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Enamorado de Minato Namikaze por Fullbuster

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Sasuke Uchiha POV


 


No podía creerme que Naruto estuviera allí frente a mí muriéndose. Escuché las voces de mis compañeros gritarme que volviera, que no me precipitase, pero mis pies habían salido corriendo en dirección a Naruto, él ni siquiera me veía, estaba demasiado débil, podía sentir el poco chakra que le quedaba salir de su cuerpo hasta que observé cómo salía el zorro de nueve colas de su interior.


Llegué hasta Naruto, apenas respiraba, sus ojos estaban abiertos pero no veía, no se fijaba en nada, era como si se hubiera rendido, como si estuviera desmayado aunque permanecía consciente o al menos… semiconsciente. No podía moverse, lo noté cuando cogí su mano y ni siquiera intentó agarrar la mía con sus dedos, eso era hasta puro instinto de un bebé, agarrarse, pero él no lo hacía.


- Naruto, ¿puedes oírme? Vamos, Naruto, tenemos que salir de aquí – le dije intentando moverlo pero su cuerpo pesaba mucho y no podía apenas moverlo con mi hombro herido.


Lo único que tenía claro es que iba a llevármelo de allí, que no iba a dejar que lo matasen, me daba igual si debía perder el brazo en el intento, no lo tocarían. Conseguí darle la vuelta y su espalda tocó el suelo dejando sus hombros y su cabeza apoyados contra mis piernas y es que por el esfuerzo de intentar arrastrarle me había caído al suelo quedándome sentado con Naruto prácticamente encima de mí. Pasé mis brazos por debajo de sus axilas tratando de moverlo hacia mí para alejarlo, pero seguía pesando y sentía el dolor de mi hombro, al mirarlo… comprobé que sangraba de nuevo, la herida se estaba abriendo por el esfuerzo.


Miré las muñecas de Naruto atadas, ensangrentadas por la fuerza que había hecho intentado soltarse y lloré, no pude evitar que las lágrimas salieran mientras intentaba abrir las esposas que lo tenían retenido, mientras intentaba romper esas cadenas pero no podía. Me sentía inútil sin poder hacer nada, estando herido como estaba y sin poder ayudar al chico del que me había enamorado. Sentía su respiración cada vez más débil.


Me levanté arrodillándome frente a él, pasando mi brazo por sus hombros levantándolo levemente hacia mí hasta que mi frente tocó la suya y lloré, lloré con los labios prácticamente rozando los suyos. Mis lágrimas caían contra su rostro y podía ver que estaba cerrando los ojos, lentamente los cerraba.


- Lo siento – le dije apretándole contra mi pecho todo lo que pude – lo siento, Naruto. Yo… te amo, siempre te he amado, esto no debía haber pasado.


Miré mi mano, aún llevaba el anillo, ese anillo que Naruto me lanzó cuando éramos unos niños, ese que salió en un cartón de cereales y que él dijo que no quería. Nunca debió de ser un objeto importante, estaba destinado a terminar en una papelera, ni siquiera era un anillo bueno, era una birria, una baratija pero yo lo convertí en algo importante cuando por enfadar a Naruto le dije que se lo entregaría a la persona que yo consideraba importante. Nunca encontré a esa persona… o mejor dicho… nunca nadie pudo sustituir a la persona que realmente era importante para mí, era Naruto, por eso jamás entregué este anillo a nadie, sólo a Naruto podía pertenecer, él era su auténtico dueño, el dueño de mi corazón.


Recordaba las veces que él había entrado a ducharse conmigo, a molestarme, siempre con su sonrisa y cómo yo le dejaba tocarme cuanto quisiera, cómo le echaba de menos las veces que no abría el cerrojo con su alambre para colarse. Me gustaba que estuviera conmigo y aunque fingía molestia, siempre supe que él era el único que me importaba de verdad.


Aún llorando saqué el anillo con cierta dificultad de mi dedo y se lo coloqué a él. Seguramente ambos moriríamos aquí porque aquellos criminales estaban viniendo, se acercaban hacia nosotros con clara intención de rematarnos. Yo apenas tenía fuerzas, Naruto estaba inconsciente y no sé que es lo que iba a hacer. Uno de aquellos individuos de Akatsuki lanzó unos hilos y coloqué mi brazo en medio intentando bloquear el ataque cuando sentí que alguien se había puesto en medio y los cables se enredaban en su brazo.


- Sácalo de aquí – me gritó Shikamaru activando sus sombras.


- No puedo romper las cadenas – le dije.


- Pero yo sí – escuché que decía Sakura a mi espalda cargando su puño rompiendo la cadena en cuanto la tocó - ¿Puedes cargarlo? – me preguntó.


- Creo que sí – le dije – ayúdame con él.


Sakura me ayudó a subirlo a mi espalda y es que con el hombro destrozado como lo tenía me era imposible cogerlo en brazos para sacarlo. Una vez lo tuve cargado traté de marcharme de allí pero dos hombres de Akatsuki me impidieron el paso cruzándose en medio, estaban en mitad de la entrada de la cueva y no podría salir con Naruto. No entendía por qué aún querían a Naruto, ya le habían quitado al Kyuubi de su interior pero cuando sentí a Naruto pronunciar un nombre “Danzo”, fue entonces cuando empecé a entender el motivo, éramos los dos, querían matarnos por venganza a nuestra familia.


- Sasuke Uchiha – dijo aquel hombre frente a mí – Dame al chico.


- No – le dije.


- No me hagas enfadar, chiquillo, tú no estás en condiciones de luchar y Naruto menos, dame al crío – me ordenó.


- ¿Por qué te lo daría? Nos matarás igualmente a los dos.


- Está bien, entonces no tengo nada más que hablar, espero no volver a veros – dijo enseñándome su brazo lleno de Sharingan, eso era de mi clan, esos ojos eran mi clan y me enfadé, podía notar la ira en mí.


El ataque vino hacia nosotros, la onda expansiva se llevaba todo a su paso y por suerte, me dio tiempo a activar con el chakra que aún me quedaba el Susanoo para protegernos de aquel devastador ataque.


- ¿Pero qué? – preguntó absorto – no tengo tiempo para perderlo contigo, acabad vosotros con él – les ordenó a los miembros de Akatsuki mientras veía cómo Danzo se largaba hacia la salida de la cueva siguiendo al otro individuo que tenía el control del Kyuubi – vayamos a la villa, destruyámosla y acabemos de una vez por todas con Minato Namikaze y con Itachi Uchiha, sin ellos la villa no tendrá posibilidades de sobrevivir.


Los dos desaparecieron en un espacio-temporal, seguramente creado por el otro individuo porque después de la explicación que me habían dado a mí tanto Minato como Itachi, sabía que Danzo estaba sellado, no podía utilizar su chakra con total libertad, no debería poder hacer técnicas como aquella.


- Joder – grité enfadado porque iban a por mi hermano y a por el padre de Naruto – largaos de mi camino ahora – grité enfadado hacia aquellos dos miembros pero los dos sonrieron.


Bajé a Naruto de mi espalda dejándolo en el suelo con cuidado. No tenía apenas tiempo que perder, sabía que tenía que moverme, volver a Konoha enseguida y avisar, seguramente aquellos tipos ya estaban allí y tenía que conseguir avisar a mi hermano de lo que se avecinaba, pero estos dos no me dejarían moverme. Unas agujas vinieron hacia mí golpeando contra el Susanoo y cayendo al suelo, podía ver las gotas de veneno caer al suelo y enfadado moví la mano del Susanoo rompiendo la mitad de la cueva en su arrastre y obligando a aquellos dos a salir del medio. Encendí el sharingan comprobando dónde estaban, aún seguían en pie y no esperaba menos de ellos, no eran enemigos cualquiera, eran la mayor banda criminal a la que nos enfrentábamos.


Iba a atacar cuando apareció Kakashi frente a mí y me sorprendió colocándose delante de mi habilidad sacando uno de sus kunais y activando su sharingan moviendo la bandana de su ojo.


- ¿Qué haces aún aquí? Lárgate de una maldita vez. Sakura, vete con él y atiende a Naruto en el camino, nosotros lo entretendremos – nos ordenó y siendo mi profesor, no tuve más opción que hacerle caso y marcharme de allí.


Eché a correr cargando a Naruto nuevamente y Sakura iba tras de mí intentando atenderle como podía siguiendo mi ritmo. Aún podía escuchar las explosiones a mi espalda, todos los ANBU, algunos de nuestros compañeros y hasta nuestro maestro estaban allí luchando para que pudiéramos llevarnos a Naruto, para poder llegar a avisar al resto de Konoha pero ahora mismo lo que me preocupaba era la salud de Naruto, sentía su respiración en mi cuello y cada vez era más débil.


- Se está rindiendo – le dije a Sakura.


- No dejaré que muera aquí, pero no tengo mi instrumental médico, necesita chakra, se lo han extraído prácticamente todo. Ni siquiera debería estar vivo aún – me dijo – la extracción de esos demonios es la muerte asegurada para sus contenedores, aún está luchando por su vida.


- Es un Uzumaki al fin y al cabo – le dije - ¿Podrás salvarle?


- Si conseguimos llegar a la villa es posible, todo mi instrumental médico está allí.


- Entonces aceleremos el paso – le comenté acelerando.


Cuando conseguí ver las puertas de Konoha, yo ya estaba reventado, el sudor me caía por la frente y tuve que limpiármelo con el brazo. La bandana hacía rato que se me había caído hasta el cuello tras las batallas y la carrera pero no me había detenido a ponerla bien, sé que el nudo se desataría en cualquier momento y la perdería, pero me daba igual, ahora mismo sólo pensaba en llegar al hospital para dejar a Naruto allí, sólo pensaba en avisar a mi hermano, a Minato y frené en seco cuando una enorme pata cayó a unos pocos kilómetros de nosotros arrastrando y arrancando árboles a su camino obligándonos a escondernos evitando los escombros que lanzó en nuestra dirección.


