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Siete días en el mar - Especial cumpleaños de Haru por SholeSuperKawaii

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Notas del capitulo:

Bien! aquí traigo el one-shot especial que hice para el cumpleaños de mi pequeño Haru-chan:'3 cada vez está mas grande *---*

 

Espero y les guste! esta hecho con todo mi amor <3 uwu

 

Que disfruten~°

Los primeros rayos de sol comienzan a colarse por la ventana, provocando que poco a poco comenzara a despertar de su reparador sueño. Tirado en la cama, tapado hasta los hombros, comenzó a mover su mano, buscando con el tacto a una persona que se suponía anoche estaba acostada a su lado y ambos caímos dormidos, pero simplemente se encontró con el lado derecho de la cama completamente vacío, aunque esta se sintiera aun del todo tibia.

Fue abriendo gradualmente sus ojos, acostumbrándose a la luminosidad del cuarto y pudo ver que realmente Rin no se encontraba a su lado. Se sentó sobre el colchón, tallándose los ojos y soltando un bostezo como consecuencia. Luego de estirarse, su olfato capturó un extraño, pero a la vez delicioso aroma, que supuso, venía de la cocina, por lo que sin demora, se colocó sus zapatillas para levantarse y su bata, para encaminarse hacia la cocina.

Haruka, ni en sus sueños más bizarros hubiera pensado encontrarse con la escena que se estaba presentando en la cocina con respecto a su novio; Rin, estaba con un cuchillo en su mano, frente a una langosta viva, sí, viva, en una pose de defensa, mientras que es su otra mano tenía la tapa de lo que sería la olla, y la langosta tirando y amenazando con sus tenazas al pelirrojo.

– ¡Quédate quieto para poder cocinarte! – gritó Rin ya cabreado, intentando alcanzarla y colocando su rostro cerca de esta, pero fallando al momento en el que el animal le apretó la nariz – ¡aush! – gritó de dolor tocándose la zona afectada– ¡ahora sí te voy a…!

– Rin – le llamó Haru, provocando que este se detuviera y desviara su mirada hacia el peliazul que se encontraba parado en la entrada de la cocina, aun tocándose la nariz.

– ¡Ha-Haru! – exclamó el ojicarmín sorprendido, y sonrojándose casi al instante. Como si fuera por arte de magia, la langosta se quedó quieta en su lugar.

– ¿Qué estás haciendo? – le preguntó el ojiceleste acercándose a él y quitando su mano, para verle la nariz.

– Na-Nada – desvió su mirada aun sonrojado. Haruka simplemente le miró esperando que este contestara – e-es que quería… quería hacerte u-una sorpresa… pe-pero no resulto del todo – miró al animal que aún se encontraba en el separador de ambientes y luego volvió a mirar a su novio – ams… Fe-Feliz cumpleaños – dijo casi en un susurro, pero lo suficientemente alto como para que el otro le escuchara.

Haruka sonrió enternecido y luego se acercó, tomándole de las manos y colocando su palma contra la mejilla del pelirrojo.

– Gracias – dicho eso, se acercó para besarle delicadamente en los labios, siendo simplemente un contacto de labios.

– Después de desayunar, vamos a ir a un lugar ¿bien? – le dijo Rin luego de que se separaron, sonriéndole abiertamente.

– ¿Hacia dónde iremos? – le preguntó el peliazul, intrigado.

– Es una sorpresa – respondió simplemente, para luego ir a terminar de preparar el desayuno, pero ahora con la ayuda de su novio.

 

 

– ¿Ya nos vamos? – inquirió el pelirrojo, tomando las llaves del auto que estaban en una mesa, a un lado de la puerta.

– Vamos – confirmó saliendo de la casa.

Luego de que ambos dejaran bien cerrada la casa, con llaves, las ventanas y puertas bien cerradas, fueron hacia el garaje, donde subieron a su automóvil y emprendieron rumbo, hacia un lugar desconocido para el peliazul, quien a pesar de no demostrarlo, se sentía bastante curioso y nervioso por aquello.

