No hay nada más para reírse delante de mí
Me sostuve en este adiós mientras duermo…
Esos días que no volverán, tampoco la persona que yo ame…
~*~*~
Desperté con hambre y sed… Nuevamente estaba en la cocina buscando algo qué comer.
Camino de un lado a otro sin hallar algo, siento mis tripitas se aprietan por el hambre a cada paso que doy. Regreso al mismo lugar donde desperté: en el rincón que llamo cama. No me gusta. Me desagrada estar ahí, todo fétido, podrido por mis propias necesidades que nadie limpia; tampoco es que quiera ensuciar, me enseñaron a ser limpio pero lamentablemente no tengo opción.
Lloré por eso, y por falta de cariño. Lloro llamando a la persona que quiero; la persona con la que jugaba y me mimaba, pero no tengo respuesta. Estoy solo en este enorme y sombrío lugar, antes solía ser tan cálido y lleno de amor…
Tengo hambre, mucha hambre. Recorro la cocina —otra vez—, busco entre los platos algo que comer y nada, tampoco hay agua limpia para beber. No recuerdo cuando fue la última vez que esa persona que tanto quiero me dejó comida por montón, lo suficiente como para sobrevivir varios días, y agua limpia, para después encerrarse en su habitación a llorar.
Desde ese entonces no lo he visto. Lo he llamado, golpeado su puerta semi-abierta con mis patitas, pero me siento tan débil que no puedo empujarla para entrar. Ante mis insistentes llamados, no contesta… no sé qué es lo que sucede.
Salgo a paso lento de la cocina al no encontrar nada para comer y beber, todo está en silencio y con pequeñas luces que iluminan mi entorno. Me cuesta subir a una silla pero con dar un saltito con mis patas traseras puedo lograrlo y descansar un poco. Miro a mi alrededor, todo está tan sombrío que no evito gimotear, solito.
Bajo de la silla y recorro el lugar una vez más; paso por una pequeña mesa cerca de la caja de colores encendida, esa caja que mi persona querida pasaba horas o noches completas viendo y que esta vez dejó encendida.
Subo al sillón donde siempre le hacía compañía y recibía su amor, pero no está, no sale del lugar donde duerme… Tengo mucha sed. Mi agua se acabó, ya no tengo agua limpia para beber.
No puedo quedarme quieto, necesito algo para que mis tripitas dejen de sonar, bajo del sofá y camino al lugar que llaman baño, miro cierto lugar donde hay agua que podría beber, pero una de las veces que bebí de ese lugar, esa silla tan extraña me intentó encerrar cuando la tapa cayó sobre mí, me asustó. Lo malo es que no puedo beber de ahí, tengo que acercarme a esa piscina que llaman tina, solo que debo tener cuidado de no caer.
Olfateo el agua, tiene un aspecto extraño pero es la única agua que puedo beber.
Ya no tengo tanta sed pero sigo extrañando a mi persona querida. Regreso a raspar su puerta y no evito chillar mientras lo llamo, no sé qué sucede…
¡Amo Ruki! Hey, te extraño. Ven y dame mimos para darte yo también; juguemos con mi pelotita que al morderla suena; vamos a caminar y jugar en esa alfombra de aquel parque en donde más personas como tu pueden caminar y que me pincha mis patitas; hacer hoyos o enterrar tus llaves para después correr divertido cuando dices mi nombre, soltando un ruido muy agradable que tu llamas risa.
Sigo llamando pero no me contesta… ¿Ya no me quieres, amo?
Regreso al lugar donde estaba la caja de colores. Estoy muy cansado... me subo al sillón y me acuesto, apoyo mi cabeza en mis patitas delanteras y no evito aullar solito.
Amo, te extraño; tengo hambre, vamos a jugar o buscar a mi otro amo que no sé dónde está…. Amo, no sé qué sucede.
Me dormí en el sillón y al despertar, estaba igualmente solo; la caja de colores seguía encendida y el aparato que se usaba para hablar y sacar fotos, no deja de sonar.