- No nos dejará entrar, está justo en medio – me dijo Sakura.


- Pues no tengo tiempo para dar un rodeo – le dije enfadado – hay que encontrar una forma de entrar.


- ¿Cómo piensas hacerlo?


- Aún no lo sé. Derribándolo.


- Es un demonio, Sasuke, el zorro de nueve colas, no podrás derribarlo tú solo y menos si tienes que vigilar a Naruto.


- Encerradlo – escuché a Naruto que decía en un leve murmullo – volved a encerrarlo en mí.


- ¿Eso solucionaría su pérdida de chakra? – le pregunté a Sakura - ¿Naruto estaría a salvo si lo volvemos a encerrar en él?


- En principio sí, pero yo no sé encerrarlo, el único que sabe esos sellos es Minato, pero él está dentro de la villa, así que seguimos con el mismo problema. ¿Cómo entramos?


- Usaré el Susanoo – le dije.


- No puedes, es arriesgado, no te queda apenas chakra y tu brazo está destrozado, hace rato que está sangrando.


- No hay otra opción, puedo entrar con él y meter a Naruto dentro, si permaneces cerca de mí podemos entrar.


- ¿Y si no puedes activarlo? – me preguntó.


- Apuraré al máximo, me acercaré todo lo posible y no lo activaré hasta que lo tenga encima, sólo lo necesito unos segundos, sólo hasta llegar a la puerta.


- No has respondido, Sasuke… ¿Y si no se activa cuando lo necesites? ¿Y si no se activa cuando estés justo debajo de ese demonio?


- Entonces estamos muertos – le dije claramente.


- Demasiado riesgo, Sasuke.


- No para mí, puedes quedarte si quieres, no te obligaré a seguirme, puedes elegir, pero yo no voy a permitir que Naruto muera aquí, necesita ayuda y su padre está dentro, tiene que entrar sea como sea.


- Te estás jugando la vida por él.


- Él haría lo mismo por mí – le comenté muy seguro – yo no tengo vida si él muere, lo es todo para mí, así que voy a hacerlo, es tu decisión seguirme o no, pero date prisa, porque en cuanto levante la siguiente pata voy a entrar.


- Estás loco – me gritó Sakura mientras yo revisaba el caminar del Kyuubi, la pata empezaba a levantarse y era ahora o nunca, tenía el camino libre mientras su pata estuviera arriba.


Salté hacia los árboles y corrí en dirección a las puertas, estaban frente a mí y sentí la presencia de Sakura tras de mí. Las sombras se cernieron sobre nosotros en cuanto empezamos a correr bajo el enorme pecho del Kyuubi y nos vio, nos había olido y estaba inclinando su enorme cabeza hacia nosotros viéndonos, aquel individuo de la máscara lo controlaba, nos delataba y no dejaría que entrásemos a la villa. El terror hacía que quisiera activar ya el Susanoo pero no podía, si lo activaba antes de hora corría el riesgo de quedarme sin energía mucho antes, tenía que activarlo en el momento preciso, sólo tenía esta oportunidad y dos personas dependían de que mi habilidad funcionase, ni siquiera estaba seguro de que tuviera suficiente chakra para mantenerlo activo el tiempo que necesitaba.


- Sasuke – escuché la voz preocupada de Sakura al ver cómo la gran pata de aquel bicho empezaba a caer sobre nosotros pero tenía que esperar hasta que estuviera casi encima de nosotros – Sasuke – escuché que me gritaba preocupada justo en el momento que activaba el Susanoo evitando que la pata siguiera bajando colándonos por el hueco hacia la puerta.


Las fuerzas se estaban marchando de mi cuerpo y sabía que no llegaría, el Susanoo que agarraba la pata de aquel monstruo iba a sucumbir, mi chakra abandonaba mi cuerpo a gran velocidad hasta que caí de rodillas con Naruto encima de mi espalda aún escupiendo sangre mientras la pata del Kyuubi aplastaba mi habilidad precipitándose sobre mí. Miré hacia arriba viendo cómo caía y sabía que por lo menos Sakura estaba fuera de aquí, ella tenía más fuerza que yo y había cruzado, podría avisar porque yo ya no podía más.


Cuando abrí los ojos tras esperar el golpe, me di cuenta de que algo estaba sujetando la pata del demonio, el Susanoo… pero no el mío, el de mi hermano.


- Sácalos de aquí y llévalos al hospital – comentó mi hermano y frente a mí apareció Minato con su sonrisa.


- Larga carrera hasta aquí, ¿eh? – dijo sonriendo comprobando las constantes de Naruto.


- Sí – le dije – demasiado larga.


- Obito – dijo Naruto en susurro pero creo que sólo yo le escuché.


- Ya está, Sasuke, os llevaré de vuelta al hospital - dijo Minato.


- Minato… es Danzo, pero no está solo.


- Tranquilo, me lo podéis contar en el hospital. ¿Estarás bien si me marcho ahora, Itachi?


- Sí, puedo retenerlo hasta que salgáis, largaos ya.


- No me voy sin ti – le grité a mi hermano pero éste se giró y me sonrió.


- Lárgate, cabezón – me dijo – Minato puede encontrarme donde sea, tengo su sello en mi cuerpo, me encontrará y es el más rápido de la villa, me sacará de aquí, así que márchate tranquilo, puedes discutir conmigo por lo del clan cuando todo esto acabe.


Quise replicarle pero cuando me di cuenta estaba en el hospital, Minato nos había teleportado a él y una enfermera venía corriendo hacia nosotros cogiendo primero a Naruto que no se movía del suelo. Busqué a Minato pero no estaba, había desaparecido seguramente para ir con mi hermano. Sé que eran los más fuertes de la villa, los genios, los prodigios de su generación pero… aún así estaba preocupado.


Veía todo un poco borroso y me daba la impresión de que me estaba mareando, iba a caerme al suelo pero al mover la mano me di cuenta de que estaba sentado en las baldosas, ni siquiera me había dado cuenta de eso. Un médico se acercó hacía mí abriéndome los ojos para comprobar mis pupilas pero me caí hacia atrás y tuvieron que sostenerme para no desmayarme allí.


- Ha perdido mucha sangre, cerradle la herida del hombro y traspasadle sangre. Este chico va a desmayarse en cualquier momento. Necesita recuperar chakra – dijo el médico hacia una enfermera que venía corriendo en mi dirección con unas bolsas de sangre.


- Tranquilo, te pondrás bien – me dijo con una agradable sonrisa pero yo no podía sonreír, sólo pensaba en Naruto y miré hacia mi lado.


- ¿Naruto? – pregunté.


- Están reanimándolo, estará bien, ya verás – me dijo la enfermera colocándome la aguja en el brazo.


Yo miré a mi lateral aún hasta que conseguí ver el brazo de Naruto, era su mano… estaba seguro porque llevaba el anillo que yo le había puesto. Acerqué mi brazo libre hacia él hasta que cogí su mano. No respondía, seguía sin responder y me preocupé, las lágrimas salían de mis ojos viendo cómo aquellos médicos trataban de conseguir reanimarle. ¿Había llegado tarde? Aún respiraba cuando lo había traído pero ahora estaban pasándole oxígeno, abriéndole la chaqueta tratando de que su corazón volviera a latir mientras una enfermera le tomaba el pulso. Él tenía que vivir, tenía que hacerlo porque no habíamos arreglado las cosas, aún no había podido decirle cuánto le amaba, no podía irse sin saberlo.


- No te atrevas a morir maldito, dobe – le grité apretando su mano y escuché entonces el largo jadeo de Naruto tratando de tomar aire mientras apretaba mi mano atemorizado por no saber dónde estaba, por no saber qué ocurría y aunque me hizo daño, me dio igual, estaba vivo, seguía aquí.


- Lo tenemos, se recupera – escuchaba a una enfermera – llevadlo rápido a cuidados intensivos, necesita atención urgente.


Separaron a Naruto de mí subiéndolo a una camilla y tuve que soltar su mano pero mis ojos no dejaban de fijarse en aquel anillo, seguramente él ni se había dado cuenta de que lo llevaba, él no sabía lo que yo sentía por él, no sabía nada, ni siquiera lo que estaba ocurriendo ahí fuera entre todo el ruido de explosiones, entre la cantidad de heridos que entraban por el hospital.


Me ayudaron a levantarme y me sentaron en una silla haciéndome la transfusión de sangre y me dejaron allí solo mientras me recuperaba. Pensaba en todo lo que había ocurrido hasta que vi aparecer de golpe en mitad de la sala del hospital a Minato con mi hermano. Había tanta gente corriendo apresurada intentando salvar a los heridos que no se percataron de ellos y un médico chocó contra mi hermano empujándolo y tirándolo al suelo encima de Minato.


- Lo siento, Hokage-sama –se disculpaba el médico.


- No pasa nada. Creo que debí colocar el sello en otro lado – comentó.


Itachi se puso en pie ayudando a Minato a levantarse que salió corriendo en busca de su hijo mientras Itachi me buscaba a mí. Levanté la mano que no tenía la aguja clavada y le indiqué mi ubicación, por lo que vino rápido hacia mí.


- ¿Estás bien? – me preguntó abrazándome, hundiendo mi rostro en su clavícula.


- Sí – le dije – oye… yo…


- Ya hablaremos de todo luego. Cuéntame, ¿qué ha ocurrido?


- El equipo de rescate está fuera de la villa, nos cruzamos con Akatsuki, pero eso no es lo peor… son Danzo y está acompañado de un tal Obito, tienen el control del Kyuubi y quieren destruir la villa, están deseando venganza contra Minato y contra ti.


- Me olía lo de Danzo, pero no esperaba encontrarme a Obito por aquí – me dijo.