Todo el trayecto fueron conversando amenamente, sobre distintas cosas al respecto, como por ejemplo que hace tiempo que no habían tenido vacaciones de su trabajo, y claro, eso era bastante aceptable, ya que ser nadador profesional y estar entrenando para todos los torneos era algo verdaderamente agotador. Pero ahora por fin tenían un tiempo para ellos,  a raíz de que hace poco habían sido los Juegos Olímpicos y ambos participaron, luego de un largo tiempo entrenando hasta el cansancio. Finalmente siendo recompensado todo ese esfuerzo con las medallas de oro y plata respectivamente, en su categoría.

Ahora, ambos estaban disfrutando de un periodo de un mes de vacaciones, topando justo con la fecha en la que era el cumpleaños del peliazul, siendo la oportunidad perfecta para que Rin planeara algo con anticipación para él.

Luego de recorrer cerca de cuarenta minutos en automóvil, Rin saca de su pantalón una larga y ancha cinta de género, entregándosela al ojiceleste, quien al recibirla le mostró un rostro lleno de intriga.

– Colócatela en los ojos – soltó finalmente – es una sorpresa, no quiero que la veas aún.

Haruka soltó un suspiro y se dispuso a hacer caso, colocándose la venda en los ojos y amarrándosela tras la cabeza,  lo suficientemente fuerte para no ver nada, pero no tan apretada para que no le doliera la cabeza. Luego de ello, sintió el automóvil dar algunas vueltas y luego comenzar a andar lentamente, hasta por fin detenerse. Sintió que la puerta de Rin era abierta y cerrada rápidamente, para luego sentir la propia abrirse.

– Dame tu mano – escuchó la voz del pelirrojo y luego su mano sobre suya. La tomó firmemente y con ayuda del ojicarmín salió del coche, para luego cerrar la puerta y sentir un sonido de “bip! Bip!” que supuso era el seguro a distancia.

Ambos entrelazaron sus manos. Gracias a que Haruka tenía los ojos vendados sus otros sentidos comenzaron a agudizarse, sintiendo el sonido de las olas, el graznar de las aves y un cálido viento sobre sus mejillas.

Dieron un par de pasos más y se detuvieron.

Sintió como Rin soltaba su mano y ya no tenía más contacto físico con él, desesperándose en el momento, al sentirse completamente indefenso. Pero luego se relajó, al reconocer al pelirrojo a sus espaldas. Luego de ello, sintió como la venda comenzaba a ser retirada lentamente de sus ojos, abriéndolos gradualmente, acostumbrándose a la luminosidad que el ambiente le entregaba.

Cuando acentuó su vista, su rostro mostraba una real sorpresa.

– ¿Qué…?

– Feliz cumpleaños, Haru – le abrazó Rin por detrás, posando sus manos en la cintura del contrario y su mentón en el hombro de este – este es tu regalo de cumpleaños. El viajar en un crucero…

– Rin – suspiró feliz el peliazul y completamente agradecido por el detalle de su novio. El pelirrojo al ver su reacción se limitó a besarle la mejilla y luego devolverse a su automóvil, específicamente a la maleta, donde sacó unos bolsos que supuso Haru, tenían sus pertenencias.

– Lo tenías todo fríamente calculado, ¿no es así? – indagó el peliazul, mirando como este tomaba las mochilas, se colocaba sus lentes de sol e intentaba luchar con su alborotado cabello.

– Es lo menos que te mereces – contestó simplemente, sonriéndole cálidamente – dios, este cabello. Hace un tiempo que no me lo corto – protestó lanzando unos mechones hacia atrás.

– Deja, yo te ayudo – dicho eso, Haruka se acercó hasta Rin y comenzó a hacerse una pequeña trenza, para luego amarrarla con un cole que tenía en la muñeca. Hacer esto ya se había vuelto costumbre, así que ya estaba preparado.

