Capítulo único: Ese vampiro.
“Asesinaré a todos los vampiros.”
Claramente ese deseo de venganza jamás podría llevarse a cabo. No después de darse cuenta de que Mika, su familia, era parte de aquellos chupa sangre.
Odiaba a los vampiros, más que a nada en el universo, pero lamentablemente no podía odiar a aquel joven de rizos dorados. No importase que allá ocurrido en el pasado o lo que sucedió en esa misma guerra, Yuu nunca podría odiarlo.
¿Era eso algo bueno o malo?
Aun recordaba aquellos momentos de su infancia en que disfrutaba de la vida. Después de haber perdido toda esperanza y lo que implica tener una familia, apareció Mika junto a sus demás hermanitos para poder extenderle la mano. Con esos recuerdos le era imposible cumplir la meta, puesto que Mika formaba parte de su vida.
No más. No había más tiempo para pensar en esas cosas; esos temas del pasado. Sino en enfocarse en ese mismo presente, donde ocurría una guerra mortal entre los humanos y vampiros. Muchísimas vidas fueron cobradas, y, luego de haber combatido con valor, ya era la hora de que la vida de Yuu se fuera junto con las de sus camaradas que fallecieron con honores en batalla.
Toda vida debe irse en paz, ¿no? Pero Mika no lo veía de esa forma, no cuando se trataba de Yuu, persona que había anhelado salvar y proteger por siempre, pero que para su desgracia no podía hacerlo… Ya no.
—La sangre de un vampiro puede convertirte en uno… — Mika susurró. Entonces recordó cómo había sido salvado antes por un vampiro.
Y entre lágrimas y desesperación, mordió con sus colmillos su labio inferior, haciendo que la sangre fluyera. Por otra parte, Yuuno quería ser un vampiro, no deseaba convertirse en algo que tanto aborrecía.
—Mika… N-No— Fue interrumpido por los fríos labios de Mika.
No se podía percatar de qué se trataba. Un beso desesperado o apasionado; parecía ser ambos. Lo que sí podía afirmarse era que su corazón latía a miles, ¿qué sentimiento era ese? ¿El terror de saber que podía convertirse en vampiro? ¿O algo más?
Cuando Mika se apartó lentamente de los labios de Yuu, se dio cuenta de que nada había cambiado, de que Yuu aun seguía demasiado débil y al borde de la muerte. ¿Cuál fue el error? Sabía que los resultados no se verían al instante, pero en este caso nada, absolutamente nada había cambiado. [1]
No iba a rendirse, no cuando por fin lo tenía en sus brazos como tanto había deseado. Entonces, respiró hondo y volvió a besarlo con más fuerzas. Pero era en vano, Yuu seguía con el mismo aspecto. Su sangre no hacía efecto.
No, no quedaría así. Besó una y otra vez, las veces que sean necesarias, no le importaba llenar de sangre el rostro de ambos, al caño con eso, él quería salvar a su familia, lo que tanto amaba.
— ¡M-Mika, detente…! — Gritó Yuu y con sus pocas fuerzas logró apartarse y mantener distancia —. Déjame así… Por favor.
No pasó mucho para que los dos— aparte del rojo que adornaban sus labios— se inundaran en lágrimas. Sabían que ya nada podían hacer, que era el final y el adiós.
—Prefiero morir así antes de… ser uno de ellos… — “Pero tú eres diferente, Mika.” —. Gracias… por el intento.
— ¡No! Yuu-chan… ¡Yuu-chan! — Gritó con todas sus fuerzas y el llanto se apoderó de él. Es que luego de tanto tiempo, simplemente no podía resignarse y dejarlo ir.
—Por lo menos —Con dificultades, Yuu acarició la mejilla de su compañero que luego tiñó de color carmesí —… Me alegro de volver a verte.
No hubo respuesta. Mika no estaba en condiciones para responder tales palabras. Sólo pudo actuar por impulso, aferrándose a Yuu y hundir su rostro en su pecho y llorar. Las emociones que antes había dejado de sentir, volvieron.
Entonces, luego de haber meditado por unos pocos segundos, optó por dejar ir lo que tanto apreciaba. Con ambas manos, sostuvo las frías mejillas de Yuu y se acercó a él con lentitud. Era el momento; tenía que aceptarlo.
—Yo también me alegro de ello… Yuu-chan — Dijo extenuado y sollozando. Lo siguiente que hizo fue besar con delicadeza esos labios cubiertos de sangre como despedida.
Yuu, antes de su último suspiro, sonrió débilmente y dijo algo que hizo estremecer todo el ser de Mika: “Te quiero… Mika.”. Y simplemente cerró sus ojos para poder al fin descansar en paz.
La guerra no había terminado, quedaban mucho por hacer, pero Mika ya no tenía deseos de seguir luchando por algo que acababa de perder. Su vida no tenía sentido, se entregaría a la primera persona que viera con tal de dar fin a su desgracia. Él sólo quería estar con Yuu.
Luchó hasta el final y murió en batalla al igual que todos los demás. En su rostro se podía ver una pequeña pero apagada sonrisa.
Ahora estaba en un lugar distinto, parecía ser el paraíso de lo bello que era. No sólo por eso, sino porque allí lo esperaban todos sus hermanitos, su amada familia. Y entre ellos estaba Yuu, con los brazos listos para poder abrazarlo.
—Te quiero, Yuu-chan.