- ¿Quién es? – le pregunté.


- El alumno de Minato – me dijo – falleció en una misión en la tercera guerra Ninja, no esperaba que estuviera vivo. Minato estuvo destrozado por su muerte, ni siquiera creo que pueda imaginarse que sea él, debía de estar muerto.


- ¿Por qué querría atacar a su maestro?


- Quizá se sienta traicionado y dolido porque Minato no llegó a tiempo para salvarle. Lo intentó pero no pudo, Kakashi es quien tiene uno de sus ojos, él se lo dio.


- Pues está controlando al Kyuubi.


- No hay forma de detenerlo, no sin Minato y la última vez le costó la vida de su esposa, casi le perdemos a él.


- ¿Volverá a hacerlo?


- Ese sello destruirá su vida – me dijo Itachi – es capaz de sacrificarse por detenerlo pero no creo que quiera volver a meter al Kyuubi en su hijo y su cuerpo no resistiría la otra mitad de ese demonio.


- ¿Qué vamos a hacer para detener a esa cosa?


- No lo sé – me dijo – venga, vamos a ver a Naruto y pensaremos en algo.


Mi hermano me ayudó a levantarme y tuvo que sostenerme para no caerme en cada paso que daba. Cuando llegamos a la habitación, Minato estaba allí cogiendo de la mano a su hijo y podía ver que aquellos preciosos ojos azules estaban abiertos aunque parecía muy débil.


- Lo arreglaré, tranquilo – le decía Minato.


- Yo… ¿Cómo lo arreglarás? – le preguntaba Naruto.


- Lo encerraré de nuevo.


- ¿Vas a volver a encerrarlo en mí? – preguntó preocupado.


- No, Naruto, esta vez seré yo quien lo llevará dentro.


- No puedes hacer eso – le gritó mi hermano cogiéndolo de la chaqueta de Hokage y empotrándolo contra la pared enfadado, pero Minato sonrió.


- Es la única solución, Itachi.


- No vas a hacerlo, morirás, tu cuerpo no puede aguantar al Kyuubi completo, es una tarea para el clan Uzumaki, ellos son los verdaderos contenedores del demonio, tú no lo resistirás.


- Pero mi hijo estará a salvo – le dijo.


- No seas idiota, ¿qué haremos sin ti? Tú eres el Hokage, compórtate como tal.


- No, Itachi – le dijo Minato cogiéndole de la muñeca y alejándole de él – compórtate tú como un ANBU, protégeme hasta donde puedas y luego callas y obedeces, tú trabajas para mí, no al revés, nunca te olvides de eso – le comentó de forma seria.


- Quiero ir yo – dijo de golpe Naruto – soy un Uzumaki, sabemos que mi cuerpo lo resiste y ya lo he llevado dentro, si me prometéis enseñarme a controlarlo acepto volver a llevarlo.


- No, no vas a llevarlo, Naruto – se quejó Minato – no volveré a hacerlo.


- No quiero que mueras.


- Moriré igualmente – dijo llorando – el sello necesita la vida de alguien.


- ¿Por qué no moriste la última vez? – preguntó Naruto.


- Porque yo engañé a la parca – dijo Itachi.


- No la engañaste, Itachi… - comentó Minato de golpe – tenía que llevarse una vida, tú bloqueaste con el Susanoo evitando que pudiera ser la mía o la tuya, pero no éramos los únicos que estábamos allí.


- ¿Kushina? – preguntó Itachi en susurro - ¿Lo sabías?


- No, pero llevo un tiempo pensando en eso. ¿Y si fue su vida la que se llevó a cambio de la mía? ¿Y si fue mi culpa? – preguntó Minato alterado llorando.


- No es cierto, tú no tuviste la culpa.


- No podemos estar seguros.


- Ella ya había muerto cuando intenté salvarte a ti – le confesó mi hermano gritando cogiéndolo de los hombros – escúchame bien, ella me hizo prometerle que te protegería y eso he hecho hasta el día de hoy. Murió en mis brazos, yo le tomé el pulso, estaba muerta antes de que la parca fuera a por ti. No fue tu culpa, protegió a su hijo. Puedo engañar a la parca.


- Pues pensad algo porque la villa está en peligro mientras hablamos – les dije sacándoles de esa conversación.


- Hagámoslo – dijo Minato de golpe – yo llevaré a Naruto. Reúnete conmigo en la muralla.


- Yo quiero ir – les dije.


- No vas a venir, es peligroso – comentó mi hermano.


- Quiero ir y no me lo puedes impedir, también es mi familia, Itachi y quiero ayudar.


- Está bien – cedió al final mi hermano llevándome con él.


Mi hermano me ayudó a llegar a la muralla y desde allí pude ver al Kyuubi que se aproximaba hacia la villa aunque los equipos de ninjas trataban de impedirlo mientras Minato invocaba a Gamabunta aplastando al Kyuubi mientras le obligaba a quedarse quieto sosteniéndolo como podía. Minato se lanzó fuera de la muralla en busca de Obito y no sé si realmente lo sabía, creo que no por la velocidad que cogió mi hermano bloqueándole.


- Minato, para un segundo – le exigió pero no frenó, iba en busca del culpable y quería acabar cuanto antes para evitar más bajas entre sus ninjas – Es Obito, te estás enfrentando a Obito Uchiha – le gritó y entonces frenó de golpe.


- ¿Qué? ¿Es una broma cruel o qué? Obito está muerto, yo mismo estuve en su funeral, Kushina también estuvo. A Kakashi le destrozó su muerte.


- Está vivo, es él – le repitió Itachi – ten cuidado… va a por ti, está cegado por su dolor y su ira.


- No deberías habérmelo dicho – le reclamó Minato – yo… yo no puedo enfrentarme a él. ¿Cómo queréis que lo mate o le haga daño? Es mi alumno – dijo llorando.


- Tenías que saberlo, él no va a contenerse en su ataque, irá a por ti – le comentó mi hermano – mírame bien, yo estaré aquí contigo siempre, no dejaré que nadie te haga daño, pero no permitiré tampoco que te rindas, ni aunque sea tu alumno. Es mejor que seas tú quien acabe con su sufrimiento a cualquier otro. Es tu deber – le decía mi hermano cogiendo sus mejillas entre sus manos obligándole a mirarle – estoy contigo, Minato, te amo y te amaré siempre. Acabemos con esto, hagámoslo juntos, terminemos de una vez por todas.


- Te amo – le dijo Minato a Itachi antes de unir sus labios con los de mi hermano – Acabemos con esto.


Seguimos avanzando cuando un kunai vino directo hacia mí y fue Minato lanzando otro kunai quien lo desvió clavándolo en un árbol y teleportándose a él activando su Rasengan empotrando a Obito contra el suelo. Menos mal que él era tan rápido como para atacar antes de que le vieran aún así Obito se levantó del suelo observándonos.


- Minato Namikaze, por fin volvemos a encontrarnos – comentó.


- Obito – dijo Minato serio – lamento lo que te ocurrió en el pasado, pero detén esto o esta vez seré yo en persona quien te mande a la tumba.


- No me hagas reír, Minato… todos los alumnos acabamos superando a nuestro mentor, tú no serás la excepción.


- Yo no soy como cualquier otro maestro – le dijo Minato.


- No… tú eras el prodigio de los Namikaze.


Minato volvió a lanzarse al ataque bloqueando los movimientos de Obito y evitando que se acercase a nosotros, intentando hacerle perder el control del Kyuubi pero fue Itachi quien apareció de golpe frente a Obito cuando esquivó uno de los ataques de Minato y pude ver cómo mi hermano cogía su nuca acercándole a su rostro obligándole a mirarle a los ojos metiéndolo en su ilusión.


Miré hacia el Kyuubi cuando Minato deshizo el sello que lo controlaba al tenerlo completamente dominado Itachi. El Kyuubi se estaba descontrolando y Minato había empezado a hacer los sellos para meterlo de nuevo en Naruto pero Itachi detuvo sus manos antes de que terminase.


- Yo lo haré – le dijo – dame una oportunidad… puedo controlarlo y hacer que vuelva voluntariamente al cuerpo de Naruto, nada de sellos, no dejaré que mueras por esos idiotas.


- Inténtalo, pero sin arriesgar, Itachi, no quiero perderte – le dijo besándole.


- No me perderás.


Itachi empezó a hacer los sellos y aunque tardó un rato, creo que funcionaba, le notaba tenso pero al menos el Kyuubi se detuvo, nos miró y empezó a acercarse a un tembloroso Naruto al cual empezó a entrar sin rechistar. Mi hermano se desmayó de golpe en cuanto el demonio volvió a su recipiente y Naruto también se derrumbó, yo tuve el tiempo justo para acercarme a él y cogerlo entre mis brazos pero Minato me dijo que me alejase mientras él cogía a mi hermano.


Nos alejamos de allí y menos mal que lo hicimos, porque cuando Obito y Danzo llegaron para intentar llevarse a Naruto gritando e insultando, Naruto empezó a transformarse, creo que el Kyuubi estaba realmente enfadado de haber vuelto a ser encerrado y en cuanto vio a aquellos hombres se enloqueció. Si cuando me atacó a mí estaba descontrolado, ahora era peor, Obito y Danzo acabaron allí, no volverían a molestarnos y todo por intentar controlar a un demonio que nadie debía de haber tratado de controlar nunca.


Recogimos a Naruto en cuanto se calmó, seguía desmayado y nos lo llevamos al hospital, necesitaba descansar pero al menos su chakra se estabilizaba al volver a tener dentro a ese monstruo.