– Gracias – le dio un beso en los labios y luego le tomó de las manos – ¿vamos?

– Vamos – y comenzaron a encaminarse hacia la entrada del gran barco, subiendo las altas escaleras y mostrando finalmente los pasajes de este al guardia que estaba en la entrada. Les deseó a ambos una buena estadía y luego se fueron hacia lo que serían las habitaciones para dejar sus maletas.

Una vez arriba, ambos comenzaron a admirar el paisaje que les era señalado; el barco se notaba que estaba perfectamente cuidado y en sí, este era hermoso. Se veían personas a los alrededores, con ropas holgadas, disfrutando de la brisa marina, caminando por popa, las literas y partes así. Se notaba que todos estaban allí para vacacionar.

 

 

– Ummh… ya estamos por llegar – musitó Rin, viendo las llaves de su habitación.

– ¿Qué número es? – preguntó Haruka.

– Habitación 54 – contestó sin más el pelirrojo – ¡Llegamos! – exclamó alegre luego de que llegaron hacia una puerta de color blanca, con una placa en la que tenía el número “54” grabado en ella. Abrieron la puerta y entraron, encontrándose con un cuarto con cama matrimonial, con ventanas en las que podía entrar buena luminosidad. Contaba esta también con un gran closet, escritorio, veladores y demás muebles. También se podía ver anexamente una puerta, de color blanca igualmente, hacia la muralla que quedaba para los pies de la cama. El lugar era bastante acogedor.

Dejaron las mochilas encima de la cama y Rin se tiró sobre esta, sintiendo como el colchón era bastante agradable y las frazadas olían a limpio. Cerró sus ojos y sus labios surcaron una sonrisa relajada.

Haruka al ver esto, se acercó hasta su novio, colocándose sobre este y regalándole un dulce beso, siendo correspondido casi de inmediato por el otro aun con los ojos cerrados. Rin pasó sus manos por la cintura del peliazul y lo acercó más a sí.

– Eres todo un romántico – soltó el peliazul luego de terminar con el beso, para luego dejar caer su peso sobre el pelirrojo y colocar su cabeza en el hueco de su cuello y su hombro, aspirando su aroma. De repente un repentino recuerdo llegó a su mente, sobre una locura que había hecho cuando aún estaba estudiando y Rin, había ido a quedarse a su casa un día viernes, alegando que no quería quedarse solo en su casa. Recordó lo que el aroma del ojicarmín había provocado en él, todo gracias a su polerón.

Sintió su rostro enrojecer al recordar aquello y escondió su rostro.

– ¿Qué sucede? – preguntó Rin.

– No es nada – mintió, no queriendo confesar aquello. A pesar de que ya había pasado tiempo desde que pasó eso, aún no lo olvidaba, ni tampoco se lo había dicho a su novio. Era un secreto que moriría con él.

Luego de ello, se colocaron de pie y se dispusieron a guardar su ropa en el closet, ordenándola y vaciando sus mochilas.

 

 

 

La tarde ya había caíd y se acercaba la hora de la cena. Luego de que habían llegado, esperaron a que el barco zarpara, hacia altamar, y cuando dieron las tres de la tarde, fueron hacia el comedor para almorzar. El comedor se veía bastante refinado, todo inmaculado y bien cuidado. Aquello les agradó a ambos.

Luego de eso, estuvieron horas y horas caminando, reconociendo el lugar y disfrutando de la vista que les era entregada.

Ahora, se disponían a ir al comedor nuevamente. Cuando pasaron fuera de la sala de eventos, que quedaba hacia donde estaba el comedor, sintieron una pequeña conmoción, por parte de muchas adolescentes que se encontraban en el lugar. A simple vista no entendían qué sucedía, hasta que sintieron un fuerte sonido por parte de unas guitarras eléctricas y demás, para luego escuchar la voz de un tipo cantando.

