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Enamorado de Minato Namikaze por Fullbuster

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Minato Namikaze POV


 


Hoy no era un día alegre en la villa. Era un día triste para muchos ninjas y para mí pero en especial era un día triste para Kakashi y para la familia Nohara. Me encontraba en el cementerio de Konoha asistiendo al funeral de Rin junto a mi esposa y el único alumno que me quedaba, el cual se sentía culpable por la muerte de su compañera ya que había sido su Chidori lo que le había arrebatado la vida. Kakashi me contó lo que ocurrió cuando Rin fue secuestrada por ninjas de Kirigakure y yo le mandé a buscarla. Aquellos ninjas la habían secuestrado con la intención de convertirla en la jinchuuriki del bijuu de tres colas, para liberarlo cuando ella regresara a Konoha y así destruir la aldea. Para lograr su objetivo colocaron un sello maldito especial en el corazón de Rin. Creo que fue un golpe muy bajo usar la vida de otro ninja, de una adolescente de nuestra aldea para conseguir lo que querían y vengarse por lo ocurrido durante la guerra. Kakashi la encontró gracias a sus perros y la rescató pero los enemigos les persiguieron y Kakashi tuvo que enfrentarse a ellos. Cuando estaba a punto de acabar con el último, Rin se metió por medio y recibió también el impacto de su Chidori matándola al instante. Él no se esperó que hiciera tal cosa pero aún así se sentía culpable por haberle quitado la vida.


Durante la ceremonia, Kakashi se mantuvo cabizbajo incapaz de levantar la vista hacia  la familia de Rin, pero aún así pude ver su mirada afligida. Estaba destrozado, nunca era fácil matar a alguien, ya fuese un enemigo o tu propio aliado, pero era mucho más duro tratándose de una gran compañera y una buena amiga como lo había sido Rin para Kakashi. Tras terminar el funeral, todos los presentes fueron marchándose poco a poco hasta que sólo quedamos algunos miembros de la familia Nohara, Kushina, Kakashi y yo. Quería hablar a solas con mi alumno, por lo que miré a mi esposa y ella inmediatamente me entendió y se fue a dar el pésame a los padres de Rin.


- Kakashi, ¿estás bien? - le pregunté.


Sabía que era una pregunta estúpida. ¡Por supuesto que no estaba bien! ¿Cómo iba a estarlo después de perder a una persona importante y encima por sus propias manos? Pero necesitaba que hablase, que exteriorizase sus sentimientos, que compartiese su dolor con alguien para que no le consumiera. No me respondió, seguía con su vista clavada en el suelo. Pensé en algo que pudiera decirle para animarle, algo que le hiciese sentir menos culpable.


- Creo... - empecé dubitativo, aún no estaba muy seguro qué decirle – Creo que Rin se interpuso en tu ataque para protegerte a ti y a la villa.


Aquello llamó la atención de mi alumno porque levantó lentamente su cabeza hasta conectar el ojo que no tenía cubierto por su bandana con los míos.


- Rin logró explicarte cómo era el sello que le pusieron mientras escapabais, ¿cierto? - le pregunté y Kakashi asintió con su cabeza - He podido averiguar que con ese tipo de sello podía ser controlada y que... le impedía quitarse la vida.


-  ¿Qué? - fue lo único que logró articular Kakashi.


- Rin era una chica muy bondadosa que se preocupaba mucho por los demás. Estoy seguro de que no quería ser la causa por la que miles de vidas inocentes desaparecieran, no quería que sus seres queridos muriesen cuando liberasen al bijuu que estaba en su interior. Creo que cuando se dio cuenta de lo que hacía el sello, vio en tu ataque su única oportunidad para protegernos a todos.


Apoyé mi mano sobre el hombro de Kakashi y lo apreté ligeramente. Intentaba transmitirle un poco de apoyo y fortaleza con ese gesto, quería que entendiese con mis palabras que no fue su culpa, que Rin tomó aquella decisión para proteger a todos los habitantes de Konoha y por ello se la recordaría como una heroína que se sacrificó por todos los aldeanos.


- Aunque tuvieses razón, fue mi mano la que le atravesó su pecho desgarrando su corazón. Yo la maté y es algo que nunca me perdonaré – me contestó angustiado y sumido en el dolor y la culpa.


- Kakashi... - le llamé pero antes de que pudiera decir algo más, se marchó de allí.


No había conseguido aliviar la carga que llevaba, el peso de la culpa por la muerte de mi alumna... si él pensaba que era culpable, entonces yo también lo era, yo le mandé a rescatarla. Se supone que soy el Hokage, que debo proteger a cada una de las personas que viven en la villa. Debería haberme dado cuenta de lo que planeaban hacer los ninjas de Kirigakure, debería haber impedido que la secuestrasen, que la usaran como un arma... debería haberla salvado pero no pude. Sentí una suave y pequeña mano entrelazarse con la mía. Me giré levemente para encontrarme con la preocupada mirada de Kushina.


- No te culpes tú también – me dijo mi esposa - no fue culpa de ninguno de los dos, ni tuya ni de Kakashi. No podías saber lo que tenían planeado, eres el Hokage, no un adivino y, en cuanto estuviste al corriente de la situación, hiciste todo lo que tuviste en tu mano para salvarla mandando a uno de los mejores ninjas de tu confianza, a alguien que se preocupaba por Rin tanto como tú, que haría todo lo que estuviese en su mano para protegerla – intentó reconfortarme - Entiendo que no debe ser fácil la situación en la que se encuentra Kakashi pero no era su intención matarla, él nunca quiso hacerle daño y lo único que quería era llevarla sana y salva a su casa, pero debe darse cuenta que no puede culparse por la decisión que tomó Rin.


- Gracias – le agradecí sincero besándola suavemente – no sé qué haría sin ti, eres mi apoyo y la persona más importante en mi vida – de repente sentí una patada en la mano que había colocado en la barriga de Kushina y sonreí – Me parece que a nuestro bebé no le ha gustado que no contase con él – me agaché hasta quedar a la altura de su vientre – los dos sois las personas más importantes de mi vida – le dije para tranquilizarle.


Era una situación un tanto irónica, estaba en un cementerio despidiéndome de una de mis alumnas mientras hablaba con un pequeño ser vivo que aún no había nacido... la vida de una persona se había ido para dentro de un par de meses nacer otra vida diferente. Deposité un tierno beso en el vientre de Kushina transmitiéndole a mi bebé todo el amor que sentía por él y después me levanté para darle otro a mi esposa.


Al poco tiempo de casarnos, Kushina me comunicó que estaba embarazada y fue la mejor noticia que pude escuchar. Estaba tremendamente feliz, por fin iba a cumplir mi sueño de ser padre, de tener mi propia familia y no podía pedir una mujer mejor que Kushina para hacerlo. Aunque mi corazón siempre pertenecería a Itachi, la amaba, era una mujer fuerte, inteligente, amable y bella que siempre había estado conmigo tanto en los buenos momentos como en los malos. Siempre había sido mi compañera, mi mejor amiga y ahora era mi amante y la madre de mis futuros hijos.


- Será mejor que vayamos a casa, te deben de doler los pies después de estar tanto tiempo sin poder sentarte – le dije a Kushina tras separar nuestros labios.


- Un poco pero el dolor de haber perdido a una querida amiga ha amenguado mi dolor físico – me dijo con una sonrisa triste.


Pegué mi cuerpo al de ella para estrecharla entre mis brazos. Había estado concentrándome tanto en reconfortar a Kakashi e incluso a mí mismo, que no había caído en que Kushina también acababa de perder a una persona de la que se preocupaba mucho, a la joven que consideraba su hermana pequeña. Tembló ligeramente debido a su llanto y yo dejé que se desahogase todo el tiempo que necesitó, apoyándola en aquellos momentos tan difíciles, abrazándola sin soltarla en ningún momento mientras ella escondía su rostro en mi cuello.


Cuando se calmó tras varios minutos, se separó ligeramente y esbozó una pequeña sonrisa aunque no estaba seguro si era para que no me preocupase por ella o para tratar de darse fuerzas a sí misma. Posé mis manos en sus mejillas y con mis pulgares le limpié el rastro de aquella gotas saladas que habían caído por ellas y después besé cada uno de sus párpados saboreando las pequeñas lágrimas que se habían quedado en sus ojos.


- Iré a presentar mis respetos y a darles el pésame a los padres de Rin y nos iremos a casa. Ha sido un día demasiado duro y debes descansar por el bien de nuestro pequeño – le informé y ella me contestó con un suave 'de acuerdo'.


