Sawada Nana se encontraba en la cocina de su casa, preparando con emoción un hermoso pastel de chocolate y nata, uno grande y con una pinta tan deliciosa que solo su olor hace babear de deseo a cualquier persona que pasará por delante de él.
Al terminar de prepararlo lo dejo en el refrigerador para que se enfriará y de pasó lo ocultaba de la vista de los demás. Salió corriendo al salón y vio a una de las hermanas de su esposo, Iemitsu. Aria se encontraba decorando todo el salón mientras regañaba a su hermano Reborn.
- Reborn, ayúdame con la decoración.
- ¿Por qué debería?
Al decir esto el de patillas se recargó sobre una de las paredes, tomando su expreso mientras miraba con desaprobación el lugar. Las decoraciones de dulces y lindos animales adornaban todo el lugar, los colores azules y naranjas predominando en toda esa decoración molesta a los negros ojos del único hombre presente.
- Porque esto está siendo preparado para tus sobrinos, podrías demostrar interés en ello.
- No voy a participar en esta atrocidad.
- ¡Reborn! Esto es una dulzura, lo apropiado para unos niños.
- De cinco años quizás, ellos no lo tienen.
Nana no pudo evitar reír un poco al verlos, ellos en verdad podían resultar muy divertidos. Cada uno tenía su propia forma de ver las cosas de ver cómo hacer esta fiesta pero al final Reborn decidió ayudar también, algo que le hizo sonreír feliz, sus pequeños iban a tener una maravillosa fiesta de cumpleaños.
Al pensar en esto se animó aún más y corrió hasta donde estaban los hermanos y los ayudo a decorar el lugar aún más bonito de lo que ya estaba, dejando que los colores más vivos animarán el reducido espacio, animando a sus ocupantes a divertirse aunque otros lo consideraban más como una tortura para los ojos, pensando en cobrársela a sus sobrinos en unos años, cuando tuvieran la edad suficiente para ser entrenados por él.
- ¡Ya llegan, hay que darse prisa!
Al decir esto el movimiento en el lugar se aceleró mientras las chicas terminaban con la decoración ya que el de patillas veía las mismas con un infinito odio, su arma en mano con la intención de dispararla ante esas horribles figuras, en su lugar y solo por petición de su pareja, fue a la cocina y trajo el pastel que una vez más le daban ganas de vomitar: tenía decoraciones azules y de un conejo y un gatito, todo por Nana que en el último momento lo colocó.
- No puedo creerlo ¡mis niños ya cumplen once años! Crecéis demasiado pronto
- Oto-san no llores, siempre vamos a estar contigo
- Es cierto
Nana sonrió al escuchar a sus pequeños, podían tener once años y en poco tiempo empezar a entrar en la pubertad pero lo adorable no se lo quitaría nadie y menos el amor que le profesaban su esposo y ella a esos hermosos gemelos que eran su vida.
Cuando los tres pusieron un pie en el lugar, el confeti voló por todos lados haciendo que uno de sus hermosos bebés gritará de la sorpresa. Cuando las velas iluminaron la tarta pudieron apreciar mejor a los cumpleañeros.
El menor era un lindo y tierno castaño de ojos miel, al nacer le pusieron Sawada Tsunayoshi. Su lindo Tsu-kun se encontraba escondido detrás de las piernas de su padre, sus ojos brillando al ver a toda su familia ante él, una tierna sonrisa en su rostro.
El mayor era un rubio de ojos cielo, su nombre era Giotto Sawada. Giotto miraba con fascinación el pastel ante él, agarrado de la mano de su hermanito para protegerlo s fuera necesario.
- Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz os deseamos todos ¡cumpleaños feliz!
Los gemelos corrieron hasta el pastel con emoción, sonriéndose antes de soplar las velas, pidiendo un deseo con todo su corazoncito. Las luces volvieron a ser prendidas en ese momento las felicitaciones volando por todos lados.
- Aquí tenéis, ¡feliz cumpleaños!
Tsuna cogió uno de los regalos de su tía Aria y rió al ver que en él estaba un lindo peluche de un osito, justamente uno que él quería desde hace tiempo pero por vergüenza no lo podía, al fin y al cabo ya tenía once años, era demasiado mayor para estas cosas.
Sin embargo a Giotto le regaló un libro que el pequeño desde hacía tiempo quería, abrazándolo contra su pecho y casi poniéndose a leerlo en ese mismo instante.
- ¡Gracias tía Aria!
- Jajaja de nada mis pequeños cielos
Aria acaricio las cabecitas de sus sobrinos cuando Reborn chasqueó la lengua y avanzo hacía sus sobrinos dándole una cajita a Giotto que los mayores no pudieron ver. Giotto abrió la caja curioso y vio desconcertado lo que había dentro.
