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Probabilidades para el amor por Terashima San

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Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroko no basket no me pertenecen y son usados en este fic sin fines lucrativos :3

Notas del capitulo:

Holaaa de nuevo!!!

este fic contara con 3 partes y un épilogo, lo tuve que dividir porque me parecio muy largo para un one shot.

este fic participa en el día 19 del mes MidoTaka.

Sin más, gracias por leer!.

 

Probabilidades del amor

I

Los problemas hormonales son comunes en la población pero que este sea grave corresponde a una probabilidad de 100 entre un millón, el riesgo es menor si eres hombre y si tienes menos de 20 años. Pero Takao Kazunari es especial

Cuando tenía 19 años el doctor le informo que su desorden hormonal era el causante de todas sus problemas físicos, un solución natural como un tratamiento no rendiría efecto después de las pruebas, cuando el cuerpo exige la necesidad de gestar un bebé no hay medicamento que lo calme. La respuesta lógica habría sido hablarlo con su pareja y plantearse la posibilidad de tener un bebé, el problema es que Takao no tenía pareja y traer a un niño al mundo era una responsabilidad más allá de su propia salud.

Al cabo de unos meses de pesarlo Takao se convenció de que podía cuidar de un bebé por su cuenta, con el apoyo de sus amigos y familia, se decidió entonces por la fertilización invitro, un donante de esperma que mantuviera anónima su paternidad. La probabilidad de que se encontrara cara a cara con él debía ser al menos de 1 en un millón.

La probabilidad de encontrar a un japonés con el pelo verde debe ser de .5 en un millón, pero Naoki es especial.

-Naoki, ¿Por qué tiene que ser comida Tailandesa?- Pregunta Takao mientras aferra la manita de su hijo que le arrastra por la calle caminando a toda prisa.

-Es mi favorita- Responde mi aminorar el paso. Takao ríe antes de insistir.

-Eso lo se.- Replica. –Pregunto porque tenemos que comer precisamente hoy, ni siquiera hicimos reservación, tardaran horas en atendernos. – Se queja, con la esperanza de que su hijo cambie de idea.

-Puedo esperar.- Responde con tranquilidad, y Takao sabe que es cierto, no tiene idea de donde ha sacado esa infinita paciencia, bueno tal vez, si lo sabe. – Oha asa pronostica un sorpresa inesperada. – Continua el pequeño, apartando de su carita uno de sus verdes mechones. Ignorando a donde han ido a parar los pensamientos de su padra.- Aries está en el puesto uno, y comida Tailandesa es….

- El lucky ítem.- A completa Takao. Y al fin comprende de qué va todo el asunto.

Algunas veces Takao desearía comprender a su hijo un poco más. Un día hace dos años cuando el pequeño sólo tenía 4 años, cuando apenas comenzaba a formar oraciones cortas y apenas dejaba de usar el vaso entrenador, mientras él y Takao tomaban el desayuno juntos, sucedió. Como una revelación. Takao encendió el televisor y el programa matutino transmitía el horóscopo matutino: Oha Asa. Takao apenas presto atención mientras se servía cereal con leche, apenas noto que su hijo se había quedado prendado y sólo concentro toda su atención en el pequeño cuando este anuncio.

-Estoy en el primer puesto del ranking de oha asa y mi lucky ítem es un oso de felpa.

Takao había quedado tan asombrado que su cuchara cayó con fuerza en el plato de cereal, salpicando con ello leche y hojuelas por todas partes.

-¿Cómo has sabido que eres Aries? – Pregunto en aquel entonces, saliendo apenas de su asombro.

-La presentadora lo ha dicho.- Respondió sin una pisca de duda, sin titubear, como si comprendiera a la perfección de lo que estaba hablando. Limpiando con una pequeña mueca de desagrado la leche que había salpicado en su cara, como si fuera un adulto en miniatura.

Desde aquel día el pequeño miraba Oha Asa devotamente y no salía de casa sin su lucky ítem. Takao que es muy tolerante a las excentricidades de su hijo, no tiene problemas en complacerlo mientras se le pasa lo que él llama: “su etapa del horóscopo” sin embargo, hay días como hoy, donde Oha Asa se vuelve un dolor de trasero.

