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EL REY DE LOS ASESINOS 4 "SED DE SANGRE" por desire nemesis

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Shun estaba muy emocionado. Había terminado su tercer año de colegio y eso significaba algo muy importante, según le contara el abuelo cuando pequeño.

 

Ese fin de semana iría a un lugar secreto en que lo entrenarían como a su hermano. No podía dormir de la emoción por mucho que lo intentara. Daba vueltas en el futón como todo niño nervioso por las expectativas.

 

Iba a esforzarse mucho para que su hermano y sus padres se sintieran muy orgullosos de él, se prometió.

 

Miró la silueta de los árboles tras su ventana, mientras llamaba al sueño pero este no venía entonces se acordó de lo que su vieja nana le daba para tomar cuando no podía dormir.

 

Un vasito de leche tibia le haría bien.

 

Es por ella que bajó por las escaleras despacio y a oscuras esa noche y poco antes de llegar a la cocina oyó la voz estridente de su padre lo que le sorprendió pues en su vida lo había oído hablar en ese tono. Era un poco alegre para su papá. Llevado por su gatuna curiosidad el niño fue hacia la sala de donde provenían no solo la voz de su padre sino la de alguien más. Después de unos momentos de oírlos hablar en tono de juerga el peliverde descubrió que se trataba de su tío.

 

Iba a irse a hurtadillas como había llegado junto a la puerta de papel de arroz cuando oyó su nombre.

 

Mañana llevarás a Shun a los terrenos del clan. ¿No?—preguntó el segundo hijo.

 

¿Para qué tuviste que preguntar eso?—dijo con tono de pronto hastiado su padre.

 

Pensé que te agradaría hablar de ello. ¿Por qué…?—preguntó el menor sorprendido ambos habían bebido sake por largo rato.

 

Será un completo desastre. Es un inútil. Dará por tierra con la reputación que nos llevó generaciones ganar—dijo el mayor.

 

¡Aniki! ¡No digas eso! Es cierto que es un poco débil…--dijo Matsuchiro Sakurazukamori.

 

¿Un poco?—le preguntó Tochiro.

 

Aniki, déjame preguntarte algo…--dijo el menor antes de una pausa—Siempre quise saber porque le llamaste Shun—En las familias tradicionales la usanza es que la terminación de los nombres propios sea la misma para los varones.

 

¿No es obvio? Cuando nació pensé que era una niña por su palidez y pequeñez. Cuando supe que era niño me di cuenta de que no traería nada de valor a la familia. El no merece ser un Sakurazukamori a veces hasta dudo que lo sea—dijo el mayor algo molesto antes de bajar su taza de sake a la mesa con un golpe.

 

Detrás de la puerta corrediza la mirada verde era amplia por las cosas escuchadas y luego de un momento las lágrimas afloraron por los lados y el niño cerró fuerte sus manitas a la vez que sus ojos que escurrieron y luego se fue corriendo.

 

 

 

 

 

¿Has oído algo?—preguntó Matsuchiro de pronto alerta. Parecían pasos alejándose.

 

Tochiro abrió la puerta y miró el pasillo con pose altiva pero ni un sonido se detectaba en toda la casa—Creo que has tomado demasiado Matsu chan—le dijo pero su mirada seguía atenta como si supiera quien había estado ahí momentos antes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuera en el jardín el agitado niño intentaba recuperar el aliento mientras copiosas lágrimas partían de sus mejillas. Los guardias no se le acercaban porque era el niño de la casa y podía estar solo a esas horas donde fuera visible. Lo miraban desde sus posiciones como guardianes de piedra mientras el niño caía de rodillas entre los pensamientos que tapizaban el redondo jardín junto a la puerta de servicio.

 

Se frotó los ojos con un puño y miró a la luna mientras esas crueles palabras flotaban en su mente. Para su padre él no era un Sakurazukamori.

 

 

 

 

 

 

Eso contó al que ahora, diez años más tarde se sentaba frente a él mientras tomaba con calma su té.

 

Nuestro padre estaba…--dijo el mayor de los dos.

 

No me importa—dijo con cierto desdén y desidia el menor como si lo comprendiera pero en verdad no le importara—No hice lo que hice para demostrar nada ni pretendo hacer nada para que ese hombre me considere parte de la familia porque sencillamente yo no me considero un Sakurazukamori—le reveló el menor.

 

¿Entonces por qué…?—preguntó el pasmado Seichiro.

 

Quería matarlo. Es así de simple—le contestó Shun sin dar atisbos de remordimiento ni tan siquiera de interés.

 

 


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