Me separé de Kushina y me dirigí hacia la tumba de Rin, donde acababa de ser enterrada y sus padres se hallaban. Al llegar, les di mi más sentido pésame y les pedí perdón por no haber podido salvar a su hija pero ellos me contestaron que entendían lo que había pasado y que no me culpaban ni tampoco a Kakashi. Me dijeron que debía intentar ayudarle, que las veces que habían tratado de hablar con él, había huido y no sabían si era porque Kakashi pensaba que le iban a echar en cara que hubiese sido él quien la había matado o que la culpa que sentía era tan grande que se veía incapaz de afrontarles. Les prometí hacer todo lo posible para ayudarle, les dije que si ellos necesitaban cualquier cosa que ahí estaría para ayudarles y después me despedí de ellos para volver a casa con mi amada esposa.


Al llegar a nuestro hogar, la ayudé a descalzarse ya que estando embarazada de siete meses, esa simple tarea era una misión imposible para ella debido a su abultado vientre. Después la acompañé a nuestro dormitorio donde la ayudé para que se tumbara y pudiera descansar, me recosté a su lado y la atraje hacia mí pasando un brazo por sus hombros mientras el otro descansaba sobre su vientre tocándolo tiernamente. Gracias a mis caricias, poco a poco fue quedándose dormida y yo me dediqué a observar su hermoso rostro. Me parecía gracioso lo diferente que estaba en ese momento en comparación a cuando Kushina sacaba su carácter fuerte y se enfadaba, daba un miedo terrible. En cambio, ahora su rostro reflejaba tranquilidad a pesar de la tristeza que había en su interior, pero al estar dormida no era consciente de su propio dolor.


Me puse a pensar en lo que haría si algo le pasase a aquella maravillosa mujer y supe que no podría soportarlo. No importaba que mi corazón siguiese teniendo otro dueño, ella había sido mi mejor amiga durante tanto tiempo, jamás me había defraudado, siempre la había querido y fui aprendiendo a amarla también por lo que, si le llegase a ocurrir cualquier cosa, me sumiría en un terrible dolor. Perder a alguien tan cercano a mí me había hecho darme cuenta de lo afortunado que era y de lo perdido y solo que estaría sin ella, siempre había sido mi red de seguridad.


Recordé el día de nuestra boda, lo hermosa que estaba con su kimono blanco y lo nervioso que me sentía. El corazón me palpitaba tanto que creía que en cualquier momento se saldría de mi pecho y mis manos sudaban tanto que temía que saliese huyendo en cuanto cogiese una de sus manos, notase toda aquella humedad y le diese asco pero no fue así. Ella me sonrió cómplice y apretó aún más el agarre, fue en ese momento en que me di cuenta de que había tomado la decisión correcta al elegirla a ella para continuar mi vida al perder completamente a Itachi.


Seguí acariciando su vientre, donde se hallaba mi hijo, porque estaba convencido de que se trataba de un niño y sonreí feliz aunque mi sonrisa fue fugaz al pensar en el riesgo que ese embarazo conllevaba para Kushina al ser ella el jinchuuriki del Kyuubi. Muy pocas personas en la villa sabían que ella se convirtió en la contenedora del bijuu de nueve colas cuando era una niña, sólo los más altos cargos y el tercer Hokage conocían ese secreto, yo me enteré por la propia Kushina. Cuando nos hicimos amigos hacía muchos años atrás, ella me lo contó, se sinceró conmigo y me dijo que confiaba tanto en mí que sabía que no la abandonaría por algo como aquello y que no se lo diría a nadie y, así fue, ni siquiera se lo conté a Itachi.


Por eso, aunque cuando me comunicó que estaba embarazada me sentí realmente feliz, una pequeña parte de mí sintió miedo así que busqué toda la información que pude sobre su clan y estudié todo lo relacionado con el Kyuubi y la técnica de sellado que habían usado en Kushina para atraparle. Me especialicé en todo tipo de sellado para estar completamente preparado por si en el momento del parto el Kyuubi intentaba escapar al ser el momento más vulnerable de mi esposa. Tanto tiempo pasé estudiando sellos que me inventé una técnica con un sellado especial pero requería un alto precio... el alma de aquél que la utilizase y yo estaba dispuesto a dar mi vida si con ello conseguía que Kushina y mi hijo estuviesen a salvo.


Tras el secuestro de Rin, me preocupaba la seguridad de Kushina. Aunque su condición de jinchuuriki fuese un secreto no podía estar seguro de si algún enemigo había logrado descubrirlo. Me aterraba la idea de que quisieran secuestrarla a ella también para hacerse con el Kyuubi o usarla como arma contra la villa... Decidí en ese momento que debía ponerla bajo vigilancia sin que ella se enterase, estaba seguro que si le contase que quería ponerle un guardián, se negaría y diría que ella podía defenderse. Pero yo no estaba dispuesto a tomar ese riesgo, tomaría precauciones extraordinarias para garantizar su seguridad y la de mi hijo. Y con aquel pensamiento, me fui quedando dormido poco a poco, allí tumbado junto a Kushina con mi brazo sobre su vientre sintiendo cómo se movía mi hijo en su interior.


Al día siguiente en la oficina hice llamar a Kakashi. Iba a encargarle la seguridad de mi esposa, era mi alumno y confiaba plenamente en sus capacidades como ninja aunque él no lo hiciese en esos momentos. A los pocos minutos, apareció ante mí con su uniforme y su máscara de ANBU.


- Hokage-sama – me saludó formalmente - ¿Me necesitaba para algo?


- Sí, quiero encomendarte una misión especial y muy importante para mí – le informé – A partir de ahora te encargarás de la seguridad de Kushina Uzumaki sin que ella se percate de tu presencia. Serás su escolta personal y tu misión será protegerla de cualquiera amenaza y me informarás directamente a mí de cualquier actividad sospechosa que veas a su alrededor – le expliqué.


- Con todo el respeto, Hokage-sama, debería buscar a alguien más capacitado para el trabajo. Ya sabe que mi última misión fue un fracaso y asesiné a mi compañera – me contestó seriamente.


- Kakashi – me levanté y me acerqué a él mientras le quitaba su máscara – Sé mejor que nadie lo que se siente cuando alguien se quita la vida frente a ti y no puedes hacer nada para salvarle – le dije recordando el día en que Shisui se suicidó – desearías haber hecho algo diferente para que no ocurriese, para impedirlo pero... cuando un ninja toma la decisión de sacrificarse para salvar a los demás, hace todo lo posible para llevarlo a cabo. Aunque hubieses detenido tu ataque a tiempo, creo que Rin hubiese encontrado otra forma de acabar con su vida pero ella quiso que se la arrebatase la persona de la que estaba enamorada. Ya que tenía que morir, prefirió morir a manos del chico que amaba.


Vi el ojo derecho de Kakashi abrirse del asombro, creo que era el único que no se había dado cuenta de los sentimientos que tenía Rin por él. De un momento a otro, Kakashi cayó de rodillas en el suelo y se derrumbó, soltó todo el dolor que llevaba por dentro y lloró por largos minutos en los que yo le mantuve entre mis brazos reconfortándolo.


- Nadie te culpa por lo ocurrido ni siquiera sus padres, al revés, ellos están muy preocupados por ti. Saben cuánto te apreciaba Rin y saben que ella no querría que te hundieses de esta forma ni te culpases por su elección. En cierto modo les reconforta saber que su hija tuviese una muerte rápida y prácticamente indolora, que no fuese torturada o que sufriese mucho cuando el bijuu se escapase de su cuerpo. Sé que a pesar de mis palabras, tardarás un tiempo en darte cuenta de que no había nada que pudieses hacer, que no fue tu culpa y no lo aceptarás fácilmente pero debes empezar a dar el primer paso para hacerlo, necesito que lo hagas, por tu propio bien. Sabes que siempre me tendrás para lo que necesites, cuando quieras hablar y desahogarte siempre puedes venir a buscarme porque ahí estaré para ti.


Poco a poco, Kakashi fue calmándose y se separó de mí. Ambos nos pusimos de pie y coloqué mis manos sobre sus hombros.


- ¿Puedo contar contigo para proteger a Kushina y a mi hijo? - le pregunté sonriendo.


- Haré todo lo que esté en mis manos – me contestó seguro - ¿Puedo hacerte una pregunta? - me cuestionó tras una breve pausa.


- Ya la has hecho – me reí – pero puedes hacerme otra – le contesté.


- ¿Por qué necesitas que vigile a Kushina? - me interrogó preocupado.


Tardé unos minutos en contestarle, no sabía si era una buena idea contarle la verdad pero confiaba en mi alumno y cuanta más información tuviese, más fácil sería para él proteger a mi mujer.


- Lo que te voy a contar solamente lo saben los altos cargos del consejo y el antiguo Hokage, así que la información que te voy a revelar no puede ser divulgada, ¿entendido? - le pregunté y Kakashi asintió – Kushina es la jinchuuriki del Kyuubi y tras lo ocurrido con Rin, temo que algún enemigo lo sepa y venga a por ella.


Vi que Kakashi se sorprendía por lo que acababa de decirle pero rápidamente se puso serio.


