba su cintura y dejaba ver sus curvas a la perfección, con los brazos al descubierto al igual que la espalda que le dejaba ver la piel canela, el entero se ataba desde la espalda hasta el cuello dejando ver un escote en V que daba a la imaginación una apetecible imagen del pecho del pequeño.
Hibari sentía como no iba a poder aguantar más, quería a ese castaño debajo de su cuerpo con el rostro sonrojado y lágrimas de placer saliendo de sus ojos, oyendo los candentes gemidos que le suplicaban que le poseyera.
<< ¡Mierda!>>
Ahora tenía una erección al pensar en ello, ¿y ahora qué?
- Hibari-san ¿se encuentra bien?
El nombrado giró ver al más pequeño con ojos penetrantes sintiendo a su autocontrol cada vez más lejos de él.
- No
- ¿Eh? ¿Qué le pasa? ¿Le duele algo? ¿Puedo hacer algo por ayudarle?
En la mente de Hibari
- ¡Emergencia, emergencia! ¡El conejito está atentando contra nuestro autocontrol ¡¿Qué hacemos?!
- ¡Violémosle!
- ¡No! Tenemos que aguantar, estamos saliendo con Dino.
- ¡Que le den al puto Potro!
- ¡Eso, que le den!
- ¡Ese no es el problema, el problema es que el conejito no querrá hacerlo siendo que somos el novio de su hermano!
Ante eso todos los mini’s Hibari se quedaron callados. Es cierto no podían hacer nada mientras estuvieran con el potro pero…
- ¡Él se ha ofrecido a ayudarnos y esto es por su culpa, que se haga a las consecuencias!
- ¡Sí!
- ¡¿Votos para lanzarnos contra el conejo?!
Todos levantaron la mano, dando por terminada la reunión y estando asegurado. Hoy el pequeño iba a aprender hacerse cargo de sus acciones.
En la realidad
- Hump, en ese caso ven.
Tsuna no sabía por qué algo le decía que acababa de tomar una decisión que le cambiaría por siempre la vida pero aún así le hizo caso y se acerco hasta él. Una mano lo cogió del brazo y lo empujo hasta quedar sentado en el regazo del otro, sintiendo como algo duro pulsaba contra su trasero.
No sabía lo que era por lo que se movió un poco para encontrar una posición más cómoda pero lo único que consiguió fue que Hibari soltará un gemido y sus metálicos ojos se oscurecieran. Fue en ese momento que se dio cuenta de que lo que pulsaba bajo su trasero era el miembro del otro, uno que estaba despierto y deseoso. Los colores se le subieron al rostro ante ello.
- ¿Hibari-san qué…?
- Tú has causado esto, tú te haces responsable.
- Pe…
- Dijiste que harías cualquier cosa por ayudarme, pues hazlo.
Tsuna tragó saliva ante ello, llevaba razón él había dicho que lo haría pero eso no estaba bien. No podía tener relaciones con alguien que no fuera su futuro esposo, eso era algo sucio y repugnante, algo que todos le ensayaron al ser un doncel. No supo lo que paso pero su cuerpo se fue calentando hasta tener una erección al igual que su compañero.
Hibari chocó sus labios de una forma brusca y salvaje, llena de pasión y lujuria que hizo que el cuerpo del pequeño castaño se estremeciera y que correspondiera el beso lo mejor que pudiera. Sus manos empezaron a tocar el cuerpo ajeno queriendo memorizarlo con sus roces, haciendo que la piel se le erizará y el corazón les latiera fuertemente en el pecho. El calor de la habitación comenzaba a subir al igual que le de sus cuerpos que estaban impregnados de lujuria. En un movimiento descuidado sus erecciones se rozaron por encima de la ropa.
- ¡Mngh!
Hibari se estremeció al oír ese gemido. Con toda su fuerza estampo a Tsuna contra el sofá sacándole un gemido de dolor que hizo que su lívido subiera todavía más. Empezó a rozar sus brazos, tocando la dulce piel antes de destrozar el entero que llevaba, dejándolo completamente desnudo y con la supresa de que no llevaba ropa interior. No le prestó mucha tención y se dedicó a lamer y morder sus pezones mientras con sus manos dilataba el ano del otro y movía sus caderas chocando ambos miembros, volviendo al castaño loco con tantos gemidos.