- Tito Reborn, ¿qué es esto?
Giotto cogió uno de los objetos que había en la caja haciendo que los presentes contuvieran la respiración mientras que Reborn sonreía de forma maliciosa.
- Son condones
- ¿Qué son los condones?
En ese momento todo el lugar quedó en silencio durante unos escasos segundos antes de que el caos se desatara. Iemitsu se acercó corriendo hasta su hermano con el puño en alto, siendo esquivado por unos escasos centímetros
- ¡¿Cómo se te ocurre darle algo así a mis inocentes hijos?!
- No lo son, bueno no lo serán en poco tiempo
- ¡¿Qué dices?!
- Tienen once años y a esa edad yo ya lo hice con mi esposo
Reborn le dio una cachetada a las nalgas de Lambo, haciendo que este se sonrojará, viendo a Reborn de una forma aún más penetrante. Estaba claro que su amado esposo le iba a dar una buena charla en cuanto los niños no estuvieran presentes
- ¿Papá?
- ¿Hay algo de malo con lo que nos dio el tío?
Iemitsu se giró a ver a sus pequeños, cada uno con un condón en sus manos viéndolo curioso. Se puso pálido al ver que se lo llevaban a los labios y como alma que lleva el diablo se los quito y alejo de sus pequeños, las lágrimas en sus ojos.
- ¡¡No!! ¡¡Sois demasiado jóvenes para esto!!
Iemitsu tiró los condones aunque Nana los atrapo al vuelo, guardándolos en un cajón. El rubio mayor abrazó con fuerza a sus hijos, llorando mientras repetía una y otra vez que sus hijos eran demasiado pequeños y que ellos no harían eso nunca.
- Cariño, cálmate. Vamos hacer algo, yo voy a llevarme a Tsuna para darle su regalo de cumpleaños mientras Aria se lleva a Giotto para ayudarme a darle al suyo. Mientras Lambo y tú podéis tener una conversación con Reborn respecto a la ‘broma’ que hizo respecto al regalo de los gemelos.
Nana dio una tierna sonrisa llevándose a su pequeño de la mano mientras Aria hacía lo mismo con Giotto, dejando atrás a un tranquilo Reborn mientras su furioso hermano y esposo lo miraban de forma amenazante.
Con Reborn
Iemitsu apretaba sus puños, su cuerpo completamente tensó ante lo que su hermano pretendía que hicieran sus dulces angelitos. Lambo por otro lado estaba con su ceño fruncido, sus ojos esmeralda refulgiendo de manera peligrosa al comprobar lo que estaba incitando su esposo a él.
- ¡¿Se puede saber en qué piensas Reborn?! ¡¡Tienen solo once años, que tú fueras un pervertido y lo hicieras a esa edad violando a lambo no significa que mis niños hagan igual!!
- Lo harán, lo sabes también como yo
- ¡¡Eso no es cierto!!
Reborn ignoró la ira de su hermano, sabiendo que se estaba conteniendo para no golpearlo aunque si intentará hacerlo igualmente lo ignoraría, esquivándolo y demostrándole que por algo él era el mayor.
- Esos pequeños ya se ve que tienen ganas de sexo
- ¡¡Tú lo has dicho maldito bastardo, son muy pequeños y no van a tener sexo, ni siquiera es algo que deseen!!
- Lo harán y para tu información yo no soy aquí el bastardo, lo eres tú.
Iemitsu ya no aguantó y se lanzó a golpear a su hermano, odiaba que este le recordará que su madre solo fue una aventura con su padre mientras este estaba casado con la madre de Reborn.
El de cabello azabache inclinó un poco su cuerpo hacía el lado, sintiendo el puñetazo del menor rozar apenas unos milímetros, el de ojos negros solo soltó una sonrisa ladeada mientras cogía al rubio de las caderas, pegándolo a su cuerpo mientras sus labios se estaban por rozar sacándole un furioso sonrojo a Iemitsu.
- ¿Por qué te molestas…Iemitsu?
El de patillas dijo el nombre de su medio hermano con lujuria, tocándola el trasero con deseo sacándole un sonrojo al de ojos azules mientras el de ojos verdes gruñía de forma fuerte y amenazante.
Lambo se acercó a ellos mientras fulminaba a su esposo con la mirada y este resoplaba dejando fuera de su alcance a su hermana, una vez más esquivando el golpe que el sonrojado hombre le quería dar.
- Esta vez te has pasado Reborn, son solo niños…y si vas a ponerme los cuernos al menos hazla cuando yo no esté presente
- Yo lo haré cuando me dé la gana estúpido
- A mí me respetas, Arcobaleno. Sabes que quien lleva las riendas de esta relación soy yo.