- Les protegeré con mi vida si hace falta y esta vez no fallaré – me comentó muy seguro.


- Gracias, ahora estaré más tranquilo sabiendo que tú estarás ahí para ayudarles si llegase el caso – le dije sonriendo aliviado.


- No, gracias a ti, sensei. Gracias por querer ayudarme y por seguir confiando en mí para esta tarea, dejando a mi cargo a las dos personas más importantes de tu vida.


Dicho esto, Kakashi se colocó de nuevo su máscara y se marchó de la oficina para comenzar su nueva misión. Después, volví a tomar asiento frente a mi mesa y me dispuse a encargarme del papeleo que conllevaba el puesto de Hokage. Me había quitado un peso de encima con la ayuda de Kakashi pero aún quedaba otro peligro y de ése me tendría que encargar el día del parto, no dejaría que el sello de Kushina se debilitase tanto como para que el Kyuubi se escapase.


Los siguientes meses fueron tranquilos, pasé el mayor tiempo posible con mi esposa y con mi futuro hijo, no podía parar de sonreír sabiendo que pronto estaría con nosotros. Aprovechaba el tiempo a solas para reposar mi cabeza en las piernas de Kushina y leer los libros de Jiraiya, aunque claro… tenía que saltarme las partes pervertidas para que mi hijo no las escuchase, no quería que saliera un pervertido como su futuro padrino. Podía asegurar… que eran muchas las escenas picantes pero de Jiraiya cualquier cosa era creíble. Fue mi maestro, mi amigo y ahora una de las personas en las que más confiaba, quería ponerle el nombre de un personaje de sus novelas a mi hijo, si es que nacía niño.


Kushina solía acariciar mi cabello cuando leía, a ella le gustaba mucho escuchar mi voz contando las historias, creo que éramos una gran familia aunque yo muchas veces pensaba en Itachi aún. ¿Qué habría sido de su vida? ¿Se habría casado con aquella chica? ¿Tendría hijos? No estaba seguro. Dejé de leer para ver que Kushina se había quedado dormida y sonreí cerrando el libro. La cogí en brazos llevándola a la cama con cuidado y me tumbé a su lado observando cómo dormía. Amaba a mi esposa y amaba a Itachi Uchiha pero supongo… que sólo con uno podía tener un futuro y esa persona… era la mujer de mis hijos. Ahora sólo tenía cabeza en el reciente parto que iba a tener, porque estaba a punto, cualquier día, en cualquier momento podría ser que mi hijo decidiera venir al mundo.


Me desperté sobresaltado viendo que aún era de madrugada, Kushina me movía incesantemente y me pedía atención. Abrí los ojos con lentitud, estaba muy cansado, no había parado de trabajar en estos días y cuando tenía libre, trabajaba en casa para atender a Kushina y a nuestro niño, sólo necesitaba descansar, creo que lo haría cuando mi niño naciera o quizá sería aún peor.


- Minato… vamos despierta, estoy de parto – me dijo y abrí los ojos de golpe cogiéndola en brazos y transportándome hasta el sótano de la torre dónde habíamos previsto que sería el parto.


Los médicos al verme llegar se apresuraron a coger a mi esposa para llevarla a la sala de partos. Entré con ellos y sostuve su mano sin soltarla ni un momento, de hecho… lloré al ver el sufrimiento de Kushina y es que supongo que siempre fui sensible al dolor ajeno, no soportaba ver el dolor en mis seres queridos. Cuando salió mi hijo y los médicos lo arroparon en aquellas mantas me sentí feliz y miré los ojos de felicidad de Kushina.


- Gracias – le dije llorando aún – Gracias por hacerme padre.


- Te amo, Minato – me dijo aún con lágrimas en sus ojos sin soltar mi mano.


Escuché un grito y cómo caían frente a mí los médicos viendo al fondo a una persona con una larga capa y con una máscara de la que sólo me dejaba ver un ojo. Tenía a mi hijo en brazos y un kunai. Me tensé sabiendo que podía hacerle daño a mi hijo y Kushina me suplicó que le salvase pero en este momento no sabía qué era más importante, mi hijo o mi mujer, salvarlos o sellar al Kyuubi, todo se complicaba y tenía que tomar las decisiones con rapidez.


Aquel hombre no me dio mucho tiempo para pensar cuando lanzó a mi hijo hacia arriba y levantó el Kunai para acuchillarle. Me teleporté hasta mi hijo cogiéndolo viendo una tarjeta explosiva en su manta. Escuché el grito de mi mujer, sabía que tenía que sacar la explosión de aquí, así que me teleporté lejos quitándole la manta viendo cómo tras de mí explotaba una cabaña de madera donde a veces solía venir a entrenar con mis alumnos. Una astilla se clavó en mi tobillo pero yo miré a Naruto que lloraba en mis brazos aterrado por todo el suceso.


- Ya está pequeño, te llevaré a un lugar seguro y salvaré a tu madre – le dije sonriendo dándole un beso en la frente.


Era tan rubio como yo, con unas mejillas coloradas y esas tres marquitas diminutas a cada lado de sus mejillas. Me teleporté a casa tapando a Naruto con otra manta y dejándolo en la cuna. Tendría que quedarse a solas un rato, porque tenía que ir aún a por su madre. Fui hasta mi cuarto viendo el kunai colgado del techo con mi sello, siempre me teleportaba a él para volver a casa y Kushina sabía perfectamente que no debía tocarlo, jamás lo movió de sitio. Salí de aquí teleportándome al sello de mi mujer cogiéndola en brazos y salvándola de la gran pata del Kyuubi que iba a aplastarla.


Sonreí cuando ella sonrió comprobando que había venido a por ella. Se le notaba demacrada por el esfuerzo pero ya era un milagro que siguiera viva después de que el Kyuubi hubiera sido liberado de su recipiente, creo que los Uzumaki eran increíbles, su resistencia y fortaleza nunca dejaría de sorprenderme.


- ¿Cómo está Naruto? – me preguntó preocupada.


- Está a salvo, te llevaré con él – le dije con una sonrisa teleportándome a la habitación de Naruto.


Nuestro hijo ya dormía, había dejado de llorar y subí a Kushina por encima de las maderas de protección de la cama dejándola acostada al lado de nuestro hijo. Me habría gustado quedarme aquí con ellos, ser una familia pero… el Kyuubi estaba suelto y se acercaba peligrosamente a la villa. Sé que era padre de familia y tenía que cuidarlos y protegerlos pero también era Hokage, toda la villa era mi familia y debía protegerlos.


- ¿Te vas? – me preguntó preocupada.


- Tengo que irme, me necesitan.


- Ten cuidado.


- Lo tendré. Cuida de nuestro hijo – le dije besándola.


Busqué la capa de cuarto Hokage y colocándomela guardé mis kunais marchándome hasta el mirador de las cabezas de los Hokages. El Kyuubi fijó sus ojos en mí y yo me tensé poniéndome serio, hacía mucho que no tenía que combatir, desde la guerra aproximadamente, yo hace mucho que sólo me dedicaba al papeleo y a entrenar a los ANBU a mi servicio.


El zorro de nueve colas cabreado y controlado como estaba atacó sin miramiento alguno contra mí y yo saqué uno de mis kunais creando los sellos necesarios sacando su devastador ataque en otro sello a kilómetros de la villa evitando que la destruyese. Era mi villa… y nadie le haría daño mientras yo estuviese aquí.


Sentí la presencia de alguien tras de mí, su mano iba a tocar mi nuca y me moví con rapidez girándome intentando clavar el kunai en el brazo de aquel ninja, pero abrí los ojos al comprobar cómo lo traspasaba y cogía mi brazo bloqueando mi ataque. Aquel hombre que ya había visto en la sala del parto acercó su único ojo descubierto en la máscara intentando succionarme con él, pero yo fui más rápido y me teleporté a un bosque cercano alejándome de allí. No tendría mucho tiempo, seguramente me seguiría y es que creo que tenía algo personal contra mí o contra la villa.


Mi suposición fue correcta, apareció frente a mí de nuevo y yo sólo pensaba en cómo iba a igualar su técnica, en cómo golpearía a un enemigo que se hacía intangible. No tuve tiempo de pensarlo, él intentó hacerme creer que era Madara Uchiha, era posible que fuera un Uchiha, no descartaba la posibilidad pero Madara hacía mucho tiempo que había fallecido, no creí que pudiera ser él pero… entonces, ¿quién? No conocía tanto a los Uchiha como para identificarlos, sólo había estado cerca de tres y los tres tenían posibilidades de sentir rencor hacia mí. Shisui murió frente a mí, no pude salvarle, Obito murió en aquella misión en la guerra, tampoco llegué a salvarle y luego estaba Itachi Uchiha, le habría fallado casándome y teniendo un hijo con Kushina, cualquiera de los tres podría ser, pero había muchos más Uchiha en la villa.


