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Collision por Satommy

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Notas del fanfic:

Historia del día 2 de Agosto para el 2min’s month.
Proyecto ¨Warm love in August¨ de Twomin Planet.

 

 

 

 

 

Dedicado a: Chango.

 

Gracias por todo, siempre.

Notas del capitulo:

Quería hacer algo más bonito, pero el tiempo no estuvo de mi lado.

Espero que les guste, gracias~ ¡Y felíz mes 2min!

MinHo giró el móvil sobre la mesa, generando que apenas un pequeño sonido lograse oírse a causa del relieve de la madera que raspaba el elegante protector de su celular. Era áspera, era tosca. No era tersa, no era firme, no era…

 

Se dio un golpe mental, dejando caer la cabeza contra la dura firmeza del mueble, incapaz de sacarse del pensamiento aquellas manos que de casualidad lo hubieron tocado en aquel café. Habían sido segundos, pero estos bastaron para grabarse a fuego en sus recuerdos.

 

-          Hey, Min, ¿por qué no me esperaste? – Kim KiBum llegó ante él, dejando a un lado su bolso para elevar la mano y pedir al mesero que le atendiese. MinHo lo miró y recobró, superficialmente, la compostura.- Te dije que demoraría apenas unos minutos, pero cuando vi, ya te habías adelantado. – un joven pelinegro se acercó. Key lo miró con recelo por lo peculiar y fino de su aspecto, susurrando sólo un “macciato” en voz baja, se giró a mirar al alto.- Hace ya… varios días que frecuentas éste café, amor.

 

-          Cariño… - MinHo rió entre dientes, siendo descarado porque mientras KiBum había observado con desdén al pobre muchacho, él lo había vuelto a admirar. Lee TaeMin era una escultura bellísima para apreciar y su novio lo sabía. Sus celos se olían, eran hasta tiernos.- Deja de creer historias extrañas inventadas por tu propia mente.

 

-          ¡MinHo! Ah, es que… Eres mío, cielo. – KiBum miró por la ventana,  avergonzado de repente por la certeza de sus palabras pero Choi sólo sonrió, mirando como la caballera negra del mesero caía graciosamente por los costados de su rostro, haciéndolo ver más pálido de lo que en verdad era.

 

-          Soy tuyo, amor, sólo tuyo.

 

KiBum sonrió amplio ante la doble afirmación, aunque su sonrisa desapareció de inmediato cuando el joven “TaeMin” –como decía en su pequeño identificador de plástico en el pecho-, llegó ante él, entregándole el pedido con una sonrisa apenas perceptible.

 

-          Entonces, ¿todo listo para el festival de deportes de mañana? – Key dio un sorbito a su bebida, mirando interrogante a su novio.- Si ganan, los directivos dijeron que pagarían por un camión entero de cerveza. Lo creería una exageración, pero como en 10 años no se ha ganado un solo campeonato de fútbol interuniversidades y éste año somos los favoritos, no dudo que KyunHyun lo esté diciendo en serio.

 

-          Te está faltando mencionar algo crucial, primor. – Choi sonrió tan coqueto, que Key se ruborizó. Mirando a su taza y no a él-. Soy su amigo, y cualquier excusa para desperdiciar el presupuesto de la universidad, es bueno.

 

Key bufó, entre riendo y ofendido. Su novio era así, medio idiota, medio agradable, pero una combinación agradable. Cerró los ojos y sorbió de su macciato, derritiéndose por el delicioso sabor en su paladar.

 

MinHo aprovechó, y la sonrisa que había pintado para su pareja, la dirigió al joven que llevaba ahora dos malteadas en su bandeja plateada.

 

Lee TaeMin no se lo esperó y de la nada, un sonido de cristales haciéndose añicos, llenó el reducido espacio de ese café.

 

 -·=»‡«=·-

 

Siwon miró a su hermano menor con curiosidad infinita. Era sábado por la mañana, el partido de las finales se llevaría en menos de dos horas pero el joven al que le había “heredado” el puesto de capitán del equipo de fútbol, seguía tonteando mientras escogía ropa.

 

Demasiado “gay” para ser verdad. Aunque no lo juzgaba, KiBum le agradaba pero nunca había visto tan detallista al menor y eso sinceramente, ya merecía de por si algo más de atención. El que no estuviera con su equipo practicando o calentando, ya era una cosa de admiración.

