La entrada del paraíso era bastante alta, en realidad era innecesariamente alta y ancha, su color dorado y sus grabados idénticos era insoportablemente exagerados lo único que podía considerar bueno de su situación actual era que ya no vería más esa fea puerta, con mofa se preguntó quién de los arcángeles fue tan estúpido para hacerla, aunque su humor fuera acido su mirada como siempre permanecía inexpresiva, retiro lentamente un par de mechones de su cabello negro con destellos azules que le habían caído al rostro cuando el aire había soplado.
Su cuerpo comenzó a temblar, el miedo comenzaba a pasearse por su mente mostrándole rostros de demonios que había visto en libros y recordándole los horribles relatos sobre los ángeles que cayeron antes que él.
Su hermosa túnica blanca había sido remplazada ya por un traje blanco y adornos dorados, sus pies los cubrían con unas botas un poco elevadas lo único que parecía igual eran sus enormes alas blancas, pero ni siquiera eso tenía derecho a usar una vez fuera de ese lugar.
¿Cómo había llegado a eso? los recuerdos le taladraban la cabeza lentamente, sus emociones comenzaba a florecer, el dolor y la tristeza le producían un agujero en el pecho, sentía como poco a poco su corazón era estrujado hasta que eso se convirtió en una acción loca, frenética y cruel.
-será mejor que te vayas Haruka
Los ojos azules se posaron por unos momentos en el guardián de la puerta celestial, no tenía ganas de hablar su voz seguramente estaba muerta o lo suficientemente cansada de ser usada en vano
-lo lamento pero el único culpable eres tú, si tan solo no hubieras cometido semejante locura… enamorarte de un ángel del mismo sexo… ¡¡me das asco!!
-cierra tu maldita boca… Dios no desaprueba el amor y te consta
-no eres más que un pecador… lárgate
Haruka desvió la mirada, no tenía caso seguir con aquello, entre más rápido acabara lo empezado mejor sería para él, tomo aire y cruzo el umbral, no lloro, no suspiro, no mostro señal alguna de sentir algo… dio un paso, después otro y entre más se alejaba la presión de su pecho aumentaba, sintió como al caer al mundo de los mortales su corazón explotaba pero se mantuvo serio, pero toda su fuerza termino cuando sus pies tocaron el suelo, su alma se quebró ante la tristeza y la desilusión, sus ojos y rostro se empaparon con amargas lágrimas de rencor y odio, sin fuerza para resistir un segundo más se dejó caer pegado al muro de algún callejón en algún lugar del mundo humano
-¿Por qué?... Dios ¿Por qué?
-
flashback
Había muchas cosas que por orden del arcángel Gabriel estaban prohibidas para los ángeles con tal de mantener el orden en el paraíso, amarse unos con otros era una de ellas pero para Haruka era imposible suprimir aquellos sentimientos porque ángel de cabellera roja y sentirse correspondido hacia que romper las reglas valiera la pena. Ambos se encontraban en la habitación del de ojos azules, se besaban apasionadamente mientras que sus cuerpos se rozaban con sensualidad.
La maravillosa sensación de placer nacía en el pecho y extendía el calor y la excitación a cada rincón del cuerpo, la alegría de estar uno tan cerca del otro no se comparaba con nada de lo que hasta ese punto habían sentido.
-Rin… te amo
-yo también te amo- el pelirrojo tomo al azabache de las caderas y lo sentó sobre él, aquel acto de impureza estaba llegando a una siguiente fase rápidamente, los besos se tornaron más rápidos y lujuriosos, ambas caderas se movían lentamente en busca de un mayor contacto y las manos trataban de recorrer cada tramo de piel disponible.
Haru no se dio cuenta de que la puerta de la habitación se abría tan solo sintió como Rin lo empujaba con fuerza y lo tumbaba en el suelo
-¿Qué crees que haces Haru?-el pelirrojo comenzó a gritar mientras se ponía de pie
-¿Qué está sucediendo aquí? y tu ¿Qué haces aquí Rin? ¡Explíquenme ahora mismo!