“… Ya no estoy encadenado, vivo en libertad, esperando un hechizo que, que me lleve hipnotizado hacia otro lugar, solo veo bandidos y, simulando que me importa cambias de opinión, sin medir tus palabras y, si ya nada me conforta en la contradicción, y no piensas en nada. Quiero involucrarme sin mucho interés, devorando tu vida, ya crezco otra vez. Y sin analizarme me toca perder, levantarme y volver a caer…”

Era lo que decía la canción, a decir verdad era bastante pegajosa la melodía, algo que les llamó mucho la atención, pero a pesar de eso, siguieron su camino hacia el comedor, para poder comer finalmente su cena.

Luego de ello, la noche ya había caído, por lo que dieron una última vuelta por popa y luego fueron a su habitación, para poder descansar tranquilamente.

 

 

El otro día había llegado rápidamente, y tal como en el anterior, el sol se mostraba majestuosamente en lo alto del cielo completamente despejado. Era un día realmente hermoso, perfecto para pasarla con la persona que amas viendo el paisaje.

Eran cerca de las once de la mañana, y Rin y Haru ya habían desayunado. Ambos vestían ropas súper casuales, acordes con su estado de ánimo; poleras holgadas, shorts, sandalias y lentes de sol, además de que Rin estaba usando un sombrero de paja para no quemarse por el sol.

– El mar está más azul que nunca – comentó Rin viendo desde la baranda hacia el agua, el cual golpeaba fuertemente con el barco en movimiento.

– Sí – se limitó a contestar el ojiceleste, también observando lo mismo.

– ¿Quieres hacer algo en específico? – le preguntó el ojicarmín a su novio, desviando su mirada hacia él – en la terraza hay una piscina, si quieres podemos ir allí.

– No, no es necesario – contestó, acercándose un poco más al pelirrojo, apoyando su cabeza en el hombro del contrario y mirando hacia el horizonte.

– ¿Seguro? – volvió a cuestionar, por lo que Haruka solo se limitó a asentir levemente con la cabeza, contemplando el paisaje.

Rin sonrió y decidió hacer lo mismo.

 

 

La noche había caído sobre ellos nuevamente y ambos iban caminando de la mano por el barco, en lo alto de la terraza, contemplando las estrellas que se mostraban luminosas en el firmamento. Era una vista realmente hermosa, algo jamás antes vistos por ellos, gracias a la cantidad de contaminación lumínica que hay en las ciudades, apagando las luces naturales que son las estrellas.

– ¿Hermoso no crees? – comentó fascinado el pelirrojo, con un extraño brillo en los ojos. Haruka le miró y luego desvió su mirada hacia el cielo.

–Sí – confirmó – Rin – le llamó luego.

– ¿Mm? – el aludido miró a su novio con un rostro interrogante.

– Me alegro de compartir estos momentos contigo – soltó sin más el ojiceleste, provocando que el otro se sonrojara.

– Yo ta-también – nombró desviando la mirada. Eso solo hizo que el peliazul se acerara al otro, tomándole por el mentón y regalándole un dulce beso en los labios – te amo – dijo cuando se separaron.

– Y yo a ti.

Luego de eso, sintieron que el cansancio se hizo presente y fueron a su habitación a descansar.

 

– ¡Capitán Haruka, nos están invadiendo! – se escuchó el grito de un chico que vestía unos pantalones cafés, botas altas, una gabardina larga negra y un sombrero con plumas. En el cinturón de este, dejaba a la vista una cuidada espada. El chico era alto y tenía el cabello castaño junto a sus ojos verdes.

– ¿Quiénes? – preguntó el aludido sentado tras su escritorio. Quien respondía al nombre de Haruka, el capitán, vestía unos pantalones rojizos, en conjunto con unas botas largas de color negro, una chaqueta color negra con detalles en dorados al igual que su sombrero. Sus dedos estaban adornados por grandes anillos de hermosas piedras.