El placer era tanto para el pequeño que sentía que se iba a venir en cualquier momento, era virgen y esto era demasiado para él. Mientras Hibari estaba desesperado, no podía aguantar y menos podía permitir que el otro razonara e impidiera que siguieran con esto.
Sin que Tsuna se diera cuenta coloco su miembro a la altura de su ano y de una sola estocada entró en él.
- ¡Ah!
Unas lágrimas escaparon de sus ojos miel mientras el dolor se instalaba en él y una caliente semilla se deslizaba entre los vientres de ambos: Tsuna se había corrido.
Sintió el caliento aliento del carnívoro en su oído antes de recibir una lamida y mordida. Su cuerpo se estremeció y soltó un gemido que aniquilo lo poco de autocontrol que tenían ambos.
Las estocadas eran duras y rápidas, estremeciéndolos y moviendo el sofá al compás de sus movimientos, haciéndolo chirriar y temblar pero eso a ellos no les importaba. El conejito enredo sus piernas en la cintura del otro haciendo que las estocadas fueran más certeras y sus gemidos fueran directos al oído del otro. Tsuna sentía como su segundo orgasmo se apoderaba de su cuerpo y con una última estocada en su punto G hizo que se viniera una vez más pero esta vez Kyoya termino con él, y el sillón colapso con ellos.
Se miraron a los ojos con la respiración entre cortada para segundos después darse un beso lleno de pasión y lujuria, salvaje y deseoso que le mostraba al otro que estaba dispuesto a repetir el acto.
Kyoya cogió entre sus brazos al castaño sin salir de él y se dirigió hacía su dormitorio dejando el destrozado sofá atrás pensando en repararlo otro día. Ahora el lobo se comería al pronto no tan inocente conejito.
A la mañana siguiente.
A penas eran las siete de la mañana cuando Tsuna se levanto de la cama que olía a sexo y estaba impregnada de semen, uno que expulso en la noche anterior cuando fue poseído por Hibari, el novio de su hermano.
Ante esto se sintió fatal, no pudo evitar enamorarse de él en esas pocas horas que estuvieron juntos y al pasar toda la noche entre sus brazos le hizo sentir de una manera indescriptible, pero ahora se debía hacer a la idea de que todo lo que paso no fue nada más que el recuerdo de una noche, que jamás se volvería a repetir esto.
Con un suspiro se levanto de la cama sintiendo un fuerte dolor de caderas y como el semen escurría de entre sus glúteos. Se fue como pudo hasta la ducha y se dio un rápido baño mientras una traicionera lágrima caía de sus orbes caramelo. ¿Por qué se tuvo que enamorar Kyoya de su hermano? ¿Por qué no pudo fijarse en él? ¿Qué tenía Dino que no tenía yo?
<< Él es mejor>>
Era una cruda realidad pero cierta en todo. Suspiro una vez más en el día y salió de la ducha para coger y vestirse con unos shorts azules, una remera blanca y unas deportivas negras. Una vez esto hecho salió de la habitación oyendo unas voces cerca, con curiosidad se acercó a ver y pudo observar como Dino y Kyoya se besaban. Una punzada atravesó su corazón a pesar de saber que esto ocurriría.
- Tsuna buenos días.
- Buenos días Dino-nii
- ¿Descansaste bien?
- Sí.- << Aunque en realidad no dormí nada>> se dijo en su interior
- Me alegro.- Le sonrío con cariño.- Kyoya muchas gracias por cuidar de Tsuna. Prometo compensarte por ello.
- Hump
- Nos vemos luego amore.- Le dio un último beso al azabache.- Vámonos Tsuna.
-Sí.
Ni Kyoya ni Tsuna se dirigieron la palabra en todo momento ni siquiera se miraron. Ambos sabían que aquello fue cosa de una noche y que no se volvería a repetir.