 

Choi MinHo, jamás faltaba a una práctica. Siwon lo educó así, por eso, parado fuera de su habitación, lo miraba casi con los ojos desorbitados, queriendo entender qué demonios había pasado para que su querido hermanito cambiase sus prioridades por simples banalidades y un bonito trasero para follar -porque no era ciego y por más que le gustaran las mujeres, debía admitir que Key tenía un buen trasero-.

 

-          Hey, campeón, ¿tan seguro del trofeo? – MinHo se encogió de hombros al escucharlo, Siwon enarcó ambas cejas en sorpresa por su desinterés.- ¿Por qué tanta seguridad?

 

-          Joy e Irene, creyeron que sería divertido seducirlos… - mintió a medias.- Y los idiotas cayeron.

 

-          ¿Vas a ganar haciendo trampa? ¿Dónde carajos dejas el orgullo Choi?

 

-          Vamos, Siwi. – el menor esquivó el golpe de su hermano por aquel vergonzoso y empezó a reír. Entre sus risas, se probó una camiseta negra de mangas largas que se le entallaba, marcando los músculos de sus hombros y su espalda de la manera que le gustaba.- Sabes que les íbamos a ganar sí o sí. Todos lo sabían.

 

-          Sólo porque los mejores jugadores de su equipo se graduaron el año pasado. – bufó, apoyándose contra el umbral de su puerta para seguir observando incrédulo como Narciso se enamoraba de su reflejo.

 

-          Como fuera. – MinHo se miró al espejo, se quitó la prenda y fue a buscar un pantalón que le hiciera juego. Aunque de paso, cogió un par de camisetas más para ver si al final cambiaba la negra ya elegida.

 

-          Ponte algo blanco encima – cortó de pronto, Siwon ya hastiado de su comportamiento.- Y usa el pantalón negro apretado que te regaló tu “novio”, seguro te lo quitará rápido para que lo folles.

 

MinHo se giró a verlo con una pequeña interrogante y luego recordó, que sí, efectivamente tenía novio y una punzada de culpa le atenazó el corazón.

 

-          ¡Taaaeeeeeeeeeeeeeeeeem!

 

El grito rompió con la paz del local y le cortó el sabor de su capuccino, era jueves, dos días después del encuentro con KiBum en la cafetería y él ya estaba de nuevo ahí, ordenando cualquier cosa de la lista sólo para que el bonito mesero lo atendiese.

 

Pero aquel día, a diferencia de los otros, apareció alguien que no creyó. Kim JongIn abrazaba y, bueno, apachurraba el cuerpo menudo del pelinegro, saltando de alegría. El recién incorporado de SU equipo de fútbol estaba abrazando a su bonita estatua, como si fueran conocidos de años. Conocidos, porque Kai era demasiado imbécil como para ser amigo de un ser inmaculado como lo era el mesero.

 

-          ¿Qué sucede, Jongiie? – MinHo bufó, ocultándose de repente detrás de la carta del café para poder mirar “disimuladamente” al otro par.

 

-          ¡Me pusieron de titular en el equipo! Debes ir, idiota, no seas un maldito desgraciado que yo te he acompañado en todas tus malditas competencias de…

 

Choi empujó adrede la taza de café de su mesa. Nadie, pero nadie debería tener el derecho y descaro de hablar así delante de una persona como lo era TaeMin.

Los dos jóvenes que estaban a tan sólo unos pasos, se separaron a causa del estrépito y el pelinegro no tuvo más opción que separarse de su amigo para ir a buscar una escoba y un trapeador.

 

No fue hasta muchas horas después que se dio cuenta que gracias a su genial idea de cambiar a JiMin por JongIn, ahora TaeMin iría a su partido de fútbol.

 

Pero el premio mayor llegó con creces el viernes, el día anterior. KiBum se iría de viaje a Estados Unidos por algún imprevisto con un familiar y gracias a una apuesta entre sus amigas, Joy e Irene habían tenido que gastar, los ahorros de un mes, en cerveza para seducir a sus ex novios que, casualmente, eran jugadores del equipo rival del de MinHo.

 

No creía en ningún dios o ser celestial, pero debía admitir que los planetas se habían alineado y él no debía desaprovechar la oportunidad.