No me dejó mucho tiempo a pensar cuando me atacó y yo me lancé hacia delante contra él. Sabía que se volvería invisible así que lancé el kunai con mi sello viendo cómo lo traspasaba a la altura de la cabeza y cuando su mano estuvo a punto de coger mi capa, me teleporté al kunai que ya había atravesado su cabeza activando mi Rasengan y hundiéndolo en el cuerpo de aquel individuo rompiendo el suelo con el golpe. No iba a perder contra él.


Con aquello conseguí deshacer el control de aquel ninja sobre el Kyuubi pero también desapareció frente a mi vista y no me quedó más remedio que volver a la villa para intentar frenar al demonio de nueve colas. Me teleporté al lado del tercer Hokage que se alegró de verme pero aún así… supe que sólo había una forma de derrotar a ese demonio, había que confinarlo de nuevo en su jaula, pero si hacía eso Kushina moriría, no podía permitir eso, así que sería yo quien diera mi vida por ella, era lo justo, quería que mi esposa tuviera una vida al lado de nuestro hijo, de todas formas… yo ya había perdido hace mucho al único hombre que se llevó mi corazón.


Fui a casa a por Kushina y a por Naruto y los llevé al campo de batalla mientras le explicaba a mi esposa mi plan. Ella por supuesto se quejó y se enfadó conmigo, nunca conseguía ganarle una discusión, pero esta vez ganaría yo, tenía que hacerlo para salvarle la vida. Preparé el altar colocando a mi hijo allí, sellaría la mitad del demonio en él y la otra mitad en mi cuerpo, para algo había practicado tanto los sellos.


Kushina no aguantaría mucho, apenas tenía chakra y sé que acabaría desmayándose, pero era mejor así, no se podría poner en medio de mi habilidad, ella viviría en cuanto se recuperase. Utilicé el jutsu del sellado, mi vida por el sellado del zorro. Sabía que no había solución para mí, la parca se llevaría una vida a cambio de mi petición y esa vida sería la mía. Kushina vio con horror cómo la invocaba, pero me daba igual, podía discutir todo lo que quisiera conmigo, esta discusión era la primera y última que yo le ganaría.


Conseguí sellar la mitad del demonio en mí pero cuando fui a por la segunda parte, comprobé con temor cómo lanzaba su enorme pata en nuestra dirección tratando de llegar a Naruto y no me lo pensé dos veces cuando me puse en medio, no esperé que mi esposa se metiera también. Nos atravesó a los dos y escuché a mi esposa despedirse de nuestro hijo. Se desplomó en mis brazos pero yo aún tuve que aguantar más tiempo para terminar el sellado. Cuando el Kyuubi desapareció introduciéndose en el cuerpo de mi hijo, supe que mi hora había llegado.


Me desplomé en el suelo herido, dolido y sin poder moverme, mirando el rostro de mi esposa. Levanté mi mano, Kushina respiraba con dificultad y me miraba con los ojos llorosos, pero yo seguí acercando mi brazo hacia ella con gran esfuerzo, quería tocarla una última vez antes de morir, quería agarrar su mano y ella intentó también acercar su mano hasta la mía cogiéndonos. Sonreí al tenerla, ya podía morir tranquilo. La parca lanzó su mano hacia mi pecho y cerré los ojos esperando el golpe final mientras escuchaba a Kushina gritar, ella no quería que la parca se me llevase, pero no llegó, algo estaba bloqueando su mano, la parca agarraba algo y cuando me fijé, vi a Itachi arrodillado frente a mí.


Estaba taponando la herida de mi mujer y yo lo agradecí, por lo menos ella viviría, eso me llenaba de felicidad.


- Los médicos vienen en camino – dijo Itachi – aguantad un poco.


- Sálvale a él – dijo Kushina – se está muriendo – comentó al verme escupir sangre pero yo no quería ser salvado, quería que ella viviera.


- No te preocupes por mí, Itachi, ella primero. Estaré en gratitud contigo toda la vida si la salvas.


- Él es el Hokage y el amor de tu vida – le dijo mi mujer a Itachi y todos nos sorprendimos – sálvale, por favor, mi herida es mortal, un médico no podrá salvarme, por favor… ayuda a mi esposo y no dejes que se deprima, no dejes que se hunda, sé su apoyo como yo lo fui para él todos estos años – dijo haciéndome llorar y creo que Itachi tuvo que tomar la peor decisión de su vida.


Kushina se moría delante de nosotros pero tenía razón… su herida era mortal, no podría salvarse y yo apenas sabía si lo lograría, creo que ambos estábamos condenados a morir. Itachi se quedó con Kushina taponando su herida todo lo que pudo y le prometió que no dejaría que yo muriese con lágrimas en sus ojos, le prometió que cuidaría de mí aunque fuera lo último que hiciera. Kushina dejó de respirar con una gran sonrisa en su boca, con su mano agarrando la mía y con la otra agarrando la que Itachi tenía taponando su herida. Grité al verla morir pero Itachi soltó de golpe su herido colocando su mano en mi estómago tratando de parar ahora mi hemorragia. Había activado el Susanoo y la parca tenía agarrada su habilidad.


- ¿Qué haces aquí? – le pregunté.


- Protegerte – me dijo con su tono serio mirando a mi esposa en el suelo – siento no haber llegado a tiempo – me dijo llorando – lo siento mucho.


- Cuida a mi hijo – le dije.


- No, Minato, lo cuidaremos, voy a salvarte.


- La parca se me llevará consigo, necesita llevarse algo.


- Se llevará mi habilidad, puedo activarla cuando quiera. Prefiero que se lleve el Susanoo a que se te lleve a ti – me dijo.


- ¿No perderás tu habilidad? – le pregunté.


- Espero que no.


- No seas insensato Itachi, yo ya estoy muerto – le dije mirando mi herida en el abdomen.


- Te llevaré a un médico, no dejaré que mueras Minato.


- Vete antes de que la parca te coja a ti también, no puedes engañarla Itachi.


- Soy un Uchiha – me dijo sonriendo – soy el mayor mentiroso del mundo, podré engañarla, confía en mí.


- Itachi… vete de aquí por favor, no soportaría perderte a ti también, hoy no – le dije llorando y sentí sus labios sobre los míos besándome con pasión.


Había echado tanto de menos sus labios y aún así… me sentía tan frustrado, tan enfadado conmigo mismo, no había podido salvar a mi esposa, no había destruido a ese ninja misterioso que había atacado la villa, estaba dejándome besar por Itachi Uchiha… y luego pensé que iba a morir igualmente. ¿Qué más daba ya todo? Así que le besé, dejé que profundizase el beso metiendo su lengua en mi boca pero cuando quise darme cuenta, estaba metido en una ilusión, ese imbécil se había atrevido a mentirme a mí con tal de que no hiciera nada para obstaculizar su plan.


Me encontraba en un paisaje precioso junto a un río, un lugar tranquilo, el idiota de él intentaba relajarme, había quitado mi dolor en esta ilusión pero yo le grité que me sacase, prefería sentir el dolor, pero no soportaría que muriera por mi culpa. Al final le escuché hablar.


- Te equivocas conmigo, Minato – le oí – tú proteges la villa pero no proteges a los ANBU, somos nosotros quienes te protegemos a ti, nuestra vida por la del Hokage – comentó antes de dejar de escucharle.


- No te atrevas a morir por mí, pedazo de imbécil – le grité enfadado golpeando el tronco de un árbol pero él ya no contestó.


 


Itachi Uchiha POV


 


No tuve más remedio que meter en esa ilusión a Minato Namikaze, seguramente con lo débil que estaba y utilizando en él mi Tsukuyomi era muy posible que se pegase unas cuantas semanas inconsciente metido en ese sueño. No era justo para él lo que le había hecho y lo sabía, pero también tenía muy claro que si no lo dejaba inconsciente intentaría sacrificarse él por todos nosotros y es que era un maldito cabezón.


La parca acabó llevándose mi Susanoo y me dejó exhausto. Cuando conseguí despertarme, estaba en el hospital y al preguntar por Minato me dijeron que estaría unas semanas en coma o más bien… sumergido en mi ilusión. Miré la fecha del calendario, había pasado tres días desde el incidente del Kyuubi y me incorporé con rapidez. ¿Tres días había estado inconsciente yo? Supongo que requirió demasiado chakra mantener el Susanoo conectado hasta que la parca se rindió dándose cuenta que esa noche… había trabajado gratis, porque no estaba dispuesto a dejar que se llevase a Minato.


- ¿Dónde está? – le pregunté al médico - ¿Dónde está el Hokage?


- En cuidados intensivos, no ha despertado.


- ¿Y su esposa?


- Lo siento… no sobrevivió al ataque, cuando llegaron los equipos ya había fallecido.


- ¿Naruto? – pregunté.


- Lo tengo yo – escuché a Kakashi en la puerta que venía con el pequeño en brazos medio dormido – está a salvo.


- Menos mal – agradecí.