– Los tripulantes del barco Samezuka, señor – contestó rápidamente el castaño.

– No es posible – se colocó de pie – ¡vayan a las bodegas, protejan la caballa! – dicho eso, salió hacia popa, donde se encontró con el capitán del barco enemigo.

El chico de cabellos rojizos y sonrisa filosa miró al peliazul de forma significativa, queriendo insinuar algo al respecto, pero este lo ignoró.

– ¡Oh, que honor! ¡el gran capitán Haruka Nanase ha salido a recibirnos! – dijo en un tono burlesco el pelirrojo, quien vestía unos pantalones blancos, junto a una camisa color crema y abiertos los primeros botones, con las mangas dobladas hasta los codos. Sobre su pecho había una chaqueta sin mangas color roja con detalles en negro. Su cabello, levemente despeinado, se movía con el viento, dejando a la vista su dorada argolla en una de sus orejas.

– ¡Rin! – exclamó el aludido – ¡no dejaré que te lleves la caballa! – dijo colocando su mano sobre su propia espada, esperando algún movimiento por parte del otro.

– ¡Eso ya lo veremos! – y ambos empuñaron sus espadas, corriendo hacia el otro, dispuestos a atacar.

– Haruka… – escuchó su voz a lo lejos, ignorándola completamente – Haru… – volvió a oír, pero ahora un poco más fuerte – ¡Haru!

– ¡¿Eh?! – musitó abriendo los ojos rápidamente el peliazul, despertando de su sueño.

– ¿Qué diablos estabas soñando? – preguntó Rin riendo, al ver como el otro se despertaba sobresaltado.

– ¿Por qué lo dices?

– Lo único que te escuchaba era; “caballa”, “Rin, no…” y así sucesivamente. Pensé que estabas teniendo una pesadilla.

– Soñaba que era pirata – soltaba sin más – y que el capitán del barco Samezuka venía a quitarme mi abastecimiento de caballa.

Rin al escuchar aquello explotó en risas.

– ¿En serio? – seguía riendo – vaya, que sueño más extraño – soltó otra carcajada – menos mal fue solo eso. Nunca en mi vida pensaría en quitarte tu preciada caballa – poco a poco fue recuperando la compostura – bien, será mejor que volvamos a dormir. Son las seis de la mañana, muy temprano para levantarse.

– Sí – y ambos se abrazaron, compartiendo su calor corporal y volviendo a caer en los brazos de Morfeo.

 

 

Eran cerca de las once de la mañana del tercer día del crucero, y los dos iban caminando por las laterales del barco, contemplando todo. Llegaron hasta un lugar donde había colocadas sillas de playas, donde habían varias personas allí. La vista del pelirrojo se posó sobre el libro que estaba leyendo una muchacha, de unos veinte años aproximadamente.

– Hamlet… – murmuró leyendo el título en la portada.

– ¿Qué?

– No, nada. Solo estaba leyendo el título del libro que está leyendo esa niña – respondió Rin – Hamlet, ¿le conoces?

– ¿Es la historia del cual muere el rey de Dinamarca porque su hermano le echó veneno en el oído y comienza a decirle a su hijo que lo vengue, matando a su tío? – preguntó Haruka – es de William Shakespeare. Al final todos mueren.

– Lo sé – confirmó Rin – pero aun así encuentro interesante la trama – comentó.

– Sí.

Luego de esa conversación tan casual, siguieron disfrutando del paisaje.

 

 

El cuarto día había llegado. Este día a diferencia de los otros se sentía verdaderamente helado, tal vez porque ya se encontraban en medio del mar, sin tierras a la vista y el que el oleaje este más fuerte de lo normal.

Ese día no habían querido levantarse del todo temprano, a decir verdad, se colocaron en pie cerca del mediodía, ya que ambos quisieron quedarse recostados en la cama, disfrutando de la compañía del otro. Lastimosamente el cuerpo comenzó a pedir alimento y se vieron en la necesidad de levantarse para ir a comer algo al casino.

