Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Enamorado de Minato Namikaze por Fullbuster

[Reviews - 60]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Itachi Uchiha POV


 


De camino a la academia, me encontré con Minato. Había pasado a mi lado con paso rápido ignorándome y vi que ponía una gran distancia entre nosotros. No me gustó que no me hiciese caso por lo que aceleré para alcanzarle pero sin llegar a ponerme a su lado. Le pregunté si había considerado mi oferta y volvió a negarse, por lo que le recordé que sería su amigo el que pagaría las consecuencias. Minato me amenazó con pegarme pero estaba muy equivocado si pensaba que él podía llegar a vencerme, por lo que se lo dejé claro y le insulté antes de dejarle atrás.


No podía evitarlo, me gustaba molestarle, era mi forma de llamar su atención, de que se fijase en mí... porque parecía que últimamente sólo tenía ojos para la chica nueva que había llegado... ¿Cómo se llamaba? ¿Ku...chiki? No, creo que no era así... ¿Kumiko? Mmmm... tampoco... Kushina... Sí, ése era su nombre. No me gustaba que le prestase tanta atención, no sé qué le veía de especial, tan sólo era un chica bruta, con un extraño color de pelo que siempre acababa peleándose con los chicos de clase. Tampoco es que fuese una chica hermosa que llamase la atención por su extrema belleza, era una niña más del montón.


Durante las clases, vi de nuevo cómo Minato la observaba embelesado con una sonrisa tonta en su boca. Me cabreó saber que estaba interesado en aquella chica  y apreté el puño que tenía sobre la mesa a la vez que fulminaba con la mirada a Minato. Creo que lo hice con demasiada intensidad porque giró su cabeza mirando a su alrededor tratando de averiguar de dónde procedía la mirada que le estaba taladrando la nuca, pero yo aparté la vista de él para que no me pillase.  Minato no se había dado cuenta de que era yo el que le observaba pero Shisui sí, podía verle por el rabillo del ojo mirándome molesto.


- ¿Por qué estás observando tanto al pelele? - murmuró para que sólo yo pudiera oírle.


- ¿Acaso necesito un motivo para mirarle mal? - le contesté de igual manera para que no nos pillasen hablando.


No pensaba decirle que estaba celoso de que Minato estuviese fijándose en cada gesto que hacía aquella pelirroja, pero sabía que Shisui no se daría por vencido tan fácilmente, insistiría hasta que le diese una respuesta satisfactoria.


- A mí no me la das, Itachi. Algo te traes entre manos – me replicó de mal humor.


A veces odiaba tener razón siempre, sabía que insistiría. Pero no me apetecía discutir con él por lo que le di una respuesta simple y sencilla.


- Me cae mal, no hay nada más. Ahora déjame escuchar al profesor – dije dando por zanjada la conversación.


Sabía que esa respuesta no le había dejado tranquilo pero era la que iba a obtener en ese momento. Shisui me estuvo mirando malhumorado durante bastante rato pero después cambió de actitud, lo cual me extrañó porque normalmente podía tirarse días enfadado conmigo por no contarle lo que él quería saber. Estuve mirando de reojo a Minato para que Shisui no me descubriese, hasta que sonó el timbre que anunciaba el inicio del recreo, entonces me levanté de mi asiento y comencé a caminar hacia la salida al igual que casi todos nuestros compañeros. La clase estaba prácticamente vacía cuando logramos salir de allí, solamente se quedaron en el interior del aula Minato y su amigo. Cuando íbamos por el pasillo, el amigo de Minato pasó a nuestro lado corriendo y le vi entrar en el aseo de chicos.


- Itachi, ve yendo al patio, tengo que vaciar la vejiga – me dijo Shisui antes de irse hacia el servicio masculino también.


- De acuerdo – le contesté sin darle mucha importancia.


Salí al patio y enseguida me vi rodeado por unas quince o veinte chicas tanto de mi clase como de otros cursos diferentes. Caminé hasta el lugar de siempre debajo del gran árbol que había en el patio seguido por mi séquito de fans, me senté a la sombra y todas ellas se sentaron a mi alrededor, dejando un hueco para Shisui. Al cabo de unos cinco minutos, mi amigo regresó del baño con una gran sonrisa... supongo que había tenido muchas ganas de orinar y por fin había podido liberarse. Shisui se sentó a mi lado y pasamos el recreo charlando con las chicas, bueno, más Shisui que yo.


Cuando quedaba poco para que sonara de nuevo el timbre que indicaba que se reanudaban las clases, nos levantamos para ir nuestra aula seguidos de todas las chicas. Parece que no fuimos los únicos que pensaron en ir entrando a clase antes de que finalizara el receso, porque delante de nosotros iban otros alumnos de la academia. Andamos hasta llegar a nuestra clase y me sorprendió ver a muchos compañeros cerca de la puerta desternillándose de la risa mientras que las chicas estaban mirando algo completamente coloradas.


Fui apartando a la gente para poder pasar y cuando entré al aula me quedé completamente sorprendido. Cerca de mi asiento estaba Minato casi desnudo intentando taparse con sus brazos como podía. Estaba tan embelesado admirando su cuerpo que no pude reaccionar cuando se acercó hacia mí enfurecido y me empotró contra la pared sujetando mi camisa con sus puños.


- Devuélveme la ropa de Sano – me exigió acercando nuestros rostros.


- No sé de qué me estás hablando, pelele – le dije muy serio.


Y era verdad, no sabía a lo que se refería. ¿Por qué iba a tener yo la ropa de su amigo? No tenía ningún motivo para ello.


- No te hagas el tonto. Sé perfectamente que has sido tú el que ha mandado a Shisui a gastarle esa broma a mi amigo, ya me habías amenazado con que le harías pagar por mi rechazo. He tenido que dejarle mi camiseta y mi pantalón para que nadie le viese desnudo. Ahora devuélveme la ropa de Sano – me volvió a exigir.


Podía escuchar a Shisui desternillarse de la risa y entonces lo comprendí. Mi amigo no había ido al aseo a orinar, había ido a gastarle esa broma al amigo de Minato. No entendía por qué Shisui había hecho algo así y lo peor es que ahora Minato pensaba que yo estaba detrás de todo eso porque le había amenazado con vengarme de él a través de su amigo. ¡Pero yo no tenía nada que ver con todo aquello!


- Shisui – llamé a mi amigo con tono serio.


Me miró aún riéndose de Minato, pero a mí no me hizo ninguna gracia que se estuviese riendo de él por estar de aquella forma ni tampoco me gustaba que todos estuviesen mirando tanto a Minato. Le dirigí una mirada de advertencia a Shisui para que dejase de reírse y terminase con esa maldita broma estúpida. Creo que captó mi mensaje porque poco a poco fue tranquilizándose.


- Sólo ha sido una pequeña broma – me dijo tratando de restarle importancia porque sabía que estaba molesto con él.


Acto seguido, se fue hasta la mesa del profesor y sacó de uno de los cajones la ropa del amigo de Minato, dio un par de pasos y le lanzó las prendas a Minato desde allí, éste las cogió después de soltarme. Aproveché que Minato intentaba abrirse paso entre toda la gente agolpada en la puerta para aproximarme a Shisui que a su vez venía hacia mi posición.


- ¿Se puede saber qué es lo que has hecho? - le pregunté molesto a Shisui.


- Nada importante, una pequeña broma – me respondió despreocupado.


- ¿Una pequeña broma? Minato estaba en ropa interior – le comenté incrédulo.


