Año 2021
Apenas estaba amaneciendo, y unas nubes grises no dejaban ver el sol.
Hoy no era un día "normal" para Eren Jaeger, que estaba todo vestido de negro... Era un mal día, una mala semana, un mal mes, un mal año, una mala vida.
Su madre, Carla Jaeger, había muerto. Se suicido, puesto que su salud mental estaba muy deteriorada, tanto como para llegar a ese punto.
La verdad, Eren no estaba tan lejos de su madre en cuanto a "locura" se refería, pero lo que el sufría era mas controlable: Depresión junto con un poco de ansiedad, que era mas normal, pero no dejaba de ser un problema, y que, en cuanto a amigos se refería, solo tenía a su hermana y a Armin, aunque para el, esas 2 personas eran mas que suficientes.
Pero para Eren, perder a su madre fue un golpe muy duro, tanto como para dejarlo llorando toda la noche anterior con una navaja pasando incontables veces por su brazo izquierdo, manchando la cama de su propia sangre mezclada con lagrimas.
Ya era de día, sus brazos dolían, pero dolía más vivir -este mundo es cruel- se repetía mentalmente, se levanto de su cama y se comenzaba a arreglar. Lagrimas caían por montones mientras se acomodaba su esmoquin negro. apenas y se acomodo un mechón de cabello, se limpio el desastre que se dejo en la cara y, preparado para el velorio de su madre, salió de su habitación.
En la planta baja de su hogar, en el comedor, encontró a su hermana adoptiva, Mikasa, quien, vestida con un vestido negro y una bufanda roja, esperaba a su hermano para "desayunar".
-hay agua hervida, por si quieres tomar café- decía su hermana, mientras se acomodaba unos cabellos detrás de la oreja -ah, Eren, muéstrame tus muñecas- dijo, recordando que su padre le había dicho que todas las mañanas debía revisar que Eren no se autolesionara por el bien del castaño.
-No lo haré-. Dijo Eren, asustado, recordando la noche anterior, lo que le provocó agarrarse el brazo izquierdo. - No tengo porque -. Replicó el castaño, nervioso, empezando a temblar.
-Eren, si lo hago es por que te quiero, y no quiero que termines igual que nuestra madre- la pelinegra reacciono tarde, esas tal vez no eran las palabras correctas, no ahora, no dentro de un año, ni nunca. El castaño se derrumbó de repente, solo comenzó a llorar y se sentó en la mesa, se sentía como si le hubiesen tirado un balde de agua fría. Con el rostro tapado con las manos, dejo correr fluidamente las lagrimas, todas caían de sus ojos a las palmas de sus manos, donde se resbalaban hacia los lados y caían hacia el suelo.
Después de 5 minutos, que parecieron una eternidad, Eren dejo de llorar y le mostró a Mikasa sus brazos; en el derecho, 4 o 5 líneas estaban marcadas sobre su piel, en el izquierdo, eran tantas que no las podía contar, unas muy profundas, otras pequeñas, y algunas todavía emanaban sangre -lo siento- decía el castaño mientras su hermana reflexionaba "si no lo puedo proteger de si mismo, ¿como lo protejo de los demas?" Sintiendo un nudo en la garganta que le obstruía el paso hasta del aire.
Después de los 2 días que fueron funeral y entierro de su madre, Eren Jaeger se encontraba en su habitación, en su cama, a la media noche, despierto, con lagrimas en el rostro, mirando hacia el techo. Se encontraba mal, muy mal, no era necesario estar frente a el en ese momento para saberlo, parecía un muñeco de trapo, sin vida, sin brillo en los ojos, sin nada.
Y así fueron las siguientes 2 semanas...
Se volvió más invisible de lo que ya era, dejo de comer, no hablaba con nadie, no sonreía, no sentía la necesidad de expresar sentimientos, no parecía tener voluntad. Y empezó a morir lentamente desde dentro.
Un día viernes, de camino a su hogar, compro unas cuantas navajas de afeitar y una cuerda bastante gruesa, tenía decidido acabar con su vida, nada le importaba, ni siquiera el hecho de tener un buen amigo y a su hermana adoptiva, el solo quería dormir eternamente.
Pero cual seria su sorpresa, que cuando llego a su hogar, su padre, Grisha Jaeger, lo amordazó y ató con la misma cuerda que Eren compró, el chico trato de defenderse pero su padre le inyectó un sedante y... Eren se desmayo.