 


Naruto Uzumaki POV


 


Oscuridad... lo único que veía era oscuridad a mi alrededor. Me sentía cansado, sentía todo mi cuerpo muy pesado, no podía moverlo... ni siquiera era capaz de abrir mis párpados. Todo me daba vueltas, me sentía mareado y por un instante creí que iba a perder el equilibrio y me iba a caer en algún profundo agujero del que no sería capaz de salir. Tampoco escuchaba nada, sólo un silencio aterrador... ¿Dónde diablos estaba? Lo último que recordaba era toda esa gran cantidad de chakra invadir mi cuerpo de nuevo y después... nada. ¿Qué había ocurrido? ¿El zorro se había apoderado de mí de nuevo? ¿Había matado a todos en la aldea? ¿Había matado a mi padre, a Itachi y a... Sasuke? ¿Había muerto yo y ahora estaba en el más allá?


De repente, llegó hasta mis oídos un sonido. Intenté esforzarme para escucharlo mejor y descubrir qué era pero no volví a oírlo... quizás había sido mi imaginación. Traté de abrir mis ojos de nuevo pero mis párpados seguían igual de pesados, entonces escuché aquel sonido lejano otra vez... Sonaba como ahogado, no podía distinguir de qué se trataba. Me concentré en él tratando de averiguar al menos su procedencia pero tampoco era capaz de localizar de dónde venía. Poco a poco, fue aclarándose y supe que era la voz de alguien, pero... ¿de quién? No era capaz de reconocerla ni tampoco lo que decía.


- ...uto – pude entender. La voz parecía cada vez más cercana - ...ruto... erta.


¿Era mi nombre? ¿Alguien me estaba llamando? ¿Pero quién?


- Naruto – escuché claramente. Era la voz de Sasuke – Despierta – me pedía angustiado.


Sasuke... intenté llamarle pero mi voz no salía. ¿Por qué no podía hacer absolutamente nada? ¿Por qué mi cuerpo se negaba a obedecerme y hacer lo que le pedía?


- Por favor... - me suplicaba Sasuke.


Me concentré al máximo y junté toda la fuerza que tenía para poder moverme, para poder abrir mis ojos y mirar el rostro del teme, para abrir mi boca y gritar su nombre... De repente, sentí que una luz penetraba en aquella oscuridad disipándola poco a poco. Abrí lentamente mis ojos adaptando mis pupilas a aquel color blanco que me destellaba un poco, era demasiado contraste pasar de una completa oscuridad a aquel lugar tan iluminado. Cuando mi vista se acostumbró, giré un poco mi cabeza para identificar el lugar en el que me hallaba aunque me pude imaginar que era el hospital por el olor a desinfectante que había en el ambiente.


Supuse que estaba en una cama por lo que traté de sentarme en ella pero un peso sobre mi cuerpo me lo impedía. Con mucho esfuerzo, apoyé mis codos sobre el colchón para reclinarme un poco y ver qué me impedía moverme topándome con una cabellera negra apoyada sobre mis piernas que murmuraba mi nombre en sueños. Se veía tan cansado y devastado que a pesar de todo el dolor que le había causado, no pude evitar estirar mi mano izquierda para acariciarle el cabello pero la detuve cuando estaba a mitad de camino.


Había un anillo en el dedo anular... ¿cuándo me había casado yo? ¿Qué había hecho mientras estaba inconsciente? Espera... ¿cómo pude dar mi consentimiento si estaba postrado en esta cama incapaz de hablar? ¿Eran válidos los matrimonios cuando uno de los novios estaba inconsciente? ¿Con quién me había casado? Tantas preguntas hicieron que me marease ligeramente, me llevé mi mano hacia mi cabeza y cerré los ojos tratando de relajarme mientras volvía a tumbarme. Cuando se  me pasó el mareo, volví a abrir mis ojos y alejé un poco mi mano para poder observar el anillo que me habían puesto. Mi boca se entreabrió ligeramente, estaba sorprendido de lo que veía, me había quedado mudo de la impresión... era el anillo de Sasuke, el que tenía reservado para la persona más importante de su vida. ¿Por qué lo llevaba yo?


Supuse que debía tratarse de un error, quizás se lo había robado a Sasuke mientras el Kyuubi me había poseído así que comencé a quitármelo, no quería que cuando mi hermano se despertase me viese con él y se enfadase. No soportaría que me echase en cara que yo lo tuviese cuando pertenecía a Sakura. Estaba a punto de sacarlo cuando una mano nívea se posó sobre las mías impidiéndomelo. Alcé mi vista y me encontré con la oscura y preocupada mirada de Sasuke. Había estado tan centrado en mi tarea que no había notado el momento en que se había despertado y se había levantado acercándose a mí.


- Sasuke... - susurré.


- Dobe, ¿por qué te lo estás quitando? - me preguntó... ¿con tristeza? ¿Por qué?


- No me pertenece, es de Sakura – le contesté con una sonrisa fingida después de salir de mi desconcierto – Te prometo que no lo he robado... o eso creo, no sé cómo ha llegado hasta mi dedo – le expliqué antes de que sacase conclusiones erróneas.


- Lo sé, yo te lo puse – escuché sorprendido y con un ligero rubor. Estaba a punto de preguntarle por qué cuando siguió hablando – Este anillo siempre fue tuyo, Naruto, sólo que nunca tuve el valor de aceptar lo que verdaderamente sentía por ti. Me engañé durante muchos años y lo estuve negando por miedo... miedo a aceptarlo, miedo a lo que dirían Minato y mi hermano y, miedo a que realmente tus sentimientos no fueran reales, que sólo se tratase de una de tus bromas... – me confesó con un semblante serio pero completamente sincero.


Si antes estaba ruborizado, ahora debía parecer un tomate de lo rojo que estaba. No supe cómo reaccionar, era lo que siempre había deseado y ahora me quedaba sin palabras, incapaz de responderle que nunca bromeé sobre mis sentimientos, que le amaba con todas mis fuerzas. No fui consciente de que había comenzado a llorar hasta que Sasuke pasó su pulgar dulcemente por mi mejilla limpiando el rastro de una lágrima que se había escapado de mi ojo. Ese mismo dedo fue bajando hasta rozar mis labios mientras sentía cada vez más cerca el rostro de Sasuke, notaba su cálido aliento sobre mis labios. No pude evitar cerrar mis ojos cuando los labios de Sasuke acortaron la distancia que lo separaban de los míos, acariciándolos suavemente. Fue un beso tierno y cariñoso que me hizo temblar, jamás había imaginado que Sasuke pudiese besar de aquella manera.


No llegamos a profundizarlo, solamente disfrutamos atrapando nuestros labios con dulzura durante un par de minutos hasta que Sasuke se separó de mí y yo permanecí unos segundos con mis ojos cerrados, quería grabar a fuego aquella sensación en mi mente, no quería olvidarla porque creía que estaba soñando, que aún seguía inconsciente y que de un momento a otro me despertaría volviendo a una realidad donde Sasuke me odiaba y se iba con Sakura.


- Te amo, Naruto – me confesó volviendo a colocar en su sitio el anillo, en mi dedo anular – Siempre lo he hecho. Quiero que estemos juntos para siempre.


Abrí mis ojos ante aquella declaración y me di cuenta de que no estaba soñando, que realmente Sasuke estaba frente a mí diciéndome que sentía lo mismo que yo. Le agarré de la nuca y le atraje hasta mí volviendo a unir nuestros labios pero esta vez el beso era más demandante, más ansioso. Pasé mi lengua por su boca y Sasuke la abrió dándome permiso para entrar en ella, su lengua salió para encontrarse con la mía jugueteando con ella. Nuestras lenguas batallaron para lograr dominar a la contraria pero ninguna de las dos parecía querer ceder, se enredaban entre ellas tratando de ganar terreno e invadir la boca del contrario. Al final nos tuvimos que separar por la falta de aire quedando aquella intensa y deliciosa batalla en empate, aunque antes de separarnos por completo, Sasuke atrapó de nuevo mi labio inferior succionándolo ligeramente y paseando su lengua limpiando un pequeño rastro de saliva que se  había escapado.


- Yo también te amo, desde hace mucho tiempo. La vez que te confesé mis sentimientos en la academia era de verdad, nunca te vi como mi hermano. En aquel entonces sabía que me gustabas pero con el paso del tiempo me enamoré de ti aunque como pensaste que sólo te estaba tomando el pelo, creí que aprovechándome de ello podía estar cerca de ti de la manera que yo deseaba. Era la única forma de poder tenerte para mí, de tocarte y besarte – me sinceré, no quería que tuviese ninguna duda de mis sentimientos.


- Lo sé, me di cuenta tarde... la otra noche cuando me dijiste que nunca fue un juego, noté que tus palabras eran sinceras pero me asusté, mis propios miedos y dudas se interpusieron y decidí que lo mejor era hacerte daño en aquel momento para que te alejases y te olvidaras de mí. Realmente pensé que no podíamos estar juntos por ser familia y que sólo nos traería más problemas y más dolor... pero ahora me he dado cuenta de que nada de eso importa, casi te pierdo y... - Sasuke apoyó su frente contra la mía y comenzó a sollozar, aquello me impresionó porque jamás le había visto derramar una sola lágrima – me da igual lo que piense la gente, me da igual si nuestros padres se oponen, no pienso separarme de ti jamás... Sin ti, estoy perdido.


Maldito teme, ¿por qué tenía que ser tan jodidamente romántico? Ahora era yo el que había comenzado a llorar, sus palabras me habían calado hondo, me habían llegado hasta el corazón y no pude evitar enamorarme más de él pero... aún tenía algunas dudas.


- ¿No me tienes miedo? - le pregunté ladeando ligeramente mi rostro para apartar mi mirada de él.


- ¿Por qué debería? - me respondió Sasuke con otra pregunta.


- Ya sabes... tengo de nuevo al demonio de nueve colas en mi interior, podría volver a descontrolarme y... - no pude continuar, las palabras se me atoraron en la garganta.


