El teléfono sonaba, sin embargo nadie contestaba la línea.
Finalmente sonó como desconectado.
- Tch…
Kibum guardo su celular y salió de casa.
Había conocido a alguien. Alguien con pareja. Alguien prohibido. Y por tanto alguien a quien realmente deseaba.
Lo prohibido siempre es lo que más llamaba la atención de Kibum, y se dirigió hasta lo prohibido.
Entró al bar de siempre, con unos pantalones que se le pegaban completamente al cuerpo, marcando a la perfección cada una de sus curvas. Era un hombre, sí, pero nadie podía negar que era uno absolutamente andrógino. Tenía una chaqueta que le quedaba un tanto grande, lo hacía ver más varonil.
Se acercó a la barra para pedir lo que siempre pedía, se sentó lentamente y su mirada se dirigió a la pista de baile. Allí estaba. Su “presa” junto a su novio.
En la pista de baile se encontraban Lee Taemin y Choi Minho.
El primero con una polera holgada, rasgada de la espalda, dejando ver su piel con leves destellos de sudor por el calor del baile, unos pantalones entubados negros y el cabello levemente alborotado.
El más alto usaba una polera sin mangas color turquesa, dejando ver sus fornidos brazos, unos pantalones blancos pegados a sus piernas bien ejercitadas, su cabello un tanto desarreglado, dejaba ver su frente mientras sonreía sin dejar de ver al menor.
Key se mordía los labios.
Sabía desde la primera vez que eran pareja, después de todo los había conocido por el…
Y lo recordó. Sintiendo un peso en su estómago. Ya no era más que una gran molestia.
Recordó como sonreía él cuando lo miraba, como lo hacía sonreír también, lo nervioso que se ponía si se acercaba demasiado, se quedaba paralizado cada vez que él se acercaba a sus labios.
Recordó las mariposas que él le hizo sentir y la forma en que las alteraba con solo besar sus mejillas.
Recordó las promesas que se hicieron… y volvió a sentirse enfermo.
¿Era un desalmado? Ya no sentía ni la más mínima necesidad de llorar por ello. Lo sentía inútil, era repetitivo.
Por eso estaba ahí, en ese bar, bebiendo su segundo trago mientras volteaba a ver a la pareja bailar de reojo. Siempre conservando ese aire de recién enamorados, como si se vieran por primera vez. Y volvió a recordar los ojos de él, que siempre le dieron tanto amor.
Pero ya no era amor, era simplemente una carga. Ambos lo sabían.
Ahora, cada vez que lo miraba él no sonreía, esquivaba su mirada, como si el suelo fuera más interesante. Ya no se acercaba demasiado, ahora Kibum tenía que esperar tediosamente, y el tiempo pasaba torturosamente lento a su lado, tenía que intentar leer sus pensamientos, para saber en qué momento terminaría con él, porque, por más que Kibum estuviese cansado de todo aquello… no tenía las fuerzas para terminar con él.
Volvió a la realidad en el momento en que uno de los dos que bailaban en la pista se acercó a él, rozando su mano “accidentalmente” al momento de pedir una bebida. Kibum lo miro y sonrió dulcemente, su presa estaba justo a su lado, sonriéndole inocentemente. No era la primera vez que se veían, ambos se conocían demasiado bien. Después de todo se habían acostado juntos antes.
Hacía unas semanas que vio a la pareja, era más tarde, ellos ya habían bebido bastante, el más alto estaba cayéndose de ebriedad y el menor se dedicaba a reírse, y él se había acercado a ellos con la excusa de ayudarles, los llevo al hotel que había frente al bar y les pago una habitación.
Pero el subió con ellos. Una cosa llevo a la otra y termino teniendo sexo desenfrenado con un “desconocido” mientras el novio de este dormía en el sillón al lado de ellos.
Esa había sido la cosa más estúpida que alguna vez había hecho, pero a la vez, fue también la más placentera. Y quería más.
No supo porque, pero al siguiente día había vuelto a ese bar, en busca de esa misma pareja. Y así sucedió por varios días. Los tres se hicieron relativamente amigos, aprendió sus nombres y algunas veces les invitaba algo de beber. Todo porque quería hacerlo de nuevo con ese chico.
Y ahora estaba a su lado, sonriéndole con esa encantadora sonrisa, volteando a los lados, asegurándose de que su novio no estuviese cerca, e inclinándose peligrosamente a su oído, murmurando sobre este.
- Es bueno verte de nuevo hyung… ¿Hoy en mi casa? – Kibum no podía evitar esbozar esa sonrisa amplia de satisfacción. Nuevamente lo había conseguido.
- Me encan… -Comenzó a decir, hasta que sintió las vibraciones de su celular contra su pierna, levantándose y pidiéndole al contrario que esperara.
Salió del bar un momento y vio ese nombre que tanto amaba antes en la pantalla de su celular. Y de pronto, sin saber cómo, comenzó a llorar.
- ¿Jonghyun…? – Ya no quería mentirse más, estaba harto de que esa relación que tanto amaba, que ese hombre que tanto amó fuese ahora un desconocido. ¿Cómo iba a mirarle a los ojos?
Su voz se quebró un momento y salió en un murmullo a través del teléfono. El contrario no decía nada, como si hubiese llamado con alguna intención que fue incapaz de conseguir. – Jonghyun… Te amo… -Murmuró, palabras con un significado ya borrado- Te amo, te amo… -repitió con un hilo de voz, sin permitir que el otro notase el tono de llanto en esta.
- … Yo también. –Fue lo único que obtuvo por respuesta, antes de comprender, que no era únicamente él. No era el quien había cambiado, no era que fuese un desalmado, ni una puta, aunque fácilmente podría catalogarse como una.
Jonghyun ya no lo amaba.
Lo supo por que el mayor jamás había podido disimular sus emociones.
Lo supo porque Jonghyun estaba llorando al otro lado de la línea.
Lo supo, porque simplemente le colgó. Dejándolo ahí, afuera del bar en donde lo había engañado.
Guardo su teléfono, entro al bar después de 10 minutos y busco con la mirada a ese chico, estaba afuera de los baños, evidentemente esperando a su novio. Tomo la mano de su menor, con firmeza, mientras este lo miraba sorprendido y confundido, y lo jalo hacia afuera, haciéndolo cruzar la calle mientras este se quejaba de que su novio seguía en el baño, lo acorralo contra la pared del hotel, bruscamente y lo beso, lo beso como nunca había besado a nadie.
Y Taemin correspondió.