Si algo le gustaba de su trabajo era la posibilidad de ver muchas personas y tratar de descifrarlas. Nabe era estudiante de literatura y en su tiempo libre trabajaba en un café, donde se divertía creando historias sobre las personas que entraban al lugar. Su capacidad de observación le permitían analizar a los clientes a los que les servía café y tratar de imaginar cual podía ser su historia. Nabe pensaba en eso cuando la campanilla sonó dejando pasar a un chico de lentes y sonrisa de lado. Nabe dejo escapar un suspiro, esa era la única persona que no sabía cómo descifrar. Diario visitaba el café a la misma hora, se sentaba en las mesas del fondo y pedía un mocha con una tarta de chocolate amargo.
No siempre iba solo,a veces lo acompañaban varios amigos y podía verlo reír y gastar bromas sin embargo aquella sonrisa jamás llegaba a sus ojos. Otras tantas cuando estaba solo podía verlo observando por la ventana con la mirada perdida, ahí entendía que en realidad era una persona solitaria, algo que no terminaba de entender; era apuesto, atlético e incluso se atrevería a decir que poseía una elegancia natural que intentaba ocultar y ese era el asunto, aquella persona escondía demasiado y solo permitía que vieran lo que el quería. Por como a veces escuchaba que sus amigos se referían a él, ser retorcido era el papel que había elegido, pero cuando estaba solo, todo aquello no parecía existir.
Nabe suspiro mientras recargaba su cara sobre su mano y esta sobre el mostrador, la peor parte era que entre más lo veía, más ganas tenia de conocerlo, de saber quién era en realidad y por qué esa barrera pero el solo era el chico detrás del mostrador que amablemente entregaba las ordenes. Tanto se perdió en sus pensamientos, que se sobresalto cuando vio una mano agitarse frente a él, descubrió que se trataba de aquel chico que le hacía alejarse de la realidad, se sonrojo por su distracción.
-¡oh lo siento! ¿qué puedo ofrecerte?
-hahaha no pasa nada, supongo que era interesante lo que pasaba por tu cabeza
-ni que lo digas - Nabe se puso aun más nervioso pero mantuvo la compostura -aun así no es correcto
-hahaha pues por mí no te preocupes, mmm creo que tomare lo de siempre
-mocha y una tarta de chocolate amargo
-¡jo! no sé si impresionarme o creer que soy un amargado hahaha
-¿por qué tomas siempre lo mismo? No lo creo
Otra persona entro en la tienda y no pudo prolongar más ese momento, le dijo cuanto era, pregunto por su nombre pero ese también ya lo sabía: Miyuki.
...
Kazuya había vuelto la cafetería parte de su rutina; al principio había sido porque era un buen lugar para trabajar, no era muy ruidosa ni tan concurrida, solo lo suficiente y el café era bueno al igual que los postres. Con el tiempo, Miyuki comenzó a ver a su alrededor y notar que siempre era el mismo chico el que lo atendía y que ese mismo chico lo observaba a veces de reojo y otras tantas no. Con el tiempo también el comenzó a observarlo, era interesante, siempre que estaba en el mostrador era amable y a todos sonreía, en cuanto se quedaba desocupado rápidamente sacaba una pequeña libreta y su expresión cambiaba, estaba concentrado y escribía con avidez. La curiosidad lo pica pero no creía que fuera buena idea acercarse y preguntarle directamente sobre que escribía.
Se dio cuenta que el chico tendía a perderse en sus propios pensamientos y siempre eran curiosas las reacciones que tenía cuando lo regresaban a la realidad, justo como en ese momento lo hacia una chica, haciendo que Kazuya sonriera. Youichi había notado como lo observaba y como se sonreía ante algunos gesto del otro chico
-¿por qué no dejas de hacerte el tonto y entablas una verdadera conversación con el chico? Has pasado bastante tiempo aquí como para que sigan siendo extraños, supongo que mínimo sabes su nombre.
-si serás tonto, su nombre está en su pecho, ¿lo olvidas? trabaja aquí. Y no sé porque tendría que entablar una conversación decente como tú la llamas.
