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Cuentagotas por yui_shirogane

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Notas del fanfic:

Hola querida gente del fandom. 

El día de hoy me he despertado inspirado y les traigo un fanfic cortito y bonito (acaso ya nadie escribe one-shots?) 

En un principio tenía contemplado que fuera un drabble, más cortito aún y sabroso, pero ya saben como son estas cosas, se me ha ido de las manos al imaginarme todo XD

Es mi primera historia dentro del fandom potterico, soy potterhead y todo eso (Slytherin de corazón, Ravenclaw según pottermore), pero jamás me dediqué a escribir sobre Harry y Draco, al menos no algo tan "extenso" hasta hoy. Debo admitir que ambos conforman a mi segunda pareja favorita del fandom y que párrafos y diálogos entre ellos tengo miles. Algo, o tal vez mucho Ooc.

Sin más que agregar, espero que les guste. 

 

Notas del capitulo:

Esta onda de los personajes y lugares mencionados le pertenecen a Rowling (no todos, porque no creo que J.K. se haya adueñado del Londres muggle, aunque no lo dudaría) 

Las cartas/escritos de Harry y Draco respectivamente, si bien están cambiados y fueron adaptados para que tuvieran un sabor mágico, no son de mi entera autoría, pero ya he hecho las aclaraciones pertinentes dentro del texto y les dejé las ligas para que ubicaran los originales. A veces me pasa que así es como me inspiro, hoy día no fue la excepción. 

Draco:

“Si me hubieses dicho que con el amanecer te irías, hoy no estuviera buscando entre las sábanas el perfume de tu ausencia, ni amedrentando ilusiones que te llevaste a cuesta entre las mangas de tu saco.

Si me hubieses dicho que aquella noche era nuestra última noche, hubiera hecho que el sol se apagara para poder tenerte siempre a mi lado.

Pero hoy solo mojo en el café mis labios, que mueren por tenerte de nuevo, y cada que puedo recurro a imaginarte sentado aquí a mi lado.

¡No te hubieras ido nunca!”[1]

Harry…

 

 

I

Harry leyó por enésima vez, y tan sólo en esa sórdida mañana, el mensaje que le había enviado al celular. Era la rutina de todos los días, apenas abría los ojos y todos los recuerdos se amotinaban en su memoria se ponía abruptamente de píe, se jalaba los cabellos, lloraba y corría a buscar el celular al lugar en el que lo habría olvidado la noche anterior. Nunca encontraba respuesta. Al menos no la que esperaba recibir…

 Si a Harry le hubieran dicho que aquella sería la última vez que lo vería, le hubiera soltado esos “te quiero” infinitos que ahora había mandado a algún rincón secreto del corazón, y no hubiera asumido, tontamente, que Draco ya lo sabía.

 

II

Llevaban más de ocho meses saliendo, faltaba muy poco para que cumpliesen nueve meses como pareja. Dos meses atrás aún no comenzaban a acostarse…

Ron había estado la mar de enfadado al enterarse, soltó un millón y uno de improperios, Hermione los había contabilizado mientras le sonreía conciliadora a Harry, y sin cuestionar absolutamente nada, daba su muda aprobación. Cuando Ron se hubo calmado lo miró y seguidamente se volvió hacia Draco que se ocultaba a sus espaldas. Le perdonó todas las niñerías y los insultos hacia los Weasley en los tiempos de escuela, estrechó su mano y le pidió que hiciera a su hermano feliz.

 

III

Hacía ya un par de semanas desde la primera mañana que, sin el menor de los temores, Harry se había despertado en una cama estando totalmente solo.

Draco siempre despertaba enrollado a su torso y piernas, mientras se desperezaba sonreía con los ojos aún cerrados, y le regalaba el beso de los buenos días. Hacía ya un par de semanas que eso no ocurría, hacía ya un par de semanas que el silencio era el único quien le ofrecía amargamente el beso de los buenos días. Si los besos de los dementores pudieran ponerse en palabras, tal vez sería como despertarse solo después de haber estado enamorado.

No sabía cuánto tiempo más podría soportarlo. Después de todo la catástrofe al levantarse, se decepcionaba aún más que el día anterior, se duchaba y se vestía y bajaba a desayunar. Solo se dedicaba a llorar sobre su café amargo, Draco siempre le ofrecía el azúcar a toda su vida.