- No era él el que debía estar así sino su amigo Sano, fue a él a quien dejé desnudo en los aseos – me dijo mientras sonreía divertido.


- ¿Y por qué le has hecho algo así? - le pregunté cabreado.


- Es lo que querías, ¿no? - me respondió.


- ¿De qué hablas? Yo no te he pedido que hicieras nada de esto – le dije muy serio.


- No, pero ya le advertiste al pelele que si no hacía lo que querías, su amigo iba a pagar las consecuencias. Así aprenderán a lo que se atienen si no obedecen a un Uchiha.


Me sorprendí mucho por lo que Shisui acababa de decir. ¿Cómo sabía él que había amenazado a Minato con hacerle algo a su amigo si no aceptaba que le viese desnudo? ¿Nos había estado espiando?


- ¿Nos estabas escuchando, Shisui? - le pregunté cabreado.


- Os escuché de casualidad, pero eso no importa, lo importante es que ya le has dejado claro al pelele quién es el que manda – me dijo sonriendo con prepotencia.


- No vuelvas a hacer algo parecido sin mi consentimiento o el que pagará las consecuencias la próxima vez serás tú – le advertí muy serio.


- Tsk... no hay quien te entienda, Itachi – me contestó malhumorado – Como quieras – fue lo último que me dijo antes de ir a su asiento.


Estaba muy cabreado. Por culpa de la intromisión de Shisui, todo el mundo había visto a Minato en ropa interior y eso me enfurecía, no quería que nadie viese su cuerpo, sólo yo podía verlo. Por eso le amenacé aunque lo camuflase con la excusa de que era para verle humillado pero no era verdad. Minato me gustaba desde hacía tiempo y quería disfrutar de la visión de su cuerpo sólo para mí pero por culpa de Shisui ahora toda la clase  había disfrutado de su cuerpo también, incluso esa pelirroja... sentí que mis celos crecían en mi interior. Cabreado me senté en mi lugar al lado de Shisui mientras esperaba a que las clases se reanudasen.


El resto de clases, todos mis compañeros siguieron observando a Minato entre cuchicheos y risas de burla pero él sólo miraba con preocupación e incluso con culpa a su amigo que se hundía en su asiento avergonzado. Estúpido, no sé por qué se sentía así cuando a él sólo le había visto desnudo Shisui y Minato, en cambio todos los alumnos de la clase habían visto a Minato prácticamente desnudo. De repente caí en algo... ¡Minato había visto desnudo a su amigo! Volví a sentirme celoso, no quería que mi rubio viese a otra persona sin ropa, quería ser el primero al que viese así, quería deleitarle con la visión de mi cuerpo desnudo. Aunque fuese un niño, conocía de qué iba el sexo y sabía que mi miembro era un poco más largo que el de los chicos de mi edad, por lo que podía presumir de ello ante Minato.


Otro pensamiento acudió a mi mente que me gustó menos que el anterior. Minato y su amigo habían estado solos y juntos en los baños y... prácticamente desnudos. Rompí el lápiz que tenía en mi mano por lo fuerza con la que lo había estado apretando llamando la atención de Shisui, pero no se atrevió a hablarme, supongo que seguía molesto por mi advertencia pero no me importó en absoluto. Yo también estaba cabreado con él, su maldita ocurrencia había tenido unas consecuencias que no me habían gustado nada.


Al terminar las clases, me fui de allí sin esperar a Shisui hasta llegar al árbol donde me solía sentar a leer un rato antes de ir a mi casa. Estaba concentrado en mi libro cuando alguien se paró frente a mí, detuve la lectura y levanté mi vista de las páginas para enfocarla en la persona que estaba delante de mí. Me sorprendí mucho de ver a Minato ahí pero no lo demostré. Me dirigía una mirada decidida y supuse que venía a echarme la bronca por lo que Shisui le hizo a su amigo. Iba a comenzar a hablar pero él no me dio la oportunidad de hacerlo.


- Tengo que hablar contigo. Vais a dejar en paz a Sano, no volveréis a meteros con él – me dijo muy seguro.


- ¿Ah, sí? ¿Y eso por qué? - le pregunté con prepotencia.


- Porque acepto tu trato – me contestó y mis ojos se abrieron de la impresión durante un instante pero al momento recompuse mi semblante de indiferencia.


Me levanté sonriendo con autosuficiencia. Al final de todo la estupidez que había hecho Shisui iba a tener su lado positivo.


- Pero ya he conseguido lo que quería, te he humillado, todos te han visto casi desnudo. ¿Qué gano yo dejando en paz a tu amigo? - le mentí, ya que yo no había planeado nada de lo que había ocurrido y tampoco podía confesarle que hubiese querido ser el único que lo hubiese visto así.


- Haré lo que quieras – me dijo mirándome a los ojos.


Aquello me sorprendió aún más, ahora el trato era mucho mejor y no iba a dejar pasar aquella estupenda oportunidad.


- Bien, entonces cerremos el trato como es debido.


Le cogí del brazo para darle la vuelta y empujarle hasta el tronco con fuerza. Soltó un quejido por el dolor pero fue ahogado por mis labios. No me podía creer lo afortunado que estaba siendo en ese momento, estaba besando a Minato, sus labios eran sólo para mí y seguramente le estaba robando su primer beso... o eso esperaba. Mis celos me hicieron besarle con más fuerza, quería marcar a Minato como mío. Él era de mi propiedad y así se lo haría saber. A partir de ese momento, nadie podría acercarse a él sin mi permiso, ni siquiera mirarle. Aunque no hubiese sido el primero en ver su cuerpo, sería el primero en tocarle ese torso, en acariciarle sus pezones y chuparlos... sería el primero en tener su miembro entre mis manos y lamerlo, sería el primero en conseguir que gimiera y gritara de placer... y sería el primero en quitarle su virginidad.


Me entretuve en saborear sus labios durante varios minutos en los que Minato no reaccionó, se había quedado quieto por lo que aproveche para profundizar el beso y mordí ligeramente su labio inferior para que abriese su boca y así introducir mi lengua. ¡Dios mío! Aquello era el paraíso, el interior de su boca sabía delicioso. Me dediqué a pasar mi lengua por cada rincón y jugueteé con su lengua aunque Minato seguía sin corresponderme. No sabía cómo había podido vivir hasta ahora sin haber probado aquella delicia, su sabor era adictivo.


Empecé a sentir que la temperatura subía y noté que mi parte baja comenzaba a endurecerse por la excitación. Pegué mi cuerpo al de Minato mientras colocaba mis manos a cada lado de su cabeza y pude notar cómo se tensó al notar mi miembro duro contra su cuerpo. Comencé a mover mi cadera restregando mi entrepierna contra la suya intentando excitarle también, sin dejar en ningún momento de penetrar su boca con mi lengua. Sonreí con satisfacción cuando noté que el miembro de Minato empezaba a reaccionar ante mi roce y se iba endureciendo pero mi dicha fue mayor cuando se agarró a mi camiseta y soltó un pequeño gemido.


Continué besándolo y frotando nuestros miembros por encima de nuestros pantalones algunos minutos más hasta que sentí que alguien se aproximaba por el camino. Me separé de él con dificultad y le arrastré hasta detrás del árbol para que no nos viesen. Ante mí tenía una visión angelical... Minato me miraba completamente avergonzado con las mejillas coloradas y los labios rojos e hinchados, tenía la respiración agitada y podía ver el bulto que continuaba en sus pantalones. Se llevó una mano intentando ocultarlo al mismo tiempo que se llevaba la otra a su cara y la restregaba por sus labios tratando de eliminar todo rastro de saliva de ellos.