Los meses fueron pasando y Tsuna se encontraba en casa viendo como su barriga comenzaba a crecer. ¿Por qué? Estaba embarazado. Aquella noche ninguno de los dos tomo medidas, olvidándose de que se podía quedar embarazado y estas eran las consecuencias. Ahora Tsuna se encontraba con un hijo en camino, sin pareja y con el desprecio de su familia.
Cuando se enteraron de que Tsuna estaba en estado le dejaron en claro lo que pensaban, todavía podía recordarlo como si fuera ayer.
Flash Back
Un lindo castaño se encontraba muy nervioso siendo rodeado por sus hermanos y padres. Se había dado cuenta hace poco que estaba embarazado y ahora debía darles la noticia, algo que temía por sus reacciones.
- Etto…
- ¿Qué pasa Tsu-kun?- Le pregunto Nana con amor.
- Les debo contar algo.
- ¿Y qué es?- Le dijo Iemitsu con cariño.
- Estoy embarazado.
Las expresiones llenas de amor y cariño se borraron para dejar en su lugar expresiones llenas de horror y asco, claro que todos no lo hicieron solo uno de sus hermanos tenía sorpresa en su rostro.
- Debo haber oído mal. ¿Has dicho que estás embarazado?
- Sí
- ¡¿Cómo es posible eso?!- Gritó furioso su padre.
- Papá tú sabes cómo se hacen los bebés.- Dijo bajito.
- ¡No me contestes insolente y no me refería a ello! ¡No puedes estar embarazado!
- Pero lo está.- Dijo Nana llorando
- ¡¿Cómo puedes deshonrarnos de esta manera?!
-…
- ¡¿Cómo pudiste tener relaciones si no dejamos que te acerques a ningún varón?!
- A no ser ¡Te vendiste como un cualquiera!- Dijo Nana horrorizada.
- Madre, padre, Tsuna nunca haría eso. Seguro que lo hizo por amor.
- ¿Amor? ¡No seas idiota Giotto! ¡Eso no existe! ¡Seguro que se vendió por cualquier cosa! ¡Qué deshonra más grande!
- Mamá yo no creo que hiciera eso por dinero. Y no dejaré que sigáis ofendiendo a mi hermanito.
- ¡Tú te callas Giotto y no le contestas a tu madre! - Dijo Iemitsu rojo de furia.- ¡Y tú vas a abortar a esa cosa que tienes en el vientre!
- ¡No lo haré! - Saltó mientras se sujetaba el vientre.- Es mi bebé y no permitiré que le hagáis nada.
- ¡Somos tus padres y harás lo que nosotros te digamos!
- ¡No!
- ¡Escúchame bien mocoso! - Dijo su padre mientras lo sujetaba fuertemente del cuello.- ¡Somos nosotros lo que te mantenemos y somos nosotros los que decidimos que hacer con tu vida! ¡Nos has deshonrado y no vamos a permitir que nadie se entere de esto! ¡Esa cosa no va nacer y si es necesario matarte a ti para ello que así sea!
Tsuna estaba azul por la falta de oxigeno, estaba seguro de que a este paso moriría pero su hermano Giotto le dio un fuerte golpe a su padre para que lo soltará. Tsuna tosió fuertemente mientras intentaba recuperar el aire perdido y se sujetaba el vientre con miedo, su padre los había amenazado de muerte.
- ¡¿Cómo te atreves a pegarme a mí, a tu padre?!.- Grito con ira mientras cogía a Giotto del brazo con fuerza.
- ¡¿Quién te crees para casi matar a mi hermano y a mi sobrino?!
- ¡Soy vuestro padre y yo hago lo que quiera! ¡Y esto que has hecho me lo vas a pagar insolente!
Iemitsu cogió a ambos donceles y los arrastró al sótano. En ese momento ambos sintieron el miedo recorrer por todo su ser, ellos sabían lo que pasaba allí. Miraron para atrás pidiendo auxilio a su madre y al mayor de los tres pero solo vieron como los miraban con asco y desprecio, dejando en claro que hasta aquí había llegado todo, nunca más volvería a ser como antes.