El de patillas solo gruñó mientras Lambo lo veía burlón, dictándole el castigo que le correspondía por intentar pervertir a sus lindos e inocentes sobrinos y encima querer engañarle con otro delante de su cara. Iemitsu solo dejó al matrimonio solo mientras esperaba a su dulce y tierna esposa en la sala, tomando una buena cerveza que iba a necesitar durante toda la velada, sobre todo si a su hermano mayor le va a dar igual que sean una familia y sus respectivas parejas estén presentes e intente que ambos tengan una relación puramente sexual. Bufó ante esto, su hermano en verdad era un acosador y un pesado en todo el sentido de la palabra, esperaba que después de veinte años intentando lo mismo al fin se rindiera.
Con Nana
- ¡Pero mamá…!
- Vamos Tsu-kun hazlo por mami ¿sí?
Nana parpadeo de forma adorable, conteniendo un gritito al ver a su hermoso hijo. Tsuna era el más lindo de los gemelos, lo supo siempre, desde el mismo momento en el que nació de la misma forma que sabía iba a llamar la atención de muchos hombres y mujeres en un futuro.
Tsuna vio avergonzado a su madre, jugando con su camisa mientras intentaba decidir qué hacer, por una parte quería complacer a su mamá pero por otra le parecía muy vergonzoso y no quería hacerlo.
- Yo…
Tsuna se sintió mal al ver la mirada esperanzada de su madre mientras esperaba a que su hermoso hijo le dijera que lo iba a hacer, haciendo sentir a su hijo una basura por ella a pesar de saber que aunque dijera que no, su madre lo iba a seguir queriendo y adorando como siempre, respetando su decisión.
- Está bien.
Tsuna suspiró resignado, una pequeña y adorable sonrisa en sus labios al ver la emoción de su madre. Solo por esta ocasión lo iba a hacer por su madre, porque sabía que jamás iba a conseguir que hiciera por esto y porque sabía que a pesar de que lo amaba tanto como a su hermano, que eran la luz de su vida, su madre siempre quiso a una niña, una hija a la cual mimar y adorar y él… sería esa hija que siempre quiso durante unas escasa horas.
- Aquí tienes Tsu-kun.
El castaño vio con amor a su madre mientras esta le daba la ropa que tanto deseaba que usará. E castaño se quitó los jeans y la camisa para coger un vestido azul con toques anaranjados en los bordes, una hermosa rosa violeta adornando uno de los extremos del mismo. Con cuidado se lo puso, sintiendo como su madre le ayudaba a abrochárselo y esta le peinaba el cabello, intentando alisárselo sin éxito, haciéndola soltar un suspiro de rendición mientras que con una sonrisa le colocaba una felpa en su suave pelo.
Cuando Tsuna se colocó unos hermosos zapatos planos blancos como los copos de nieve, se acercó al espejo viendo el conjunto. Se sentía extraño caminar con un vestido puesto pero tenía que admitir que se veía…lindo. Ante esto frunció su ceño, se suponía que un chico no debía de ser lindo sino…¿cómo lo decían las niñas? ¿Guapo? Sí, debía de ser guapo, no lindo.
- TSu-kun estás tan lindo.
Al escuchar a su propia madre decirlo lindo un suspiro de rendición salió de sus labios, esperaba que ninguno de los niños de su clase supiera que se había puesto un vestido o se burlarían de él y las niñas…no sabía cómo reaccionarían pero de seguro se avergonzaría y no querría volver a salir de casa.
- Tsu-kun, ¿vamos con los demás?
Por un momento quiso decir que no pero luego solo sonrió, cogiendo la mano que su madre le ofrecía mientras iba con una sonrisa hacía la salida de la habitación. Cada paso que daba ponía más nervioso al tierno castaño, aunque detestará admitirlo tenía miedo de la reacción de su familia.
Entre pensamientos pesimistas llegaron hasta la sala, donde un ido Iemitsu metido en sus pensamientos, veía sin ver a la habitación. Su esposa levantó una ceja ante esto pero después simplemente lo ignoró mientras una tranquila Nana llevaba a Tsuna hasta el sillón donde el pequeño se sentó, un vaso de coca cola en sus canelas manos mientras tomaba ese líquido lleno de cafeína que sabía le revolucionaba pero de igual forma amaba.
- ¡Mirad que lindo señorito!
Las miradas de los demás se concentraron en Aria, Lambo y Reborn pararon su discusión para ver con sorpresa como Giotto entraba en la sala cogido de la mano de la mayor.
El pequeño de cabello rubio sonreía de forma tierna, lo que hizo sacar un suspiro de felicidad de parte de su tía y madre, ambas viendo con adoración como el pequeño se veía todo como un hombrecito, en tan solo unos años más el pequeño llegaría a la pubertad y él iba a ser alguien muy solicitado, lo sabían.