 

Sí, bien, lo admitía ahí delante de su espejo y de la mirada inquisitiva de su hermano, que lo suyo no era la infidelidad. Era una falta de respeto que no podría perdonar nunca y que por lo mismo, no lo haría, pero tenía unas ganas malditas al mesero. Unas ganas que ya no podía contener por cómo le hervía la sangre y le alteraba casi el comportamiento de manera enfermiza cuando lo tenía cerca.

 

Eso, y su consumo de cafeína le volvería los dientes amarillos en menos tiempo de lo que nadie quisiera. Era una cuestión de salud, netamente… Además, como dice el dicho, “ojos que no ven, corazón que no siente”.

 

MinHo sabía que si jugaba bien sus cartas, esa noche tendría un polvo memorable con el cual se podría masturbar los siguientes meses, manteniendo tranquilamente su relación con Kim KiBum.

 

-          Hey, hey, tierra llamando a Choi jr. ¿Qué mirada es esa? Parecía como si el demonio te poseyera.

 

-          Nada, hyung. – MinHo guiñó el ojo y tomó el pantalón negro que su hermano le aconsejó y que sí, efectivamente le había regalado KiBum.- Ya estás imaginando cosas.

 

 -·=»‡«=·-

 

Se relamió el labio inferior, estaba nervioso y ansioso. No, no era idiota y mucho menos era el típico iluso que no se daba cuenta de lo que alguien buscaba con él. Por dios, a sus 22 años decir que era inocente era una falacia que hasta lo ofendía pero había mucha diferencia a ser alguien que disfrutara de la sexualidad en pareja a ser… La persona con la que alguien más quería jugar.

 

TaeMin no era tonto, él sabía lo que Choi buscaba, lo supo la segunda semana en que el alto se manifestó en su centro de trabajo, pidiéndole el mismo café esos días y confirmándolo cuando sus visitas se hicieron tan continuas que el tuteo sólo fue un paso más en su coqueteo sutil. Tímido, casi.

Sólo que esa noche parecía ser diferente, lo presentía. En su pecho la burbuja de expectación sólo se llenaba más de aire y él, miraba nervioso la hora en el reloj de su mesa de noche. ¿A qué hora dijo JongIn que debía ir? ¿A las 5 o a las 6? ¿Le pidió algo o sólo le dijo que fuera?

 

Sus pensamientos eran tan variados y volados que no podía concentrarse. Cerraba los ojos que el capitan del equipo de fútbol de su amigo se acomodaba tal cual rey en su trono, dentro de su cabeza. Era desesperante, pero incluso ya había aprendido a tolerarlo.

 

Y una media hora más tarde, ya se encontraba ahí, sentado en las gradas de la cancha de fútbol junto a desconocidos, pero admirando a la camiseta con el "99" en la espalda y el "Choi" brillaba en letras blancas.

El pelinegro lo observó de lejos, era como si admirase la perfección del fuego que te daba calor y a la vez te quemaba. Cada partícula de su ser, cada gota de sangre evaporada. Choi MinHo era ello que no podía definir en palabras y lo peor, algo que no podía definir en sentimientos.

 

¿Era sólo algo que le daba curiosidad por probar o era ello que se cruzaba una vez en tu vida, que te derretía y volvía a dar forma corpórea sólo para empezar con el nuevo círculo vicioso? ¿Qué era?

 

¿Por qué de repente, se sentía tan ido?

 

-·=»‡«=·-

 

El partido había acabado y MinHo no sabía como el festejo se había alcanzado a desplegarse por todo el campus universitario. Su victoria -porque el gol fue suyo-, era celebrada por litros industriales de alcohol. Confirmando así la teoría de que KyuHyun no había escatimado en gastos y que en realidad, había desperdiciado de más.

Él ya no tenía consciencia de cuántas cervezas recorrían sus venas, haciéndole fluctuar entre los pasos contados que trataba de dar contra el grass. Vaivenes torpes que le hacían mantenerse a las justas en pie.

 

Vergonzoso, hasta decir basta.

 

Pero situación que no tomó importancia cuando divisó a lo lejos a Kai, siendo sujetado y abrazado por un cuerpo menudo que muchas horas antes, había estado esperando.

Sonrió lascivo, recordando de pronto lo que su mente había maquinado.