Al llegar al lugar Iemitsu dejo a Giotto en cima de un colchón mientras le ataba pies y manos impidiéndole que se moviera mientras le desgarraba toda la ropa siendo Tsuna el único que observará todo aquello.
- No lo harás. No le harás esto a tu hijo.- Dijo Giotto con la voz temblorosa.
- Tú ya no eres mi hijo.
Esa fue su sentencia. Tsuna no pudo mirar más que unos segundos antes de voltear la vista con asco. El ser que era su padre y que los debía proteger estaba violando a Giotto, pasando sus asquerosas manos por el cuerpo contrario, dejando marcas y haciendo que gritos de súplica salieran del mayor. Tsuna intentó ayudarlo pero el también estaba atado y le resultaba imposible moverse.
Escucho los obscenos ruidos que indicaban que Giotto se la estaba chupando al otro en contra de su voluntad, que intentaba huir pero no podía, solo salía herido en el intento.
- ¡Ah!
Ese grito hizo que su ser se estremeciera de miedo y con cuidado miró a su hermano, deseando nunca haberlo hecho.
Giotto estaba manchado de sangre mientras su virtud se la robaba el hombre que les dijo que los quería. Estaba penetrando rudamente al otro mientras este manchaba de lágrimas todo a su paso. Cerró los ojos con fuerza ante la vista mientras sus propias lágrimas caían de sus ojos.
- Será mejor que nunca más os pongáis en mi contra o será peor, sucias perras.
Tsuna abrió los ojos y vio a su hermano herido y roto. Se acercó hasta él al sentir el peso de las cadenas fuera de su cuerpo, ayudándolo a levantarse y salir de aquel oscuro lugar para dirigirse a la habitación del mayor. Una vez allí lo curo y cuido mientras él decía que su estado no importaba y que lo que importaba era él y su bebé.
- Tsuna, ¿quién es el padre?
-…
No sabía si era correcto decirlo pero él era el único que lo ayudo y apoyo, el único a su lado.
- Es Hibari Kyoya, el novio de Dino.
- ¿Lo amas?
Esa pregunta me pilló por sorpresa al igual que el rostro serio que presentaba. ¿Amaba a Kyoya? La respuesta era obvia.
- Sí.
- Entonces te prometo hacer hasta lo imposible para que ambos estéis bien y te puedas reunir con él.
- Giotto.
- No quiero que pierdas al amor de tu vida como yo perdí al mío.
- ¿Te refieres a ese misterioso varón del que te enamoraste?
- Sí. Él era el hermano mayor de Kyoya, Alaude. Pero nunca pude tener con él una verdadera relación cuando se marchó de mi vida, llevándose todo lo que era. En ese entonces no lo sabía pero yo estaba embarazado.
- ¡¿Embarazado?!- Le dije sorprendido, pensaba que Giotto era virgen hasta hace unos minutos atrás.
- Sí, pero nunca conocí a mi bebé. Perdí a mi bebé por culpa de padre. Él estaba borracho y me atacó intentando violarme como lo hizo hoy pero en aquella ocasión logré impedirlo de milagro pero no pude evitar recibir sus golpes. Aborte por culpa de un fuerte puñetazo que llegó hasta mi vientre, ese día perdí a los dos seres que me colmaban de alegría. Perdí al amor de mi vida y al hijo que esperábamos.
Giotto comenzó a derramar lágrimas y yo lo abrace con fuerza. Nuestro padre nos había usado y traicionado al igual que el resto de nuestra familia, ahora solo nos teníamos a nosotros.
Fin Flash Back
A partir de aquel día todo fue duro para nosotros pero no por ello nos rendimos. Gracias a eso tengo mis ocho meses de embarazo y mi bebé está sano y salvo. Por suerte conseguimos mantenerlos a todos alejados de mí lo suficiente como para poder huir de su ira y salvar a mi pequeño.
Midori tanabiku Namimori no
Dainaku shounaku nami ga ii
Itsumo kawaranu
Sukoyaka kenage
Mire curioso por todos lados, buscando el origen de ese sonido. Al final encontré como un animalito entraba volando por la ventana cantando, era Hibird.