El traje negro se le ajusto a su cuerpo, la camisa blanca con los tres primeros botones abiertos hacía que se viera un poco de su pecho y la mirada dulce reflejaba el amor que sentía hacía su familia y cuanto le gustaba complacerla.
- Se nota de quién sacó la sensualidad, realmente va a necesitar los condones.
Los mayores fulminaron con la mirada a Reborn mientras esté sonreía divertido, le encantaba la situación.
- Gracias tío
Giotto le sonrió a su tío, no entendía a que se refería con eso de condones pero ¡le había dicho que se veía bien! Y sabía por muchas personas de las que había oído hablar diciendo que su tío era muy guapo, él quería ser como su tío en un futuro no muy lejano y le alegraba saber que iba por buen camino.
- Mi Tsu-kun está adorable también.
Nana sonrió con orgullo maternal mientras veía a su hijo, Tsuna se avergonzó por las miradas de los demás sobre él pero como buen niño que era lo disimulo completamente, sonriendo y haciendo como si nada importará.
- ¡Dios, qué lindo!
La peli verde se lanzó sobre el menor, abrazándolo con entusiasmo. Sin duda el pequeño castaño era toda una belleza y de esta forma se resaltaba aún más.
- Es igual a la madre
- Cállate, Reborn.- Lambo le dio una mala mirada antes de sonreír al castaño.- Te ves muy bien Tsuna.
Lambo le sonrío mientras acariciaba su cabello, el castaño viendo a su familia agradecido aunque seguían sin gustarle los vestidos y mucho menos le gustaba la mirada de su tío Reborn, penetrante y… perturbadora.
- Gio, ¿qué piensa de Tsu?
El castañito giró su mirada para ver a su gemelo, sus ojos se encontraron y las miradas de ambos se veían analizando al otro, viendo como la ropa de su gemelo se ajustaba al cuerpo contrario y analizando si le gustaba como le quedaba o no.
- Te ves bien Gio
- Tú te ves lindo como niña Tsu
Ambos se sonrieron, sacándoles gritos emocionados a las mujeres quienes veían con encanto a los pequeños, mientras que los hombres veían a las otras dos sin comprenderlas, un rubio viendo con preocupación a sus hijos.
- Pero yo no soy una niña
La sonrisa de Tsuna se transformó en un puchero, sacando suspiros de encanto a causa del menor.
- Pero eres lindo así, ¡mucho más que las niñas que conozco!
- ¿De verdad?
- Sí, ¡eres el más lindo del mundo!
- ¿No soy guapo?
Tsuna le vio un poco triste y Giotto le sonrió mientras le daba un abrazó, atrayéndolo de la cintura mientras le daba un beso en la mejilla, una gran sonrisa en su rostro.
- ¡También eres el más guapo del mundo!
Eso le sacó al menor una gran sonrisa abrazando a su hermano y besado la mejilla del mismo encantado por lo que dijo el otro, un suspiro se oyó una vez más junto a un click.
Iemitsu vio a su esposa y hermana como si estuvieran locas, ambas grabando y fotografiando el momento en completa emoción.
- Tan lindos…
- … tanto incestuoso yaoi
- Para eso ¿no es mejo nosotros?
Ambas se giraron para ver a Reborn tocándole el trasero a Iemitsu, este vio un poco sonrojado y con el ceño fruncido a su hermano, golpeando su mano mientras intentaba alejarse pero el otro se lo impidió, sus manos sujetando con firmeza sus caderas y pegándolo al cuerpo contrario.
- A pesar de que prácticamente me está engañando con su propio hermano esto es… hermoso
Nana suspiro encantada, sacando muchísimas fotos de ambos hermanos mientras el menor trataba de sacarse a su acosador hermano de encima.
- ¡¡Reborn, suéltalo ahora mismo o hasta aquí llegó nuestra relación!!
- ¿Qué dices vaca estúpida?
- ¡¡O lo sueltas o te pido el divorcio y me voy con Colonello!!
- Pues ya estás tardando. Al final me suplicarás porque te tomé
- ¡Eso jamás!
Lambo cogió el vaso de whiskey del otro y como pudo Iemitsu se quitó antes de que ese líquido lo empapará. Reborn mostró un aura oscura, sus dientes apretados mientras se iba junto a Lambo, ambos sin poder despedirse de sus sobrinas a causa de la furia que ambos sentían.
Los gemelos no dijeron nada ante esto pues podían ver a sus tíos enojados mientras ambos comían tarta, estaban acostumbrados a las peleas de ambos y eso ya no era algo que los sorprendiera. Al acabar de comer empezaron a jugar con sus nuevos juguetes mientras veían a su madre y tía atosigar a su padre con algo de:
“¡Esto es puro yaoi y amor!”