 

-          Hey, ¿tan poca resistencia, Kim? – escuchó a JongIn insultarlo y él sólo rió, girando de pronto a TaeMin que tenía las mejillas sonrosadas, no sabiendo si era porque lo miraba o porque había bebido. - Creo que te he visto antes.

 

-          Puede ser. – contestó el menor, simulando una pequeña sonrisa.- ¿Quién eres? – aunque ya sabía su nombre, quería escucharlo pronunciarlo. Aunque bueno, sus palabras arrastradas por el licor no le darían el placer completo de compartir esa conversación.

 

-          Choi MinHo, y tú, eres Lee TaeMin.

 

El menor parpadeó, para seguir con una risa casi estruendosa que ofendió a MinHo.

 

-          ¿De qué te ríes?

 

-          De nada, hyung.

 

Ninguno supo cómo, ninguno supo por qué. Pero de repente ambos ya estaban envueltos en una guerra de lengua y manos, tocando rincones deseados, prohibidos. MinHo presionando con la yema de sus dedos la entrada del pelinegro, queriendo forzarse contra la tela y penetrarlo así.

TaeMin, separando las piernas porque era injusto que la ropa no pudiera desmaterializarse.

 

El mayor entonces lo apoyó mejor contra la puerta del baño –un baño que todavía no entendía de dónde había salido ni cómo ellos habían llegado ahí- Y lo obligó a inclinarse, dejando su trasero erguido y él quitándole la prenda rápidamente. Sus dedos lo ultrajaron y con la desesperación digna de tanto tiempo mirándolo de lejos, lo embistió, tocando el cielo y viviendo la gloria con su cuerpo.

-·=»‡«=·-

 

¿Cómo es que había ocurrido todo? ¿Cómo era que su percepción del bien y el mal en un momento de debilidad se habían disipado para sólo dar paso a aquella sensación de bienestar que le rodeaba el cuerpo?

Esa sensación que le subía por la espina dorsal, se desplegaba por cada una de sus venas y terminaba por estallar en su vientre con esa extremadamente irreal sensación. Con esa manifestación casi celestial que lo estaba poseyendo.

 

Las manos de MinHo lo tomaron por la cintura, su cuerpo bien torneado se encorvó sobre el suyo apenas delineado por los músculos y sus dientes se clavaron en su nívea piel. TaeMin gimió, sus dedos haciendo pequeñas garras que se afianzaron en el torso del alto; presionando hasta que ligeras curvaturas rojizas se plasmaron en la piel ligeramente tostada del que yacía arriba suyo.

 

-          MinHo… va a llegar KiBum…

 

El mayor lo calló con un beso, su boca buscando y clamando por la ajena con una desesperación digna de… de él. Porque sólo Choi podía darle forma a una manifestación meramente emocional.

¿Qué si la pasión tenía rostro? ¿Qué si la lujuria tenía labios?

 

¿Qué si el amor tenía ojos?

 

Hace más de un año que llevaba el papel de “amante”, que el juego en el que se hubo metido del tira y afloja había cedido hasta plasmar en físico cada uno de esos deseos que se hubieron dado el trabajo de llevar al límite en tensión.

 

Y es que no podían culparlos, no podían. ¿Quién en su sano juicio era capaz de huir de aquel con el que tenías una conexión instantánea? ¡Era imposible!

 

-          TaeMin… gírate.

 

-          Así no… no, MinHo…

 

Sin embargo fueron quejas al aire, el alto lo tomó por la cintura y sin esfuerzo alguno lo acomodó en la cama que hace poco había comprado con KiBum.

Le presionó la espalda, causando que su rostro terminase pegado al colchón y con su otra mano, ayudó a levantarle las caderas, posicionándolo para él.

 

-          ¿Has sido bueno, TaeMin?

 

-          Min-MinHo… cállate.

 

-          ¿Ese es un sí o un no?

 

El menor se calló, teniendo en su memoria la historia apenas ocurrida. Recuerdos nublados que dejaron de plasmarse cuando la lengua del alto empezaba a delinear su entrada.

Y era así, obsesivo, le gustaba besarlo, morderlo, marcarlo en cada centímetro de piel que pudiera descubrir para él.

 

La ropa hace mucho rato ya había caído por los costados de la cama, siendo olvidadas por un fin mejor. Un fin que a TaeMin le robó un nuevo gemido y que a MinHo le ponía a mil la erección.