Cuando Eren despertó, se sentía mareado y confundido, se dio cuenta de que estaba atado de brazos y pies a una silla, pero no recordaba como es que había llegado a donde quiera que estuviera -Al fin despiertas, hijo- escucho la voz de su padre, que se oía un tanto seria, pero no hasta el punto de provocar miedo -tal vez, o bueno, a quien engaño, seguro que te preguntas por que estas aquí- prosiguió Grisha, que caminaba en círculos alrededor de su hijo -bueno, he estado en un trabajo secreto desde unas dos semanas y...- hizo una pausa para tragar saliva duramente -¿y?- preguntó Eren, ya mas consciente de lo que ocurría -y me pidieron ofrecerte como sujeto de experimentación- termino la frase, causando el pánico por parte del menor -escucha, desde hace años se ha evaluado la posibilidad del viaje en el tiempo, y se podría decir que se ha perfeccionado, o al menos, posibilitado- hizo una pausa para desatar a su hijo -si tu participas como sujeto de experimentación hay un 60% de probabilidades de que logres ir al pasado o futuro exitosamente- sonaba tentador para Eren, por un lado, tenía una gran posibilidad de ir al pasado, pero... -Pero... ¿Y el otro 40%?- pregunto el castaño, atemorizado -es la probabilidad de que desaparezcas...- respondió a secas su padre -pero, vamos, Eren, hazlo por tu padre- y el menor, después de dudarlo un poco, solamente asintió con la cabeza. Su padre le inserto un anillo en un dedo y le dijo -Piensa en un numero del 1 a 3000- a lo que Eren simplemente grito -¡855!- y derrepente .... Desapareció.
Eren podía ver todo el espectáculo de como cambiaban las cosas, veía todo desvanecerse y emerger, era como ver una película al revés... Hasta que, mareado, se desmayo.
Año 855
Despertó en una llanura, a lo lejos se podía ver unos grandes muros ser derrumbados y veía como la gente hacia su vida, a la distancia se lograban oír gritos con frases como "hemos ganado la guerra contra los titanes" y "por fin la humanidad es libre" a lo que el castaño solo se confundió mas.
Se dirigió hacia un bosque, donde se ocultó tras un árbol, el cual, se encargaba de cubrirlo con su tronco y los demás árboles servian por sus hojas, ya que se estaba entrando en verano en aquella época. El castaño prosiguió por evaluar su vestimenta, que no era muy rara: pantalones totalmente negros y una camiseta blanca con corbata roja, todo hecho un desastre por el incidente con su padre de hacía un rato, o bueno, de dentro de cientos de años.
Y entonces, alguien llego...
-Disculpa, ¿estas bien?- escucho el castaño, una voz bastante similar a la suya que le provocó el susto de su vida. Al voltear al frente, vio lo imposible.
Dicen, que no debes de hablar con tu yo del pasado, por que puedes generar la paradoja del abuelo...
¿Pero cómo explicar lo que tenía enfrente?
-Adivino, tu nombre es Eren Jaeger- preguntó el chico del futuro
-Así es...- respondió un poco impresionado el Eren de esa época, al notar que, además de conocer su nombre, aquel otro muchacho era como su gemelo.
-¿Pero quien eres tu?- preguntó el castaño de esa época
-Yo soy Eren Jaeger- respondió el viajero en el tiempo
-¿pero que carajo pasa aquí?- preguntó una voz seria, un tanto lejos del encuentro -¡dos mocosos! Así que, Jaeger, ¿también tienes habilidad para duplicarte?- siguió Levi Ackerman, acercándose a los Eren.
-Jean, es en serio, deja de fingir- dijo Eren de la época, que comenzaba a sentirse nervioso. -¿quién es Jean?- preguntó el otro castaño, ganando que, acto seguido, Levi lo tomara del cabello y lo jalara para luego, dirigir la cabeza del viajero en el tiempo a la suela del zapato del Ackerman, provocando que este solo se tumbara en el suelo y usará su corbata para taparse las fosas nasales que comenzaban a emanar sangre. -No, de verdad es Eren, Eren- dijo el pelinegro mientras se agachaba para ayudar al castaño a levantarse del suelo -pero ¿de donde saliste?- preguntó el Ackerman al Eren del futuro -yo... Vengo del futuro- dijo el castaño, mientras el otro castaño lo miro confundido y Levi simplemente hizo un -tsk- con su boca.
Pero el Ackerman no podía negar que la apariencia frágil que tenía el otro Eren, que decía venir del futuro, le provocaba una sensación fuerte de que debía protegerlo.
Además, tenía los mismos ojos de el Eren que siempre conoció, el mismo color verde, que tanto le gustaba como se veía en los ojos del menor... Como 2 esmeraldas.