- ¿Qué ha sido eso? - me preguntó con temor en sus ojos.


- Estaba cerrando nuestro trato, además has dicho que podía hacerte lo que quisiera y esto es lo que quiero. Te quiero a ti, Minato – le declaré – A partir de este momento eres mío, ¿queda claro?


Di un paso hacia él pero Minato se echó hacia atrás asustado. Le cogí de su muñeca para que no pudiera escapar.


- Te he hecho una pregunta, Minato. ¿O es que acaso quieres que le haga lo mismo o algo peor a tu amigo? - le advertí y asintió lentamente con la cabeza aturdido – Bien, como nos han interrumpido, esta tarde a las seis en punto nos encontraremos aquí para continuar con lo que hemos dejado a medias.


Me acerqué para volver a besarle y después me marché hacia mi casa dejándolo solo. Mientras me alejaba, miré hacia atrás y le vi aún allí de pie, estático y con los ojos abiertos de par en par. Al verlo de esa forma, se me escapó una sonrisa de satisfacción por ser el culpable del estado en el que estaba Minato en ese momento. Cuando llegué a mi casa, mi madre me notó que estaba de muy buen humor y me preguntó a qué se debía y le contesté que había sido un día muy productivo en la academia.


Por la tarde, me preparé para acudir a mi encuentro con Minato. Aún quedaban unos diez minutos para que fuesen las seis y salí de mi casa informando a mi madre de que me iba a entrenar. Mientras caminaba pensaba en todas las cosas que iba a hacerle a ese rubio, quería volver a saborear su boca pero sobre todo quería probar el sabor de su piel. Me preguntaba si sería tan dulce como parecía, tenía ganas de hincarle el diente a ese cuerpo, me estaba excitando sólo de pensar en todo aquello y aceleré mi paso para llegar cuanto antes y comenzar a llevarlo a cabo. Pero cuando llegué allí, no había ni rastro de Minato aunque no me preocupé demasiado ya que aún era pronto.


Me apoyé en el árbol y esperé a que llegase, pero seguían pasando los minutos y Minato seguía sin aparecer. Comencé a impacientarme cuando pasó más de una hora y continué solo allí. Me convencí de que quizás sus padres no le habían dejado salir antes o le había surgido algún contratiempo pero cuando pasó otra hora más, perdí mi paciencia por completo. Me sentía furioso y humillado, Minato se había atrevido a dejarme allí tirado pero esa me las iba a pagar. ¡Y con creces! Mañana se enteraría de lo que pasaba cuando se jugaba con un Uchiha.


A la mañana siguiente, salí una media hora antes de mi casa para ir a la academia y esperé en el camino a que apareciera Minato. Pasaron muchos compañeros y otros alumnos de la escuela, algunos caminaban solos y otros iban hablando con amigos o acompañados de algún familiar, pero en ningún momento vi aparecer a Minato. Sentí la rabia ascender por todo mi cuerpo. Primero se había atrevido a dejarme plantado y después se comportaba como un cobarde y no daba la cara. Caminé hacia la academia, ya no quedaba mucho tiempo para que empezasen las clases y yo no podía llegar tarde, era un Uchiha y debía ser puntual.


Al entrar por la puerta del aula, pude ver a Minato en su sitio hablando con su amigo, parecía que intentaba animarle pero cuando sintió mi mirada sobre él, giró su cara y nuestras miradas se cruzaron, los ojos de Minato se abrieron asustados y rápidamente desvió su vista. Una pequeña sonrisa se dibujó en la comisura de mis labios, iba a vengarme por su desplante del día anterior y por ignorarme ahora. Observé que al lado de Minato había un asiento libre y me dirigí hacia allí para sentarme junto a él. Mientras me acercaba, Shisui me hizo una señal con la mano, parecía que ya se le había pasado el enfado pero su mano se quedó en el aire paralizada cuando pasé de él y me vio tomar asiento al lado de Minato, el cual se tensó al notar mi presencia a su lado.


- Ayer no apareciste, te estuve esperando y no es bueno dejar a un Uchiha esperando – le susurré.


Minato tembló ligeramente y abrió la boca para contestarme pero el profesor llegó en ese momento, por lo que todos los alumnos fueron a su sitio, aunque el chico que solía sentarse donde estaba yo ahora no tuvo más remedio que irse junto a Shisui al ver que no me levantaba.


- ¿No vas a irte a tu sitio? - me preguntó Minato nervioso en voz muy baja.


- Este es mi sitio ahora – le contesté con firmeza – Tengo que castigarte por tu falta de obediencia – le susurré en el oído – Cuando digo que quedamos en un lugar y a una hora concreta, tú debes acudir sin falta.


Noté el estremecimiento por parte de Minato al escuchar mis palabras y creo que también por mi cercanía. Me alejé un poco de él y me puse a escuchar al profesor, entonces Minato se relajó un poco aunque no le iba a durar mucho tiempo con lo que pensaba hacerle. Tras unos diez minutos en los que Minato había bajado la guardia, aproveché para colocar mi mano en su pierna y al instante noté que se tensaba de nuevo. Fui subiendo mi mano lentamente hasta su entrepierna pero Minato la detuvo mientras me miraba de reojo.


- Minato, recuerda el trato – le advertí en un murmullo para que el profesor no nos pillase.


Aquellas simples palabras hicieron efecto ya que pareció rendirse aunque pude notar súplica en su mirada.


- Pero no aquí – me susurró.


- Donde a mí me apetezca – le murmuré y al final Minato acabó apartando su mano derrotado.


En cuanto tuve vía libre, seguí ascendiendo hasta que llegué a mi recompensa. Acaricié con lentitud su miembro por encima de los pantalones intentando excitarle aunque he de admitir que me costó un poco conseguirlo, quizás su temor no le dejaba disfrutar.  Ya haría que dejase de tener miedo a mis caricias, al final sería Minato quien me suplicaría para que le tocase cada vez que nos viésemos. Poco a poco, comencé a notar cómo su miembro iba alargándose entre mis dedos, cada vez más duro. Mientras seguía tocándole de aquella forma, observé de reojo a ese chico que me volvía loco y vi que tenía los puños cerrados sobre la mesa, apretaba los labios y tenía un ligero rubor en sus mejillas a la vez que intentaba quedarse lo más quieto posible para no llamar la atención de nadie.


Aquello me excitó más y aumenté el ritmo de mis caricias pero no era suficiente, necesitaba más por lo que seguí subiendo mi mano hasta que llegué al borde de su pantalón. Para mi suerte, no tenía ningún botón que desabrochar así que introduje mi mano hasta llegar a su ropa interior. Minato abrió los ojos asustado y vi que me miraba con súplica pero no tuve compasión por él, no debería haberme dejado plantado la tarde anterior, me había humillado por hacerme esperarle durante más de dos horas, aunque ese detalle no se lo contaría. Al deducir por mi sonrisa que no pensaba parar, dirigió su mirada a su amigo pidiéndole ayuda pero éste sólo se hundió más en su asiento.


¡Tener amigos para esto! Minato estaba aguantando todo esto por él y su amigo ni siquiera iba a intentar pararme, aunque no le hubiese servido de nada. Aparte de que era más fuerte que él,  estaba disfrutando demasiado con aquello y no iba a dejar que nadie me lo arruinase. Jugueteé un poco con el elástico de sus calzoncillos, rozando la parte baja de su abdomen y sentí que se le erizaba la piel. No aguanté  mucho más con ese juego y acabé introduciendo mi mano en su ropa interior. Agarré entre mis dedos su miembro y comencé a subir y bajar mi mano por su longitud dándole placer.