 

Sólo segundos disfrutó de lamer y penetrar su anillo muscular con la lengua, segundos que prepararon y lubricaron la pequeña entrada del más joven antes de embestirlo sin sutileza. Le gustaba hacérselo duro, y al pelinegro, recibirlo de golpe con ese sonido húmedo de retaguardia contra la pelvis ajena.

 

Choi jadeó cuando las paredes lo apresaron, su miembro palpitando con vitalidad contra la presión que se ejercía y se forzaba a sí mismo a entrar. Una, otra, y otra vez, penetrándolo hasta que sus gónadas se aplastaban contra sus suaves glúteos, hasta que la punta de su falo lo abría y tentaba su próstata con lujuria. TaeMin sudando, cediendo, sollozando de placer contra las sábana blancas de seda que KiBum tanto se había esforzado en conseguir para su nido de amor.

 

Un nido de amor que ellos habían usurpado.

 

-          N-no… no toques…

 

Pero MinHo no lo escuchó, tomó entre sus manos el miembro del menor y empezó a masturbarlo según sus propias embestidas. A ambos, el límite ya estaba por ser colmado, el climax a nada de ser alcanzado cuando una suave tos, que camuflaba a un sollozo, los detuvo.

 

-          Lo supuse… Siempre lo pensé, pero MinHo, ¿en verdad vas a mandar al demonio 10 años de relación por una calentura? ¿Por éste calienta pollas?

 

TaeMin se liberó en la mano del mayor, siendo ese, el orgasmo más patético y triste de toda su vida.

 

-·=»‡«=·-

 

-          No entiendo de qué te quejas, o por qué sufres si quiera. Siempre fuiste “el otro”, no puedes llorar la pérdida de alguien que en primer lugar, nunca te perteneció.

 

Las palabras de Kai le calaron el alma, y de lo que su cuerpo ya estaba acurrucado contra el árbol, vio la manera de contraerse más y convertirse sólo en una forma de ropa abultada. Su rostro oculto entre las rodillas para que nadie le viera llorar y el sonido ahogado de sus sollozos se perdiera contra la tela del pantalón.

 

Su mejor amigo tenía razón, ¿por qué demonios se hallaba llorando por alguien que en primer lugar, sólo lo había como un revolcón? Que los encuentros se hubieran vuelto rutinarios, que cada vez las escapadas a escondidas, las visitas al café, los besos robados y los dedos entrelazados le fueran significando algo más a él, no tenía que significar que también lo hacía para el alto.

 

Porque el alto ya se lo había dicho muchas veces: “No confundas, Lee, yo amo a KiBum.”

 

Aunque como decía Kai, su amor era lastimero porque si de verdad fuera así de puro e intenso como MinHo solía declarar, no habría habido besos, roces y citas entre ellos. Y es que, “no te quiero dar ánimos, pero Choi depende de ti, no sé cómo no se da cuenta.”

 

Pero yacía ahí, desvalido por el corazón roto y por la ceguera de aquel que había regresado con su novio después de un año ferviente de infidelidad. TaeMin ya lo sabía, pero, ¿por qué le dolía tanto? ¿por qué no podía controlarlo? ¿Por qué sentía que el aire era escaso por más que respirara por la boca y el ahogo en su pecho le provocara un ataque de ansiedad?

 

¿En qué momento se había enamorado así de feo?

 

JongIn lo observó largos minutos, tratando de levantarlo o de limpiarle el rostro, mas el menor seguía en posición fetal, negado al mundo. Negado a su realidad. Kai se puso de cuclillas y le dejó un pequeño paquete de pañuelos desechables, antes de darle unas pequeñas palmaditas en el hombro y marchar de su lugar de refugio, incapaz de seguir viendo esa imagen tan  rota que le hería. ¿Cómo cuidar a un amigo con el corazón partido, es que acaso se podía hacer algo más que dejar el tiempo pasar?

 

Y a lo lejos, escuchó un jadeo más lastimero y herido de parte de TaeMin. Era imposible que las personas en aquel parque, no pudieran señalar que había un alma en pena sufriendo por la pérdida de alguien.