- Hibird. ¿Qué haces aquí?
- Tsuna, Tsuna
- ¿Sí?
- Hibari, Hibari.
- ¿Hibari-san? ¿Qué pasa con él?
- Eso debería preguntarlo yo herbívoro.
Hibari estaba entrando por la ventana y al verme se quedo impresionado. ¡Oh, no! Él no sabía que estaba embarazado, bueno ni nada de lo que estaba ocurriendo. Me estaba poniendo nervioso y más de que me mirará de manera tan penetrante el vientre, donde se encontraba nuestro hijo. Cogí la manta y con ella me cubrí.
- ¿Qué hace aquí?
- ¿Por qué me ocultaste el embarazo?
- Yo no te oculte nada.- Dijo en un susurro.
- No me lo dijiste.
- No podía localizarte, además era lo mejor.
- ¿Lo mejor? - Dijo con ira contenida.
- Estas saliendo con Dino, no conmigo. Es mejor que no lo supieras de esa manera no podrían decirte nada y Dino no sabría el pequeño desliz que tuvimos.
- A mí no me importa lo que diga o piense el potro.
- Claro que te importa. Es tú novio.
- No lo es.
- ¿Eh?- Por primera vez en toda la conversación levanto la vista y se llevó un gran susto al verlo tan cerca de su cuerpo.
- Rompí con él.
- ¿Por qué hiciste eso?
- Porque te amo y quiero estar contigo. En cuanto me enteré de que estabas solo en la casa vine corriendo para verte, para estar a tu lado.
- ¡No puedes hacer eso! Tú tienes que estar con Dino, lo amas a él. Si lo que te preocupa es el bebé, puedes estar tranquilo. Estaremos bien y ya encontraré a alguien que nos quiera.
Los ojos de Hibari refulgieron con un brillo peligroso antes de tumbar al castaño en la cama, hundiendo su peso pero no se pudo colocar bien por el enorme bulto que asomaba. El bulto que era su hijo. Llevo sus labios hasta el vientre y lo beso con cariño recibiendo una patada a la altura de su rostro.
- Sabe que eres su padre.
- Es mi hijo, obvio que lo iba a saber.- Dijo con orgullo para posteriormente ponerse serio.- Escúchame y hazlo bien. Eres a la persona que amo, no pienso volver con el potro y me quedaré contigo y con nuestro hijo. No voy a permitir que me dejes por un herbívoro y menos que me alejes de mí a Nuestro hijo.
- Pero…
- Nada de peros. Quiero hacerme cargo de ti y del bebé. Y lo haré quieras o no.- Sus ojos refulgían en determinación.
Tsuna sentía sus ojos aguados cuando se abrazo al otro, escondiendo su rostro en el pecho contrario y llorando de alegría y felicidad. Podría marcharse de esa casa y tener una vida con la persona que amaba pero eso significaba dejar a tras a Giotto, no podía hacer eso, no después de todo lo que había pasado por su culpa.
- No puedo hacerlo. No puedo irme contigo al menos no solo.
- ¿A qué te refieres?
- Si yo voy también tiene que ir Giotto-nii. Él me ha apoyado en todo esto y no lo dejaré aquí solo.
Ambos se miraron a los ojos antes de que Hibari asintiera con la cabeza dando su aprobación. Tsuna le contó que él no estaba en la casa, que sus padres se lo habían llevado junto a Dino y que temía por él. No le conto el porqué pero eso ya se lo sacaría Hibari cuando estuvieran en la casa.
El azabache soltó temporalmente a su pareja e hijo antes de llamar a una persona que podría ir a por él, su hermano mayor: Alaude.
- ¿Qué quieres?- Dijo una molesta voz al otro lado de la línea.
- Hump. Necesito que vayas a buscar al hermano mayor de mi herbívoro.
- No me interesa.
- Me da igual. Su nombre es Giotto di Vongola y está en peligro.
- ¿Giotto?- Dijo con un tinte impresionado en su estoica voz.
- Sí. Al estar junto a su familia su vida corre peligro.
- ¿Por qué lo dices?