Me sentía en el paraíso, por fin estaba tocando la piel de Minato y nada menos que la de su entrepierna. Pude notar que aún no tenía vello púbico y aunque aún su miembro no era demasiado grande, para mí era perfecto. Mientras seguía masajeando su miembro, llevé uno de mis dedos a la punta acariciándola consiguiendo que Minato se estremeciese de placer. Me gustaba saber que era el primero que le acariciaba de aquella manera y el primero que tocaba aquella parte de su cuerpo. Aumenté el ritmo de mis caricias, cada vez más rápidas pero no tanto como para llamar la atención de las personas que había a mi alrededor, aunque si alguno se hubiese percatado de lo que pasaba, hubiese usado mi sharingan en su contra.


Tras varios movimientos más de mi mano, Minato llegó al orgasmo. Lo deduje por el fuerte temblor que había sacudido su cuerpo y por la forma en que entrecerraba sus ojos y se clavaba las uñas en sus palmas. Aún éramos demasiado jóvenes como para corrernos pero el placer lo sentíamos igual. Sonreí más que satisfecho por mi obra. Había sido el primero en llevar a Minato al orgasmo, nadie más tendría ese privilegio, sólo yo.


Poco a poco, el miembro de Minato fue relajándose y volviendo a su tamaño original pero en ningún momento lo solté, quería sentir cada paso de ese cambio. Cuando volvió a la normalidad, lo solté y saqué mi mano de su ropa. Minato aún temblaba ligeramente y tenía la respiración agitada aunque ya había abierto sus puños y había dejado de morder sus labios para evitar que se le escapase algún sonido bochornoso. Me acerqué a su oído para susurrarle unas palabras de advertencia.


- Tu castigo aún no ha terminado – le comenté – éste sólo ha sido el aperitivo.


Lamí el lóbulo de su oreja y me separé de él para observar su rostro encendido por la vergüenza. Había disfrutado mucho torturando a Minato pero ahora era mi turno para disfrutar ya que tenía un problema en mis pantalones y haría que mi rubio me compensase. Me pegué todo lo que pude a él y cogí su mano para llevarla al interior de mi ropa, Minato trató de liberarse de mi agarre aunque no lo consiguió y al final con su puño cerrado rozó mi miembro. Necesitaba más contacto por lo que le dije que abriese su mano y un poco reticente obedeció. Cuando sus dedos se cerraron en torno a mi miembro, sentí una increíble descarga eléctrica recorrer mi cuerpo y mi pene se agrandó un poco más en la mano de Minato. Su piel era muy suave y su mano parecía encajar perfectamente con mi miembro.


- Muévela – le ordené.


Temblando ligeramente, comenzó a mover su mano a lo largo de mi miembro intentando imitar lo que le había hecho a él. Supe que jamás se había masturbado antes, se notaba por lo nervioso que estaba y porque no sabía qué hacer exactamente. Al final tuve que guiarle con mi mano por fuera del pantalón, aumentando el ritmo hasta llegar al que a mí me gustaba.


- Aprieta un poco la punta – le susurré.


Minato obedeció aunque lo hizo con un poco más de fuerza de la que debía, me dolió un poco pero al mismo tiempo me gustó la sensación. Supongo que mientras fuese Minato quien me tocase, todo me gustaría. Le incité a que siguiese masajeando mi miembro hasta que al fin alcancé el clímax y apreté  mi mano con fuerza alrededor de la de Minato para que no me soltase aún. Cuando me relajé por completo y mi miembro volvía a estar flácido, le permití sacar su mano de mis pantalones y rápidamente cruzó sus brazos sobre su abdomen mientras agachaba la cabeza avergonzado.


- Ahora sí ha terminado tu castigo – le informé con una sonrisa de autosuficiencia.


Después de aquello, lo dejé tranquilo al menos durante las clases, ya habíamos tenido mucha suerte con que nadie hubiese visto lo que habíamos hecho. Aunque debía de admitir que el peligro de saber que podían  pillarnos en cualquier momento, hizo que todo aquello fuese más excitante.


Había pasado casi una semana desde aquello. Minato no había vuelto a desobedecerme aunque seguí disfrutando de sus besos y continué tocándole todo lo que quise cada vez que me apetecía como parte de nuestro acuerdo. Ahora iba caminando tranquilamente por las calles de Konoha pensando en algo nuevo que pudiese hacer con Minato y que ambos disfrutásemos, que me gustase molestarle no significaba que no intentara que gozase también. Quería que Minato dejase de sentir miedo o nervios cada vez que hacíamos algo así, lograría que se dejase llevar y fuese un poco más activo en nuestras actividades juntos.


Seguía pensando en él, cuando lo vi saltar en uno de los tejados cercanos. Me sorprendí por verlo en esa zona a esas horas de la noche así que decidí seguirle para satisfacer mi curiosidad. Sin que me descubriese, fui saltando en diferentes tejados tras él hasta llegar a las puertas de la villa. Me extrañé al ver que salía de Konoha sin ser detectado. ¿A dónde se iba? ¿Y por qué? No me gustaba nada de aquello, no sabía qué se traía entre manos pero no me dio buena espina, así que le seguí hasta fuera de la aldea también.


 


Minato Namikaze POV


 


No podía creerme lo que estaba pasando en clase. ¡Itachi Uchiha tenía su mano dentro de mis pantalones! Creí que quería hacerme daño, seguramente su castigo iba a ser horrible pero al acariciar mi miembro con esa delicadeza sentí placer, esto estaba muy lejos del dolor que creía que me haría. ¿Qué pretendía Itachi? Un leve gemido casi inaudible se me escapó lo que hizo que Sano girase su vista hacia mí y mirase lo que ocurría en mi entrepierna, viendo claramente la mano del Uchiha dentro de mi ropa. Le miré mordiéndome el labio para evitar que saliera algún ruido más, no podía permitirme que la gente se diera cuenta de esto, de que me estaban tocando.


Le supliqué a Sano con la mirada que hiciera algo, no sé… llamar la atención del profesor o algo para que Itachi tuviera que sacar esa mano pero en lugar de eso, no hizo nada, dejó de mirarme como si esto no fuera con él. No podía creérmelo, yo estaba en esta situación por él, para ayudarle y el muy cobarde me había dejado sólo frente al Uchiha. Entendía que nadie quisiera enfrentarse a un Uchiha, eran temidos y terribles, eran muy fuertes pero… necesitaba ayuda.


Lo que no entendía era, ¿cómo podía sentir placer con esto? La verdad es que me sentía muy incómodo por el simple hecho de que me pudieran pillar así y por otro lado… realmente Itachi no me estaba haciendo daño, me estaba gustando, al menos lo que me hacía sentir y eso no lo podía negar, mi miembro se estaba haciendo cada vez un poco más grande entre sus juguetones dedos.


Miré hacia la clase y creo que estaba sonrojado. ¡Cómo para no estarlo! Ni siquiera yo mismo había hecho lo que ese Uchiha me estaba haciendo. Yo no sabía que se podía sentir tanto placer con tan sólo mover un poco mi miembro, ahora luchaba para que estos gemidos no salieran de mi boca avisando a la gente de lo que ocurría en esta fila.


