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EL REY DE LOS ASESINOS 4 "SED DE SANGRE" por desire nemesis

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Llegó al apartamento y como un ciudadano común tocó el timbre. Una señorita le abrió y le dejó pasar.

 

Estás muy lejos de donde te hacía—le dijo ella, le miró caminar por su apartamento y añadió—No tienes buena cara—

 

¿Y como puñeteras quieres que la tenga? Alguien me está cazando y eso no me hace gracia—le dijo molesto el de pelo castaño y ojos verdes, con unas gafas de montura de carey mientras se sentaba pesadamente ante la mesa de la cocina que ella estaba usando de escritorio—Quiero que lo rastrees—

 

¡Vaya pedido! ¿Sabes cuanto va a costar…?—preguntó la castaña.

 

¡Deja de estupideces que esto es serio!—le indicó él.

 

¡Vaya mal genio, Jason! ¿Puedo llamarte así?—dijo ella sentándose tras su laptop.

 

¡Lo prefiero, si!—respondió él sin prestarle mucha atención.

 

¿Cómo…?—preguntaba ella cuando él le alcanzó un pedazo de papel.

 

Aquí esta mi cuenta. El que me puso la trampa fue el que me hizo el último depósito. ¿Te sirve para rastrearlo, no?—preguntó el de ojos verdes.

 

Si eres tan bueno… ¿Por qué no lo rastreas tú mismo?—preguntó la hacker.

 

Por desgracia no formaba parte de mi entrenamiento sino tú no serías necesaria—le dijo el asesino.

 

¡Oye tú! Recuerda que me debes una grande—dijo la de ojos mieles.

 

Te lo agradecí generosamente, recuerda eso Neme chan. Si puedo llamarte así—dijo Michaels.

 

No. Yo tengo un nombre, aunque sea inventado y es Némesis, Né-me-sis—le recalcó la mujer luego se sentó frente a su computadora. Después de rato de farfullar mientras tecleaba le informó—Esto es inusual—

 

¿Qué cosa?—preguntó el asesino--¿Qué encontraste?—preguntó con urgencia.

 

Nada. Eso es lo inusual—le dijo ella—Por más que lo he intentado por diferentes rutas no logro dar con el rastro de las cuentas anteriores a la que te depositó—

 

Tal vez no hay anteriores y solo depositaron en ella—dijo el asesino y ella lo miró con cara de “pobrecito”.

 

Las hay pero su rastro fue borrado con una eficiencia digna del mejor de los software. Puedo ver ciertas huellas pero las líneas fueron desabled de una forma que solo un software específico pudo haberlo hecho—le dijo ella.

 

¡Bien! ¿Sabes cual?—preguntó el rey.

 

En teoría no pero se me ocurre que es un software tan sofisticado que solo una gran potencia podría haberlo desarrollado para sus organismos de seguridad y espionaje—le contestó la castaña—Recuerda que eres un hombre buscado por bastantes naciones, Jason. Mataste a otro rey de asesinos—

 

Con tu ayuda—recalcó él.

 

Como sea. Me pregunto si no estarán superponiendo esfuerzos para encargarse de una persona tan peligrosa como tú—le dijo la hacker—También tienes otros de quienes cuidarte—él la miró de soslayo—Estoy segura que los otros reyes también están intranquilos. Tú mismo dijiste que vendrían tras tu cabeza—

 

Ellos no enviarían peones. Cuando quieran encontrarme vendrán ellos mismos—dijo con confianza Michaels mientras pensaba con la barbilla posada en una mano y una pierna arrollada bajo esta.

 

¿Estás tan seguro de eso?—preguntó Némesis.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Está seguro de eso?—preguntó el pelirrojo.

 

He tardado en reunirlos pero eso no quiere decir que me quedé quieto—dijo el de los ojos azules mientras repatingado en su asiento les daba la espalda y miraba al frío cielo nocturno con mirada filosa.

 

¿Qué quiere decir?—preguntó el que con el pelinegro le miraba desde el otro lado de la semioscura oficina.

 

Sin casi moverse el que consideraban su jefe por ese encargo tecleó la barra espaciadora y el video que estaba detenido en la laptop que daba la pantalla giratoria hacia ellos continuó su reproducción. En él se veía a dos hombres peleando hasta que la batalla terminó con uno en el suelo pero vivo, después de que una navaja fuera clavada en el suelo junto a su cara.

 

¿Qué es eso?—preguntó uno del grupo.

 

Inteligencia, Subaru, eso es lo que es—dijo el de ojos negros y katana al cinto, Renji Abarai, con su mirada clavada, no en la pantalla, sino en el respaldar del sillón del hombre sentado frente a ellos.

 

He aprendido en la vida que la gente traicionera suele no diferenciar el rival del enemigo—dijo la voz desde el otro lado del sillón.

 

¿Y cuál es la diferencia?—preguntó Subaru.

 

Rival es el que compite contigo poniendo todo su empeño en vencerte—dijo la voz—Enemigo es el que pone todo su empeño en destruirte—

 

Aún a costa de si mismo—terminó Renji.


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