Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De enemigos a algo más HIATUS por Princesa de los Saiyajin

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

2

El primer acercamiento

 

Matthew llegó a la escuela, entró a su salón de clases, y se sentó a un lado de su novia. La pequeña sonrisa que tenía en su rostro desapareció al ver a Max. Tanto coraje tenía por lo que pasó el día anterior, cuando se burló de la manera en que llama a su hermosa novia.

—¿Te ocurre algo, bombón? —le preguntó la chica al verlo tan molesto.

—No, no es nada—intentó ocultar su ira.

Se escuchó el timbre de entrada, y fue ahí cuando llegó el maestro. Lucía agitado, se le había hecho un poco tarde. Sacó una hoja de su portafolio, y empezó a leer en voz alta.

—El proyecto uno habla acerca de escribir un ensayo. Lo harán en parejas, las cuales yo escog—dijo. —Matthew Dyrdek y Alejandro McGrath...

Leía todas las parejas que había hecho y anotado en esa hoja. Sin embargo, ambos jóvenes dejaron de escuchar luego que los nombraran. De todas las personas que había en ese salón, tenía que tocarles específicamente el otro, aquel que más odiaban. Forzosamente tenían que hablar, teían que realizar ese trabajo que influiría en su calificación. Pero para ambos, sería algo muy complicado el hecho de tener que relacionarse sin querer asesinarse.

 

***

 

Alejandro, a la hora de salida, fue a buscar a Matt. Sabía que estaba en la cancha, entrenando. Se quedó viendo unos minutos el entrenamiento, observó los errores absurdos que cometían, así como las miles de zambitas que le hacían al rubio. Cuando fue visto por su 'enemigo', comenzó a caminar un poco. Matthew, al llegar a un lado, decidió hablar.

—¿Qué demonios hacías espiando nuestro entrenamiento? —le preguntó enojado.

—No los espiaba, te vine a buscar—dijo.

—¿Para qué? —le preguntó confundido.

—Para que me acompañes a la biblioteca y me ayudes a encontrar un libro para hacer la tarea de literatura—le dijo con cierta frustración.

Comenzó a caminar, y el otro lo seguía. A ninguno de los dos le agradaba la idea de tener que trabajar en equipo, pero tenían que hacerlo. Llegaron a la biblioteca, y empezaron a buscar entre los estantes algún libro que tratara sobre el accidente en Chernobyl. Ese tema lo asignó el maestro, quien seguía interesado por una película que vio, la cual trataba de ese incidente.

 

—No entiendo por qué tenemos que buscar un libro. ¿Acaso no sabes que existe algo llamado "Internet"?—habló Matthew fastidiado.

—¿Y acaso tú no sabes que existe algo llamado "cierra la boca"?—le respondió de la misma manera, algo harto de sus constantes quejas ante todo.

Siguieron caminando por los pasillos, intentando localizar algo que les sea de utilidad. Max llegó hasta el fondo, donde se encontraba la estantería con libros de historia.

—Acá están los libros de lo que necesitamos—avisó Alejandro.

El rubio llegó hasta donde se encontraba, y comenzó a leer los títulos, para encontrar lo antes posible aquello que buscaban. Además, quería demostrar que podía localizar antes que él un libro.

Ninguno de los dos se percató de que el conserje entró a la biblioteca y, al no ver a nadie, cerró con seguro la puerta. No escucharon eso, a pesar de que estaban en completo silencio. Pasaron los minutos, hasta que por fin Alejandro lo encontró.

—Aquí está —dijo mostrándoselo.

—Genial. Ya me quiero ir—volvió a quejarse.

Caminaron hasta la puerta, pero no pudieron abrirla. Forcejearon mucho, pero era inútil. No importaba lo que hicieran, estaban atrapados ahí dentro. El celular del de ojos azules timbró, anunciando que recibió un mensaje, el cual (con muy mala ortografía) decía :

Cariño, mis papas salieron, yegaran asta mañana. Ben, kiero estar a solas con tigo. T espero.

—Perfecto—dijo con sarcasmo. —Los padres de mi novia no están; y yo aquí, encerrado contigo—dijo molesto. —¿Qué rayos se supone que haré en este lugar?