Me giré hacia donde solía sentarse Itachi y mis ojos se encontraron con los de su mejor amigo, con Shisui que al mirarme sonrió con prepotencia y me enseñó su puño mientras movía el brazo de arriba hacia abajo poniendo caras de placer simulando lo que Itachi me estaba haciendo, simulando la cara que se supone tenía o debía poner, no estaba seguro y aparté con rapidez mi vista de él aún más sonrojado porque él también estaba viendo lo que su amigo me estaba haciendo pero nadie me ayudaba. Ya había estado desnudo frente a toda la clase, no quería encima ahora ser el chico al que le metían la mano bajo los pantalones y gemía dejándose llevar por este intenso placer.


Mi cuerpo temblaba y no podía evitarlo. Apreté más mis puños haciéndome daño en las palmas de mis manos pero me daba igual, debía contener los gemidos que deseaban salir. Miré a Itachi suplicándole con la mirada que parase, yo accedería a todo lo que quisiera pero no aquí en clase, sólo quería que lo dejase para otro momento pero no lo hizo, me sonrió y siguió dándome aquel placer con el que acabé temblando en mi silla agarrándome a la mesa con fuerza conteniendo el gran gemido que quiso escaparse, mordiéndome el labio para intentar evitar el jadeo. Al final conseguí que no saliera ningún sonido de mí pero Sano se dio cuenta de que me había pasado algo, creo que ni él sabía qué era… yo sí lo sabía, era el mayor placer que jamás había sentido y entonces vi a Itachi sonreírme mientras se acercaba a susurrarme que ese castigo no había terminado aún.


¿Qué más quería de mí? Yo sólo esperaba y rezaba para que nadie nos pillase, nadie más porque ya nos habían pillado Shisui y Sano. Mi amigo se mantenía al margen intentando evitar que pudieran ir a por él y Shisui parecía pasárselo en grande viendo mi sufrimiento, porque cada vez que me giraba hacía gestos aún peor. Cuando Itachi cogió mi mano metiéndola bajo su pantalón me asusté. Yo jamás había tenido un pene en mis manos a excepción del mío, hasta ayer ni siquiera había dado un beso y ahora Itachi se estaba llevando todas mis primeras veces. Yo no sabía nada de todo esto pero aquí Itachi parecía ser un experto a su corta edad. ¿Cómo podía tener esas hormonas tan revolucionadas? Yo ni siquiera entendía la mitad de cosas que me hacía.


Cogí el miembro de Itachi en mis manos y me asusté más, era más grande que el mío, estaba duro y cuando le vi recostarse en la silla relajándose mientras me indicaba con su mano el movimiento que quería supe que no tenía más remedio. Intenté hacerlo lo mejor posible pero no perdí de vista al profesor ni al resto de alumnos mientras Sano colocaba su mano en mi pierna y me indicaba con la cabeza una señal de negación intentando decirme que no lo hiciera, pero no podía hacer eso… era Itachi Uchiha, si no cumplía lo que quería a saber lo que podía pasar, era el genio Uchiha, enfadarle era peor que tenerlo contento y en parte… debía admitir que cuando toqué su miembro, aunque no me gustaba la situación, si me gustó un poco saber que yo tenía el control sobre su placer, eso me hacía sentir fuerte en cierta forma porque era yo quien iba a manejarle. Disfrutaría porque yo se lo ofrecía porque bien podía apartar mi mano cuando quisiera y dejarle con las ganas, eso me excitaba, Itachi Uchiha en las manos de un Namikaze rogando placer. No sé si Sano veía eso, quizá veía que me humillaba tocando su miembro, pero yo veía poder.


Itachi se agarró también a la silla cuando pareció llegar a su máximo placer, ahora sabía un poco de lo que hablaba, yo había sentido eso antes gracias a él y sé por lo que estaba pasando. Cuando quité la mano de su pantalón, no me atrevía ni a mirarle después de lo que había hecho, me sentía un poco avergonzado. Antes me sentía útil, fuerte, lo controlaba… pero ahora que Itachi recuperaba su control, me sentía muy inferior a él. ¡Me sentía raro!


Todos salieron de clase y yo empecé a recoger las cosas cuando Sano ni siquiera me hablaba, me miraba extraño, recogió sus cosas y entonces fue cuando habló después de tanto tiempo, después de no haberme ayudado.


- ¿Cómo has podido hacerlo? – me preguntó como enfadado – le has… le has… - no podía ni hablar – has masturbado a Itachi, no te entiendo, ese Uchiha te tiene en sus manos. ¿Por qué le obedeces? Tú dijiste que nunca podrías obedecer a un Uchiha pero estás haciéndolo, no te entiendo – me dijo marchándose y me quedé allí sin saber qué decir.


Lo hacía por él pero así me pagaban las cosas. Creí que le ayudaba si accedía a estar con Itachi y ahora resulta que se enfadaba conmigo y me dejaba solo, me sentía solo. Supongo que estaba perdiendo a mi amigo por todo lo que me sucedía con Itachi.


- Felicidades Minato – escuché a Shisui detrás de mí y yo miré a la clase, estábamos él y yo completamente solos y se sentó en una de las mesas mirándome cómo recogía - ¿Para cuándo…?


Me dijo dejando la frase a medias y yo le miré viendo cómo hacía un gesto raro moviendo la mano y cómo con su lengua golpeaba contra el interior de la mejilla simulando algo, no sabía el qué.


- ¿Qué es eso? – le pregunté y él empezó a reírse.


- Dios qué inocente eres, Minato, no sabes nada, ni siquiera sabes lo que Itachi te ha hecho, ¿verdad? Te ha masturbado y tú has llegado a un buen orgasmo, típico alcanzarlo con los Uchiha, Itachi es bueno, ¿verdad? No has tardado ni cinco minutos – dijo intentando hacerme daño.


- ¿Qué era ese gesto que has hecho con tu lengua? – le pregunté.


- Una mamada – me dijo - ¿Para cuándo vas a chupársela? – preguntó riéndose con ganas y yo me asusté.


- Qué asco, yo no haré eso – le dije muy serio saliendo de aquí llevándome mis cosas.


- Itachi no es de los que se conforman con una masturbación, Minato – me dijo antes de que saliera pero yo me fui corriendo de allí.


Seguro que sólo quería asustarme, era imposible que Itachi quisiera algo tan asqueroso como que metiera mi boca… ahí. ¿Estábamos locos? ¿Cómo íbamos a hacer algo así? Hasta un beso me daba repulsión hace unos días y desde el beso que Itachi me dio… casi tenía ganas hasta de repetirlo. Había visto el beso como algo asqueroso lleno de saliva, algo que hacía que las lenguas se tocasen y eso era horrible, sólo de pensarlo me asqueaba pero cuando Itachi me besó… no me pareció asqueroso, me asustó. ¡Claro que me asustó! Era algo nuevo que jamás había probado y encima pensaba que mi primer beso sería con una chica, no con Itachi, pero la verdad, es que aún me sonrojaba cuando lo recordaba. ¿Eso era que me estaba gustando Itachi? No podía ser, a mí me gustaba Kushina, me atraía mucho pero… pensaba en Itachi y algo en mí lo echaba de menos cuando no estaba, lo buscaba en los recreos con la mirada, lo buscaba en clase, quería saber qué hacía… me preocupaba por él y si un día faltaba a clase me sentía extraño, era como si me hiciera falta ese chico. Me sentía tan confuso.


Me fui a casa y al menos no me crucé a Itachi por el camino, en realidad… había cogido otro camino para no cruzármelo y es que no sabía cómo mirarle ahora a la cara después de lo que habíamos hecho. Llegué a casa y aunque mis padres me saludaron contentos, yo saludé rápido para esconderme en mi habitación alegando que tenía muchos deberes.