Los dos iban caminando de la mano hacia el lugar, cuando de repente sintieron un pequeño estrellón y se detuvieron a ver de quién se trataba, encontrándose con una pequeña niña de unos siete años, corriendo mientras reía. Rin no le prestó mucha atención ya que sabía que la pequeña estaba jugando, cuando de repente un segundo estrellón hizo que detuvieran sus pasos nuevamente, encontrándose con la misma niña.

Ambos se miraron interrogantes, hasta que entendieron de qué se trataba; ambas eran hermanas gemelas. Vieron como las dos hermanas comenzaron a correr, una tras la otra y se perdieron en una esquina. Rin sonrió enternecido.

– Así que eran gemelas – concluyó el pelirrojo. Luego de eso, miró hacia Haruka y un extraño pensamiento surgió en él. ¿Cómo sería si Haru tuviera un hermano gemelo? La sola idea le causó gracia.

– ¿De qué te ríes? – preguntó el peliazul.

– No, de nada. Solo que me preguntaba cómo sería que tuvieras un hermano gemelo – dijo simplemente.

– No me gustaría la idea – contestó un poco hastiado.

– ¿Eh? ¿Por qué? – indagó extrañado.

– Porque sería igual a mí y lo más probable es que también se hubiera enamorado de ti – soltó. Esa respuesta hizo que Rin sonriera enternecido.

– Idiota – y dicho eso, le besó.

 

 

– Ho-Hola – su vista se posó en la silueta de la pequeña mujer que se encontraba sentada bajo la sombra de un árbol en el colegio. La chica aquella levantó su vista, provocando que sus mechones de cabellos azulados cayeran por sus hombros y le mirara con su profunda mirada celeste.

– Hola – contestó la aludida con un dejo de timidez.

– Soy Rin Matsuoka. La alumna nueva que acaba de llegar a tu curso – se presentó alegremente la mujer de largos cabellos rosados y mirada carmín – y tú eres Haruka, ¿no es así?

La aludida simplemente asintió.

– Haruka Nanase – agregó con un hilo de voz.

– ¡Un placer conocerte Haru-chan! ¡Espero y nos llevemos bien! – le respondió sonriendo cálidamente, a lo que Haru solo pudo mostrar una débil sonrisa.

– Hey, Rin – habló Haruka, sacudiendo a su novio y provocando que este despertara.

– ¿Eh? – preguntó desorientado y atontado por el reciente sueño.

– ¿Dónde dejaste mis pantalones café?

– En el tercer cajón – contestó dándose la vuelta y queriendo volver a dormir.

– Gracias – y ahí se alejó, encaminándose hacia el closet.

El sueño seguía rondando por la cabeza de Rin, ¿Haruka y él como mujeres? ¿qué diablos de sueños estaban teniendo últimamente? Eso en realidad, era bastante extraño.

 

 

El quinto pasó rápidamente, entre conversaciones, caminatas y demás, tal y como la habían pasado los otros días, completamente relajados. Dando paso al sexto día, el penúltimo de lo que duraba el viaje.

La cena de esa noche había sido completamente romántica, ambos comieron en la terraza, bajo la luz de la luna, hablaron un par de cosas y de fueron a su habitación. Una vez llegaron allí se comenzaron a besar de una forma desenfrenada, cayendo sobre la cama. Había pasado tiempo desde la última vez que compartieron besos y un momento tan íntimo como el que estaban por vivir, así que querían disfrutarlo al máximo.

Sus bocas se buscaban desesperadamente, moviéndolas al compás de la otra, refregando sus lenguas mutuamente y mordiendo sus labios inferiores, mientras que las inquietas manos del ojicarmín se paseaban a lo largo de todo el tórax del peliazul, degustando cada centímetro y lugar.