- Me da igual que tengas a ese zorro dentro de ti, sigues siendo tú y te quiero a ti por completo, con todos tus defectos y virtudes y si eso significa que vamos a tener a un zorro como mascota, que así sea – me dijo con su típica sonrisa de autosuficiencia.


- Lo siento – me disculpé y agaché la cabeza - Siento mucho haberte herido, haber intentado... matarte – dije muy apenado y arrepentido.


- No pasa nada, no eras tú, estabas siendo controlado – me afirmó posando un dedo sobre mi barbilla para alzar mi rostro.


- Puede, pero eran mis celos lo que guiaba al zorro... Lo lamento de verdad. Al final no he podido deshacerme de él.


- ¿Deshacerte de él? ¿Es lo que querías? - me preguntó sorprendido y preocupado al mismo tiempo.


- Sí, por eso me fui con Obito. Él me dijo que sabía la manera de librarme del Kyuubi y acepté. Estaba seguro de que me odiarías después de lo que te hice y me sentí tan desesperado que, en cuanto me ofreció ayudarme, no pensé en las consecuencias. Sólo pensé que sin el Kyuubi quizás tendría alguna oportunidad contigo.


- Eres un idiota – me soltó molesto – casi te pierdo por ser un cabeza hueca. ¿No hubiese sido mejor haber hablado conmigo antes de huir?


- ¿Cómo iba hablar contigo después de haberte casi matado? No podía ni mirarte a la cara, creía que me odiabas – observé su brazo vendado, aquél que había desgarrado con mis propias manos y dientes - Y ahora lo tengo de nuevo y podría volver a perder el control – le comenté apesadumbrado.


- No lo harás, si lo perdiste la otra vez fue porque manipularon tu sello. Minato dijo que te enseñaría a controlar el poder del Kyuubi y yo confío en ti, sé que lo lograrás.


Sasuke volvió besarme con mucha delicadeza pero a la vez con fuerza, creo que intentaba transmitirme la confianza que tenía en mí. Tras separarnos, quise aclarar la última duda que tenía.


- ¿Y qué pasa con Sakura? - le pregunté con un poco de recelo – Os vi un par de veces abrazados y me dijiste que el anillo era para ella.


- Lo del anillo era mentira, sólo trataba de alejarte de mí pero jamás tuve la intención de dárselo a nadie que no fueses tú. Y sobre los abrazos... sólo me reconfortaba, la primera vez estaba confuso sobre mis sentimientos y la segunda, ya había admitido que te quería pero creía que no era correcto. Ella sólo me ha estado animando a que hablase contigo y te confesase cómo me sentía, nada más – me explicó y le creí, sabía que me decía la verdad.


Me sentí mal por Sakura, había sentido celos y envidia de ella, incluso creo que intenté atacarla cuando perdí el control del Kyuubi y resulta que solamente nos estaba apoyando para que aclarásemos nuestros sentimientos y pudiéramos estar juntos. Quizás por eso cuando me la encontré en el bar insistió en que les acompañase a tomar algo, puede que intentase que Sasuke y yo nos acercásemos y hablásemos. En cuanto saliese de aquí, hablaría con ella y me disculparía.


Sasuke me sacó de mis pensamientos cuando apartó las sábanas que me tapaban y se tumbó encima de mí con algo de dificultad debido a sus heridas, comenzando a besarme de nuevo y yo me dejé llevar, me encantaban sus labios y me deleitaba con su sabor. Sasuke posó su mano sana en mi muslo y comenzó a subir lentamente colándose por la bata de hospital que llevaba hasta llegar a mi entrepierna. Sus dedos rozaron mi miembro logrando que soltara un suspiro dentro de su boca incitándolo a agarrar con mayor fuerza mi longitud. Las caricias que me estaba dando Sasuke consiguieron su objetivo y no tardé demasiado en ponerme duro.


- Sasuke... - jadeé su nombre – tus heridas... podrían abrirse.


- No te preocupes, tendré cuidado.


Se separó de mí soltando mi miembro y bajó hasta dejar su cabeza a la altura de mi entrepierna subiendo la bata que la tapaba. Mi miembro se movió solo de placer al imaginarme lo que Sasuke estaba a punto de hacer.


- ¿Estás seguro? - le pregunté ansioso.


- Es hora de que te devuelva el favor – me dijo con una de sus sonrisas antes de agacharse y succionar la punta de mi pene.


Jamás había sentido tal placer, era totalmente diferente a cuando me corrí en la mano de Sasuke. Sentí un pinchazo de placer cuando su lengua se paseó por mi glande, ahora podía imaginarme lo que Sasuke sintió cuando se folló mi boca. Él continuó con su labor, lamiendo mi miembro de arriba a abajo y después metiéndosela de golpe en su húmeda cavidad volviéndome loco de placer. Hice todo lo posible por controlar mis gemidos, no quería que ningún médico entrara asustado de que me pasase algo grave y nos interrumpiera, quería disfrutar al máximo de ese momento, de la primera vez que Sasuke se lanzaba a tocarme por iniciativa propia sin dudas o miedo de por medio, sin que después se enfadara y me recriminara mi actitud.


Sasuke, estaba apoyado con su brazo sano sobre la cama y usaba solamente los movimientos de su cabeza para engullir mi miembro, no quería forzar su brazo herido. Llevé mis manos a su pelo cuando aumentó el ritmo de sus movimientos y empujé su cabeza hacia abajo a la vez que alzaba mi cadera para conseguir más profundidad haciendo que Sasuke se tragara mi pene por completo. Aunque creo que fui un poco brusco porque casi se atraganta.


- Dobe, ten más cuidado – me regañó con una sonrisa tras sacarse mi miembro de su boca.


- Lo siento, no he... podido controlarme – le respondí con un intenso calor en mis mejillas. Hacía demasiado calor en aquella habitación o... quizás era que mi cuerpo estaba muy caliente.


Sasuke jugueteó con su lengua sobre mi punta mientras volvía a tragarse mi miembro. Estaba disfrutando demasiado de aquella situación cuando escuché a lo lejos las voces de mi padre y de Itachi acercarse hacia la habitación y me tensé un poco.


- Sasuke... - intenté avisarle y él sólo me miró a los ojos sin dejar de engullir mi pene.


Creo que él también se dio cuenta porque me sonrió con diversión aumentando el ritmo y moviéndose cada vez más rápido. El gran trabajo que estaba haciendo Sasuke con su boca y el morbo de saber que mi padre e Itachi podían pillarnos en cualquier momento, consiguieron que me excitase aún más hasta el punto de que llegué al orgasmo en pocos segundos. Expulsé todo el semen que tenía en mi interior en la boca de Sasuke temblando con fuerza de puro placer mientras él se había metido todo mi miembro en su boca para no dejar escapar ni una gota más.


Podía escuchar cada vez más cerca los pasos de nuestros padres, como Sasuke no se alejase, nos iban a pillar en aquella posición y no creí que fuese la mejor manera para que se enterasen de lo nuestro. Por suerte, Sasuke se separó a tiempo colocándome bien la ropa y tapándome con la sábana mientras se bajaba de la cama y se sentaba a mi lado como si no hubiese pasado nada, como si no acabase de comerse mi polla. Mi padre fue el primero en entrar a la habitación y en cuanto me vio despierto, se acercó corriendo hacia mí.  Supuse que estaba feliz de verme consciente.


- Naruto, ¿te encuentras bien? - me preguntó preocupado y no entendí por qué hasta que siguió hablando – Estás muy rojo y parece que te cuesta respirar.


Entonces caí que aún tenía síntomas del placer intenso que acababa de disfrutar. Sasuke había podido ocultar algunas pruebas de lo que habíamos hecho pero yo no podía hacer nada por mi agitada respiración y mis mejillas ruborizadas en tan poco tiempo.


- Sí, estoy bien – le respondí tratando de regularizar mi respiración para que no sospechase y no se preocupase más – es sólo que aún estoy un poco desorientado, no hace mucho que me he despertado.


Creo que mi padre no sospechó nada porque me sonrió de forma tranquila mientras me acariciaba el cabello pero, al mirar a Itachi un segundo, pude notar su inquisidora mirada sobre Sasuke como si supiese lo que acababa de pasar y no supe interpretar si estaba molesto o no inquietándome un poco.


- Feliz cumpleaños, Naru – me felicitó mi padre sorprendiéndome. ¿Hoy era mi cumpleaños? - Es tarde pero aún no es medianoche por lo que oficialmente aún es tu cumpleaños.


Con tanto jaleo y todo lo que había sucedido los últimos días se me había olvidado por completo que mi cumpleaños estaba cerca aunque, ahora que lo pensaba... ¿cuánto tiempo había estado inconsciente en el hospital? Al despertarme y ver a Sasuke a mi lado, el anillo en mi dedo, escuchar su confesión y todo lo que había pasado tras ella, ni había caído en preguntarle.


- ¿Cuánto tiempo llevo aquí metido? - pregunté por fin.


- Varias horas, desde esta mañana – me contestó mi padre – Lo siento – me soltó de repente – siento haberte ocultado todo lo que ocurrió el día que naciste.


- No, soy yo el que debe disculparse – le dije serio – no debí enfadarme tanto, he comprendido que lo hiciste para protegerme a mí y a todos los aldeanos ya que yo también he elegido que lo encerrarais de nuevo en mí para proteger a mis seres queridos. Papá, siento mucho todo lo que ha pasado, ni siquiera me había dado cuenta hasta ahora... por mi culpa casi me pierdes el mismo día que perdiste a mamá.


Los ojos de mi padre se inundaron de lágrimas y se abalanzó sobre mí estrechándome fuertemente entre sus brazos, apoyé mi cabeza sobre su pecho y le abracé con todas mis fuerzas. Quería a mi padre y le agradecería para siempre que hubiese hecho todo lo que había estado en su poder para salvarme la vida.