Realmente no tenía deberes, me tumbé en la cama y miré el sello que estaba en mi habitación, mi padre lo había puesto allí para protegerme o eso decía él porque el clan Namikaze era experto en sellos que nos permitía movernos a gran velocidad y llegar a cualquier punto donde estuviera el sello colocado.


Yo ya había aprendido a utilizarlos pero no quise decir nada en la academia aunque creo que algún profesor ya lo sabía, me había pillado entrenando. Mi padre tocó a la puerta y yo me giré en la cama dándole la espalda a la pared pero sin incorporarme cuando le dije que pasase. Mi padre entró y cogió la silla de mi escritorio sentándose frente a mí mirándome mientras mi madre entraba también y se sentaba a los pies de mi cama.


- ¿Qué ocurre, Minato? – me preguntó mi padre.


- Nada – les dije.


- Algo te ocurre cielo, cuéntanoslo – dijo mi madre con dulzura.


Mis padres eran igual de rubios que yo, ambos del clan Namikaze y me habían criado bien, pero yo no sabía nada sobre el sexo y esas cosas, era muy pequeño y no sabía cómo hablarles de esto a mis padres.


- Venga cielo – insistió mi madre.


- ¿La masturbación es algo malo? – les pregunté y de repente se pusieron rojos como tomates y se miraron entre sí sin saber qué contestarme.


- ¿Quién te ha dicho eso, cielo? – preguntó mi madre primero.


- No me lo han dicho. ¿Es algo malo?


- No, Minato, es algo necesario – me dijo mi padre – no es algo malo. ¿Te has masturbado? – asentí ante aquello sonrojándome – vale, no te preocupes, no pasa nada. Creí que lo harías con más años pero vale, sabíamos que pasaríamos por algo así tarde o temprano, esperaba algo más tarde pero bueno. El momento ha llegado. Dime, Minato, ¿cómo sabes esto de la masturbación?


- De la academia – le comenté.


- Pero… ¿Qué enseñan en esa academia? – preguntó mi padre mirando hacia mi madre – hablaré seriamente con los profesores.


- Papá… no han sido los profesores – le dije sonrojado a más no poder al pensar en Itachi.


- ¿Entonces quién te ha enseñado eso, cielo? – preguntó mi madre.


- Unos niños… lo hablaban en el patio – le mentí.


- ¿Hay niños tan precoces? – preguntó asombrada hacia mi padre - ¿Quién lo hablaba, cariño?


- Los Uchiha – le dije.


- Pues sí que están espabilados – dijo sonriendo.


- No te preocupes cielo, eso es algo que tarde o temprano ibas a descubrir, pero por favor… nada de sexo hasta que crezcas – dijo mi padre.


- ¿Sexo? – pregunté - ¿Qué es sexo? Quiero decir… sé que sirve para tener hijos – Eso era obvio porque me había enfadado mucho con Shisui cuando dijo que Itachi lo hacía con todas las chicas…o que las chicas le buscaban para eso – quiero decir, ¿qué es en sí? Con él se tienen hijos eso lo sé, pero… ¿cómo es? ¿Qué se hace?


- Nada importante, cielo, nada importante – dijo mi madre – sé un niño más tiempo. Masturbarse creo que ya es suficiente por ahora.


¿Qué era el sexo? Mis padres no querían explicármelo y creo que sólo me repetían una y otra vez que tenía que esperar a ser mayor para eso. Cuando mi padre se marchó ya que tenía prisa para ir a una misión con su equipo, mi madre se quedó y con su suave voz me explicó lo que era. Me resultó extraño y… creo que debía de ser doloroso, ¿cómo iba a entrar un pene por ahí? ¿Eso cabía? Aquello me hacía dudar muchas cosas. ¿Eso quería de mí Itachi? Yo no quería hacer nada así.


- Mamá… un niño me dijo que… bueno que… “Eso” se puede… lamer – le dije suavizándolo como pude y mi madre se sonrojó mucho pero intentó explicármelo con calma.


Mi gran duda con eso era… por ahí meábamos, ¿cómo iba a meter yo mi boca ahí? Era asqueroso. Sólo esperaba que Itachi jamás me obligase a hacer algo así porque no quería, me negaba en rotundo.


- Cielo… tú eres aún muy joven para estas cosas – me dijo mi madre – y con lo del sexo… nada de hacerlo y menos a esta edad. ¿Lo prometes?


- Sí, mamá.


Creo que mi madre estaba pensando en que me gustaba alguna chica y por eso me decía que nada de sexo, la verdad es que después de que me explicasen lo que era casi prefería no hacerlo. Me seguía resultando difícil de pensar cómo algo como nuestro miembro podía entrar en un lugar tan aparentemente pequeño. Eso no podía caber.


Una semana después, una tarde que mi padre no estaba al haberse ido a la misión, mi madre salió a pasear por el clan con unas amigas y yo decidí irme a entrenar a un parque cercano aunque entrené poco, más bien estuve sentado en la rama de un alto árbol y observé todo el parque. Desde aquí podía ver el clan Uchiha y la casa de Kushina. Menudo jaleo en la cabeza llevaba, porque me gustaba Kushina, esa chica tenía algo que me llamaba la atención pero por otro lado, me gustaba Itachi, su forma de tocarme, la forma en que yo le tocaba a él, su actitud prepotente me llamaba mucho la atención, creo que me gustaba un poco ese chico. ¿Era lógico que me pudiera gustar un chico? Eso no me atreví a preguntárselo a mis padres.


¿Kushina o Itachi? Qué confuso estaba. Agaché la mirada observando uno de mis kunais con el sello del Dios Trueno Volador. ¿Cómo podía ser tan bueno en temas Ninja y tan malo con mis sentimientos? Estaba absorto en ello cuando vi las sombras de unos Ninja pasar bajo mis pies sin darse cuenta de que yo estaba en la rama del árbol. Me extrañó ver algo así y los seguí por curiosidad, toda la villa tenía mis marcas, podía ir dónde quisiera sin ser detectado, mi velocidad me lo permitía.


Me detuve en el suelo antes de entrar al bosque, los Ninja aminoraban el paso al salir de la Villa y en el suelo encontré mechones de cabello rojizo, estaba claro que era Kushina a la que se llevaban, nadie más en la villa tenía ese inusual cabello rojizo, así que los seguí, iba a rescatarla, confiaba en mi velocidad y no por nada yo era considerado el genio de los Namikaze aunque los alumnos me tratasen de “pelele” o “Blandengue” nadie había visto mis habilidades, yo las mantenía escondidas a propósito, prefería que me subestimasen a que fueran como perritos falderos detrás de mí como hacían con los Uchiha.


Todos los profesores e incluso los miembros de mi clan decían que yo era el genio de los Namikaze, pero no era cierto o yo no lo creía así. Me consideraba un Namikaze más, un chico con velocidad como cualquier otro de mi clan, éste era nuestro jutsu, ésta era nuestra habilidad, todos podíamos alcanzar la velocidad pero ellos decían que yo era el genio de todos ellos por alcanzar quizá algo más de velocidad, por ser el más rápido, por tener inteligencia y pensar estrategias sin lanzarme a lo loco, por tener esta preocupación de intentar salvar a todos.


