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EL REY DE LOS ASESINOS 4 "SED DE SANGRE" por desire nemesis

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Muy bien señor, nos vamos—dijo el pelirrojo con tatuajes en la frente y mejillas antes de voltear pero fue detenido por su nuevo jefe.

 

¡Espera ahí! Tu grupo no está completo—dijo el de ojos azules con voz imperiosa.

 

¿De que habla, si…?—preguntó Abarai antes de darse cuenta--¿Qué diablos? ¿Contrató a alguien más?—

 

Si. Él puede que fuera considerado el número dos de Asia hasta el momento pero ansía ser el uno—dijo la voz.

 

¿El dos? Significa…--dijo pasmado el pelirrojo.

 

¿De qué habla, Abarai dono?—preguntó el joven de ojos negroazulados.

 

De un asesino, Subaru. Habla del número dos de toda Asia. Si me permite preguntar… ¿Cómo lo encontró?—preguntó al sillón.

 

En realidad yo lo encontré—dijo el hombre de apariencia elegante y lentes en el vano de una puerta que ninguno notó que fuera abierta.

 

Seichirou Sakurazukamori—dijo un poco molesto el pelirrojo.

 

Mi fama me precede. ¿Eh?—preguntó pasando a un lado de él el pelinegro como si no estuviera con una sonrisa de medio lado.

 

Si—respondió el otro y luego de un momento agregó—Como el número dos—creyendo que lo molestaría.

 

Si fuera tan fácil enfadarme, señor… lo siento no sé su nombre, no podría dedicarme a esta profesión—le respondió el pelinegro sin mirarlo sabiendo que él si había logrado hacerlo.

 

Renji apenas contenía su ira y Subaru Sumeragi se preocupó por su jefe.

 

¿Y por qué, si es que se puede saber, contactaste a nuestro jefe?—preguntó Abarai entre dientes pero la curiosidad era mucha.

 

Me supuse sus propósitos y le propuse una alianza. Nada más—dijo Sakurazukamori.

 

¿Y lo hiciste de buena onda o porque fueron amigos en el colegio?—preguntó enojado el de la katana.

 

Jason Michaels ha hecho un acto de traición a una regla no escrita. Los reyes no se atacan entre si porque eso da piedra libre para que los asesinos del mundo no solo compitan sino que se asesinen entre si—dijo el número dos de Asia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaban en un auto que les llevaba al aeropuerto. Cuando el pelirrojo de los tatuajes comentó—Gracias a que nuestro jefe es una persona importante podremos pasar por las aduanas internas—

 

El de las gafas le miró de reojo y molesto el de la katana se enfurruñó mirando hacia el otro lado.

 

Subaru nervioso observó por varios minutos la actitud de ambos mientras Sumeragi en su puesto los ignoraba.

 

¿Qué te sucede muchacho?—preguntó Renji.

 

Esta nervioso y el ambiente no lo ayuda. Te iba a preguntar que hace aquí un niño de instituto—dijo Seichirou.

 

Sumeragi no es un niño de instituto—lo defendió Abarai—Tiene 22 años—

 

Sakurazukamori se quedó muy sorprendido pero no lo demostró como era habitual en él. Solo miró un poco detenidamente al sujeto--¿Cuál es realmente el papel del chico en tu grupo?—preguntó interesado.

 

Apoyo médico. Subaru estudió medicina—le contestó el pelirrojo.

 

¿Y que hace contigo? Podría…--dijo el pelinegro mayor.

 

¡No terminé!—anunció el joven apenado mientras sus compañeros le miraban como diciendo “No era necesario que se lo dijeras”.

 

¿Por?—preguntó el de gafas.

 

No tuve el dinero—dijo el joven mirando por la ventanilla. Algo le dijo a Sei que eso no era todo. El chico tenía una mirada… él conocía esa mirada. Había alguna tragedia tras ella y eso lo hacía interesarse un poco en el sujeto. Quizás era la perspectiva del viaje que emprenderían y que tendría un tiempo de ocio durante este para averiguarlo. Quizás era que ese chico pues… tal vez… le resultaba interesante.

 

 

 

 

 

 

 

 

Era un avión sofisticado el que abordaron en el aeropuerto privado y en él se encontraban los mercenarios, el asesino y su jefe.

 

No entiendo porque él está aquí—le dijo Renji al joven pelinegro refiriéndose al rico que los contratara.

 

Es su dinero. Es obvio que quiera saber si se gastó bien—dijo el chico.

 

El otro no quedó satisfecho con lo que el otro le contestara y se volteó para mirar sobre su acolchado asiento--¡Hey tú! Antes dijiste que te enteraste de las intenciones del jefe y le propusiste aliarse. ¿Qué tiene el jefe contra ese tipo?—

 

Que te lo cuente él. Yo no estoy aquí para ser tu chismoso—le dijo el pelinegro y el otro enfurruñado se volvió a sentar.

 

El joven pelinegro que atraía la atención de Seichiro estaba sentado a su lado y miraba hacia el lado del pasillo sin saber que hacer para evitar mirar a su compañero de asiento.

 


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