Jinki’s POV
Me tocó como siempre: sin mirarme demasiado. Sin tomarme en cuenta realmente.
Yo sólo sonreí, entre sorprendido y feliz por el pequeño contacto. Tan deseado, tan efímero.
Sus ojos esquivaron los míos, su piel repelió mi piel. Se alejó.
Mi sonrisa perduró, mas sólo en mi cara. Internamente no había nada. Nada de nada. Se sentía vacío; casi como si no hubiese comido en una semana.
Un estómago vacío, al igual que mi sonrisa.
Lo miré nuevamente, sin motivo alguno; con millones de expectativas. Ellas secas, tal y como yo.
Él tocaba a los demás. Reía. Se burlaba.
Los tocaba.
Y por más que le repetía a mi estúpida mente que yo no era diferente del resto, que jugaba tanto con los demás como conmigo, que quería a los demás tanto como a mí; no podía evitar pensar otra cosa.
Otra cosa.
Conmigo no sonreía así, simplemente no lo hacía. Conmigo no conversaba así; eran sólo monosílabos. A mí no me miraba así; se giraba como asqueado. A mí no me tocaba así; retiraba la mano.
Sé que soy diferente que los demás para él. Y no es ni remotamente, en la forma que me gustaría que fuera.
Aún con mi sonrisa –que suele quedar pegada en mi cara sin razón- volví a mirar a Kim Kibum. Por una milésima de segundo, nuestros ojos se cruzaron. Se toparon en el mismo camino.
Pero los de él siguieron su rumbo y los míos se congelaron: anhelando un momento que ya estaba en el pasado, como tantos otros momentos que no volverían jamás. Que tuvieron principio, pero no un final.
Todos se movieron hacia adelante, avanzaron. Completamente ignorantes al mundo de infinita incertidumbre que se formaba en mi cabeza. Y yo me quedé pensando, completamente ignorante a lo que pasaba a mi alrededor.
Una mano amiga quiso sacarme de mi ensimismamiento. Pero sólo pudo a medias.
Yo soñaba despierto. Yo miraba lo que me enceguecía.
Yo no quería ser así de diferente.
Quería que conmigo sonriera, conmigo conversara, que a mí me mirara, que a mí me tocara. Pero no como con lo demás, no. Yo era inconsciente y soñador; amante de la utopía.
Yo quería eso y mucho más.
Una sonrisa, una palabra, una mirada, un roce para mí. Únicamente para mí.
Simplemente, ser para él, lo diferente.
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Jinki’s POV
Me tocó como siempre: sin mirarme demasiado. Sin tomarme en cuenta realmente.
Yo sólo sonreí, entre sorprendido y feliz por el pequeño contacto. Tan deseado, tan efímero.
Sus ojos esquivaron los míos, su piel repelió mi piel. Se alejó.
Mi sonrisa perduró, mas sólo en mi cara. Internamente no había nada. Nada de nada. Se sentía vacío; casi como si no hubiese comido en una semana.
Un estómago vacío, al igual que mi sonrisa.
Lo miré nuevamente, sin motivo alguno; con millones de expectativas. Ellas secas, tal y como yo.
Él tocaba a los demás. Reía. Se burlaba.
Los tocaba.
Y por más que le repetía a mi estúpida mente que yo no era diferente del resto, que jugaba tanto con los demás como conmigo, que quería a los demás tanto como a mí; no podía evitar pensar otra cosa.
Otra cosa.
Conmigo no sonreía así, simplemente no lo hacía. Conmigo no conversaba así; eran sólo monosílabos. A mí no me miraba así; se giraba como asqueado. A mí no me tocaba así; retiraba la mano.
Sé que soy diferente que los demás para él. Y no es ni remotamente, en la forma que me gustaría que fuera.
Aún con mi sonrisa –que suele quedar pegada en mi cara sin razón- volví a mirar a Kim Kibum. Por una milésima de segundo, nuestros ojos se cruzaron. Se toparon en el mismo camino.
Pero los de él siguieron su rumbo y los míos se congelaron: anhelando un momento que ya estaba en el pasado, como tantos otros momentos que no volverían jamás. Que tuvieron principio, pero no un final.
Todos se movieron hacia adelante, avanzaron. Completamente ignorantes al mundo de infinita incertidumbre que se formaba en mi cabeza. Y yo me quedé pensando, completamente ignorante a lo que pasaba a mi alrededor.
Una mano amiga quiso sacarme de mi ensimismamiento. Pero sólo pudo a medias.
Yo soñaba despierto. Yo miraba lo que me enceguecía.
Yo no quería ser así de diferente.
Quería que conmigo sonriera, conmigo conversara, que a mí me mirara, que a mí me tocara. Pero no como con lo demás, no. Yo era inconsciente y soñador; amante de la utopía.
Yo quería eso y mucho más.
Una sonrisa, una palabra, una mirada, un roce para mí. Únicamente para mí.
Simplemente, ser para él, lo diferente.