El ángel de ojos azules intento ponerse en pie, el inspector del área había entrado sin tocar la puerta y estaba molesto por lo que había visto, ambos estaban en problemas sin embargo antes de que pudiera incorporarse totalmente el pelirrojo comenzó a hablar
-Haru me llamo, ha estado actuando raro los últimos días y creí que era mi deber hablar con él y averiguar que le sucedía pero cuando llegue se me declaro y después se abalanzó sobre mí y comenzó a besarme-Rin intento avanzar a la puerta pero el supervisor lo detuvo, mientras eso sucedía Haru había caído al suelo nuevamente ¿Por qué Rin dijo aquello? su respiración se agito, el estómago comenzó a dolerle como en aquellas ocasiones que sin más remedio el cuerpo te indica que nada terminara bien, el guardia se dedicó a mirarlo con dureza.
-¿es eso cierto?-Haru intento hablar levantando su tranco con los brazos pero Rin se adelantó y en tono de desesperación comenzó a gritar
-¡por supuesto que sí!... se me hecho enzima y me beso todo mundo sabe que eso es pecado… es una asquerosidad
El corazón del azabache comenzó a doler, sus ojos se llenaron de lágrimas, no podía creerlo… su amado, su amado lo había negado, la fuerza abandono sus brazos y cayo de bruces mientras sollozaba
-Rin…-su voz temblorosa era una súplica por piedad a su corazón que comenzaba a quebrase
-¡cállate! me das asco…-esas palabras fueron el detonante final, sin poder contenerse comenzó a llorar amargamente mientras sus sollozos se convertían en gemidos desgarrados que llenaban la habitación… no podía estar pasando eso, no podía; su amado diciendo todas esas palabras duras, crueles e hirientes… ¿Por qué? sin tan solo hacía unos minutos le había dicho que lo amaba.
-Haruka ponte en pie, iremos con un arcángel, Rin ve a tu habitación, si necesito que te presentes ante Gabriel te llamare… creo que ya te imaginaras cual será el castigo de Haru
Haru siguió sin chistar al supervisor hasta llegar ante el arcángel, finalmente también sabía a la perfección lo que le esperaba.
-Dados los hechos y las pruebas en tu contra te considero culpable de lo que se te acusa, sabes que el pecado de enamorarse de otro ser divino tiene como castigo el destierro, por tanto esa es tu condena… ¿Por qué no dices nada? almenos di algo que pueda servirte de defensa
-yo… Dios nos creó para amar ¿Por qué es pecado?... ¿Por qué? yo no hice nada malo
-escucha Haru Dios nos creó para servirlo, ser mensajeros, guardianes y creer fielmente en él, las reglas impuesta por Gabriel son para mantener el orden, es necesario tener un orden en el cielo ¿te imaginas el caos que habría sin las reglas?
-¡¡pero él también me ama!! ¡Él y yo nos amamos!
El arcángel miro en silencio al pequeño ángel, daba lastima verlo una vez más a punto del llanto, se preguntaba si sería tan despiadado como para romper su inocencia, manchar su blancura y romperle el corazón diciéndole la verdad sobre un sentimiento de doble filo como el amor… ¿pero si él no lo hacía quien lo haría? la verdad era que no necesitaba ángeles desterrados rebeldes, ya tenía bastante con los anteriores y los demonios decidió entonces que el mismo lo haría era mejor temprano que nunca.
-Escucha bien lo que te voy a decir y no lo olvides jamás, Haru; si él te amara realmente no habría mentido, ¿crees que no sé qué él estaba de acuerdo con aquel beso? pero con tal de salvar su pellejo de un castigo te traiciono, eso no es amor, Haruka el solo ha estado jugando con tus sentimientos, te aconsejo que medites en esto, ve y cámbiate de ropas te vas hoy mismo… por si te queda duda Rin también recibirá un castigo.
Haruka abrió los ojos como plato, esta vez no lloro, se puso de pie y salió, fue directo por sus ropas nuevas, ahora todo le quedaba claro: Por cobardía Rin lo había negado y entregado, no lo amaba, aquellos besos y caricias se convirtieron en nada, se evaporaron como el agua, su corazón se congelo y el sentimiento de rencor se abrió camino en su mente cegándolo.
-tampoco te amo más…
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Fin del Flashback
Ahora en aquel callejón trataba de pensar cómo sobrevivir en el mundo humano, los demonios rondaba constantemente, incluso los humanos que podían parecer frágiles eran peligrosos… aún conservaba sus alas pero eran inútiles pues le impedían regresar al paraíso.