Kakashi entró y la enfermera nos dejó a solas cerrando la puerta tras de sí. Kakashi se sentó en una de las sillas de la habitación después de dejarme a Naruto en los brazos y lo cogí asegurándome de que estaba bien. Tenía el sello de Minato en su estómago, podía ver que había metido con éxito la mitad del demonio en su hijo pero estaba a salvo, era un niño muy guapo y lloré abrazándolo, al menos dos personas estaban bien aunque había sido un inútil y no había podido salvar a Kushina, me sentía de esa forma.


- Hiciste lo que pudiste, fuiste el más rápido en llegar, no deberías culparte.


- Debí llegar antes.


- Ni siquiera yo siendo el alumno de Minato he sido capaz de igualar su velocidad, él es así, el relámpago amarillo de Konoha, no podías igualarle en velocidad Itachi, pero le salvaste, salvaste al Hokage y a su hijo, es más de lo que podríamos haber hecho los demás.


- No me siento conforme, debí salvar también a su esposa. Tengo miedo a cuando despierte – le confesé – porque no sé cómo le diré que no pude salvar a su mujer, no sé cómo afrontaré que su enojo conmigo por haberle dejado inconsciente para salvarle.


- Minato no es de los hombres que se enfadan Itachi, tú lo debes saber mejor que nadie. Sé lo que sientes por él y sé lo que él siente por ti. Te lo agradecerá, le has salvado, podrá vivir para estar con su hijo.


Kakashi se quedó aquella tarde conmigo hasta que me dieron el alta médica. Me habría gustado encargarme de Naruto personalmente pero sabía cómo era mi clan, si sabían que era yo quien había salvado al Hokage y quien se encargaría de su hijo tendría serios problemas. Decidí ocultar esos datos y que Kakashi se ocupase de Naruto hasta que Minato despertase.


Antes de irme al clan pasé a ver a Minato y no pude evitar besarle de nuevo. Él no respondió, estaba prácticamente en coma por mi culpa, yo lo había dejado en este estado pero no tuve más remedio. Acaricié su cabello y me disculpé con él aunque sabía que no podía escucharme desde que había suprimido mi Tsukuyomi.


Al llegar al clan, mi padre me esperaba, había corrido la noticia de que había salvado al Hokage y de que estaba en el hospital. Una parte de mi padre se alegraba porque así su “hijo” era un héroe, pero otra parte le disgustaba y es que sabía que estaban planeando su golpe de estado y sin Hokage era más fácil. Le habría gustado atacar durante la ausencia de poder mientras elegían a un nuevo Hokage, pero bueno… supongo que teniendo a Minato inconsciente también le servía, porque nadie controlaba ahora a los ANBU o eso creía yo.


Descansé todo lo que pude en casa. Mi madre con su dulce voz trató de consolarme por todo lo que había pasado y sé que se alegraba de verme tras tres días en el hospital sin saber si despertaría o no, al final… aquí estaba y lo primero que hice al entrar, fue ir a ver a mi hermanito.


Sasuke había nacido hace un par de meses, era algo mayor que Naruto pero de la misma edad, creo que serían buenos compañeros en la academia esos dos. Lo cogí entre mis manos y sonreí besándole en la frente.


- Creíamos que podíamos perderte, Itachi – dijo mi madre con dolor.


- Yo siempre cuidaré de ti, Sasuke – le susurré al oído a mi hermanito – siempre te protegeré.


Mi madre sonrió al darse cuenta de que lo que le estaba diciendo a mi pequeño hermano, es que yo siempre estaría aquí para él, no iba a morir tan fácilmente. Aquella noche dormí con mi hermano. Sasuke dormía como un tronco y yo sonreía sin poder evitarlo, me encantaban los niños, protegería tanto a mi hermano como a Naruto, al fin y al cabo, era el hijo de la persona a la que más amé en mi vida.


A la mañana siguiente, mi madre entró por mi cuarto llevándose a Sasuke, tenía que darle de comer y yo le vi sonreír queriendo quedarse conmigo, al final me tocó acompañarle y darle la papilla. Me llenó entero con su comida y es que era un bicho para comer, lo tocaba todo, se llenaba entero de comida y nos llenaba a los demás, le encantaba jugar y era un chico sonriente. Yo para calmarle siempre le golpeaba en la frente con suavidad con dos dedos y le sonreía, eso lo frenaba en seco.


- Se te dan muy bien los niños – dijo Keiko entrando por la puerta.


- Si, es posible – le dije sonriendo.


- Quizá deberíamos plantearnos tomar matrimonio y formar una familia.


- Es posible – le dije – es posible.


No quise dar nada por sentado, simplemente ni me negué ni lo acepté, dejé su propuesta en el aire en una simple y remota posibilidad.


- Debo ir a trabajar – le comenté y es que ya iba con mi ropa ANBU.


Keiko cogió mi máscara de la mesa y me la entregó tocando mi tatuaje ANBU del brazo con suavidad.


- Ten cuidado.


- Lo tendré – le dije marchándome.


Fui directo a la base de los ANBU, hoy sólo tenía papeleo y es que mis superiores no se fiaban de que estuviera en plenas facultades después de haber salvado al Hokage, era algo normal, acababa de salir del hospital, querrían esperar un poco a que me recuperase.


Llegué a mi mesa, estaba llena de papeles y me senté empezando a rellenar informes. No dejaba de pensar en Minato, en cómo estaría allí dentro de mi ilusión, había tratado de crear un lugar hermoso y tranquilo para él, un lugar sin dolor, debía estar bien y en el hospital tendría los mejores cuidados, de eso estaba seguro, era el Hokage, todos le cuidarían.


Alguien tocó a mi puerta y al mirar hacia allí me sorprendió ver a Danzo en las puertas. Aquello era nuevo, él jamás venía por aquí, al menos no por la base de los ANBU. Me pidió si podíamos hablar a solas y cerré los informes levantándome para seguirle, supongo que si alguien del consejo te decía de hablar… tenías que ir, no quedaba más remedio.


Danzo me contó que mientras Minato siguiera inconsciente él se ocuparía de dirigir a los ANBU, no sabía si eso era bueno o no, pero cuando empezó a hablarme de la revuelta que los Uchiha tenían en mente, no tuve más remedio que contarle lo poco que sabía. Al fin y al cabo… yo era un ANBU de Konoha, debía fidelidad a la villa y desde luego… al Hokage.


Se me encargó la misión de exterminar a todo mi clan y aquello tuve que pensarlo, me dio una semana, no podía darme más tiempo porque no sabíamos cuánto tiempo teníamos hasta que los Uchiha se levantasen, ya nos estábamos jugando mucho incluso con ese tiempo.


Toda la semana pensé si debía aceptar esa misión o no. Si no era yo quien lo hacía atacarían el clan ellos mismos, traerían a los ANBU y lo arrasarían. Quizá aún podía hacer algún trato para salvar a alguien, a mi hermano por lo menos, eso es lo que pensaba. Otra parte de mí intentaba pensar una forma de no llegar a esto, pero sé que mi clan atacaría y se llevarían muchas vidas en la batalla, incluida la de Minato por ser el Hokage y la de Naruto, eso tampoco podía permitirlo.


Aquel día tras haber transcurrido una semana hablé con Danzo para aceptar su trato. Yo atacaría al clan pero él tenía que hacer algo por mí, Sasuke tenía que salvarse, era mi única condición. Esa misma noche me armé con mi katana, coloqué mi bandana de medio lado en mi frente y salí hacia el clan.


Maté a todos los que allí estaban incluida a mi novia y su familia. Era complicado, dolía tener que matar a todos incluso aunque no tuviera grandes sentimientos, matar nunca era fácil, era lo más difícil que tenía que hacer un ninja. El peor trago fue matar a mis padres, me dolía en el alma tener que hacerlo pero mi padre lo entendía y eso hizo que llorase con sus palabras.


Estaban de rodillas frente a mí, mi madre permanecía cabizbaja y sé que tenía que matarla, ella me animaba a hacerlo y sonreía, me decía que estaba orgullosa de mí pero yo no dejaba de llorar, las lágrimas salían sin haberlas deseado. Mi padre también dijo lo orgulloso que estaba de mí y luego me insistió en que los matase, yo no podía hacerlo, mis manos temblaban sujetando la katana, era imposible. Al final cuando mi padre dijo que me amaba, que mi sufrimiento lo llevaría durante más tiempo de lo que ellos sufrirían y era cierto, el mío sería peor, yo cargaría con este dolor durante el resto de mi vida. Cogí la katana y los asesiné.


Danzo tal y como prometió se ocupó de que Sasuke estuviera vivo, le perdonó sólo a él pero yo sería un traidor, me acusó como tal y no dije nada, era cierto, ayudando a la villa me convertí en un traidor y pensé en marcharme de la villa. Había escuchado hablar de Akatsuki, una banda criminal, seguramente allí estaría bien un criminal como yo.