Al final acaba por soltar una risita y como lo ha hecho otras veces, se pregunta si las raras manías de su hijo son algo genético. Sus recuerdos viajan seis años al pasado cuando en el consultorio del doctor revisa los expedientes médicos de los candidatos a donadores. Apenas escucha lo que dice el doctor, mientras lee ávidamente el contenido de los formatos de elección. Takao recuerda lo impresionado que quedo al ver aquella elegante caligrafía justo al inicio del séptimo archivero. Quedo más impresionado cuando vio la foto del donador. Piel blanca de alabastro, cabello curiosamente verde y  los ojos también verdes ocultos tras unas gafas de montura gruesa bajo una lluvia de largas pestañas. Leyó algo de sobre el basket, sobre su metro noventa y cinco de altura, sobre su increíble historia académico y tomo la decisión, ahora que lo pensaba no recordaba haber leído nada sobre Oha asa.

El doctor le había informado que la probabilidad de que su hijo heredara únicamente las características dominantes de donador era sólo del 25%, pese a ello, el pequeño Naoki Takao no había heredado prácticamente nada de él, excepto tal vez, su sonrisa.

La voz de su hijo lo trae de vuelta a la realidad, un ligero tirón en su brazo lo hace percatarse de lo sucedido. Un transeúnte ha chocado con su pequeño.

-¡Tenga más cuidado! – Reclama el niño cuando se suelta de la mano de Takao para sobar su hombro lastimado.

-Fíjate por donde andas mocoso.- Recibe por respuesta y algo se detona dentro de la cabeza de Takao.

-Quédate atrás Nao chan- Takao se pone frente al niño, avanzando amenazadoramente sujeta el hombro del individuo que ha tenido la osadía de gritarle a su hijo, es un hombre alto y corpulento pero le da la vuelta de un tirón, obligándolo a mirarle antes de empujarle ligeramente. -¿Por qué no tienes más cuidado, tú, maldita bestia?

Takao se siente fuera de sí, ni siquiera mide el peligro de pelearse con alguien, mi se percata del miedo de su pequeño que se aferra a su pierna con intención de que se calme. Nunca ha dependido de nadie para cuidarse, ni mucho menos para cuidar de su hijo, no está dispuesto a permitir que nadie le haga daño.

El hombre le mira con rabia, no parece muy dispuesto a disculparse, aprieta el puño y levanta el brazo con intención de asestarle a Takao un golpe de lleno en la cara, pero incluso antes de Takao reaccione una mano se ha posado firme en el hombro  del sujeto

-Me parece que le debe al pequeño una disculpa. – Dice una voz profunda pero serena.

Seguramente el hombre  habría reclamado por la insolencia de no ser porque aquel sujeto le llevaba al menos 30 centímetros de diferencia, además parece  mucho más fuerte que él y en su mirada llena de furia ve algo que no se atreve a amenazar. Las personas en la calle se detienen a mirar no es su intención verse involucrado en un escándalo, no con sus antecedentes.

-Disculpe. – Dice con una voz cargada de reproche, mirando con odio al sujeto que ha impedido que le dé una lección al bocón defensor de los niños.

Midorima ni siquiera se inmuta, y afloja el agarre que mantiene sobre el hombre para dejarlo ir.

Espera a que él individuo se aleje antes de mirar a quien le ha causado tantos problemas, se gira para mirar a Takao y se queda de piedra al mirarlo de cerca, es sin duda la creatura más hermosa de la creación o al menos eso piensa los 10 segundos que le toma mirar a la personita aferra a su pierna que le mira con la misma expresión de sorpresa que está seguro tiene el mismo.

II

Le cuesta procesar los pensamientos que van uno tras otro en su mente, antes si quiera de ser consiente ya se encuentra arrodillado frente al niño, que lo mira con sus profundos ojos verdes sin parpadear.

Midorima está seguro de que ha visto esa cara, hace unos 20 años, en su propio espejo

-¿Estas bien? – Pregunta Midorima al pequeño con un hilo de voz, levantando la mano como si pretendiese tocarlo, sin atreverse a hacerlo.

El pequeño se ha soltado del agarre de Takao, que mira la escena, atónito. Lo ha reconocido desde el momento en que llego a ayudarlos, no ha cambiado nada en seis años, quizás, sólo está más guapo. En Japón hay 127 millones de personas, 13 millones de ellas en Tokio, la probabilidad de encontrarse con el donador era de 1 en 13 millones y sin embargo ahí estaba, mirando a su hijo con la misma avidez que el pequeño a él.