Max se quedó unos segundos viéndolo, no podía creer semejante pregunta que hizo. Estaban en una biblioteca, donde había libros, los cuales sirven para leer. ¿Acaso ese chico rubio no se había dado cuenta de eso?

—Quejarse no solucionará nada—dijo el de cabello negro. Vio algo en la pared, y una brillante idea llegó a su mente.

—Tampoco creerse un sabelotodo—le reprochó.

—¿Ves eso? —señaló algo en la pared. —Es el ducto de ventilación, si alguien logra subir, podría pasar por él y llegar a otro salón—sugirió mientras se acercaba y formaba una especie de escalón con sus manos.

—No esperarás que lo haga yo, ¿verdad?

—Sí, hazlo—le dijo.

Resignado, subió. Quitó la rendija, y se apoyó como pudo. Max retrocedió un poco, para ver que no se le ocurriera hacer una tontería. Matt no pudo aferrarse bien, y cayó hacia atrás, quedando encima del de ojos cafés, quien estaba en el suelo ahora.

Sus miradas se entrelazaron, sus respiraciones se mezclaron. Quedaron hipnotizados ante el otro. Fueron acercando más sus rostros, cerraron un poco los ojos, y unieron sus labios en un demandante beso. McGrath recorrió su espalda con sus manos, al mismo tiempo en que Dyrdek introducía su lengua en su cavidad bucal.

Al separarse por la falta de oxígeno, pudieron darse cuenta de lo que hicieron, así que se separaron inmediatamente.

—Me largo al otro lado de la biblioteca. No me interesa hablar con un güerito pasivo—dijo molesto mientras se ponía de pie.

—¿Pasivo? ¿Qué tantas idioteces estás diciendo? —exclamó ofendido.

—Sí, pasivo. Se te nota que te la han metido tantas veces, por eso jugando futbol separas mucho las piernas—le dijo con intenciones de provocarlo. Se puso de pie, y se alejó de él.

Estaba pensando en lo que acababa de hacer. Se sentó en el suelo y cerró los ojos, para relajarse un poco. Besó a un hombre, y peor aún: era su enemigo. Pero había algo que le atormentaba más, y era que le había gustado esa sensación. Le agradó el sabor de sus labios; su embriagante aroma que, a pesar de que olía a sudor por causa del entrenamiento, le parecía demasiado masculino. Matt llegó a su lado.

—En primer lugar, no soy gay. Y en segundo, si lo fuera, yo sería el dominante, y eso te lo demostraré ahora mismo—dicho esto, se abalanzó sobre él, lo colocó contra el suelo, y lo besó.

Max se quedó unos segundos así, correspondiendo sus besos y disfrutando sus caricias. Pero no se lo permitiría, él tampoco sería pasivo, aunque sólo fuera una especie de demostración. De un sólo movimiento, quedó encima de él, impidiendo que se moviera. El rubio intentó liberarse de su agarre, pero fue en vano; lo sostenía de los brazos, y estaba sentado en su abdomen, era muy fuerte, mucho más que él. El de cabello negro, al ver que dejó de oponer resistencia. Se acercó a su rostro, y rozó sus labios contra los suyos, aún sin besarlo. Luego delineó la comisura de sus labios con su lengua, a lo que este la abrió, pero el pelinegro se separó unos milímetros. Alejandro quería que el deseo de besarlo creciera en el otro chico, para demostrarle lo que era ser un buen dominante. Llevaba varios segundos sin aplicar fuerza, y él parecía no enterarse, solo buscaba la manera de unir sus labios. Se lo concedió; pero sólo fueron unos segundos. McGrath se acercó a su cuello, y empezó a succionar su piel, logrando sacarle varios suspiros.

La puerta se abrió, y entró el conserje, quien llevaba puestos unos audífonos. Max se puso de pie, tomó el libro que encontró, y salió lo más rápido que pudo. Pablo, el conserje, creyó que ese muchacho que acababa de salir no estaba solo. Fue ahí cuando vio al rubio caminar como zombie hasta la puerta.

—"¿Por qué lo besé?" —se preguntaba mentalmente mientras se dirigía a la salida de la escuela.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).