Eren podía permanecer con las tropas de reconocimiento.
Después del desastre que tanto el como Annie habían causado, a la mayoría de las personas que conocían la situación de Eren no les parecía que el aún siguiera con vida. Y si bien estaba siendo vigilado nada aseguraba que no se saliera de control y causara daños aún peores.
La tropa estaba reunida en la base. Erwin permanecía en Stohess atendiendo diversos asuntos. Por lo cual Levi era quien estaba totalmente a cargo de Eren, el cual aún no se sentía del todo bien. A pesar de no estar herido físicamente seguía sin entender completamente su situación, su mente era un revoltijo de dudas, miedo y furia.
Esa mañana no era la excepción, sus pensamientos estaban nublados y no se decidía entre salir de la cama o quedarse tirado para intentar dormir un poco más. No tuvo mucho rato para pensarlo, momentos después la puerta se abrió, rebotando en la pared con mucho ruido.
- ¡Oi! ¿Quién te crees que eres para estar echado todo el día? Levántate ahora mismo, hay muchas cosas que hacer.
Eren ni siquiera tuvo tiempo de replicar. En cuanto se irguió un poco su uniforme lo golpeó fuertemente en el rostro. Lo hizo a un lado y vio al heichou de pie en la puerta, mirándolo de manera fría y cargando lo que parecía ser una cesta con ropa.
- ¿Podría ser un poco más amable?- Eren no acostumbraba a replicar, pero no se sentía con ánimos de ser tratado como basura.
- ¿Podrías callar esa sucia boca y dejar de holgazanear? ¿O acaso necesitas que te saque a patadas?
- Vale, ya voy… Al menos déjeme cambiarme…
Levi cerró la puerta, así que él se levantó y se vistió con su uniforme. Cuando de nuevo abrió la puerta el heichou seguía ahí. Estaba a punto de preguntar el por qué cuando lo interrumpió.
- Esto no se va a lavar solo y en definitiva yo no hare todo. Sígueme hay que aprovechar que hace un buen día.
Ambos se dirigieron al patio trasero. Mientras Levi preparaba todo Eren acarreaba el agua de un pozo cercano. Después se quitaron las botas y ambos comenzaron a tallar. A los pocos segundos el agua empezaba a teñirse de rojo.
- ¡Qué...! ¿Qué diablos es eso?
- Son sabanas, uniformes y vendajes… De heridos y muertos… No estamos en condiciones de desperdiciar nada…
Casi ningún novato lo sabía pero muchas veces los uniformes y equipos no llegaban a tiempo o en buenas condiciones para las tropas de reconocimiento, así que había que recuperar lo más posible. En muchas ocasiones la gente era quien les donaba cosas como sabanas, almohadas o incluso algunos muebles.
- Como sea, apresúrate.
Levi siguió con el lavado en silencio, mientras a Eren lo invadía una sensación de repulsión terrible. La sangre le recordaba inmediatamente a la muerte, su mente no podría dejar de pensar en sus compañeros muertos en la batalla, eso sí corrieron con suerte, cientos de ellos habían sido devorados por los titanes y eso probablemente sería la peor forma de morir.
La sensación de asco fue en aumento. Odio a los titanes, odio a toda la gente que vivía cómodamente sin preocuparse de nada, odio a si mismo por la impotencia que sentía ante todo. Por un momento su pensamiento quedo en blanco y cuando se dio cuenta estaba tirado en el agua. El jabón entro en sus ojos, una sensación viscosa lo rodeaba…
- ¿¡Que mierdas te sucede?!
El mayor lo saco de la tina y lo dejo en el suelo, mirando como Eren estaba en una especie de crisis.
- ¡Cálmate ahora mismo!
Puso sus manos sobre sus hombros y lo aplasto con sus piernas. Eren se calmó, mirando fijamente a los ojos del otro, mientras le asomaban lágrimas.
- Yo… soy tan débil… ¿Qué puedo hacer? ¿Por qué no puedo ser fuerte? No soy humano, soy tan horrible…
Levi tomo la cabeza del menor entre sus manos y la apretó con fuerza, acercándolo a él.
- ¡No lo eres! ¿Por qué no puedes entenderlo? Hay gente peor que tu yo…Y de alguna manera, aunque nadie de nosotros lo entienda tu eres y serás de bastante ayuda… Solo debes concentrarte en ti, en crecer como persona… ¡Ah, no sé qué mierda estoy diciendo! Solo levántate de una puta vez…
Eren lloraba en silencio y cuando el heichou estaba a punto de quitarse de encima él lo abrazo por la cintura.
- Entonces… ¿Está bien que este aquí?... ¿Está bien que solo sea yo?... ¿¡Está bien que esté vivo!?
Levi sabía que a pesar de la aparente madurez que demostraba Eren seguía siendo un niño, que había crecido con resentimientos y culpas, aunadas a el mar de sentimientos encontrados que se produjeron cuando supo que podía transformarse en un titán. El joven Jeager necesitaba apoyo, seguridad, algo que lo atara a su lado humano que hasta ahora nadie le había podido dar.
El heichou también lo rodeo con sus brazos, sintiendo la fuerza con la que era apretado por los del otro. Lo abrazo con fuerza, intentando transmitirle algo de calma. Nunca lo decía pero Levi siempre pensó que Eren era bastante débil en cuanto a sus sentimientos, siempre tratando de proteger a sus amigos pero lastimándose a sí mismo. A pesar de convivir con la gente no sentía que encajaba, se veía a sí mismo como una especie de monstruo, un elemento extra que ayudaría en la aniquilación de titanes.
- Ya basta mocoso asqueroso, solo mírate, estas llenándome de mocos y lágrimas… Está bien que estés aquí, estas bien que tú seas solo tú y está bien que estés vivo… Deberías dejar de pensar en cosas absurdas e innecesarias y concentrarte en volverte más fuerte, tanto física como mentalmente…
- Heichou…
- ¿Ahora que carajos?
- Gracias…
Levi no dijo nada, solo lo abrazo [aplasto] más fuerte y Eren también se abrazó a él, sollozando cada vez menos hasta que se calmó por completo.
- Si ya estás bien levántate y suéltame, me duelen las rodillas.
El menor sentado en el suelo, tenía al heichou sentado a horcajadas sobre sus piernas y efectivamente había llenado su camisa de su llanto.
- ¡Lo siento mucho!
Levi se levantó y le tendió la mano a Eren, él se puso de pie, sin soltar aquella mano.
- Esta… si alguna vez me vuelvo a sentir así… cada vez que me sienta mal. ¿Está bien que acuda a usted?
El no respondió, solo acerco la mano del menor a su boca y la beso suavemente en el dorso. Lo miro fijamente y dijo.
- Está bien, si de alguna manera confías en mí… Está bien, si te aferras a la vida… Está bien si te aferras a mí…
Eren no estaba seguro de haber escuchado bien la última frase. Levi regreso a su tarea y el menor lo siguió. A pesar del momento que habían compartido terminaron de lavar en silencio, tendieron las ropas al sol y regresaron con los demás a seguir el entrenamiento.
Cuando la noche llego ambos se fueron a dormir a sus respectivas alcobas sin haberse vuelto a hablar, pero con un nuevo sentimiento en sus pechos.
Un vacío había sido llenado en ambos.