Aquellos ninjas no eran muy buenos, ni siquiera podían detectarme a mí, un simple niño pero yo les seguí desde las alturas y cuando bajaron la guardia, ataqué con mi velocidad desde la oscuridad derribando primero a los de atrás, viendo cómo Kushina caminaba a duras penas con las manos atadas a su espalda mientras iba dejando sus mechones en el suelo para que pudiéramos encontrarla.


Los ninjas de delante empezaron a mirar hacia atrás viendo el camino desierto y se preocuparon al no encontrar a sus compañeros. Yo iba atándolos con el hilo Ninja a los troncos de los árboles inmovilizándolos hasta que los ANBU de Konoha pudieran llegar, supongo que serían más lentos que yo, al fin y al cabo… yo era un Namikaze, nadie superaba mi velocidad. Cuando los Ninja de delante se dieron la vuelta, empecé a capturar uno a uno por la espalda a todos ellos y atarlos hasta que no quedó ninguno. Me coloqué frente al camino, Kushina seguía andando hacia mí sola y atada. Cuando levantó la vista viendo la claridad de la luz de la luna iluminarme me sonrió al ver que era yo, una cara amiga, un aliado y sus piernas se detuvieron temblando para caerse al suelo.


Fui más rápido y con mi velocidad llegué hasta ella y la cogí en mis brazos antes de que cayese al suelo. La desaté cortando las cuerdas con uno de mis kunais y la cogí en brazos subiendo al primer árbol que vi para llevarla de vuelta a casa. Ella estaba un poco sorprendida y a la vez sonrojada. Siempre había pensado de mí que era débil pero aquí estaba, salvándola, creo que intentaba hacerse a la idea de que yo no era el blandengue que aparentaba ser en clase, yo sabía luchar aunque no se lo demostrase a nadie.


De vuelta a la villa se durmió y no sintió el ataque de dos ninjas que se aproximaban por mi espalda, pero antes de que me alcanzasen algo los había detenido porque dejé de sentir sus chakras. Creí ver en la oscuridad esos ojos rojos de los Uchiha, creí ver a Itachi cubriéndome la espalda mientras traía a Kushina en brazos, creo que había sido él, pero aunque frené para ver si estaba allí de verdad, desapareció ante mis ojos y no pude encontrarle por mucho que le busqué. ¿Era Itachi quien me había salvado de ese último ataque? No podía estar seguro pero sonreí. ¡Si era él… creo que en el fondo se preocupaba por mi! No era tan imbécil como creía que era, quizá un pervertido, pero nada más.


Dejé a Kushina en su casa completamente dormida, estaba agotada por todo lo sucedido y sus padres me agradecieron el rescate en solitario, claro que a mí el tercer hokage me mandó llamar para que le explicase lo que había ocurrido. Me cayó una bronca por haber salido sólo de la Villa siendo un niño y ocuparme de esos Ninja, pero también me felicitó por la actuación. Les comenté dónde los había dejado y fueron los ANBU a apresar a aquellos Ninja que había capturado.


Volví a casa y todos en mi clan me esperaban diciendo que de verdad era un genio, pero yo seguía sin verme como tal, sólo era un ninja más que había aprendido rápido a utilizar las técnicas de mi clan, nada más. Esa noche no dormí muy bien preguntándome si realmente aquel chico de ojos rojos que me había salvado del último ataque era Itachi. ¿Por qué me habría seguido? El Uchiha vivía para humillarme. ¿Podría ser que estuviera igual de confuso que yo? ¿Que sintiera algo por mí como yo creo que lo sentía por él?


Aquella mañana llegué a la academia muy cansado pero cuando iba a entrar a la primera clase, alguien abrió una de las puertas del pasillo, cogió mi brazo y me arrastró hacia él cerrando la puerta tras de sí y empotrando mi espalda contra la puerta. Todo estaba oscuro pero al sentir aquellos demandantes labios sobre los míos, supe que era Itachi y estaba enfadado conmigo.


- I-Itachi – le llamé.


- ¿Así que saliendo tú solo de la villa? Creo que eso merece un buen castigo, ¿no crees?


Sus ágiles dedos se colaron por mi camiseta subiendo hacia mis pezones y agarrándolos con fuerza provocando que gimiera y me sonrojase a más no poder. Su boca presionó aún con mayor fuerza tragándose todos mis sonidos. Se separó de mí un segundo lamiendo mi oreja y haciéndome gemir aún con mayor intensidad mientra su cuerpo se pegaba al mío. Estaba excitado, con Itachi era imposible no excitarse, cada gesto suyo, cada caricia, cada beso... ¿Cómo podía saber tanto de esto y yo no saber nada hasta que me crucé con él? Teníamos la misma edad.


- ¿Qué vas a hacerme? – le pregunté sonrojado cuando paró.


- Voy a darte un buen castigo.


- ¿Fuiste tú? – le pregunté - ¿Me salvaste, verdad? ¿Por qué Itachi? ¿Por qué salvar a un “pelele” como yo? Tú sólo quieres humillarme.


Itachi se paralizó de golpe sin saber qué contestarme y yo aproveché aquel momento suyo de confusión para agarrar mis manos a su cintura, sujetando con fuerza su camiseta y poniéndome un poco de puntillas uní mis labios a los suyos.


- Déjame agradecértelo antes de que me des el castigo – le dije y él se paralizó, creo que perder el control no era su fuerte.


Metí mi temblorosa mano por su pantalón y toqué su miembro ahora diminuto entre mis dedos. Él gimió y cerró sus intensos ojos dejándose mientras apretaba mis pezones con fuerza para que jadease también. Mi mano no dejaba de temblar y no sabía muy bien cómo se hacía esto. Itachi dándose cuenta desabrochó su pantalón bajándolo y cogió mi mano con la suya indicándome cómo acariciarle por encima de su ropa.


- ¿Por un rescate recibo esto, Minato? Creo que tendré que rescatarte más a menudo para que me complazcas voluntariamente más a menudo.


- ¿Así que fuiste tú? – le sonreí - ¿Por qué? – le pregunté.


- ¿No te has dado cuenta? Entonces mete más la mano a ver si lo descubres.


Cogió mi muñeca y metió la mano bajo su calzoncillo. Empezaba a sentir cómo su miembro antes pequeño, ahora empezaba a despertarse empezando a alcanzar el tamaño que tenía la última vez en clase cuando me obligó a tocarle. Yo no entendía muy bien a qué se refería Itachi con sus palabras, pero toqué su miembro centrándome en la punta, escuchándole gemir mientras él movía su mano encima de la mía.


- ¿Cuál es mi castigo, Itachi? – le pregunté y él sonrió.


- Siempre he querido probar algo y quería que tú fueras el primero en hacerlo.


Yo me asusté con sus palabras pero traté de aparentar estar sereno aunque mi corazón iba a mil por hora. Estaba muy nervioso, muy asustado y sobre todo… muy excitado, porque mi miembro también estaba despertando a medida que sentía el de Itachi hacerlo.


- Ponte de rodillas – me dijo y caí en lo que dijo Shisui.


- No, Itachi, por favor – le supliqué y él me miró extrañado.


- ¿Crees que te estoy preguntando? Te lo he ordenado.


- No me hagas chupártela, por favor.


- ¿Cómo sabes…? – me preguntó sorprendido, creo que él suponía que yo no era tan inocente como para no saber nada y ahora se había quedado atónito.


- Shisui me lo dijo, dijo que no te conformarías con una masturbación – aquello pareció enfadar a Itachi.


- Minato – me dijo levantándome el rostro – no voy a obligarte a nada que no quieras, ¿vale? Shisui se ha pasado también con esto, sólo quería que te pusieras de rodillas porque quería que me dijeras lo que sentías.