- Gracias a todos por haberme rescatado y haberme ayudado – les agradecí una vez que mi padre y yo nos soltamos.


- No hace falta que nos lo agradezcas, somos una familia y nos cuidamos los unos a los otros – me dijo Itachi y yo sonreí feliz como hace mucho que no lo hacía.


- ¿Y ese anillo? - preguntó mi padre curioso y me inquieté un poco porque había llegado el momento de contarles sobre el tipo de relación que queríamos tener Sasuke y yo y, no sabía cómo se lo iban a tomar.


- Papá, Itachi, hay una cosa de la cual Sasuke y yo os queríamos hablar – les dije y miré a Sasuke de soslayo mientras nos cogíamos de la mano – Nos queremos y no de la forma en la que se quieren los hermanos... – les solté de forma rápida y con muchos nervios.


- Estamos enamorados el uno del otro y este anillo es el símbolo de nuestro amor, de que siempre estaremos juntos sin importar qué – intervino Sasuke con mucha determinación.


Sasuke me apretó la mano, notaba lo nervioso que estaba por dentro aunque por fuera no lo demostrase para nada. Ambos nos quedamos mirando a nuestros padres expectantes. Esperábamos que nos gritasen, que se enfadasen, que nos dijeran que estábamos locos, que aquello no podía ser... pero lo que jamás me esperé, y creo que Sasuke tampoco, es que se observasen en silencio durante unos segundos y que sonrieran con complicidad.


- Ya nos lo imaginábamos – me comentó mi padre.


- Pero, ¿cómo? Siempre nos estamos molestando y peleando – le preguntó Sasuke.


- Bueno, por varias razones – se rió mi padre – una de ellas es precisamente ésa, os molestáis tanto porque queréis llamar la atención del otro, sobre todo tú, Naruto – no pude evitar poner un puchero al escucharle – no queréis que el otro se fije en otra persona.


- ¿Recuerdas cuando tenías diez años y viniste cabreado porque Naruto se te había confesado pero creías que era una treta para tomarte el pelo? - le cuestionó Itachi a Sasuke y éste asintió – Ya te pregunté que qué pasaba si no se trataba de eso. Ya tenía mis sospechas de que Naruto sentía algo por ti y que no te veía como a tu hermano pero como estabas tan seguro de que se trataba de una broma, decidí aparcar el tema.


- Hasta que llegamos por la noche a casa y hablé con Itachi de lo deprimido que habías estado ese día, Naruto – me comentó mirándome – Aquel día te saltaste las clases restantes y te quedaste el resto del día conmigo en mi despacho. No te hice volver a la academia porque te veía realmente mal y cuando te pregunté qué te ocurría, me respondiste que la persona que te gustaba, no te veía de la misma manera. Al principio pensé que se trataba de alguna compañera pero al contárselo a Itachi, él me explicó lo que le habías dicho, Sasuke, llegando a la conclusión de que Naruto no te veía precisamente como a su hermano mayor – se dirigió esta vez a Sasuke.


- Y conforme el tiempo pasó, confirmamos que Sasuke tampoco te veía del todo como su hermano pequeño... las paredes de la casa no son precisamente gruesas – dijo Itachi mirándonos serio.


En aquel instante me puse muy colorado al entender que alguna vez nos habían escuchado jadear cuando le metía mano a Sasuke. Volteé mi mirada hacia él y pude ver que estaba más rojo que yo y había agachado su cabeza avergonzado.


- Más os vale no haber llegado hasta el final y que sigáis siendo vírgenes hasta que tengáis veinte años.


Un carraspeo por parte de mi padre llegó de golpe y vi como miraba a Itachi como si le echara una pequeña bronca por el haber dicho aquello. Sonreí porque creo que era algo de su pasado, seguramente… Itachi no aguantó hasta los veinte años y por eso mi padre se había quedado atónito viendo lo restrictivo que se había vuelto ahora por cuestiones como esta. Estaba seguro… de que Itachi en su época más joven, había tenido que ser todo un pervertido y eso me hizo reír.


- Itachi – alzó un poco la voz mi padre para reñirle – No le hagáis caso, hacedlo cuando os sintáis preparados – nos dijo después de regañar con la mirada a Itachi, quien nos seguía observando serio.


Podía notar la acusadora mirada de Itachi sobre Sasuke, como si tratase de advertirle de las consecuencias si le desobedecía. ¿Por qué sólo a Sasuke? ¿Era porque se había dado cuenta de lo que me había hecho antes de que llegasen? ¿Pensaba que Sasuke me la iba a meter?


- Entonces, ¿no os importa que estemos juntos, que seamos una pareja? - preguntó Sasuke sacándome de mis pensamientos.


- Sí, no sois realmente hermanos así que no hay ningún problema. Sois libres de amaros sin ningún tipo de impedimento, al menos de nuestra parte porque sabéis que habrá gente que no lo verá bien, aunque no seáis hermanos de sangre.


- Nos da igual lo que piensen los demás, nos queremos y eso es lo que importa, aunque sí que estábamos un poco nerviosos por vuestra reacción... queríamos vuestro apoyo – dijo Sasuke y todos sonreíamos.


- Bien, será mejor que nos vayamos, tú incluido Sasuke – le advirtió Itachi – Ya te han dado el alta y Naruto necesita descansar.


Sasuke al final accedió a regañadientes aunque antes de salir me besó de nuevo ante la mirada divertida de mi padre y la amenazadora de Itachi y no pude evitar sonreír mientras me besaba, era muy divertido ver a Itachi tan sobreprotector. Cuando se marcharon, mi mente divagó sobre todo los acontecimientos de esos días, lo dolido que estaba al pensar que Sakura y Sasuke estaban juntos, lo traicionado que me sentí por mi padre al haberme ocultado la verdad durante tanto tiempo, lo enfadado que estaba conmigo mismo por haberme dejado engañar por Obito y también con él y Danzo por querer hacer daño a mi padre y a la villa y... el miedo que sentí cuando creí que me moría y que no volvería a ver nunca más a Sasuke, que jamás podría estar cerca de él de nuevo.


Al final todo había salido bien, yo estaba vivo aunque tuviese de nuevo a ese zorro dentro de mí, Sasuke me amaba y nuestros padres lo aceptaban a pesar de que a Itachi no quisiese que perdiéramos la virginidad antes de los veinte. No podía pedir un mejor regalo de cumpleaños aunque... ahora que lo pensaba, ¿Sasuke si se habría acordado de que hoy era mi cumpleaños y la mamada que me había hecho era parte de mi regalo? Si era así, había sido uno de los mejores regalos que jamás me habían dado. Poco a poco, me fui durmiendo con estos pensamientos y una sonrisa de absoluta felicidad en mi boca.


Había pasado más de un mes desde mi cumpleaños. Después de dos días en los que me obligaron a estar en aquella cama a pesar de sentirme bien, me dieron el alta y volví a casa. Enseguida mi padre comenzó a enseñarme a controlar mejor el chakra del Kyuubi, todas las mañanas entrenábamos junto a Jiraya, que había vuelto a Konoha durante una temporada y había decidido enseñarme también el modo ermitaño. Jiraiya le comentó a mi padre que en sus viajes  había escuchado que el jinchuuriki del demonio de ocho colas, dominaba a la perfección el chakra de su bijuu y, que incluso, se rumoreaba que se llevaban bien y eran amigos, así que le sugirió que podrían pedirle ayuda para completar mi entrenamiento. Mi padre le contestó que buscaría la forma de formar una alianza con la villa de Kumogakure y así poder pedirles su ayuda en ese asunto.


Ahora estaba dándome una ducha en mi casa. Mi padre había ido a la oficina tras el entrenamiento e Itachi estaba en una misión fuera de la villa, por lo que podía disfrutar de todo el agua caliente que quisiera sin que me molestasen. Mientras me enjabonaba el pecho, sentí unos dedos cernirse alrededor de mi miembro a la vez que unos labios se posaban sobre mi nuca y me depositaban suaves besos.


- ¿Ahora eres tú el que se cuela mientras me ducho? - pregunté al dueño del cuerpo que se pegaba al mío – Pues sí que han cambiado las tornas, Sasuke – le dije con un poco de burla y le escuché reír de forma suave.


- Me apetecía probar qué se sentía al colarse en la ducha junto a la persona que te excita y meterle mano – me respondió divertido y me reí de su comentario, a veces Sasuke me sorprendía.


- Pues puedes meterme mano todo lo que quieras – le dije sensual girándome para besarle y chocar nuestros miembros despiertos.


Nuestras lenguas se encontraron rápidamente. Sasuke me agarró de la nuca para profundizar el beso haciéndolo más apasionado mientras mis manos habían viajado hasta aquel culo que volvía loco, apretando esas duras nalgas, sin dejar de mover nuestras caderas en ningún momento para que nuestros miembros se rozasen y se acariciasen. Sasuke me agarró del pelo tirando de él hacia atrás dejando expuesto mi cuello y me dio un fuerte mordisco que me hizo soltar un intenso gemido a pesar del dolor que me había causado. Creo que sangraba levemente y Sasuke ahora lamía mi sangre como si se tratase de un vampiro, a veces era un bestia.


- Naruto, no aguanto más, quiero que follemos – me dijo mirándome a los ojos con deseo.


- ¿Estás seguro? - le pregunté preocupado.


- Sí – me afirmó con rotundidad y yo me quedé estático con mis manos aún en su trasero pero sin apretarlo - ¿Qué pasa? ¿Acaso tienes miedo por la advertencia de Itachi? - se burló.


- Por supuesto que no – respondí ofendido – pero... tus heridas...


- Ya hemos esperado suficiente, usuratonkachi. Te has estado negando a que tuviésemos sexo hasta que no se sanasen mis heridas. Pues ya ves que están curadas, no me duelen y puedo mover el brazo perfectamente. Si llevo entrenando con normalidad desde hace una semana – me recordó.