 


Minato Namikaze POV


 


Desperté y no sabía dónde estaba, me costó un poco acostumbrarme, era de noche y apenas se veía. Una enfermera gritó que me había despertado, creo que estaba en el hospital. Tenía mucha sed y, cuando se acercó a mí el médico, le pedí agua. Me la dieron enseguida y bebí con desesperación, estaba sediento, no sé cuánto tiempo llevaba en esa maldita ilusión de Itachi, iba a matarle en cuanto lo viera.


- ¿Kushina? – pregunté apenas aún sin voz.


- Lo lamento, Hokage – escuché y me paralicé entendiendo lo que esas palabras significaban.


Las lágrimas brotaron de mis ojos y el llanto se alzó entre los presentes. Kushina había fallecido, lo entendía perfectamente y no entendía por qué era yo el que estaba vivo. Yo debía haber muerto allí, yo hice esa técnica de intercambio de vida pero estaba aquí y mi esposa muerta.


- ¿Naruto? – pregunté y las caras cambiaron finalmente.


- Está con Kakashi – me contestaron – él está bien, señor.


- ¿Dónde está Itachi? Quiero ver a Itachi – les comenté.


- Itachi Uchiha… ha sido declarado traidor, ha matado a todo su clan esta misma noche, lo lamento, pero Itachi se ha marchado de la villa.


- ¿Qué? – pregunté - ¿Quién ha dado esa orden?


- Danzo estaba en el poder sustituyéndole mientras usted estaba inconsciente.


- Apresen a Danzo – les dije – hablaré con él y arreglaré esto en cuanto regrese.


Me levanté y todos me indicaron preocupados que tenía que tumbarme, que no podía irme pero no les hice caso, les mandé a callarse. Me vestí con mi ropa de Hokage y salí por la ventana. Mis habilidades estaban un poco atrofiadas de estar tanto tiempo sin ser utilizadas, me costaba moverme con soltura pero tenía una solución rápida para encontrar a Itachi, el sello que le había puesto cuando era niño sin que él se enterase, para mí encontrarle era pan comido.


Me teleporté a su sello y caí justo encima de él. Estaba saltando a una rama y al caerle encima ambos nos precipitamos hacia el suelo. Quise intentar recomponerme pero no había forma de que pudiera reponerme, mis habilidades ni mi cuerpo se movía con libertad. Caía hacia el suelo cuando alguien me agarró y evitó que me golpease contra el suelo. Respiré con dificultad en los brazos de Itachi.


- ¿Minato? – me preguntó - ¿Estás loco o qué te pasa?


- No puedes irte, no puedes dejarme – le dije llorando.


- Tengo que hacerlo Minato, soy un traidor.


- No, dime que no fuiste tú.


- Fui yo Minato, yo los maté.


- ¿Por qué? – le pregunté.


- Porque… iban a revelarse contra ti, iban a destrozar la villa, iban a asesinar a mucha gente, querían el poder. No iba a permitir que te ocurriera nada, me da igual si tengo que ser un traidor el resto de mi vida, protegerte a ti es lo más importante.


- Te perdono.


- ¿Qué? No puedes hacer eso.


- Soy el Hokage, puedo hacerlo. Estás perdonado, sólo tienes que decir la verdad, dime quién te mandó hacer esto.


- Danzo – me dijo entristecido.


- Te amo… Itachi – le dije besándole porque iba a devolverlo a la villa fuera como fuera, Itachi no se iba a marchar.


- Yo también te amo, Minato – me dijo tras separarnos – Pero no puedo volver, el consejo se opondrá y te meterás en problemas por mi culpa.


- Me da igual el consejo, la última palabra la tengo yo y digo que estás perdonado – le afirmé con determinación – He hecho apresar a Danzo antes de venir a por ti, no se librará fácilmente de sus acciones. Vamos, volvamos a la villa – le comenté antes de teleportarme con Itachi a mi despacho.


En cuanto llegamos, Itachi tuvo que sostenerme porque mis piernas fallaron. Aún me costaba moverme bien pero era algo normal después de pasar tanto tiempo en una cama inconsciente. Me quedé varios minutos entre los brazos de Itachi tratando de recuperar un poco de mi fuerza, al menos lo suficiente para caminar, debía ir a interrogar a Danzo y hablar con el consejo sobre lo ocurrido.


- Quédate a mi lado, no te separes de mí ni un momento. La orden de arresto que hay en tu contra aún no ha sido revocada pero si te quedas conmigo, nadie te hará nada – le dije serio.


- No sé si es una buena idea, podían creer que te estoy secuestrando o amenazando.


- Sólo estarás caminando a mi lado, sin armas apuntándome y tu sharingan desactivado. Te prometo que todo estará bien, no va a suceder nada. ¿Confías en mí? - le pregunté mirándole a sus ojos negros.


- Confío plenamente en ti, Minato – me contestó con firmeza.


- Entonces, será mejor que nos pongamos en marcha, hay que aclarar cuanto antes todo esto.


Nos encaminamos hacia fuera de la torre para ir al cuartel general de los ANBU donde seguramente tendrían a Danzo retenido. Una vez llegamos, todos los ninjas que había allí se pusieron en posición de combate dispuestos a atacar a Itachi pero un grito por mi parte ordenándoles que se detuviesen fue suficiente para que no hirieran a Itachi. Les dije que la orden que había en su contra quedaba revocada, que ahora estaba bajo mi protección. Al principio dudaron, no se esperaban algo así pero enseguida volvieron a sus posiciones. Llamé a dos ANBU, a uno le ordené que informara al resto de ninjas sobre la nueva situación de Itachi y al otro le mandé reunir al consejo.


Nos adentramos en el cuartel, bajando hacia el sótano donde había varias celdas y habitaciones para interrogatorios. En una de esas habitaciones se hallaba Danzo encadenado y varios ninjas vigilándole, entre ellos estaba Ibiki Morino uno de los mejores interrogadores que tenía la villa. Después de explicar a aquellos miembros del cuerpo de élite que Itachi ahora estaba bajo mi protección, me acerqué a Ibiki para hablar con él.


- ¿Has comenzado ya? - le pregunté.


- Aún no, estaba esperando a que llegase, Hokage-sama.


- Bien, pues ya podemos empezar.


Dicho esto, abrí la puerta de la habitación y caminé hacia su interior seguido por Itachi y éste a su vez por Ibiki, quien al entrar, cerró la puerta tras él.


- No sé cómo os atrevéis a arrestarme pero esto no quedará... - comenzó Danzo a quejarse pero se calló sorprendido en cuanto me vio frente a él.


- En algo tienes razón, Danzo. Esto no se quedará así, tus acciones no quedarán impunes, te lo puedo asegurar – le advertí.


- ¿Mis acciones? No sé de que estás hablando, muchacho.


- Muestra más respeto hacia el Hokage – intervino Itachi que se había mantenido oculto tras nosotros hasta ahora.


Danzó le miró sorprendido pero después comenzó a reírse.


- Ahora entiendo, ¿va a creer la palabra de un asesino sobre la palabra de un respetado miembro del consejo como lo soy yo, Hokage-sama? - dijo remarcando las últimas palabras mientras miraba a Itachi.


- Sí, confío más en su palabra que en la tuya. Él me ha dicho que tú ordenaste el ataque al clan Uchiha y como ANBU que es no podía desobedecer una orden directa de su superior, en este caso una orden tuya. Te has aprovechado que estaba en el hospital para intentar usurpar el cargo – le afirmé severo.


- No es la primera vez que mata a alguien de su clan – dijo Danzo y aquello sí me sorprendió pero no sólo a mí, Itachi también estaba sorprendido.


- ¿A qué te refieres? - le interrogué.


- Los ojos que tiene no son suyos, pertenecen a Shisui Uchiha. Seguro que le asesinó para apoderarse de sus ojos, escondió su cuerpo para que nadie lo encontrase y falsificó la nota de suicidio para que no le descubriesen. Total, ¿quién iba a investigar la desaparición de alguien que había deshonrado al clan? - se burló.


Estaba impresionado por el hecho de que Danzo se hubiese dado cuenta de que los ojos que tenía Itachi eran los de Shisui pero no pude pensar mucho más en el tema porque Itachi dio varios pasos dispuesto a atacar a Danzo, pero le detuve colocando un brazo frente a él. Giré mi cabeza para mirarle y vi preocupado cómo apretaba sus dientes y puños por la rabia y el dolor, volví a dirigir mi vista hacia Danzo completamente serio.


- Itachi no mató a Shisui, él se quitó la vida... lo sé porque yo lo presencié. Vi cómo se clavaba su katana así que no te atrevas a usar su muerte en tu beneficio – le dijo enfadado.


- Qué conveniente – soltó Danzo.


- ¿Acaso dudas de mi palabra? - le dije y Danzo se quedó varios segundos en silencio.