 

-·=»‡«=·-

 

MinHo miraba la televisión, o fingía hacerlo mientras quería darle una línea de tiempo y acción a sus sentimientos. Hace un mes que KiBum lo "había castigado", por serle infiel con el mesero de la cafetería -lugar al que volvió para buscarlo pero que le dijeron que había renunciado-. Un castigo que se basaba en la abstinencia sexual o alguna tontería así pero que, si debía admitirlo, era casi un gesto de bondad a su atormentada alma.

En el año que había trascurrido, siempre creyó que el lazo que lo había unido a TaeMin era algo meramente físico. Sí, admitía que habían salido, que había veces en los que el sexo era lo último en su cabeza pero siempre lo relacionó a que para tener un buen fin, debía haber un buen trato.

Pero en ese tiempo, era como si todo se hubiera salido de control.

Su pensamiento, su tacto, sus labios lo reclamaban y buscaban en silencio, negándose a admitir en voz alta que se había enamorado de otro que no era KiBum.

 

Y eso, ese pensamiento, le hería la poca moral que le quedaba.

 

Recordaba a sus 15 años cuando empezó a salir con Key, como es que su lazo de amigos se había estrechado tanto al punto de pasar a ser novios. El primer beso, la primera vez. Habían roto infinidades de veces, cada quien siguiendo con su vida y conociendo más personas. Viviendo más, experimentando más, pero para luego finalmente volviendo a unirse porque así se sentía que debía ser.

 

Jamás se había arrepentido antes de dejar marchar a otro amante porque Key le hacía sentirse satisfecho con la vida y consigo, pero el conocer a TaeMin, el convivir a su lado tanto tiempo y de manera tan intensa le daba un giro completo a su enfoque, dejándolo en la nada misma.

 

En la total y completa desolación.

 

Desde los 15 a los 24 con una relación sólida y ahora... Ahora sólo quería que unos ojos pardos lo observaran con esa fascinación pura que sentía cuando estaba a su lado.

Pero, ¿qué hacer? ¿qué era lo correcto y qué estaba mal?

 

De repente su celular vibró, advirtiéndolo de un nuevo mensaje.

 

[SMS: Kim JongIn]

Hey, puto Choi. TaeMin está por la arboleda

cerca al campo de fútbol. Es la única vez que

te diré dónde está antes de que se desaparezca.

Y déjame decirte, es muy bueno huyendo.

 

MinHo se quedó mirando el mensaje y de nuevo la pregunta se clavó en su mente: "¿Qué hacer?"

 

Pero su subconsciente actuó más rápido que él, sus manos ya habían tomado las llaves de su departamento y salía embalado del lugar. Un mes que no se habían visto y sentía sus manos picar por abrazarlo.

 

Un mes que había sido suficiente para darse cuenta que realmente, no podía seguir así. Porque sí, KiBum significaba mucho para él, pero TaeMin se había encargado de destrozar incluso las bases más sólidas de su pensamiento para doblegarlo. Doblegarse mutuamente.

 

No había sido planeado pero... ¿Importaba? ¿A esas alturas debía darle relevancia?

No lo creía, así que no lo hizo.

 

MinHo salió, y al cerrar la puerta, se encontró con KiBum. Él en silencio se hizo a un lado, ocultando la mirada aguada de los ojos enormes por la desesperación.
Ninguno dijo nada, la respuesta era clara.

 

-·=»‡«=·-

 

Siwon frunció el ceño al ver al nuevo novio de su hermano. Era casi femenino, rasgos demasiado bonitos, perfectos para ser varón.


Estuvo por hablar, queriendo asegurarse que la figura con pantalones negros pegados y camiseta azul holgada, que estaba sentado en su sala de estar era varón pero pronto entró MinHo, ahuyentándolo con la mirada.

 

En años de relación con Key, el Choi mayor nunca había visto la posesividad de su hermano. Ahora podía jurar que sentía los rayos láser traspasarle la cabeza.

 

-          ¿Eso significa que no me lo vas a presentar?

 

-          Nop.

 

-          ¿Y es tu novio?

 

-          Sip.

 

-          ¿Y KiBum?

 

-          ¿KiBum quién?

 

Siwon sonrió de lado, le dio unas palmadas al menor y se fue de ahí. Era la primera vez que veía los ojos de MinHo brillar así. Él ni nadie, era quien para juzgar esa felicidad.

Notas finales:

Comentarios, quejas, críticas... Lamento si no está bonito bonito;;


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