“¡Debéis consumarlo, vamos no importa, yo te doy permiso Iemitsu!”
“¡Dejadme ya!”
Los gemelos veían esto con curiosidad, soltando un bostezó antes de levantarse y frotar sus ojitos.
- Nos vamos a dormir…
-…. Hasta mañana
- Descansad bien
Las dos besaron las mejillas y cabecita de los pequeños antes de recibir un amoroso y protector abrazo de parte de Iemitsu. Los gemelos les sonrieron antes de subir las escaleras, entrando a su cuarto. Ambos comenzaron a quitarse su nueva ropa regándola por el piso de forma descuidada antes de ponerse sus pijamas y acostarse en la misma cama, siempre les gustó compartirla ya que se sentían más cómodos.
- Buenas noches Gio-nii
- Buenas noches Tsu-kun
Ambos se dieron un beso en las mejillas, entrelazando sus cuerpos y cayendo rendidos ante el sueño, una dulce sonrisa en los rostros de ambos ante la comodidad que el cuerpo contrario les proporcionaba.
Dos meses después
Tsuna soltó un bostezó mientras veía sus pies de forma aburrida. Se había colocado con la espalda en los cojines del sofá y los pies en el respaldo, sintiendo la gravedad absorberle hacía abajo pero eso no le interesaba, ni el mareo que estaba obteniendo por esto. Estaba demasiado aburrido para hacerle caso.
Su padre se había tenido que ir con su tío Reborn que de improvisto llegó a la casa y le dio cloroformo a su padre, o al menos eso era lo que ponía la botellita con el liquido que su tío le hizo aspirar a su papá, mientras el azabache lo cogía en brazos y lo metía a su auto, lo que ocasionó que su papá se fuera a jugar con su tío mientras él se quedaba solo con su hermano mayor.
A Tsuna le encantaba estar con Giotto, era algo que realmente amaba pero la verdad, estaba muy aburrido El mayor estaba en su cuarto haciendo los deberes que no hizo el día anterior y el castañito sí hizo. Soltando un suspiro cambio de posición, estaba aburrido y no había nada con lo que entretenerse.
- Me aburro mucho
- ¿Quieres ver una peli?
El menor levanto su rostro viendo al de cabello rubio, soltando un grito de felicidad se abrazó a su hermano.
- ¡Sí! ¡El rey león, veamos el rey león!
- Jajaja vale
Ambos buscaron la película y se acomodaron en el sofá, prendiendo la tele cuando apareció una imagen que les dejo perplejos. En el video se podían ver a dos hombres mayores, ambos tumbados en un cama como tantas habían estado los gemelos, pero estos estaban unos sobre él otro, sus lenguas mezclándose en un apasionado beso mientras se acariciaban, sus manos recorriendo la piel contraria y desnudándose hasta estar ambos completamente desnudos. El mayor de ambos entraba en el menor después de prepararlo, una mueca de placer en su rostro.
Tsuna estaba sonrojado y agitado, viendo esa escena sin ver mientras apretaba sus piernas y veía con el rostro ladeado a su hermanito mayor, sus mejillas de un lindo color carmesí.
- ¿Q-Qué ha sido eso?
- N-No lo sé…
Giotto miraba con el ceño fruncido la pantalla, su rostro ladeado en un intento de descubir el qué estaban haciendo los adultos del video, sintiendo una presión en su parte baja.
- Gio… ¿p-por qué duele?
El rubio vio al menor, las piernas del lindo castaño mostrando un pequeño bulto en sus pantalones. El de ojos azules lo vio como queriendo descifrar lo que esa palabra quería decir, el por qué de la reacción de su hermanito.
- No lo sé.- Reconoció al fin.- A mí también me duele
Tsuna vio como había un bulto parecido en el pantalón de su hermano. Ambos se mordieron los labios sintiendo como la ropa les molestaba, les dolía en su parte baja que estuvieran así vestidos.
- ¿Q-Qué hacemos?
- B-Bueno….el mayor lo vio dudoso mientras jugaba con sus dedos, los mismos acariciando su parte baja un poco, haciendo que un escalofrío surcará su pequeño cuerpo.- S-Se siente bien…quizás… si nos quitamos la ropa…no duela…
Ambos se vieron decidiendo si hacerlo o no pero dolía tanto que al final solo asintieron, quitándose las estorbosas ropas de sus cuerpos, quedando desnudos y más aliviados pero al momento la desesperación volvió al cuerpo de ambos: les seguía lastimando.
- D-Duele…
Tsuna empezó a sollozar, no entendiendo el por qué le dolía ahí, solo quería que dejará de hacerlo. Giotto vio preocupado a su hermanito y se acercó a él, abrazándolo contra sí, sintiendo las manitas de su hermano rodear su cuerpo, acariciando su cabello.