 

IV

Corrió a atender el celular con esperanzas. Era Hermione, lo dejó sonar hasta que el dichoso aparato se cansó. Era la primera llamada que Harry recibía ese día, la primera de treinta o de cincuenta o de cien, ella nunca se cansaba, él nunca atendería, no a ella.

Golpearían a la puerta muchas veces, si no reconocía la magia de Draco, el nunca atendería. Llegarían quince o tal vez veinte lechuzas, de Molly, de Ron, de George, de Seamus, de Neville, incluso de McGonagall, y el no respondería a ninguna. Se mantendría con la sangre y con la vida inerte, con las barreras arriba y la chimenea bloqueada. Seguiría ocultándose en sí mismo, más y más profundo en la oscuridad, en la tristeza.

 

V

Draco se había llevado absolutamente todo.

La ropa en el armario, las túnicas de gala y los zapatos de diseñador, el baúl de debajo de la cama, las pociones del baño, el cuentagotas del cajón de la mesa de noche y el “Allure” de Chanel. La primera de las cosas muggles que aprendió a disfrutar de verdad.

Unas migajas de pergamino con un escrito minúsculo de su puño y letra era la única prueba que constataba su presencia fugaz en aquella habitación…

 

 

Harry:

Lo lamento, ya no lo soporto más…

 Somos tú y yo, cada uno fascinado de los ojos del otro, encantados de habernos conocido, enamorados de los detalles que nos encontramos.[2]

Harry y Draco, Draco y Harry. Sabemos que algo pasa, indudablemente. No nos decimos nada, al menos no directamente.

Todo es maravillosos cuando estoy contigo, cuando oigo tus palabras, cuando me dices lo que amas. (Teddy, Granger, los Weasley, el quidditch, ser auror, atrapar a los malos. Mi nombre nunca figuro en la lista, no Draco…)

Pero no todo es perfecto, cuando tienes malos días me entero gracias a que aprendí a leerte las expresiones o porque Granger se olvida de usar el celular y llama preocupada por la red flu, tu nunca me cuentas nada Harry; nunca me llevas a tus reuniones con los Weasley, a pesar de que ya hicimos las pases; en la oficina nadie sabe que yo soy tu pareja, a pesar de que llevamos meses viviendo bajo el mismo techo y durmiendo en la misma cama…

Por eso solo somos “tú y yo”, Harry y Draco, Draco y Harry, los eternos enemigos de Hogwarts; aunque con el tiempo hayamos deseado ser un “nosotros”.

Lo lamento mucho Harry, no sabes cuánto me duele escribir estas palabras, no es como despedirme de cualquier transeúnte del Londres muggle que solíamos visitar, o de cualquier mago en Diagon. Se trata de despedirme de ti y de dejar a un lado tus manos callosas y siempre frías, y entender que esta no es una más de las veces en que nos decíamos “hasta luego” al tu ir al trabajo. No Harry, este es el fin. Ambos los sabemos, por eso te dejo ir Potter. Libre, sin ataduras, sin mí.[3]

Lo lamento Harry, pero yo si te amaba de verdad…

Draco.

 

 

VI

Harry no quería que Draco se fuera, su lado slytherin le decía que fuera egoísta, que saliera corriendo a buscarlo, que hechizara a todo el mundo mágico si era necesario, solo por el simple hecho de averiguar su paradero. Harry quería tener a Draco de vuelta, quería su tiempo, su espacio. Pero Draco no quería ser encontrado.

Harry tampoco quería obligar a Draco a quedarse, su valentía de gryffindor le decía que debía dejarlo ir. Libre, sin ataduras, justo como Draco describía en su carta, aunque esa distancia lo estuviera matando. Quizá pedía demasiado, seguiría siempre en el mismo lugar, pero sin esperar a nadie.

 

VII

Había vuelto a ver a Draco después de seis años de haberse graduado de Hogwarts en definitivo, ambos tenían veintitrés, casi veinticuatro, en una de las tantas visitas del “distinguido Señor Malfoy” al ministerio. Harry había salido de su oficina en busca de un café y un lugar apacible para fumarse un pitillo.