-y sigues con lo mismo, necesitas dejar de poner una barrera a todo el que se te acerca. Las personas no muerden
-ja lo dice el que no pierde la oportunidad de hacerle una llave a cualquiera que se deje –Mochi con aire ofendido frunció el seño para después agregar
-como sea, habla con él, porque tímido no eres
Miyuki negó con la cabeza por el comentario de, tal vez su único verdadero amigo. Aun cuando nunca lo admitiría delante de Mochi, si tenía razón, ese chico llamaba demasiado su atención como para seguir solo contemplándolo desde su mesa.
…
El día estaba lluvioso y no había prácticamente nadie en la cafetería y los pocos que estaban se disponían a retirarse, ese sería un largo día sin mucho que hacer, Nabe miro el reloj de pared, era la hora en que Miyuki llegaba pero considerando la lluvia que caía seguramente ese día no se presentaría. No pudo evitar sorprenderse cuando lo vio llegar con un paraguas en la mano y los lentes ligeramente empañados por la lluvia.
Kazuya no se perdió el detalle y se sonrió un poco más. Pidió como siempre y se sentó en la mesa del fondo, donde podía ver la lluvia caer, de algún modo eso lo relajaba. Tenía un proyecto que entregar en la universidad y por más que se apuraba no parecía concentrarse del todo. Después de media hora corrigiendo la misma oración, se decidió por levantar la vista y estirarse. Al hacerlo noto que en el establecimiento solo estaba Nabe y él, el cual escribía muy concentrado en aquella libreta. Las palabras de Kuramochi llegaron a su cabeza y creyó que ese era el tipo de momento que le servían de oportunidad.
Se levanto, reviso el área de las revistas y libros, como de costumbre el otro estaba tan metido en su libreta que no se dio cuenta lo cerca que lo tenia. Por fin Miyuki se decidió por una revista. Con algo de delicadeza llamo al otro que aun así se sobresalto y noto que estaban solos, Kazuya suprimió una carcajada
-lo siento, no pretendía asustarte
-n-no, no pasa nada, fue mi culpa… siempre me pasa
-lo he notado –dijo un poco bajo Miyuki
-¿eh?
-no, nada. Voy a llevarme esta revista, al parecer hay un artículo interesante.
-sí, esta edición es buena
-supongo que tomare eso como una recomendación –Nabe sonrió tímidamente, haciendo que algo brincara en el interior de Miyuki
-¿algo más?
-en realidad sí, tengo una pregunta –el otro parpadeo sin entender del todo –te puedes negar a contestar
-¿de qué se trata?
-me preguntaba ¿qué escribes? -Nabe parpadeo, aquel joven había estado observándolo, eso hizo que se le tiñeran de rojo las mejillas
-y-yo, ¿por qué lo preguntas?
-pues es que he visto que tu expresión cambia cuando te pones a escribir en esa pequeña libreta –Nabe la sostenía fuertemente en ese momento
-¿mi expresión?
-si, tu expresión. Por eso pregunto
-ah… eto… yo… -si quería saber más, entablar una conversación era un primer paso –en realidad me gusta escribir lo que me imagino que podría ser la historia de las personas que entran a la cafetería –Miyuki parpadeo, sintiendo una nueva curiosidad
-¿de todos los que entran en el café?
-s-si –no se dio cuenta que Miyuki estaba muy cerca, recargado sobre el mostrador y ligeramente hacia delante.
-¿incluido yo? –había un brillo curioso en aquellos ojos, uno que nunca había visto antes
-la verdad es que no… tú no estás en el –eso en parte era cierto, pero no quería decir que no hubiera ideado un sinfín de historias, solo que ninguna de ellas estaba en ese cuaderno.
-oh –quiso evitarlo pero le fue imposible no sonar decepcionado
-pe-pero no es por lo que tú crees, -Miyuki levanto una ceja –es solo que no termino de descifrar que clase de persona eres, siento que ocultas demasiado –aquel joven era demasiado observador
-¿y qué crees que oculto?
-eso es lo que no se
-y ¿quisieras averiguarlo? –Nabe trago saliva, en verdad estaba pasando aquello, días quizás meses ideando una manera de acercarse a esa persona y resultaba que era él, el que se acercaba primero
-supongo que si…
No era a lo que se refería precisamente Kuramochi pero no era como si le hiciera siempre caso, Miyuki se levanto ligeramente por encima del mostrador y beso a Nabe, era un simple roce pero un buen lugar para comenzar a verdaderamente descifrarlo…