Ve a Martin acercarse y no sabe cómo reaccionar, intenta no mirarlo directamente pero es imposible evitarlo ese inmenso muchacho derrocha testosterona en cada movimiento, su tez oscura, sus brazos musculosos, sus piernas bien trabajadas al igual que su torso lo enloquecen y ni hablar de su trasero, no se priva fantasear un poco con él, apretándolo y mordiéndolo, cuando sale de su ensoñación sierra su boca percatándose de que está a punto de babear y mira para otro lado cuando su mirada se cruza con la de Martin, no sabe si angustiarse o sentirse afortunado, sería la primera vez que lo miraba tal vez, sigue con su mirada el trasero de Martin, pero no puede sacarse de la mente aquellos ojos ocurso como la noche y aquel rostro tosco y ceñudo, siempre tan malote ¿y qué es eso? Carga un libro, que extraño, es bordo igual que el suyo, escucha un grito y se esconde en el pasillo, siempre tan brabucón.
Entra en su curso decidido a escribir un poco en su libro antes de que finalice el recreo, lo típico, sus fantasías con Martin, le encanta, lo hace estremecer y más que nada le sirve como material por las noches. Se dirige directamente a su mochila y nota que el libro no está, se ríe nervioso y toma su carpeta para ver si se encuentra dentro pero no es así, revisa todos los bolsillos de la mochila internos y externos pero no lo halla, lo busca en su banco pero no está allí, le gustaría pensar que lo dejo en su casa, pero no es así, él lo sabe, él sabe que esa mañana lo dejo justo dentro de su mochila… y recuerda cómo fue que lo dejo encima de su banco antes de salir al recreo.
Se sienta derrotado en su banco, sujetando su cabeza, su vida estaba enteramente sujetada por quien tuviese en ese momento su libro, ya imaginaba a quien lo tuviera con su cara horrorizada o maléfica, y sabía que sería el centro de las burlas, de la humillación, pero no solo él y seria lo peor, ser golpeado por un hombre de uno noventa de estatura no sería lindo, mucho menos si es quien amas y te mira con asco.
Pero preferiría mil veces ser él quien sufriera y no Martin porque él era normal y no tenía por qué sentir la humillación de sus actos imprudentes. Se sujeta el cabello frustrado y tironea de las finas hebras castañas, siente sus ojos arder y los talla… son color esperanza, ríe algo histérico y se levanta, capas no es tarde, quizás puede encontrar quien tiene su libro, sale al corredor y estudia las personas más cercanas pero no encuentra nadie con un libro en su mano, mucho menos color bordo, intenta bajar al patio, pero el timbre de fin de recreo se lo impide, las preceptoras ya están dirigiendo los chicos a sus cursos, y no queda más que esperar.
Dentro de aula siente las miradas de todos encima de él y le duele, cualquier risilla lo alarma y lo incomoda, pero ninguno de sus compañeros parece tener su libro, ya estudio a cada uno de ellos cuando entraban al aula. Se rasca la cabeza, su corazón late con insistencia, y se da cuenta, de que Martin aún no entro al aula, y piensa en la infinidad de posibilidades de que el haya tomado su maldito libro de enfermizas fantasías homosexuales de su banco y no puede aguantar las ganas de correr.
-Damian… Damiaan- siente el canturreo de la profesora que parece haber estado llamándolo hace rato, no sabe hace cuanto, pero vamos ni siquiera sabe cuando entro- ¿Estas bien Dami?- Le pregunta preocupada, él asiente- Se te callo algo cuando salías al recreo, lo guarde así no lo pierdes- Le comenta con una sonrisa, y de pronto parece volverle el aire al cuerpo, escucha su corazón latir desbocado y piensa que en ese preciso instante podría besar a la profesora por más que tuviese sesenta años de la alegría y el agradecimiento que sentía, ve de repente de reojo entrar a Martin y piensa todo lo que podría haber pasado, y espera ansioso a que la profesora saque de su bolso el maldito libro y así él pudiese guardarlo, guardarlo y no sacarlo hasta llegar a su casa y allí poder prenderlo fuego o pulverizarlo, y es en el momento que mira a su profesora con la más plena de sus sonrisas cuando esta le entrega un maldito bolígrafo- Piensa cuantos apuntes podrías haberte perdido sin esta lapicera Damián, no seas tan descuidado- lo baña un balde de agua fría en el momento que Martin deja su libro con brusquedad encima de su banco.