¿Por qué no lo contestas, amo?
Volvió el silencio y nada de mi amo… Miro un pequeño retrato sobre la mesita que hay en el centro y me veo a mi mismo en ese cuadro, donde estoy al lado de mi ser amado, junto al otro ser que llegó tiempo después a vivir con nosotros e igual quiero; pero ha pasado mucho tiempo desde que no lo veo.
Dando un salto, subí a la mesita, con mi nariz sin querer vote el cuadrito, no puedo no mirarlo, ladrar y llamarlos, esperando que digan algo. Lamí la foto con cariño pero nada y volví a chillar.
Amo, regresa. Volvamos a esa habitación donde estas con otros como tú, con tus amigos que hacen ruido y melodías que me hace dormir tranquilo, volvamos, amo.
Sigo aullando al retrato hasta que la caja de colores llama mi atención: salía algo de “la tragedia que rodea a the GazettE; del accidente de hace un año que costó la vida del baterista de la banda y la depresión del vocalista”. La miro un buen rato, no sé qué es tragedia, accidente o depresión.
Amo, me gustaría que me dijeras qué es.
Mire la caja un rato y no evito saltar emocionado al ver a Kai ahí, ¿cómo es que llego ahí? Llamo a mi amo para que me venga a ver pero nada.
Mi amo no sale de donde duerme. Kai, ven y saca a mi amo de su cama. Volvamos a estar los tres juntos.
Por más que salto y llamo a Kai, tampoco me escucha, por más que ladro no viene, y lo único que consigo es cansarme, después la caja de colores no solo muestra a Kai, también a los otros que hacían ruido con mi amo en esa extraña habitación a la cual mi amo viaja casi a diario, a cantar.
Amo, ven… esta Kai en la caja de colores.
Ya no quiere verlo ni a mí tampoco. Corro a la habitación donde mi amo duerme. Doy muchos saltitos en contra de la puerta, que después de tanto empujar, al fin sede y me deja entrar. Encuentro a mi amo tendido boca abajo, aún con la ropa que lo vi la última vez, sus ojos están cerrados. Me acerco y lamo su mano que cuelga del costado de la cama, no se mueve. Ladro para llamar su atención y despertarlo pero mi amo no da señales de querer despertar.
Amo, soy yo, Koron, despierta y vamos a jugar.
Le chillo a mi amo que no despierta, lamo de nuevo su mano pero no se mueve. En intento despertarlo al ladrarle, pero nada.
Amo.
Me siento cerca de la cama y miro un sin fin de croquetas blancas regadas en el suelo parecido a las galletitas con las que me alimentaba. Mi amo me dijo que no eran comida, que jamás las comiera, él las guardaba en un pequeño frasco: “son pastillas de la felicidad” dijo. Ahora veo ese mismo frasco en el suelo, no evito jugar con el pero solo por un momento, me detengo y llamo a mi amo, nuevamente nada. Doy un salto a la cama y lamo su rostro tranquilo pero frio. Chillo a su lado, qué es esto que siento, veo a mi amo pero no lo siento. Aúllo de nuevo, algo me dice que mi amo no despertara, chillo y chillo.
Me acurruco a su lado a dormir, sediento y muy hambriento, esperando a que mi amo despierte y me de comer… más importante, que me dé su amor como antes de que decidiera dormir.
Despierto y mi amo sigue dormido. Lloro. Lamo su cara para terminar aullando en lamentos, escucho ruido pero no me importa.
Amo, por favor despierta.
Vuelvo a chillar y nada. Aún sigo con hambre y con sed pero que mi amo no logre despertar me importa más que mis galletitas. Un golpe más fuerte en la puerta de la entrada, escucho más ruido y alguien que se acerca con rapidez a donde me encuentro con mi amo. Me pongo en guardia, mi orejitas están alerta y gruño al no saber qué se aproxima, ladro con la intención de asustar a lo que sea que este ahí y no se acerque, pero eso llamo más la atención del intruso que se acerca más apresurado. Gruño y ladro.