- Yo te ayudaré…
- ¿Cómo?
Giotto se mordió los labios mientras limpiaba las lágrimas del menor. Vio el pequeño pene del otro, pensando en lo que debía de hacer cuando recordó las imágenes que habían visto hace tan poco.
- S-Si lo masajeo…puede dejar de dolerte.
El de ojos azules llevo sus manos hasta el falo del otro, masajeándolo con sus manos sintiendo como su hermanito se estremecía y soltaba sonidos raros con su boca pero que le gustaban, le gustaban mucho…
- S-Se siente bien…
Al oír eso el mayor de ambos tomo confianza, empezando a tocar a su hermanito con mayor libertad, viendo con curiosidad como los pezones de su hermano parecían duros…como fresas de los rojos que estaban. En ese momento deseo probarlos, saborearlos y sin contenerse se acercó a ellos, atrapándolos entre sus dientes y mordiéndolos, lamiéndolos haciendo que su hermanito sacará más de esos sonidos que estaban haciendo que su parte baja palpitara y doliera aún más.
- Tsu…me duele.
El menor vio a su hermano y comprendió que a él también debía dolerle, determinado a ayudarle llevó su mano hasta el miembro de su hermano e imitando sus movimientos, sintiendo el cuerpo del otro estremecerse mientras ambos se tocaban sus partes bajas, haciendo que escalofríos recorrieran sus cuerpos mientras extraños gemidos salían de sus labios. Sin ser capaces de aguantar su propio peso cayeron al suelo, Tsuna sobre Giotto mientras se frotaban.
- ¡¡Gio, algo va a salir!!
- ¡¡Y-Yo estoy igual!!
A pesar de que ambos sabían que estaba por salir algo de sus cuerpos, algo que los hacía sentir calientes y estremecer no pudieron parar sus movimientos hasta que ambos sintieron como algo era expulsado de su interior. Cuando abrieron sus ojos agitados pudieron ver algo blanco y viscoso que escurría de sus cuerpos, haciendo que un pequeño sonrojo se ocupará en los rostros de ambos.
- L-Lo siento…
- Y-Yo también…
Se quedaron quietos por un tiempo, recuperando sus respiraciones y calmando sus corazones antes de levantarse e ir a la ducha. Como siempre entraron juntos y se limpiaron para después a vestirse, cuando bajaron a la sala vieron a su mamá viendo lo que ellos habían expulsado como si estuviera sorprendida para luego enojarse.
- ¿Cómo puede hacer esto en el salón? Es un desvergonzado pero ya verá cuando me oiga…esto no debe hacerse aquí…
Al escuchar a su mamá ambos se pusieron nerviosos, al parecer habían hecho algo malo pero cuando su mamá los vio solo sonrió, acariciando sus cabecitas e impidiendo que se acerquen al lugar donde tan solo segundos antes habían hecho eso que se sintió bien. Ninguno de los dos le dijo lo que habían hecho, temían que ella se enojará por lo que solo hicieron como si nunca hubieran hecho malo.
Durante la cena su mamá veía de forma dura a su papá y por lo que pudieron entender de su conversación es que su mamá estaba enojada con su padre porque este hizo lago indecente en su ausencia, ninguno de los dos supo a que se refería pero tampoco es algo que les pareciera importante. Cuando se fueron a dormir no dijeron nada de lo ocurrido antes, abrazados entre las sábanas penaban en lo que habían hecho.
- Gio, se sintió bien…me gustó…
- A mi también… era muy agradable… Tsu, ¿te gustaría que alguna vez lo repitiéramos?
El castaño vio con emoción a su hermano, asintiendo de forma frenética mientras lo abrazaba con una enorme sonrisa.
- Yo también quiero repetirlo en un futuro.
Ambos se sonrieron y rieron, una vez más habían estado en completa sincronía.
- Pero no podemos decírselo a nadie, mamá parecía enojada con ello.
Giotto estaba preocupado por la reacción de su mamá y Tsuna al recordarlo se ocultó en el pecho contrario, asintiendo con su cabecita.
- Será nuestro pequeño secreto.
Para sellar la promesa ambos se dieron un beso en los labios, inocente, apenas un roce de labios que los hizo sonreír. Tsuna se acurruco en el pecho de su hermano, un bostezo siendo lo último que salió de ambos antes de quedar completamente dormidos en los brazos contrarios.
Siete años después
Tal y como se prometieron, durante los años que le siguieron a aquel momento ambos siempre se daban a escondidas ese tipo de caricias, inocentes y dulces. Pero con el paso del tiempo ambos se dieron cuenta de lo que hacían realmente, como aquello que hicieron con ingenuidad tantos años atrás había sido su primera experiencia sexual, una que derivo en muchas otras que los volvieron locos e hicieron que en más de una ocasión se derritieran, sintiendo la excitación de saber que lo que hacían estaba mal y podían ser descubiertos en cualquier momento.
