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EL REY DE LOS ASESINOS 4 "SED DE SANGRE" por desire nemesis

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Renji estaba tomando su café solo en la cocina. No compartía la afición de los demás por las bebidas alcohólicas. Para él un buen guerrero debe estar en sus cinco sentidos siempre. Algo le molestaba.

 

Esa risita del condenado Sakurazukamori, que decía que el otro sabía algo importante que él ni sospechaba.

 

¡Cuán molesto era ese desgraciado! Se repetía mientras daba sorbos a la bebida caliente.

 

Y entonces…

 

…como por arte de magia se apareció el desgraciado.

 

Una buena elección para estos momentos—dijo al parecer satisfecho con la bebida escogida por el otro.

 

¿Tú me halagas a mí?—preguntó el pelirrojo. No se lo podía creer.

 

No es halagarte, es la verdad. Cualquiera que tenga que pasarse la noche despierto debe beber café—le dijo el otro.

 

¿Y eso quien lo decidió?—preguntó Abarai molesto.

 

Yo—respondió la insensata sabandija, en opinión de Renji. Después de un momento de mirarlo el otro dio un suspiro y continuó diciendo--¡Mira! Creo que hemos iniciado con el pie izquierdo—

 

¿Tú crees?—preguntó el molesto tatuado.

 

Pero si sigues en esa actitud solo vamos a estorbarnos y en la hora de que otra cosa pase tal vez nos beneficie una mejor condición—dijo Seichiro.

 

O sea que deseas llevar la fiesta en paz—dijo el otro con media sonrisa, como si Sakurazukamori de alguna manera se estuviera rindiendo ante él, lo que fastidió un poco al otro pero no lo mencionó—Bien. Supongo que es lo mejor para todos—dijo después.

 

Hay algo que deseo saber—dijo el pelinegro y el otro lo miró con atención mientras tomaba sorbitos, repatingado en un banco—Cuando viste a Subaru en peligro aseveraste que es un veterano del Golfo.

 

Así es. Fuimos allá juntos. Yo era su sargento. Después de allá cuando estuvimos desafectados nos dedicamos a lo que conocemos mejor y como Subaru san es también casi médico…--respondió el otro algo sorprendido del interés del pelinegro pero era obvio que después de ver a Sumeragi en su mejor forma le surgiera el interés.

 

Pensé que el solo aportaba sus conocimientos médicos y el apoyo logístico—dijo pensativo el de lentes.

 

¡Pues te equivocaste! Pero era de esperar… hasta a mi mismo me pasó—recordó el ex sargento con una media sonrisa—No daba mucho por el muchacho por lo que siempre lo mantuve tras las líneas para ayudar y que no se metiera en apuros. Aunque era bueno en artes marciales, cosa que supe después hacía desde el colegio, dudé siempre de si llegado el momento…--

 

¡Te sorprendió como a mí!—adivinó el pelinegro.

 

Eso sería confundir un vaso de agua con el mar—reflexionó el tatuado llamando la atención del otro de nuevo—Voy a contarte esto para que tomes más en serio al muchacho y para que veas que si te atreves a dañarlo barreré el suelo contigo. ¡Seas quien seas!—le advirtió Renji.

 

Le debes algo—dijo el asesino nada preocupado pero advirtiendo que el otro hablaba muy en serio.

 

¿Algo? ¡Le debo todo!—contó el pelirrojo—Antes dijiste que pensabas que él me sigue y entiendo por qué pero es todo lo contrario—contó Abarai—Aquel día en Al Kabir lo cambió todo. Nos habían hecho pedazos. Solo quedamos tres, Subaru, yo y el teniente. Yo y el teniente estábamos heridos de gravedad pero Sumeragi, él tenía una pierna totalmente lastimada y una mano se la quemó sacando a un compañero de las llamas del transporte en que íbamos y que cayó en la emboscada. Aún así repelió junto con nosotros a los enemigos cuanto pudo y en el momento adecuado lanzó una granada. El teniente podía andar aunque estaba mal pero a mí me transportó sobre su hombro y los dos sabemos que Su chan no es un hombre muy fuerte ni yo un niño de pecho pero lo hizo. Llegamos a una cueva y nos escondimos por días. Nadie nos buscaba. El teniente empezó a delirar. Su brazo cangrenaba y yo temía que eso mismo le pasara a Sumeragi y él era el que nos podía mantener vivos. Pero no lo hizo. Cuidó de los dos y de sí mismo como nadie y un día decidió que no podíamos esperar más y nos arrastró por el desierto hasta una base. Terminó medio muerto pero nos salvó a ambos. Nos mantuvo escondidos en las aldeas por las que pasamos encontró comida a hurtadillas y cuando nos atraparon en el camino él fue quien loa swjó inconscientes a los tipos de una manera insólita para mí creencia. Ahí entendí que un médico es el más capacitado para actuar contra una persona de manera eficaz. Si lo hubieras visto… ¡Yo respeto a ese muchacho! Si lo acompaño es porque en esta vida, si se confía en alguien que lo traicione puede terminar muerto y yo… le debo eso—se quedaron mirando por un rato al otro.

 

 

 

 

 

El pelinegro se servía un vaso de leche y se iba. Renji no pudo evitar decirle al verlo--¿Qué? ¿La bebida te dio acidez, gatito?—

 

Sei se molestó e iba a contestarle algo como “¡Ten cuidado! Recuerda quien soy” cuando recordó algo y su faz se relajó, miró al otro sonriente y dijo—¡Tal vez!—con ese odioso talante de sé algo que tú no que molestaba al otro y lo sabía.

 

“¡Que raro! Ese brusco cambio no es normal” se dijo el otro mientras sorbía su café solo. “Ese tipo no es nada normal. Me da escalofríos. Esos ojos de maníaco que pone cuando sonríe. Deberé andar con más cuidado y pondré más atención para que Subaru no se le acerque demasiado” pensó.

 

 


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