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EL REY DE LOS ASESINOS 4 "SED DE SANGRE" por desire nemesis

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Seichiro estaba molesto. Estaba molesto con Renji por ser molesto. Con su hermano por no obedecerle ya que estaba haciendo eso por su bien. Con Hyoga por estar tras su hermanito. Con Wheeler por ser un egoísta terco. Con Seto por no haber hablado a tiempo.

 

Pero sobre todo estaba molesto con ese pelinegro. El que le estaba mirando a los ojos acusadoramente y al que desearía silenciar para siempre. Ese débil que se escondía tras una muralla inquebrantable que le hacía más difícil desaparecerlo.

 

Su imagen, reflejada en el espejo que había en el baño, le turbaba y le ponía furioso porque a Seichiro Sakurazukamori le habían enseñado desde pequeño que los sentimientos eran una debilidad que se paga caro. Sei era el hijo mayor de una familia pudiente y familia líder de un clan ninja. Se esperaba de él solo la perfección y no se aceptaba error alguno. La estricta forma en que fue criado catapultó un carácter severo y frío.

 

La primera vez que ese carácter fluctuó fue cuando vio a su hermanito mirarlo con esos ojos grandes y luminosos al que no podía atender como a un verdadero hermano por la diferencia de edades y por lo estricto de su agenda.

 

La segunda vez fue cuando al inderrotable Seichiro Sakurazukamori, dueño de las técnicas más indescifrables y certeras del clan más antiguo de Japón, le derrotaron sin más en la azotea de un edificio y para su sorpresa no sintió rencor de su agresor sino que su vida se volvió menos aburrida al encontrar un objetivo propio al cual apuntar pues hasta entonces no había seguido ambiciones propias sino las impuestas por su familia y su clan.

 

Y ahora todo estaba revuelto en su interior por culpa de todos ellos pero fundamentalmente porque se había hallado imposibilitado de escapar de sus propios sentimientos. Y es que… en el fondo, Seichiro nunca había sentido sentimientos reales ni había sido afectado por ellos.

 

Todo era responsabilidad, todo era beneficio, todo era táctica y estrategia y ahora ese todo, desorganizado, era la nada.

 

El espejo se astilló en mil pedazos cuando lo partió con su feroz puño en un ademán impensado días para un ser tan controlado y estable.

 

Miró su mano sangrante con el ceño fruncido y salió ferozmente de esa habitación para encontrar a un preocupado pelinegro que acudía a ver la fuente del alboroto.

 

Subaru estaba sorprendido y más cuando se fijó en su mano—Sakurazukamori sa…--dijo pero la mano que estiraba para tocar la del otro fue descartada con un golpe y el otro pretendió seguir su camino dejando al paralizado y triste Sumeragi a un lado.

 

Pero unos pasos más adelante se detuvo mientras le daba la espalda el otro y el otro a él. Recordó de pronto la herida mucho más profunda que la propia y su denuedo por salvarlos que casi le cuesta la vida.

 

¡Perdona por eso! No tiene que ver contigo. Sólo déjame solo que ya me calmaré—le dijo el de lentes cosa insólita en él ya que jamás dio explicaciones a nadie fuera del clan.

 

¡No hay cuidado, Sakurazukamori san!—le susurró en respuesta el otro con voz apagada lo que dolió más a la retorcida alma del asesino.

 

El otro venía a ser su contraparte. El que jamás mataba ni hería sin justificación. El que salvaba. El que era amable con todos y soportaba silencioso el cruel mundo que se abatía sobre él. Y lo peor de todo es que lo quería al asesino y se le notaba. Lo había dejado con ternura tomarlo en sus momentos pasionales y no había reclamado nada por ello. Aún ahora que le había salvado la vida no había reclamo alguno en sus palabras. Así era Subaru Sumeragi. Su opuesto. Su complementario.

 

¿Por qué insistes en querer curarme después de todo lo que he hecho?—era la pregunta que atormentaba a Seichiro desde que le salvó sabiendo todo lo que sabía.

 

El otro abrió grande los ojos que no eran vistos por el asesino y esperó un momento para calmarse y contestar—No necesito más razón que la de que estés herido—

 

El ninja apretó los puños furioso y se volteó para agarrar por detrás al otro y voltearlo con fuerza--¿Qué clase de respuesta es esa?—

 

La única que puedo darle Saku…--le contestaba Subaru cuando una mano tapó su boca.

 

Seichiro respiraba dificultosamente mientras le miraba fijo, Subaru estaba con la espalda apoyada en la pared de madera del pasillo angosto mientras la luz de varios faroles a querosene los iluminaba desde cierta distancia. Los ojos de ambos lanzaban destellos difusos mientras se miraban de frente.

 

Sabes la respuesta que quiero—le dijo el mayor antes de sacar su mano.

 

¡Quiero ser parte!—le dijo con voz decidida Sumeragi y el de lentes le miró sin entender—¡Quiero tener que ver!—afirmó el menor y al Sakurazukamori le llevó un momento entender que se refería a su anterior afirmación de que él no tenía nada que ver con su situación.

 

La mano afirmada de pronto en su pecho de un agonizante ojinegroazulado que aunque internamente sufría su propio infierno por querer a una persona tan despiadada como él, en la que no se podía confiar, desafiaba las reglas no dichas al decir que le quería a él fue todo lo que Seichiro necesitó para reafirmar su posición. Sus labios se unieron raudos a los del que por primera vez en su vida, Seichiro, se sentía encadenado.

 

A su dulce condena, como sintió en su interior.

 

El otro recibió sus besos con lágrimas en los ojos y con temblor en todo su cuerpo pues aunque sabía que no era posible que los astros lo hubieran decidido, él sentía que estaba destinado para ese hombre.

 


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