Los brazos de Haruka se posaron en la cintura de Rin, comenzando poco a poco a subir la polera de este intentando sacarla, a la par de que pequeños jadeos escapaban de sus labios, cuando sentía los labios del contrario sobre su cuello. Finalizada su tarea, Rin hizo lo mismo con la polera del peliazul, quedando ambos con el pecho al descubierto.

Sin demora, Rin fue bajando gradualmente su boca por todo el pecho del ojiceleste, lamiendo y chupando, cada centímetro de piel que se le presentaba por delante, arrancándole varios gemidos y suspiros a su novio, quien se encontraba bajo suyo.

– Ummh… Rin – suspiraba el peliazul, al sentir la cálida lengua del pelirrojo sobre uno de sus pezones, siendo estimulado por su otra mano en su entrepierna, aun cubierta por los pantalones.

La boca del ojicarmín siguió bajando, hasta que llegó a la orilla de los pantalones del otro, sacándolos lentamente y dejando completamente expuesto a su novio. Lo recostó bien sobre la cama y comenzó el trabajo de dilatación, mientras lo besaba fervientemente.

– Ngh… Rin… Ahh – los gemidos iban subiendo de nivel gradualmente, al sentir como uno de los dedos del pelirrojo buscaba en su interior, a la vez que era besado apasionadamente.

Colocó un segundo dedo en su interior, la verdad es que no era necesaria tanta preparación, ya que no era primera vez que lo hacían, pero aun así, Rin no quería dañar al peliazul, por lo que en cada sesión hacia lo mismo.

Cuando supo que este ya estaba listo, sacó sus dedos y bajó su propia cremallera de sus pantalones, y dejando expuesto su miembro. Se posó entre las piernas del ojiceleste y le dio el aviso de que entraría, siendo concedido por un acalorado, sonrojado y además, ansioso Haruka.

Poco a poco fue ingresando por la entrada del peliazul, sintiendo inmediatamente la calidez que este le entregaba, arrancándole un gemido desde el fondo de su garganta.

– Mm… Ha-Haru – gruñó el ojicarmín entrando poco a poco.

– ¡Ah! Rin… Ngh… Ahh – le seguía también el ojiceleste, sintiendo la dureza del otro en su interior.

Cuando ya se vio completamente dentro, comenzó a mover sus caderas, entrando y saliendo, lentamente y saboreando cada sensación que este le entregaba, soltando gruñidos y pequeños gemidos de placer, que solo Haruka le provocaba.

– Rin m-más… más ra-rápido… Ahh… Mm… – pedía entre jadeos el ojiceleste, siendo concedido casi de forma inmediata por su novio, quien comenzó a moverse mucho más rápido, soltando gemidos en un volumen más alto que los anteriores.

– Ahh… Haru… Mm… Ahh – nada coherente salía de sus bocas, simplemente se estaban entregando al placer del momento.

– ¡Ah! ¡A-Ahí Rin! Ngh… – exclamó cuando sintió que tocó aquel punto que le hacía enloquecer aún más.

Rin entendió el mensaje y siguió golpeando, con mayor fuerza y rapidez, arrancando muchos más jadeos, gemidos y exclamaciones a su novio. Claro, por su parte estaba pasando algo parecido, sintiendo que en cualquier momento se correría.

– ¡Ah! ¡Rin me co-corro! – comenzó a avisar el peliazul, al sentir que pronto alcanzaría el clímax.

– Y-Yo también… Ngh – siguió con su movimiento de caderas, jadeando fuertemente

– ¡Rin, y-ya! ¡Ah! – y dicho eso, Haru arqueó la espalda, dejando salir toda su semilla.

Rin dio unas estocadas más al cuerpo de Haru y se corrió también, jadeando fuertemente.

Ambos se miraron una vez más y se besaron, a la vez que Rin salía del interior del peliazul y se recostaba a su lado, abrazándolo fuertemente. Haruka apoyó su cabeza sobre el pecho de Rin, sintiendo los agitados latidos de su corazón por la reciente actividad realizada.