Ahora a sus dieciocho años ambos estaban bastante informados sobre el sexo, la experiencia de todos esos años presentes en ellos y sin que se dieran cuenta habían acabado en una relación de “hermanos con derecho a roce”. Eso era algo que molestaba a Tsuna y no era justamente por la parte en la que su hermano se lo cogía en cada ocasión que podía, ya fuera en una tarde que estuvieran solos o en la universidad durante uno de los descansos donde cualquiera podría encontrarlos, no, definitivamente eso no lo molestaba lo que lo hacía era que tuvieran solo derecho a roce.
Tsuna había deseado tener algo más con su hermano con el paso del tiempo, había llegado a tener la esperanza de que su relación pasara a una de novios aunque fuera a escondidas pero…no. Eso no era algo que Giotto quisiera, sus palabras más bien fueron:
“Vaya, cuando éramos niños nunca pensé que tuviéramos sexo pero… ¡es genial! Podemos satisfacernos e iniciar una relación con quién queramos y no podremos decirnos nada ¿no es perfecto? Y lo mejor ¡dormimos juntos! Es mucho más fácil el encontrarnos sin que nadie sospeche”
Al recordarlo un gruñido salió de la garganta del castaño. Definitivamente su hermano no se había dado cuenta de que con el paso de los años había deseado tener algo más con él, solo veía que él era un trozo de carne con piernas que podría satisfacer sus bajos instintos y seguir todo como si nada. Lo peor era que Tsuna lo consentía porque realmente disfrutaba de eso.
Un suspiro escapó de sus labios mientras sus manos revolvían aún más sus cabellos, de verdad que estaba en una situación difícil, una que no quería parar por nada en este mundo y que a la vez quería que se volviera seria. Ninguna de las dos iban a ser posibles, porque en el mismo momento en que Giotto tuviera pareja la primera y segunda se verían destrozadas de golpe pero por otra parte nunca podría tener nada serio con él… ¡¡por todos los cielos, era su hermano gemelo!!+
Como solía decir su tío lambo: “La vida es una porquería”
Había ocasiones en las que estaba completamente de acuerdo con él y teniendo en cuenta su reciente vida amorosa estaba completamente a su favor.
Soltando un suspiro se levanto de la sombra del árbol, decidiendo dar una paseo por el campus y de esa forma dejar de pensar en sus problemas amorosos, unos que lo estaban empezando a deprimir. Sus pasos le guiaban por el lugar, respirando el limpio aire del lugar, sintiendo como su cuerpo se estremecía de encanto ante el agradable calorcito que las brisas le estaban dando a su cuerpo. Sonrió cuando la gente le saludaba de forma amistosa, para su fortuna desde que llegó a la universidad había conseguido poder librarse de todos los insultos y acosos que recibía en el instituto, haciendo verdaderos amigos y conociendo incluso a gente que se había interesado de una forma…romántica.
Mordió sus labios mientras agitaba su cabeza para olvidar eso, una vez más sus pensamientos le habían llevado a pensar en una situación amorosa, ¡¿por qué justo en lo que no quería pensar era en lo que derivaba su mente?! Ese era uno de los grandes misterios de la vida.
- Mira yo… bueno…
- Dino ¿qué ocurre?
Tsuna prestó en ese momento atención. Podía distinguir perfectamente la voz de su hermano pero también la de Dino. Con curiosidad se acercó hasta el límite, escuchando a ambos hablar, asomándose un poco para ver a un nervioso Dino que veía sonrojado a un curioso Giotto.
- Es que…v-verás…yo…
- ¿Sí?
- ¡M-Me gustas mucho! ¡Sé mi novio!
Tsuna abrió sus ojos sorprendido, viendo la mirada de su hermano sobre el otro, una que tenía un extraño brillo en el otro. El castaño mordió sus labios mientras apretaba sus puños, si alguien pensaba que por estar en una situación como esta iba a llorar es que no lo conocían.
Con sigilo el castaño se alejo del lugar, sintiendo una fuerte opresión en el pecho mientras volvía a su sitio, en la sombra del árbol mientras pensaba en lo que acababa de ver. Sin duda Giotto lo había aceptado, era algo que veía en los ojos azulados del otro pero ¿qué esperaba? Tener una relación con Dino era mucho más fácil que tenerla con él, su hermano gemelo. Apretó sus dientes ante esto cuando sintió unos brazos rodear sus hombros, al levantar su mirada pudo ver a Giotto que le sonreía mientras le daba un beso en los labios, al fin y al cabo no había nadie en el lugar.