- Entonces, ¿por qué no se halló su cuerpo?


- Me hizo prometer que no dejaría que su clan lo encontrase así que me lo llevé y le di un entierro apropiado porque ellos no se lo darían – me acerqué un poco más hacia él - Te he explicado todo esto no porque te lo merezcas sino para que no te quede ninguna duda de la inocencia de Itachi – le comuniqué -  Ibiki puedes continuar con el resto del interrogatorio.


Me giré y salí de aquella estancia sombría seguido de Itachi dejando a Danzo con Ibiki quien no tardaría en averiguar la verdad. Aunque yo ya la conociese, necesitaba alguna prueba más aparte de la palabra de Itachi para que el consejo le creyese. Fuera de la sala, el ANBU que había mandado a reunir al consejo, me informó que todos los miembros se encontraban en una sala en el piso superior y me esperaban impacientes.


Subí las escaleras y me dirigí hacia la sala donde se hallaban, entré con Itachi a mis espaldas y, en cuanto le vieron, comenzaron a gritar quejándose y exigiendo que le encerrase, ninguno entendía por qué aún andaba libre por la villa. Les pedí de forma educada que me dejasen aclararles lo ocurrido pero no me escucharon, al final tuve que alzar mi voz logrando que se callasen de inmediato.


- Como sabrán el clan Uchiha ha sido exterminado casi por completo – comenté notando la mirada triste de Itachi – y el hombre que está detrás de esa masacre es Danzo Shimura.


- Eso es imposible, él nos dijo que fue ese asesino que tienes a tu lado quien mató a todo su clan – dijo exaltado uno de los ancianos.


- Tenéis razón en que Itachi fue la mano ejecutora – le miré de reojo preocupado comprobando su estado pero seguía con la misma mirada triste y cargada de culpa – pero sólo seguía las órdenes de Danzo que se hizo cargo del cuerpo ANBU sin ni siquiera consultarlo con el consejo.


- ¿Cómo estás tan seguro de ello? - me preguntó otro miembro pero éste lo hizo de forma más calmada.


- Me lo contó Itachi y confío en él. Pero en estos momentos, Ibiki está interrogando a Danzo para averiguar la verdad – continué sin darles oportunidad de reclamar o quejarse – Estoy convencido de que la información que consiga Ibiki corroborará la versión de Itachi. Así que os pido paciencia hasta que él regrese.


Vi que varios miembros no estaban muy conformes por sus caras pero no dijeron nada en contra. Tomé asiento y le indiqué a Itachi que también lo hiciera pero se negó, se quedó de pie a mi lado esperando a que Ibiki terminara con su interrogatorio. Al cabo de varias horas de un tenso silencio, unos golpes en la puerta nos sacó de aquella incomodidad. Di permiso para que entrara quien estuviese al otro lado de la puerta y cuando ésta se abrió, apareció Ibiki quien se acercó hasta la mesa alrededor de la cual se hallaba el consejo reunido.


- ¿Y bien? - le pregunté.


- Itachi Uchiha dice la verdad, sólo seguía las órdenes de Danzo – me contestó y me sentí aliviado porque el consejo ahora no podía oponerse a mi decisión de perdonar a Itachi.


- Ahora que todo ha quedado aclarado, Itachi Uchiha no será condenado por ninguna de las muertes de su clan – dije hacia el consejo – Pero debemos decidir un castigo para Danzo, sus crímenes no pueden quedar impunes.


- Un traidor como él debería morir – afirmó uno de los ancianos.


- No creo que ésa sea la solución más adecuada, ya ha habido demasiadas muertes esta noche – comenté sereno.


- ¿Y qué propones? - preguntó el mismo anciano.


- Exilio – contesté rápidamente. Si Itachi estaba dispuesto a dejar la villa por su culpa, creía que lo más justo era que Danzo sufriese el mismo destino que iba a sufrir él.


- Pero será un peligro para la villa – dijo una de las ancianas – podría aliarse con otra aldea y atacarnos o vender secretos de la aldea y de nuestros ninjas.


- Lo sé – le respondí – por eso había pensado que un miembro de la familia Hyuuga bloquease su capacidad de moldear chakra y que un ninja de la familia Yamanaka borrase de su memoria toda la información sensible sobre la villa, todos los secretos que Danzo conozca. ¿Alguien está en contra?


Todos se miraron entre sí pero ninguno se opuso a mi solución, acabaron accediendo sin problemas. Le pedí a Ibiki que mandase a alguno de sus hombres a por los ninjas de las familias Hyuuga y Yamanaka que considerase más aptos para ese trabajo y también que estuviese presente para cerciorarse de que todo saliera bien. Inmediatamente después, todo el consejo salió de aquella sala quedándonos solamente Itachi y yo. Le observé detenidamente, seguía en la misma posición y con la mirada perdida.


- Eres un hombre libre, no iba a dejar que cargases con la culpa por algo que hizo Danzo.


- Yo lo hice, puede que me lo ordenase pero yo los maté a todos... mis padres – rompió a llorar de forma devastadora.


Me levanté y le abracé fuertemente, no pude evitar llorar con él. Podía sentir su dolor, la carga que llevaría por el asesinato de su clan pero, en especial de sus padres, sería muy pesada y dura pero yo me quedaría a su lado para siempre ayudándole y amándole. Estuvimos bastante rato abrazados, incluso después de que Itachi se calmase.


- Lo haría de nuevo – dijo de repente – Si con ello pudiera protegerte, a pesar del dolor, volvería a hacerlo, volvería a exterminar mi clan porque te amo y no podría vivir sin ti.


Me separé levemente para mirarle a los ojos conmovido y uní nuestros labios en un tierno beso. No había necesidad de usar palabras, con mis labios le estaba transmitiendo cuánto le amaba, jamás  había dejado de quererle. Nos separamos lentamente y apoyé mi frente sobre la suya mientras posaba mis manos sobre sus mejillas.


- Vente a vivir conmigo – le solté sorprendiéndolo – No quiero estar ni un minuto más alejado de ti, quiero tenerte sólo para mi.


No estaba seguro si era el mejor momento pero no estaba dispuesto a perder más tiempo, le quería a mi lado y no creía que fuese una buena idea que Itachi volviese al barrio Uchiha después de lo que había pasado, allí se atormentaría aún más.


- De acuerdo – accedió – Te necesito Minato, ahora más que nunca – esta vez fue su turno de unir nuestros labios en un beso intenso.


Tras terminar, nos dirigimos a casa de Kakashi a por mi hijo Naruto y a por Sasuke. Itachi me contó por el camino que Danzo había accedido a dejar vivo a su hermano, así que ahora viviríamos los cuatro en mi casa como una familia.


Pasó casi un año desde aquella fatídica noche. Danzo fue desterrado tras bloquear su chakra y borrar toda la información importante sobre la villa de su memoria pero, antes de echarlo de la villa, nos dijo que hallaría la forma de vengarse. Hasta el momento no había llevado a cabo su amenaza, no creo que pudiese pero a pesar de todo mandaba a un equipo ANBU para que le mantuviese vigilado y conocer sus movimientos cada cierto tiempo. Era mejor prevenir.


No fue un año fácil para Itachi, aunque la culpa seguía siendo una carga muy pesada, su humor había mejorado mucho, creo que poder estar con su hermano pequeño le ayudaba. Sonreía mucho cuando jugaba con Sasuke y también con Naruto, poco a poco ese dolor que llevaba por dentro menguaba aunque sabía que nunca desaparecería del todo.


- Minato, ¿dónde quieres colocar tu kunai? - me preguntó Itachi.


Nos acabábamos de mudar a una casa más grande en el clan Namikaze. Pensamos que con dos niños pequeños necesitábamos más espacio donde pudiesen tener su propia habitación cada uno y mucho espacio donde jugar y entrenar cuando creciesen.


- En nuestro dormitorio – le contesté.


- Es una buena forma de llegar rápido a la cama – me comentó pícaro y me reí de su comentario. Jamás dejaría de ser un pervertido pero amaba que fuese de esa manera.


Itachi fue a nuestro dormitorio y yo me quedé en el salón jugando con nuestros pequeños, aunque Sasuke fuese el hermano de Itachi, parecía más nuestro hijo al igual que Naruto. Me entretuve en observar divertido a aquellos dos enanos ya que ambos habían agarrado el mismo peluche y parecía que estaban peleándose por él. De repente, el pequeño Sasuke comenzó a llorar porque Naruto había conseguido finalmente el muñeco, me acerqué a él para calmarlo pero me detuve cuando vi que Naruto gateaba hasta él, se quitaba el chupete que llevaba y se lo puso a Sasuke, quien se calló al instante. Me reí feliz y divertido, había sido una imagen muy enternecedora. Tenía la impresión de que estos dos se llevarían bien cuando creciesen, serían muy buenos hermanos.


