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Country of Joy por Lucky-Luna

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Notas del fanfic:

JYJ -TVXQ

Notas del capitulo:

HOLA GENTE LINDA ._./

Mejor tarde que nunca.

 

 

Él era de Seúl, de la ciudad, el chico típico  inalcanzable de buena estatura y sonrisa de estrella. Habíamos empezado a “estar juntos” -como solíamos decir- durante nuestro primer año en la Universidad; de hecho, nos conocimos en la fiesta de bienvenida a los alumnos nuevos, ¿es o no dulce? Es exactamente igual que en una de esas canciones pop.

Durante tres años fuimos inseparables, íbamos juntos a todas partes y lo hacíamos todo juntos. Bueno, todo menos `eso´. Ambos estudiábamos y trabajábamos. Él tenía un empleo en la biblioteca y yo en la cafetería del campus. Nos ofrecieron la oportunidad de conservar esos trabajos durante el verano del 2005, y aceptamos, por supuesto. El salario no era gran cosa, pero estar juntos era impagable. Supuse que ocurriría igual en el verano del 2006, hasta que Yoochun anunció que su amigo  Jaejoong había conseguido trabajo para los dos en Jejú, en Corea del Sur.

- ¿Y qué pasa conmigo? – le  pregunté.

- Podrás venir de visita cuando quieras –respondió él –  Te echaré de menos una barbaridad, pero la verdad, Junsu, puede que nos venga bien estar un tiempo separados.

Una frase que con mucha frecuencia es una sentencia de muerte. Es posible que viera esa idea reflejada en mi rostro, porque se inclinó un poco y me besó.

- La ausencia aviva el amor – dijo –  Además, como voy a tener mi propio piso, seguro que podrás quedarte a dormir.

Sin embargo, habló sin mirarme directamente a la cara. Nunca me quedé a dormir. Demasiados compañeros de piso, decía. Demasiado poco tiempo. Por supuesto, ese tipo de problemas pueden superarse, pero por alguna razón no lo hicimos, lo cual debería haberme dicho algo; en retrospectiva, me dice mucho. Él  siempre se echaba atrás, y yo nunca lo presioné. Por Dios, me estaba comportando como un chico que no conoce las palabras “quiero tocarte”. Desde entonces, me he preguntado a menudo qué habría cambiado.

 

 

 

La perspectiva de otro verano fregando suelos y cargando los nuevos lavavajillas de la cafetería de la universidad con platos sucios no me resultaba muy atractiva, no con Yoochun a más de cien kilómetros disfrutando de las emociones que ofrecía Jejú, pero era un trabajo fijo, y lo necesitaba; tampoco tenía alternativa. Entonces, a finales de febrero, me llegó literalmente una, por la cinta transportadora de platos.

Alguien había estado leyendo una revista mientras engullía el menú especial del día. Ese alguien se había dejado la revista en la bandeja, y la recogí al mismo tiempo que los platos. Estuve a punto de tirarla a la basura, pero no lo hice. Después de todo, una revista gratis era una revista gratis. (No olvidemos que tenía que trabajar para pagarme los estudios.) Me la guardé en el bolsillo de atrás y me olvidé de ella hasta que volví a la residencia. Una vez allí, al cambiarme los pantalones, se cayó al suelo abierta por la sección de clasificados del final.

Quienquiera que hubiera estado leyendo la revista había rodeado con un círculo varias ofertas de empleo... aunque debió de decidir que ninguna de ellas le convencía del todo; de lo contrario, la revista no habría acabado en la cinta transportadora. Casi al final de la página había un anuncio que llamó mi atención pese a que no estaba marcado. La primera línea, en negrita, rezaba: ¡TRABAJA CERCA DEL CIELO! ¿Qué estudiante de filología sería capaz de leer semejante reclamo y no seguir hasta el final? ¿Y qué chaval de veintiún años, melancólico, acosado por el creciente temor de perder a su novio, no se sentiría atraído por la idea de trabajar en un lugar llamado el pueblo más alejado de Seúl, País de la Alegría?

 

Había un número de teléfono y, en un arrebato, llamé. Una semana después llegó al buzón de mi residencia el formulario de la solicitud. La carta adjunta estipulaba que si deseaba un empleo de verano a jornada completa (que era el caso), desempeñaría muchos trabajos distintos, la mayoría de vigilante, aunque no solo de eso. Era imprescindible tener carnet de conducir y había que pasar una entrevista. Podría hacerla en las vacaciones de primavera en lugar de ir a casa y quedarme esa semana en Seúl, aunque había planeado pasar parte de esa semana con Yoochun. A lo mejor incluso hacíamos ´eso´.

 

- Ve a la entrevista – dijo Yoochun cuando se lo conté. No dudó en ningún momento – Será una aventura.

- Estar contigo sí que sería una aventura – repuse.

- Para eso ya tendremos tiempo el año que viene.

Se inclinó un poco y me besó (siempre se inclinaba un poco). ¿Se estaba viendo ya entonces con el otro? No lo creo, pero apuesto a que ya se había fijado en él, porque estaba en su curso de sociología avanzada. Kim Jaejoong lo debía de saber, y probablemente me lo habría contado si le hubiera preguntado (contar cosas era la especialidad de Jaejoong, estoy seguro de que dejaba agotado al sacerdote cada vez que se confesaba), pero hay cosas que uno nunca quiere saber, como por qué el chico al  que amas con todo el corazón no deja de decir que no, sin embargo se echa un novio nuevo y se va con él a la cama a la primera oportunidad. No creo que nadie olvide por completo a su primer amor, y lo que pasó todavía me duele. Una parte de mí quiere saber qué tenía yo de malo, qué no tenía. Ahora, he cumplido más de sesenta años, mi cabello es gris y he sobrevivido a una enfermedad, pero aún quiero saber por qué no era lo bastante bueno para Park Yoochun.

Notas finales:

¿Qué tal?


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