- Está bien – accedí con un sonrisa – Pero será mejor que vayamos a tu habitación, si vamos a hacerlo por primera vez, es mejor en una cama y no en la ducha... ya tendremos tiempo para hacerlo aquí – le dije con picardía.


- Ey, ¿y por qué en mi cama?


- Porque tu olor me excita mucho – le contesté sensual mientras salía y me secaba un poco con una toalla – y porque no quiero empapar mis sábanas del agua – añadí riéndome mientras salía corriendo hacia su habitación para que no se metiese en mi cuarto.


- Naruto – escuché que gritaba tras de mí y cuando entré por la puerta de su cuarto, me atrapó lanzándose sobre mí y ambos caímos en su cama entre risas.


Rodamos sobre la cama mientras nos devorábamos la boca y nuestras manos recorrían con ansia nuestros cuerpos. Alcancé su intimidad y comencé a masturbarlo mientras Sasuke se separaba de mis labios para acercar sus dedos para que los lamiese, entendí enseguida que él quería ser el que la metiese en nuestra primera vez y, aunque tenía la ilusión de hacerlo yo, no me opuse ya que tendríamos más ocasiones en las que cambiaríamos nuestros roles. Saqué mi lengua para lamer de forma lenta y sensual sus dedos sin apartar mis azules ojos de los pozos negros de Sasuke y me los metí en la boca como si se tratase de su propio miembro hasta que estuviesen bien lubricados. Sasuke los sacó de mi boca y los acercó a mi entrada introduciendo uno de ellos. No era la primera vez que exploraba mi entrada con uno de sus dedos, pero sí que era la primera vez que lo metía entero y la sensación fue extraña.


- ¿Estás bien? ¿Te duele? - me preguntó preocupado. Tuve que poner alguna mueca extraña para que hacer que se preocupara pero realmente no me dolía.


- No, no me duele, sólo es raro. Puedes seguir – le animé a que continuara.


Movió su dedo intentando ensanchar mi virgen orificio y cuando creyó que estaba listo, metió un segundo dedo. Ahí sí sentí un poco de dolor y lo tuve que reflejar en mi rostro porque Sasuke me besó de forma apasionada y llevó su mano libre hacia mi entrepierna para masajearla tratando de mitigar el dolor. Estuvo jugando con sus dedos varios minutos tratando de prepararme para un tercer dedo, el cual se unió rápidamente a los otros dos. A pesar de la preparación, solté un pequeño quejido dentro de la boca de Sasuke y éste paró de repente todo movimiento separándose de mí.


Me quedé unos segundos allí tumbado con los ojos cerrados, pensé que se estaba colocando para poder introducirme su pene mejor pero tras otros segundos en los que no lo sentí sobre mí, me preocupé. Me incorporé levemente para mirarle y ver qué le ocurría pero no me esperé encontrar lo que mis ojos captaron. A mi lado estaba Sasuke apoyado sobre sus brazos y piernas con su trasero orientado hacia a mí.


- ¿Sasuke? - le llamé desconcertado - ¿Qué haces? Pensé que...


- ¿Te acuerdas de la noche que pasamos en la posada en nuestra última misión juntos? - me preguntó y yo asentí con la cabeza aunque sabía que no podía verme – Querías metérmela y yo me enfadé dejándote con las ganas, pues ésta es mi manera de recompensarte... te dejo ser el que me penetre en nuestra primera vez. Además me largué de la habitación dejándote en esta posición así que puedes follarme de esta manera si quieres.


Aunque no pudiese verle la cara, sabía por su tono de voz y por la personalidad de Sasuke, que debía estar muy avergonzado. Que se dejara follar en esa postura era su manera de pedirme perdón por lo ocurrido aquella vez, por lo que sonreí feliz. Le pasé un brazo por la cintura dándole la vuelta y tumbándolo bocarriba sobre la cama.


- Acepto tu propuesta de ser el que te la meta pero no quiero hacerlo en esa postura, quiero poder mirarte a los ojos cada vez que te penetre, quiero disfrutar de cada una de tus reacciones, de todas tus muecas de placer y grabarlas en mi memoria.


Mis palabras consiguieron sonrojar intensamente su rostro y le besé con dulzura. Me encantaba verle así, poder sacar ese lado dulce que tenía y me sentía muy afortunado de ser el único que lo conseguía. Me separé lo suficiente para inclinarme a un lado y buscar entre las cosas que tenía Sasuke en uno de los cajones de su mesilla hasta que encontré lo que buscaba, un bote de lubricante.


- ¿Desde cuándo eso está ahí? - me preguntó con cierta recriminación.


- Lo escondí hace tiempo con la esperanza de que alguna vez lo hiciésemos, así estaríamos preparados.


- Dobe – me dijo sonriendo pero cuando vio que me echaba un poco en los dedos, me detuvo molesto – ey, no soy una damisela a la que tengas que tratar con delicadeza. Si tú has aguantado mis dedos sin lubricante, yo también.


- Sé que no eres una damisela, ni quiero que lo seas. Me gusta tu forma de ser, tan rudo y frío la mayor parte del tiempo pero con ese lado pervertido y romántico que sólo sacas cuando estás conmigo – le contesté para ver que no le trataba como si fuese débil – pero no quiero hacerte daño, aunque intente ir con cuidado, no sé si mi deseo por ti me dominará y seré un poco brusco, por lo que quiero prepararte lo mejor posible.


Parece que mis palabras le convencieron porque apartó las manos que me habían detenido dejándolas caer en el colchón. Seguí en mi labor de impregnar mis dedos con aquel líquido y me eché un poco en mi pene para lubricarlo también. Abrí las piernas de Sasuke colocándome entre ellas y acerqué uno de mis dedos a su entrada, entonces mis ojos se fijaron en las cicatrices que se le habían quedado en su pecho y en su hombro y me detuve al sentirme culpable. En su espalda también tenía pero no podía verlas en ese instante. Sasuke se percató de cómo me sentía, cogió mi rostro entre sus manos y me besó susurrándome que no me preocupase, que él estaba bien, logrando convencerme para que continuara.


Metí el primer dedo en su interior a la vez que besé con dulzura cada una de sus cicatrices y le pedía perdón por lo que hice. Las del pecho eran más tenues y menos visibles pero las del hombro sí se notaban más. Las lamí con devoción tratando de sustituir el dolor que tuvo que sentir cuando le herí, por placer mientras pellizcaba uno de sus pezones con mi otra mano. Para el momento en que recorrí las cicatrices de su pecho con mi lengua hasta llegar a su pezón succionándolo, ya tenía dos dedos en su interior que se abrían y cerraban ensanchando su entrada todo lo que podía para meter el último dedo. Mi mano se aferró alrededor de su miembro cuando metí el tercer dedo hasta el fondo tratando de mitigar el posible dolor que Sasuke pudiese estar sufriendo. Cuando creí que estaba listo, saqué mis dedos y me posicioné mejor entre sus piernas cogiendo mi pene y acercándola a su entrada. Le pregunté si estaba bien y me contestó que se la metiese de una maldita vez sacándome una sonrisa por su actitud tan propia de él.


Metí la punta lentamente notando enseguida lo estrecho que era. Tuve que volver a masajear su miembro cuando fui introduciéndome lentamente porque podía ver su cara de sufrimiento aunque en ningún momento salió un alarido de dolor de sus labios. Me detuve en cuanto metí mi pene entero en su interior, aguantándome las ganas de moverme, para que Sasuke se acostumbrara a la invasión. Tras varios minutos poniendo a prueba mi autocontrol, Sasuke me dijo que me moviera y le obedecí sin rechistar. Fui penetrándole con lentitud tratando de ir con cuidado pero creo que aquello no le gustó a mi novio.


- Naruto, cómo no te muevas más rápido, no te volveré a dejar que me folles – me soltó enfadado.


- Como desees, mi señor – le dije con burla.


Aumenté el ritmo de mis envites, acelerando cada vez más mis movimientos. Entraba y salía con rapidez del interior de Sasuke mientras devoraba su boca y volvía a masturbarle, sacándole fuertes gemidos, pero para mí no era suficiente, quería  más. Alcé las piernas de Sasuke sin detener de invadir su trasero y las coloqué sobre mis hombros, metiendo mi miembro todo lo profundo que pude, pero me paralicé cuando Sasuke gritó de repente.


- ¿Estás... bien? - pregunté preocupado - ¿Te he hecho... daño?


- Joder, no pares – se quejó – No sé dónde me has dado pero vuelve a golpear en el mismo sitio, ha sido increíble.


Volví a moverme al ver que no había gritado de dolor sino de placer e intenté acertar en el sitio exacto donde le había golpeado. Tras varios intentos, lo conseguí sacándole más gritos y gemidos de placer. Sentí que no aguantaría mucho más, estaba a punto de correrme y se lo hice saber a mi chico.


- Yo también... estoy a... punto – me dijo entre jadeos.


Se llevó su mano a su propio miembro y se lo masajeó con movimientos muy rápidos. Verle masturbarse de aquella manera me excitó aún más por lo que aumenté la velocidad de mis estocadas hasta que no pude más y me corrí en su interior, invadiéndolo con mi semen cuando llegué al orgasmo. A los pocos segundos, Sasuke también llegó al clímax y se corrió sobre su vientre. Caí agotado sobre él y con las pocas fuerzas que me quedaban, alcancé sus labios para besarle con ternura.


- Te quiero – le dije cuando pude recuperar un poco de mi aliento.


- Yo también te quiero – me respondió acariciando mi rostro y cerré los ojos disfrutando de ellas – Feliz cumpleaños, Naruto – abrí mis ojos extrañado porque mi cumpleaños ya había pasado – Éste era mi regalo pero no pude dártelo antes.