- No me lo han dicho. Solo búscalo y tráelo a casa.
- ¿Dónde está?
- Está en…
- … en los prostíbulos que hay hacía el norte. Mis padres quieren prostituirlo.
Tsuna le había quitado el móvil a su pareja para comunicárselo al mayor de los hermanos. Un pesado silencio se instaló en el lugar y un aura asesina se podía sentir desde el otro lado del teléfono.
BIIIIIIp BIIIIIIIIIp BIIIIIIp
Alaude había colgado y Kyoya no esperó más para coger al castaño en brazos y sacarlo de esa casa. Pronto ambos tendrían que dar explicaciones, muchas explicaciones.
En el prostíbulo
Giotto miraba hacia los lados mientras buscaba una forma de salir del lugar. No podía permitir que sus padres le hicieran esto, no podía alejarse de su hermanito cuando quedaba tan poco para que llegue su bebé, ni siquiera pudo cumplir su promesa.
Por un momento creyó encontrar un hueco por donde huir pero se desespero al ver que ese pequeño espacio había sido cubierto una vez más.
- Entonces ¿cuánto nos da por él?
- ¿Está usado?- Dijo mientras lo miraba de pies a cabeza.
- Sí.
- En ese caso el precio baja. Los vírgenes son más buscados para poder pervertirlos de mejor manera. No les puedo dar más de 5.000 $.
- Está bien
Ambos habían chocados sus manos y el dinero estaba siendo contado y entregado. Giotto estaba a flor de un ataque nervioso, ¡Le estaban vendiendo! Una vez más buscó una salida desesperado pero no encontró nada.
- Entonces vamos precioso. Es hora de que empieces tu trabajo.
Giotto sintió ganas de vomitar al sentir las sucias y asquerosas manos del otro sobre él. Estaba a punto de gritar y golpear a todos cuando una explosión se hizo presente en el lugar. Miró entre toda la humareda y vio a alguien que hizo que su corazón latiera con fuerza.
Ante él se encontraba un varón fuerte y de mirada llena de ira al igual que una gran aura asesina lo rodeaba.
- Por prostituir gente y venderlos como ganado de forma ilegal ¡Os arrestaré hasta la muerte!
Alaude les estaba dando a todos la paliza de su vida. El caos se desató en el lugar y pude ver entre el gentío como Iemitsu y Nana huían del lugar al igual que Dino. Sintio como me daban un fuerte empujón y caía al suelo perdiendo en ese momento la conciencia.
Horas después en la mansión Hibari
Ambos hermanos estaban sentados en frente de la persona que los había rescatado y a la cual amaban pero en este momentos ellos estaban serios viéndoles de manera fija.
- Hablad.
- Será mejor que nos contéis todo lo que ha pasado.
-…
-…
- Tenemos derecho a saberlo.
Ambos se mordieron el labio indecisos pero fue Tsuna quién lo conto todo, desde que se quedo embarazado hasta ahora, contando también lo que Giotto le dijo sobre su embarazo.
Ambos semes estaban furiosos y con un instinto asesino a flote impresionante. Cada uno cogió a su pareja y fueron a su dormitorio para tener una conversación privada.
En cuanto Kyoya entró a la habitación con Tsuna lo beso con dulzura y cariño, disculpándose por no haber estado a su lado en esos duros momentos.
Se besaban con amor y esta vez Kyoya comenzó a quitarle la ropa a Tsuna con cuidado y cariño, dejando marcas para que todos supieran que le pertenecía pero sin hacerle daño. Lo acostó en su cama y ambos estando desnudos se sujetaron de las manos mientras el mayor entraba en el conejito. Las estocadas eran rápidas pero dulces llenándose de amor.
Ambos sabían que todo esto era solo el principio de su relación. Y estaban deseosos de formar esa familia juntos.
Días después se encontraron pruebas que acusaban a la Familia Vongola de negocios sucios al igual que estafas. Definitivamente esos tres desgraciados pasarían sus últimos días en la cárcel, sobre todo Dino al ser acusado de violar a un menor de edad, a Enma Kotazo.