Pasé el resto de la mañana cuidando de ellos mientras Itachi se encargaba de desempaquetar todas nuestras pertenencias de sus correspondientes cajas. Cuando conseguí que los pequeños se durmieran, los llevé hasta la cuna que Itachi ya había montado en una de las habitaciones. No pude evitar mirar embelesado a aquellos dos, se veían tan tiernos durmiendo juntos, sobre todo cuando Naruto agarró con su diminuta mano la de Sasuke entre sueños. Estaba tan concentrado observándoles que me sobresalté cuando sentí una mano colarse por mi camiseta.


- Itachi, ¿qué haces? - le pregunté mientras disfrutaba de los besos que me daba en el cuello.


- ¿Tú que crees? Hay que estrenar la casa – me contestó de forma sensual.


- Estamos en la habitación de los niños – le dije aguantando un gemido que había estado a punto de salir.


- Entonces será mejor que uses tu técnica para ir a nuestro dormitorio cuanto antes.


No tardé ni un segundo en teleportarnos y caímos justo encima de la cama, Itachi había colocado el kunai en el cabecero. Itachi se colocó sobre mí besándome con pasión, invadiendo mi boca con su lengua mientras sus manos recorrían mi abdomen hasta llegar a mis pezones apresándolos entre sus dedos. Pero yo no me quedé atrás, acaricié su espalda de arriba a abajo hasta llegar a su trasero, introduje mis manos por dentro del pantalón y apreté sus firmes glúteos por encima de su ropa interior masajeándolos.


Itachi abandonó mis labios para centrarse en mi cuello lamiéndolo y mordiéndolo suavemente. Noté que nuestros miembros comenzaban a despertar y empecé a mover mi cadera para frotar nuestras entrepiernas consiguiendo que Itachi soltase un gemido de placer.


- Shh, debes ser más silencioso si no quieres que los niños se despierten – le dije divertido.


- Creo que deberías aplicarte tu consejo, eres más escandaloso que yo – me contestó riendo a la vez que me quitaba la camiseta y succionaba uno de mis pezones.


Me mordí el labio inferior para ahogar los jadeos que intentaban escapar de mi garganta. Poco a poco, Itachi fue bajando por mi torso pasando su lengua por él dejando un rastro de saliva hasta llegar al borde de mis pantalones. Bajó un poco el borde dejando la punta de mi pene salir al exterior y sopló sobre él consiguiendo que mi piel se erizara y mi miembro se agrandara aún más del placer. Levanté mis caderas buscando sus labios pero Itachi se apartó sonriendo quedando de rodillas y quitándome los pantalones junto a mi ropa interior liberando por completo mi erección.


- No seas tan ansioso, Minato. Todo a su debido tiempo – me dijo con aquella sonrisa de prepotencia que solía poner cuando éramos unos críos.


Le vi quitarse su camiseta con lentitud para después acariciar sus pectorales bajando lentamente por sus abdominales y llegando a sus pantalones bajándolos hasta las rodillas. No podía apartar mi mirada de sus sensuales movimientos pero me empecé a impacientar cuando comenzó a jugar con el borde de su ropa interior. ¡Quería ver al descubierto el bulto que se escondía en su interior! Me incliné hacia él dispuesto a quitarle de una vez sus calzoncillos pero antes de que pudiese hacerlo, Itachi cogió mis manos deteniéndome.


- ¿Tantas ganas tienes de vérmela? - me preguntó divertido.


- Joder, sí – le contesté e Itachi se rió mientras se bajaba su ropa interior dejando a la vista lo que tanto deseaba ver.


- ¿Esto es lo que querías? - me preguntó y asentí con la cabeza – Pues ven a por él.


Me lancé a por su miembro metiéndolo de golpe en mi boca logrando sacarle un gruñido de placer a Itachi. Me coloqué de rodillas sin soltar aquel trozo de carne tan delicioso y apreté entre mis manos el trasero de Itachi empujándolo hacia adelante para tragarme por completo su pene. A Itachi le gustó porque sentí que su miembro crecía aún más en mi boca. Comencé a mover mi cabeza metiendo y sacando su pene a un ritmo lento y tortuoso, quería hacerle pagar a Itachi por haber tardado tanto en dejarme disfrutar de ese manjar pero no pude hacerlo por mucho tiempo ya que Itachi agarró mi pelo marcando el ritmo que a él le gustaba. Tras varios movimientos de cabeza más, me apartó de él sacando por completo su miembro de mi boca evitando correrse.


- Aún no.... hemos terminado – me dijo respirando con dificultad – ahora es... tu turno de disfrutar.


Me empujó por los hombros y caí sobre la cama. Itachi terminó de desnudarse tirando la ropa al suelo y se agachó hasta la altura de mi entrepierna engullendo mi miembro. Mientras lamía y succionaba la punta, Itachi jugaba con mis huevos sacándome gemidos de placer que intenté acallar colocando mi brazo sobre mi boca. Comenzó a aumentar el ritmo ayudándose con su mano libre. Cada vez iba más rápido y yo sentía que estaba a punto de correrme.


- Itachi... - grité intentando avisarle pero fue demasiado tarde.


Me corrí en su boca, liberando todo mi semen en su garganta pero Itachi ni siquiera intentó alejarse. Se tragó por completo todo el líquido que había expulsado.


- Nunca me cansaré de tu sabor – me dijo lamiéndose los labios.


Le vi moverse para alcanzar la mesita y abrir uno de los cajones sacando un bote de lubricante. Seguro que había sido de las primeras cosas que había desempaquetado de las cajas. Se untó un poco sobre sus dedos y se acercó a mi entrada metiendo uno de ellos. Lo movió en círculos tratando de dilatarme, después metió el segundo y comenzó a abrir y cerrar los dedos en forma de tijera dilatándome aún más. Tras varios minutos jugueteando con ellos, introdujo el tercero terminando de prepararme. Cuando creyó que estaba listo, los sacó y con su mano agarró su miembro hasta llevarlo a mi entrada y meterlo con lentitud hasta llegar al fondo.


Un leve quejido se escapó de mis labios pero apenas sentí dolor, Itachi me había preparado a conciencia, aún así se esperó varios minutos a que me acostumbrase a aquella invasión. Comencé a mover mis caderas e Itachi captó el mensaje enseguida sacando su miembro para volver a meterlo con fuerza. Sus embestidas eran lentas y profundas, estaba haciendo un gran esfuerzo por no aumentar el ritmo. Sonreí al darme cuenta de que ahora era él el que se vengaba de mí con ese ritmo pero se equivocaba si pensaba que no iba a hacer nada al respecto.


Enredé mis piernas en su cintura y cambié nuestras posiciones quedando ahora encima de Itachi. Me miró sorprendido cuando comencé a cabalgar sobre él. Apoyé mis manos en su abdomen buscando un punto de apoyo y aumenté el ritmo impulsándome con mis piernas también. Itachi cogió mi miembro que se había vuelto a alzar y empezó a masajearlo con la misma velocidad que yo cabalgaba sobre él.


Mientras me movía de aquella forma tan sensual, le miré a los ojos y no aparté mi mirada en ningún momento viendo su sonrisa de autosuficiencia asomarse por sus labios. No sé por qué pero aquella sonrisa me excitó aún más y me moví aún más rápido mientras gemidos y jadeos salían de mi garganta a pesar de mi esfuerzo por acallarlos. Itachi se incorporó y unió nuestros labios en un fogoso beso ahogando nuestros gritos, agarrando mis caderas ayudándome a que las penetraciones fuesen más profundas. Mi miembro había quedado atrapado entre nuestros vientres y con tanto roce debido a nuestros movimientos, acabé llegando al orgasmo de nuevo manchándonos a los dos. Al correrme, las paredes de mi interior se estrecharon, apresando el miembro de Itachi y tuvo que darle mucho placer porque a los pocos segundos terminó dentro de mí.


Agotados, nos dejamos caer sobre la cama. Itachi salió de mi interior y se colocó a mi lado atrapándome entre sus brazos. Me encantaba estar así con él, sintiendo la calidez de su cuerpo, oliendo su fragancia y escuchando los frenéticos latidos de su corazón.


- Te amo – le dije.


- Yo también te amo. Jamás volveré a separarme de ti, no dejaré que nadie se interponga de nuevo entre nosotros – me aseguró.


Nos fundimos en un suave beso y después apoyé mi cabeza sobre su pecho cerrando los ojos pensando en lo mucho que había cambiado nuestra relación desde que estábamos en la academia hasta ahora, en todo lo que habíamos pasado y en lo que habíamos sufrido pero jamás me arrepentiría de nada, nunca me arrepentiría de ninguna de las decisiones que había tomado porque éstas me habían llevado justo a este momento... tumbados y abrazados en nuestra casa con nuestra familia. Me sentí muy afortunado y con este pensamiento y una sonrisa en mi boca, me quedé dormido junto a la persona que había amado tan intensamente durante tanto tiempo.


 


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