Amo te protegeré.
Al ver quién era el que provocaba el ruido, dejo de ladrar y gimoteo al verlo. Ese ser extraño que se tapaba la nariz ¡Si, es Reita! Salto feliz al verlo.
¡Reita, ayuda a mi amo! ¡Kai, no está! ¡Quiero ver a Kai!
Reita entra a la habitación y empieza a gritar y llorar, tal como lo hacía mi amo cuando llamaba a Kai en las noches que dormía con él, antes de que decidiera dormir solo, sin mi compañía. Gimoteo sin entender por qué llora Reita, noto que alguien más entro a la habitación de mi amo, es Uruha. Corro a sus pies, salto llamando su atención.
¿Por qué no haces que mi amo despierte?
Ladro a sus pies, Uruha me mira y por alguna extraña razón su mirada me da miedo, es parecida a la de mi amo cuando Kai dejo de venir a casa. Ladro de nuevo. Uruha se agacha y me acaricia la cabeza, al igual que Reita llora.
¡No entiendo! ¡Ayuden a mi amo! ¡Quiero que despierte! Muerdo la manga de la camisa de Uruha, jalándolo a que se acerque y ayude a mí amo, pero este no quiere moverse, sin dejar de llorar en silencio. Escucho a Reita lamentar
—Idiota ¿porque lo hiciste? No basta la muerte de Kai, ahora tenemos que tratar de superar ahora la tuya… ¡Despierta! —No me gustó que Reita moviera a mi amo así de brusco, aun así mi amo no despierta.
No lo trates mal, suéltalo.
Me acerco y muerdo los pantalones de Reita y lo jalo para que deje de maltratar a mi amo. Estoy asustado. No traten a mi amo así, no quiero.
Reita dejo de hacer aquello y acomodó a mi amo en la cama. Salió para volver con una gente que nunca he visto, traían una extraña cama con rueditas en la que luego acostaron a mi amo y lo cubren completo.
No hagan eso, mi amo se va ahogar.
Todos esos extraños se llevan a mi amo, ¿Por qué Reita y Uruha no hacen nada para impedirlo? Corro tras ellos, tiro los pantalones para que no se lleven a mi amo, gimoteo al ver que termino siendo arrastrado y no puedo detenerlos.
¡No se lo lleven! Amo no te vayas, amo quédate conmigo.
No puedo seguir intentando detener a esos tipos que se llevan a mi amo, alguien me carga con cariño, miro y es Aoi. También su mirada es como la de mi amo; una mirada triste. No puedo evito aullar triste y me acurro junto a él.
Reita se acerca con comida y agua para mí, Aoi me deja con mucho cuidado en el suelo para que coma en mi platito. Como y bebo pero no es lo mismo, la comida no me sabe.
Ya no tengo hambre ni sed. Uruha me llevo a vivir con él y en su casa hay fotos donde están todos. En más de una ocasión llamé a mi amo esperando respuesta, pero nada.
Juego mucho con Uruha, él me cuida bien, me da de comer y de beber… lo he llegado a querer mucho, a Reita y Aoi que vienen de visita también los quiero, pero sigo extrañando muchísimo a mi amo y a Kai. A veces, me quedo en la entrada de la casa de Uruha esperando a que mi amo venga junto con Kai y volvamos los tres a casa.
Chillo al regresar a mi camita que mi amo una vez me compro y que Uruha trajo a su casa para que duerma, también trajo mi pelota favorita que me regaló Kai, esa que suena al morderla. Miro la puerta y gimoteo esperando que mi amo regrese y venga por mí, pero por una extraña razón, sé que mi amo no vendrá nunca más por mí. Él decidió dormir y no despertar para ir con Kai.
Ya no tengo hambre, ni sed y tampoco tengo a mi amo, Ruki… al que aún quiero tanto.
Nunca, nunca me te olvidare de ti…