Todo quedó en silencio por un par de minutos, hasta que le pelirrojo rompió este, haciendo una pregunta que dejó un poco descolocado a Haru.

– Haru, digamos en el caso hipotético de que podemos tener hijos – habló Rin – qué es lo que te gustaría tener ¿niño o niña?

– ¿A qué se debe tu pregunta? – indagó extrañado.

– Solo responde – pidió este

– Pues me daría lo mismo, mientras sea nuestro hijo y este sano – contestó simplemente – ¿y tú?

– Pues a mí me gustaría tener una niña – dijo con un extraño brillo en los ojos – sería bonito, sacaría todo mi lado paternal con ella. Sería mi pequeña princesa – soltó sonriendo.

– Yo no creo que te gustaría mucho.

– ¿Por qué? – preguntó mirando a su novio.

– Porque cuando creciera estarías con los nervios de punta. Serías más celoso con ella que conmigo. A la pobre no la dejarías ni salir con cualquier chico – soltó.

Ese comentario hizo reír a Rin.

– Pero por supuesto. Sería mi pequeño tesoro, no dejaría que cualquiera colocara sus manos sobre ella – contestó simplemente. Luego rio – me la imagino pequeña, de cabello rosado y largo, junto a tus ojos celestes…

– Sería una extraña mezcla de tu personalidad y la mía – continuó Haru – tendría tu espontaneidad como carácter principal, pero seria en algunos casos.

– Tienes razón – aceptó riendo, para luego mirar de nueva cuenta su novio – Haru…

– ¿Mm?

– Te amo.

– Y yo a ti – se besaron por última vez, se arreglaron y se durmieron, soñando con el cómo sería poder formar su propia familia, con la niña que acababan de imaginarse antes de dormir.

 

 

El último día llegó finalmente, y con eso, ambos arreglaron sus cosas temprano por la mañana, para no estar a última hora haciéndolo.

El reloj marcaba las cuatro de la tarde y los dos estaban dando su última vuelta por la popa, viendo a lo lejos como aparecía lo que era Japón, calculando que llegarían al puerto en cerca de dos horas, aproximadamente.

Rin y Haru estaban apoyados en la barandilla, contemplando el paisaje, uno junto al otro, viendo como el Sol comenzaba a esconderse tras la gran masa de agua, gradualmente, lentamente. La vista que les regalaban, era mejor que cualquier otra cosa.

– Rin – llamó Haruka en medio del silencio.

– ¿Sí?

– Gracias por todo… por estar siempre conmigo, por apoyarme en todo y por sobre todo, por estar a mi lado.

El pelirrojo al escuchar aquello, sonrió abiertamente.

– Sabes que no debes agradecérmelo, en cambio yo debería agradecerte por todo lo que has hecho por mí.

Ambos se miraron, una extraña corriente recorrió sus cuerpos, la llama en ambos era lo suficientemente fuerte como para saber que esta nunca se apagaría. La intensidad de sus miradas lo decía todo.

Poco a poco se fueron acercando y se besaron, un beso con sabor a sentimientos, con sabor a dulzura, con sabor a amor. Todos aquellos sentimientos que se albergaban en su ser.

– Te amo, Rin.

– Y yo a ti, Haru.

“… A lo largo de este camino que continúa a lo largo del rio, en el tiempo que pasamos juntos, yo tímidamente huelo tu fragancia. Cuando miré sobre mi hombro, te vi mientras agitabas tu mano diciendo “adiós” Tu figura por la noche, centellea en mi corazón. Después de que miré al cielo y suspiré, sentí que podía decirte mis sentimientos, sin pensarlo te seguí…”

Hatsukoi – Mamoru Miyano

Notas finales:

Espero que les haya gustado! estaré esperando sus comentarios *---* <3

 

Nos vemos en la proxima!


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