Draco, alto y guapo, y con su pose engreída de “soy un Malfoy hijo de puta”, se había acercado a Harry y le había pedido un cigarrillo. Ahí había comenzado todo. Harry se lo había dado sin más, y de propina, le había entregado ocho meses de su vida y él solo le había dejado un agujero irreparable en el fondo del alma.

 

VIII

Después de seis semanas de autocastigarse. Harry pasó de fumar veinte cigarrillos al día, a fumar solo dos. De llorar sobre su café amargo para el desayuno, a dejar que por su mente pasara siquiera un solo pensamiento dirigido a una taza de cafeína pura. De esperar una respuesta, a  pensar que era mejor que Draco no le contestara. De ignorar a sus amigos, a recibir solo dos llamados de Hermione al día. De esperar por su regreso, a volver a la oficina.

Harry entendió al fin lo que Draco quería enseñarle: el amor no se mendiga. Ni aunque seas San Potter, el puto héroe del jodido mundo mágico.

 

IX

Draco miró a Harry a lo lejos, ambos iban camino a Gringotts.

Después de algunos meses de cobijarse en una extraña, y muggle, ciudad griega, se había decidido a regresar a Londres. No valía la pena llorar sobre la leche derramada, todos sus pensamientos lo dirigían al mismo sitio, a Potter.

Potter, sin duda alguna, se miraba diferente. Frío y calculador, de buen aspecto, no como Draco. El llevaba cerca de diez glamour encima. 

Sacó las ilusiones que llevaba a cuestas en las mangas del saco, el mismo saco que usó el día de su partida, y sacó su celular también. Buscó el número de Harry, y escribió.

 

X

Harry iba de camino a Gringotts, una diligencia menor que requería de su presencia.

Sintió el celular vibrar desde el fondo de su bolsillo, y lo sacó presuroso. Tenía un mensaje de un remitente (des) conocido. Si bien ya no lo tenía en sus registros, se sabía el número de memoria.

Diez palabras y un nombre, como un cuentagotas, consiguieron aclararle el panorama y regresarlo nueve meses atrás, al cigarrillo, a los besos matinales, al sexo en las noches, a los baños de las tardes, al dulce café mañanero y al doloroso café amargo de meses pasados.

Diez crudas palabras y un nombre bastaron para derribar las barreras que se había esforzado en construir alrededor de su memoria.

De la nada le volvieron todos los recuerdos que, con desespero, había procurado mantener bien escondidos en el lugar más apartado de su memoria. Era ahora cuando se arrepentía de no haber usado un obliviate. Era peor que saber que Voldemort seguía vivo.

 

XI

Que fácil te rendiste, Potter.

Pensé que me amabas más.

Draco.

 

XII

Draco miró la sorpresa en los ojos de Harry…

Harry dejó escapar todas las lágrimas reprimidas…

Draco cruzó la avenida que los separaba sin más…

 

 

 



[1] Extraído el 7 de marzo de 2015 desde una imagen encontrada en Facebook, todos los derechos reservados a sus respectivos autores. (https://www.facebook.com/cartasdeamoroficial/photos/pb.491718037508721.-2207520000.1425755819./1050837268263459/?type=3&theater)

[2] Idea original extraída desde una imagen encontrada en Facebook, todos los derechos reservados a sus respectivos autores. (https://www.facebook.com/cartasdeamoroficial/photos/pb.491718037508721.-2207520000.1425787658./1050062098340976/?type=3&theater)

[3] Idea original extraída desde una imagen encontrada en Facebook, todos los derechos reservados a sus respectivos autores. (https://www.facebook.com/cartasdeamoroficial/photos/pb.491718037508721.-2207520000.1425787658./1050079441672575/?type=3&theater)

Notas finales:

El final iba a ser diferente, involucrando a Greengrass y ciertas referencias a Scorp, pero me salió así del alma. Mentira, me asunté unas horas por ciertos deberes y olvidé como iba a enlazar a Astoria en todo el drama...

 

Espero desde lo más profundo de mi corazón potterhead que les haya gustado, así tal cual quedó :') 

 

Y claro, me gustaría saber sus opiniones.

x

 


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