Ambos sonreímos y volvimos a unir nuestros labios en un beso lleno de amor. Al separarnos, me levanté de encima de él y me coloqué a su espalda abrazándolo por la cintura en la posición de cucharita. Si antes pensaba que su mamada había sido el mejor regalo de cumpleaños que había recibido jamás, ahora éste lo había superado con creces, aunque esperaba que Itachi no se enterase de que había desvirgado a su hermanito, temía que llegase a castrarme. A pesar de ello, sonreí con felicidad, por fin estaba con la persona que siempre había amado, nos habíamos entregado mutuamente en todos los niveles y haría todo lo que estuviese en mi mano para no perderlo jamás, aprendería a controlar por completo el chakra del Kyuubi para no volver a hacerle daño nunca más. Amaba a Sasuke Uchiha y siempre lo haría, estaríamos para siempre juntos y aquel anillo que estaba en mi dedo anular izquierdo, era la prueba de ello.


 


Epílogo


Caminaba por la calle, ya había cumplido los dieciocho años y la gente me consideraba un gran Ninja, yo quería ser Hokage como mi padre, era mi sueño y sé que un día llegaría a serlo. Seguía trabajando y haciendo misiones con mi equipo, de hecho… Sasuke y yo trabajábamos cada vez mejor juntos y es que el sexo por las noches era increíble, ya ni me quedaban ganas de discutir con él o gastarle bromas, aunque seguía colándome en sus duchas para que me hiciera el amor o hacérselo yo a él cuando me dejaba. Amaba a Sasuke Uchiha y hoy había quedado con mi padre para ir al lugar más importante de todos, ir a comprarle un anillo a Sasuke y es que él me había regalado el suyo pero yo jamás pude comprarle uno a él. Había ahorrado de mis misiones y quería comprarle uno de verdad, no una baratija cualquiera…no, quería darle algo especial como él me regalaba todas las mañanas su tiempo, sus sonrisas, sus caricias… él lo era todo para mí y este anillo que jamás me había quitado desde que Sasuke lo colocó en mi dedo era fe de ello.


Entramos en la tienda y Minato me ayudó a elegir un anillo, yo estaba radiante, no podía dejar de sonreír y al final, elegimos el que más nos gustó a ambos, sólo esperaba que también le gustase a Sasuke porque este anillo sería la prueba material de que yo era suyo igual que Sasuke era mío, le daba mi amor, mi corazón, mi tiempo y mi alegría, se lo regalaba todo con tal de tenerle a mi lado y él me diera lo mismo.


Cuando llegué a casa hice las cosas normales que siempre hacía pero mi padre había prometido que se llevaría a Itachi a dar una vuelta para dejarme la casa a solas y poder darle el regalo a Sasuke. En realidad… creo que mi padre también se moría por tener una noche a solas con Itachi y es que algunas noches los había escuchado gemir, se notaba que Itachi era todo un Uchiha porque hacía gritar a mi padre tanto como Sasuke me hacía gritar a mí cuando hacíamos el amor.


Por la noche aprovechamos para cenar y Sasuke leía un libro cómodamente cuando yo me metí entre sus piernas tocando su miembro por encima del pantalón, pero él no parecía tener muchas ganas hoy.


- Déjalo Naruto – me comentó – estoy cansado, he tenido mucho jaleo hoy.


- Vamos Sasuke… todos los ANBU te quieren en su equipo, seguro que has pasado las pruebas – le dije sonriendo – déjame felicitarte.


- Estoy cansado Naruto – me repitió.


- Y yo excitado – le dije metiendo mi mano bajo su pantalón mientras besaba su cuello.


- Para ya Naruto – me dijo ahora sonriendo mientras se le ponía la carne de piel de gallina – si sigues así querré follarte.


- Eso quiero – le dije – fóllame toda la noche, ahora eres un ANBU, déjame probar cómo es estar con un Ninja de élite.


- Ya sabes cómo es estar conmigo – me dijo sonriendo – no paras de gritar.


- Hazme gritar y puede que te de una sorpresa – le comenté sonriendo y él dejó el libro en la mesilla lanzándose sobre mí acostándome en el sofá mientras me besaba.


Sasuke sonrió aunque estoy seguro de que no se esperaba para nada el regalo que iba a encontrarse. Me besó con más pasión que antes metiendo su lengua en mi boca jugando con mi lengua mientras su mano se colaba bajo mi camiseta tocando mis pectorales y mi abdomen, centrando sus caricias en mis pezones hasta que no pudo evitarlo más y acabó quitándome la camiseta con rapidez para poder besarlos y lamerlos.


- Te echaré de menos si te vas a los ANBU – le dije de golpe y él se sorprendió.


- Naruto… tú quieres ser Hokage – me comentó con una sonrisa – y seguro que acabarás siendo, tú padre te nombrará Hokage cuando vaya a retirarse ¿No está mejor que sea un ANBU y poder protegerte siempre? – me preguntó.


- Sí, supongo que sí, pero te echaré de menos en el equipo – él sonrió.


- Ya os han buscado un nuevo integrante, se llama Sai y viene de Raíz.


- Pero no eres tú – le dije.


- A mí me tendrás siempre Naruto, porque no voy a irme a ningún lado, sólo cambio de base y lideraré mi propio equipo, es un gran avance para mí. Deberías estar contento.


- Lo estoy – le dije – al menos te tendré todas las noches por mi cama.


Sasuke sonrió. Me encantaba su sonrisa, de ella me enamoré perdidamente cuando sólo era un crío y es que aunque pocas veces dejaba que la viéramos, era preciosa. Nunca me arrepentiría de haber pasado por todo lo que tuve que pasar porque valía la pena, estar con Sasuke era lo mejor que podía haber esperado de la vida.


Metió su mano bajo mi pantalón y mi ropa interior buscando mi miembro, no tardó mucho en encontrarlo pero yo sonreí cuando su mano se quedó quieta por un momento y me miró desconcertado.


- ¿Qué es esto? – me preguntó rebuscando hasta que sacó el anillo y yo sonreí, tal y como la primera vez que escondí su anillo en mi ropa interior. Él sonrió también.


Sacó su mano para ver el anillo y se sorprendió aunque yo sonreía, no podía evitar sonreír.


- Déjame ponértelo – le dije – tú me pusiste el mío.


- No tenías que haberte molestado Naruto.


- Quería hacerlo, tú me regalaste lo más importante de tu vida.


- Era una baratija de una caja de cereales – me sonrió – sólo fueron tus palabras lo que lo convirtieron en importante.


- No Sasuke… fueron tus palabras, dijiste que se lo darías a la persona más importante y aunque sólo sea una baratija, me regalaste lo mejor de ti, tú hiciste importante algo insignificante, para mí se ha convertido en lo más valioso Sasuke, porque tú eres mi persona más importante en la vida.


- Te amo Naruto – me dijo con seriedad cuando le puse el anillo – y no me quitaré el anillo, te lo prometo. Gracias por el regalo.


- Yo también te amo Sasuke – le dije con una sonrisa – pero ahora sólo quiero que me hagas el amor.


Sasuke sonrió y me besó mientras me acariciaba la mejilla con suavidad, podía sentir el anillo frío en su dedo pero me gustaba sentirlo, por fin yo podía darle algo a él después de todo lo que él había hecho por mí, se había arriesgado tantas veces por salvarme, se arriesgó ante mi padre y su hermano por nuestro amor, se jugó por mí y yo quería recompensarle. Después de tanto trabajar y ahorrar, por fin me sentía conforme con lo que había logrado.


Sasuke impaciente me quitó los pantalones junto a mi ropa interior lanzándola al suelo y sonreía mientras metía sus dedos en mi boca para que los lubricase. Lamí sus dedos con toda la sensualidad que pude sacar sintiendo como Sasuke los introducía lentamente en mi entrada con delicadeza cuando los tuvo suficientemente lubricados.


Gemí con su intrusión pero se sentía a la vez tan bien, Sasuke siempre fue importante para mí, pero ahora… cada día lo era más. Me dejé llevar por sus caricias, me gustaban tanto sus manos cuando recorrían mi cuerpo y me centré en su miembro, bajándole el pantalón y acariciando su excitado pene escuchándole gemir. Sus gemidos y jadeos eran música para mis oídos, me excitaba oírle y saber que gemía por mí y por mis caricias, por mis atenciones.


Se posicionó mejor entre mis piernas sacando sus dedos y empezó a introducir su miembro con dulzura. Cuando entró hasta el fondo cogió mis piernas colocándolas por encima de sus hombros para tener mayor profundidad en mí. Se movió con rapidez en mi interior y no podía hacer otra cosa más que gemir y jadear, disfrutaba con Sasuke y es que el sexo con él siempre era increíble pero supongo que Sasuke hacía todo bien, siempre fue el mejor estudiante, el mejor Ninja, el más inteligente, el más atractivo, lo hacía todo bien y es que al fin y al cabo, era un Uchiha y lo demostraba, orgulloso hasta la médula pero perfecto en todo.


Sasuke se corrió dentro de mí lanzando un sonoro gemido que me excitó tanto, que acabé derramando mi semen por mi abdomen y su mano que no había dejado de masajear mi miembro ni un segundo.


Se dejó caer a mi lado cogiendo unos pañuelos de la mesa para limpiarnos pero yo no podía dejar de sonreír como un tonto, amaba a Sasuke Uchiha y un día… él trabajaría para mí, yo sería el Hokage y él mi ANBU personal, porque de eso me encargaría personalmente. Es posible que ahora nos pusieran a un nuevo integrante pero Sasuke estaba ascendiendo y me alegraba por él, porque aunque no le viera constantemente en las misiones, sabía que todas las noches, estaría en mi cama.


Uní mi mano entrelazando mis dedos con los suyos y me fijé en nuestros anillos, ahora por fin los dos teníamos lo que más deseábamos… nos teníamos el uno al otro.


FIN


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