- ¿Humillarme? – le pregunté - ¿Arrodillarme ante un Uchiha?


- Sí, sólo eso, quería que besases mis pies – me dijo sonriendo – o el suelo por el que camino no eso…


- Creí… que querías sexo.


- Minato, yo contigo quiero todo lo que estés dispuesto a darme. Te habría hecho el amor aquí mismo pero somos muy jóvenes, no quiero hacerlo hasta que no seamos más mayores, pero sí me gustaría ser el primero, me gustaría que salieras conmigo en serio, yo te protegería siempre.


- Quiero salir contigo – le dije sonrojado - ¿Duele mucho el sexo? – le pregunté.


- No lo sé, yo nunca lo he probado – me dijo sonriendo – tampoco me la han chupado – me dijo sonriendo y luego pareció pensar en algo – en realidad… podemos probarlo, puedo crear una ilusión con mi sharingan, seguiríamos siendo vírgenes físicamente, pero en la ilusión serías mío por completo Minato, algo que nunca ha pasado pero que experimentaríamos.


- ¿Y el dolor?


- Es una ilusión, lo eliminaré, yo controlo las ilusiones, puedo darte el mayor placer que hayas tenido, puedo quitarte todo el dolor, es sólo una ilusión Minato, nada de eso es real.


- Vale – me dijo Minato – quiero probarlo.


- ¿Estás seguro de esto, Minato?


- Sí – le dije aún con algo de miedo – si lo probamos quiero algo a cambio.


- ¿Qué quieres?


- Quiero que cuando podamos tener sexo de verdad, yo sea el primero, no quiero que lo hagas con nadie antes que conmigo.


- Trato hecho si tú cumples también esa promesa, serás mi primer chico y yo seré tu primer chico. Ni siquiera lo probarás con Kushina.


- Te lo prometo, tú el primero, seré tuyo si cumples tu promesa.


Los ojos de Itachi se volvieron rojos como la sangre y todo a mí alrededor desapareció por completo, supe que estaba dentro de su mundo, dentro de su ilusión, aquí él era el que controlaba todo y sabía que sólo era eso… una ilusión, mi cuerpo estaba a salvo. Todo lo que aquí pasase se quedaría aquí, no habría repercusiones fuera.


- ¿Qué es este lugar? – le pregunté al ver tantas cruces.


- Una ilusión que aún estoy perfeccionando – me dijo – eres el primero en verlo.


- ¿Para qué quieres un lugar tan siniestro?


- Porque es donde torturaré a mis víctimas hasta que me cuenten lo que quiero saber. Tranquilo, a ti no voy a torturarte, al menos no a dolor, pero no puedo decir lo mismo en cuanto al placer – me dijo sonriendo y retrocedí un poco hasta que una cruz salió del suelo y mi espalda chocó contra ella - No puedes huir de aquí, Minato – me dijo – yo controlo este sitio, todo lo que imagine se hará realidad.


Itachi se lanzó sobre mis labios con fuerza, con tanta… que mi cabeza golpeó contra el palo de la cruz. Sentía sus manos bajar de mi cuello por mi pecho, por mi cintura, cogiendo mis muñecas con suavidad obligándome a subir los brazos hasta que sentí cómo unas cuerdas que salían de la cruz se ataban en mis muñecas inmovilizándome. Quise preguntarle qué es lo que pretendía pero las palabras no salieron de mi boca o más bien, Itachi no las dejó salir metiendo su lengua con fuerza y haciéndose dueño de mi boca. Cerré los ojos y me dejé hacer, le dejé explorar mi boca excitándome con los juegos de su lengua. En algo tenía razón… aquí en este mundo sólo sentía lo que él quería que sintiera, estaba en su control y mis piernas temblaban de la excitación y el placer.


Gemí al notar su miembro restregándose con el mío, ambos excitándose el uno con el otro y no podía dejar de pensar que por mucho miedo que tuviera de estar aquí con el imponente Uchiha, en parte me gustaba. Me gustaban sus caricias, cómo agarraba mis pezones, cómo se frotaba con mi miembro, cómo exploraba mi boca y cómo jugaba conmigo. Si éste era el castigo de Itachi… creo que empezaría a portarme mal para recibirlos. Por un momento pensé que jugar a esto de mayores y en serio debería de ser espectacular a su lado.


Itachi levantó mis piernas apoyándolas en sus brazos abriéndolas para restregar aún más su miembro con el mío y yo me sonrojé como nunca en mí vida. Podía ver claramente su miembro moviéndose con el mío, ambos endureciéndose mientras gemíamos. Quise preguntarle qué estaba haciendo pero no podía hablar, sólo salían gemidos y más gemidos, eso parecía excitar mucho a Itachi.


Cuando metió sus dedos en mi boca no supe lo que quería hasta que le oí decirme un “saca tu lengua”. Le hice caso y lamí sus dedos cerrando los ojos y es que no podía abrirlos… no quería ver esta pose tan provocativa que tenía en este momento, no quería ver la cara de Itachi con esa sonrisa suya tan característica al estar obteniendo lo que siempre había deseado. Me tenía aquí, ruborizado y haciéndome lo que quería, era su castigo por escaparme de la villa, pero yo sabía que en el fondo, ambos lo deseábamos y esto sólo era una ilusión de lo que haríamos de mayores cuando de verdad pudiéramos estar juntos, era el calentamiento, era lo que me indicaba que mis sentimientos por él eran ciertos. Le quería a él y no podía creerme que me hubiera enamorado del genio Uchiha.


Metió sus dedos humedecidos por mi lengua en mi entrada pero no sentí dolor, tal y como me prometió había suprimido el dolor en la ilusión. Sólo notaba el placer y aún más cuando metió su miembro. Sé que éramos pequeños, que prácticamente no nos habíamos desarrollado pero me daba igual, el simple hecho de saber que era Itachi ya me gustaba. Me habría gustado decir que nos corrimos entre todo este placer pero no, no teníamos semen aún a esta edad, pero sí disfruté y grité como nunca por el placer. Esto no se lo contaría a nadie jamás, ni siquiera la promesa que le había hecho a Itachi, porque ahora más que nunca, quería ser de él nuestra primera vez.


La ilusión salió de golpe y caí al suelo resbalando mi espalda por la pared mientras Itachi se agarraba sus ojos. Ambos estábamos vestidos y supe que nada de eso había pasado, sabía que a Itachi le dolían los ojos de haber estado demasiado tiempo sosteniendo la ilusión. Fui a acercarme cuando me obligó a quedarme donde estaba, aún así, pude ver cómo su mano se llenaba de sangre poco a poco, le sangraban los ojos por el esfuerzo y no quería que le viera.


- Itachi – le susurré – lo siento, ha sido mi culpa.


- No es tu culpa – me dijo – tengo que perfeccionar aún esta técnica, nada más.


- ¿Cuánto hemos estado dentro de la ilusión?


- Dentro más de cinco horas – me dijo sonriendo – fuera solo ha pasado un minuto. Un día de estos… conseguiré tenerlos retenidos hasta más de dos días haciendo que pase sólo un minuto en la realidad, ya lo verás, sólo necesito entrenar más.


- No te esfuerces tanto, Itachi.


- Sal conmigo, yo te protegeré de todo, Minato – dijo cambiando de tema y mirándome fijamente con uno de sus ojos, el otro seguía tapado con su mano. Yo asentí y sonreí. ¡Novio secreto de Itachi Uchiha!


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).