-¿Perdiste algo?- pregunta con voz furibunda y tosca y sigue de largo hacia su banco, nunca escucho otro tono provenir de sus labios, pero esta vez era dirigida hacia él, y lo sintió, pudo sentir el final de su vida acercarse, escucho cada risa, cada suspiro cada murmullo, vio la sonrisa de la profesora alegre por su estúpida hazaña, sus compañeros conversando felices y disfrutando de su larga y prospera vida y él sintiendo unas nauseas asomándose desde su estómago y devolviéndolo a la maldita y podrida realidad.
-Gracias- dijo con una enfermiza sonrisa a la profesora y pasando saliva pregunto- ¿Puedo ir al baño? Me siento algo mareado, creo que- intento decir pero las arcadas se lo impidieron-
-Ve... ve… ve… ¿alguien puede acompañar a Damián al baño?- Escucha eso ultimo a lo lejos, no quiere a nadie cerca asique corre, entra en los baños y cierra la puerta tras de sí, se encierra en el último cubículo mareado.
Grita lo más que puede intentando no llamar la atención y se tironea del cabello, su corazón enloquecido le hace doler el pecho y se estremece cuando escucha la puerta de los baños abrirse y volverse a serrar, oye cada uno de los pasos acercándose y no sabe realmente lo que teme, hasta que se abre la puerta y queda frente a frente con Martin, sus ojos oscuros son como puñales, se queda pasmado mirándolo desde allí abajo ya que hay una pequeña diferencia de altura, se queda atónito y teme.
-Yo, Martin.. yo … no es lo que tú crees- intenta excusarse pero Martin no dice nada- Tengo muchos problemas ¿sabes? A veces escribo cosas pero es porque estoy loco… Martin- realmente estaba asustando, parecía tan furioso aquel muchacho de cabello oscuro y mirada penetrante- Lo siento… se… lo merezco ¡lo seeee!! Golpéame de una vez pero déjame en paz, no me juzgues así, no me mires así- le grita con la voz quebrada, y Martin se acerca su rostro con violencia en su mirada.
Y es tan difícil comprender lo que está sucediendo, no entiende, no cabe en su mente la posibilidad de que lo que estaba ocurriendo fuese real, Martin lo está besando, y eso suena tan absurdo, quiere zafarse pero su cuerpo está siendo acorralado por el más grande de sus compañeros y el único que desea, está siendo presionado contra la pared con insistencia, sus labios están siendo devorados, su boca está siendo abordada por la lengua ajena y no puede evitar disfrutar aquel dulce sabor, aquel excitante momento, es increíble, siente las grandes manos de Martin colarse por debajo de su camisa, cada rose quemando su piel a medida que se desliza por su cuerpo, la respiración comienza a faltarle y corrientes eléctricas se presentan como espasmos por su cuerpo.
Se oye la puerta de los baños abrirse y Martin no se separa, insistente presiona con su rodilla el miembro de Damián, que ya ha empezado a reaccionar y deja escapar un vergonzoso jadeo que ínsita a Martin a morderle el cuello con desesperacion, los pasos se acercan.
-Chicos, la profe pregunta si está todo bien- se escucha y Martin gruñe bajito y sale del cubículo azotando la puerta
-Si,TODO bien- Dice furioso- Solo vomito un poco- Miente cuando por fin sale Damian.
Suben la escalera detrás de Ezequiel su compañero y Damián puede sentir sus mejillas enrojecidas, Martin parece enojado, como siempre y no sabe si realmente lo está o simplemente es su cara relajada. De pronto una mano del moreno lo detiene.
-Esto aquí no termina- le dice al oido, y empujándolo suavemente Martin lo deja atrás yéndose solo al curso.