El menor abrió grande los ojos antes de darle una fuerte cachetada en el rostro al otro nada más alejarse de él, viendo la sorpresa en los ojos del otro.
- Tsu…¿p-por qué hiciste eso?
- No quiero que me beses
- ¿Por qué?
Tsuna tuvo que hacer uso de su autocontrol para no acabar gritando ni golpeando el otro, ¡¿cómo podía besarlo si acaba de conseguir novio?! Era un maldito desgraciado.
- Es sencillo, tú tienes un lindo novio, no quiero que me beses con la misma boca con la que lo haces con él.
Giotto vio a curioso a su hermano, no entendiendo nada de lo que el otro decía y mucho menos el por qué había dicho lindo con tanto odio en su voz.
- Tsuna, yo no tengo novio.
- No hace falta que me mientras, sé que tienes una relación. Solo espero que sea capaz de cumplirte a la hora del sexo…aunque sinceramente dudo mucho de que alguien más que yo sea capaz de complacerte completamente a la hora de hacerlo.
El de ojos miel se levantó enojado, por mucho que le molestará admitirlo estaba dolido y celoso, celoso de que el bastardo de Dino tuviera a su hermano, algo que había deseado durante mucho tiempo y no solo de la forma sexual sino también la sentimental, ¡el dichoso rubio de bote iba a tener al hombre al que amaba y él no podía ni intentar tener al hombre que amaba!
Giotto se levanto a prisa, sujetando la muñeca de su hermano mientras lo acercaba a él a pesar de que el otro se resistía a dejarse abrazar por el otro.
- ¿Por qué dices que tengo novio? ¡No te entiendo!
- He visto como Dino se te declaraba, está claro que ambos os habéis hecho novios, espero que lo disfrute y no te llegué a defraudar.
El veneno se podía sentir en las palabras del castaño pero para desconcierto del castaño el otro comenzó a reírse, haciéndolo enojar aún más y alejarse de golpe de él pero el otro no se lo permitió, acercándolo a su cuerpo y dándole un demandante beso que no pudo evitar corresponder, acercándose a su cuerpo mientras se besaban . Al separarse Tsuna estaba un poco sonrojado.
- Yo no quiero a Dino como amante, solo te quiero a ti.
- ¿T-Te me acabas de declarar?
Tsuna vio sorprendido a su hermano, notando como un pequeño rubor se pintaba en las mejillas contrarias y jugaba con los extremos de su camisa, ladeando su rostro.
- Es justo lo que acabo de hacer…aunque te parezca extrañó hace mucho me enamoré de ti y yo…quiero tener una relación contigo.
Tsuna por toda respuesta se abrazó del cuello contrario mientras se besaba con pasión con su hermano, quién no dudo en abrazar a su gemelo de las caderas, pegándolo a su cuerpo. Sus lenguas comenzaron a jugar mientras ambos restregaban sus cuerpos.
- Yo también te amo Gio.
El mayor sonrió mientras tumbaba a su hermano en el suelo, sus besos volviéndose demandantes, acariciando con sus manos el cuerpo del otro. Las manos de ambos se perdían entre sus cuerpos, deslizando con rapidez y maestría el uniforme hasta que este tocaba el suelo. Al verse desnudos y con la excitación de saber que podrían descubrirlos en cualquier momento se comenzaron a besar, restregando sus cuerpos y tocándose, sintiendo como sus excitaciones crecían cada vez más cuando su pareja tocaba su miembro, haciéndolos gemir y volverse locos.
- Gio…
Tsuna se acercó al cuello contrario, lamiéndolo y mordiéndolo, dejándole un chupetón mientras su hermano se introducía en su cuerpo. Las estocadas eran regulares y fuertes, sacándole gemidos ahogados a Tsuna que se perdían en la piel contraria mientras le pedía en el oído a su hermano que le diera más fuerte, algo que el otro contrario hacía gustoso. Abrió las piernas del castaño dándole aún más profundo haciéndolo delirar del placer mientras masturbaba su miembro, haciéndolo apretar de forma deliciosa su entrada hasta que ninguno de los dos fue capaz de aguantar, llegando al orgasmo de una forma avasalladora y deliciosa, agitados pero con una gran sonrisa.
- ¡¡Dioses, pero ¿qué paso aquí?!!
Ambos vieron como una de las estudiantes gritaba, llamando la atención de todos. La momento Giotto cubrió el cuerpo de su amante, podía ver la desaprobación de sus compañeros y profesores pero eso a ninguno le importaba, les daba igual la desaprobación de los demás, pensaban vivir su amor a cien de la misma forma que lo hacían su tío Reborn con su padre.
Los gemelos se dieron una última sonrisa mientras se besaban, oyendo los gritos escandalizados de los demás que olvidaron al momento.