-Si, gracias.- Responde el pequeño en apenas un susurro. –Se te cayó esto, no he podido impedir que se rompiera.- Dice, abriendo su manita donde reposa la patita de una ranita. Midorima la toma con cuidado de la palma de su mano y el rose de sus pieles les genera un profundo escalofrió.

-No te preocupes, ya me ha dado la suerte que necesito. –El pequeño abre aún más sus ojos al escuchar esas palabras y da un paso que lo pone aún más cerca de Midorima.

-¿Sera eso, un Lucky ítem?- Es el turno de Midorima de sorprenderse mientras el pequeño esboza la sonrisa más hermosa que ha visto.

-Mira- Dice mientras busca en el bolsillo de su abrigo para ofrecerle un llavero de tela en forma de rana.- Fue mi Lucky ítem del lunes pasado.- Informa.- Lo deje en mi abrigo.- Midorima acepta el regalo sin dejar de mirarlo y formula lo último que un padre, (porque ahora tiene la certeza de que el pequeño es suyo),  debería cuestionar en el primer encuentro.

-¿También escuchas Oha Asa?-El pequeño asiente con entusiasmo y entonces Midorima le sonríe, sin importarle si es prudente o no, sin importarle lo extraño de la situación, casi está seguro de que él cariño se le desborda por la mirada.

-Tu signo es cáncer.- Dice encogiendo los hombros, sonriendo.- Por la rana, yo soy Aries y…

-Comida tailandesa.- Completa Midorima, ampliando aún más la sonrisa.

Takao mientras tanto está al borde del colapso, siendo absorbido por una extraña sensación de pánico y sin saber cómo salir de aquella extraña situación. Carraspea la garganta y dos pares de ojos verdes se posan en su persona. Se ha mantenido cerca y callado, sin saber cómo intervenir pero seguro de que aquello no debería estar pasando.

-Mi mamá y yo íbamos a un restaurante que nos gusta mucho cruzando la esquina. – Explica Naoki, antes de que Takao hable. Midorima se levanta como impulsado por un resorte invisible.

-Perdone. No quise importunar.- Dice, dirigiéndose a Takao. – Soy  Midorima Shintarou y sé que esto le parecerá una locura, pero su esposa, seguramente…

Las palabras quedan apagadas por la risa estridente de Naoki

-No tenemos esposa, él es mi mamá.- Aclara, señalando a Takao, quien tiene en la cara un sonrojo descomunal. Naoki es un niño inteligente y sabe la razón por la que ha crecido sin papá. Pero al igual Midorima ha sentido ese lazo de pertenencia algo, que lleva en la venas y que pertenece a ambos.

Midorima no entiende porque la noticia lo hace ridículamente feliz, la alegría desmedida es un sentimiento muy raro para él. El pequeño, su pequeño lo mira impaciente y entonces, al fin capta la indirecta.

El hombre propone y Dios dispone.

No es el indicado para contradecir el Destino, él siempre hace todo lo humanamente posible.

-El restaurant al que van es de comida Tailandesa, acabo de salir del trabajo y tengo una reservación. si ustedes no….

-¡¡Vamos contigo!!!

-¿eh?- Takao que por fin ha recuperado el sentido del habla mira a su hijo sorprendido. Es claro que el niño entiende lo que pasa, pero tampoco puede dejarlo ir más lejos. – No, claro que no.

Tanto Midorima como su hijo le miran con aire ofendido, de no ser por la situación en la que se encuentra, le resultaría gracioso, pero justo ahora no es el momento de reír.

-No queremos molestar, seguro tienes planes. – Se excusa, esperando que el tal Shintarou capte que él no está del todo cómodo con la situación

-No, iba a comer solo, por favor acompáñenme.- Midorima lo entiende, pero algo dentro de sí, le impide dejarlos ir.

La mirada verde se posa en sus ojos azules, haciéndolo temblar sin saber porque. Takao se siente como una colegiala idiota, pero no puede evitarlo y antes de poder decir más los tres se encuentran en una mesa en el elegante restauran tailandés.

Apenas les han entregado las cartas cuando su hijo lo ha traicionado, con el pretexto de lavarse las manos sale a toda velocidad en dirección al lavado, negando la compañía de Takao en el proceso.

-Esto es un poco raro ¿No?.- Pregunta Midorima, encantando por la nerviosa actitud de Takao.

-¿Bromeas? ¡Esto es de locos! Se supone que no debía encontrarte, es más Naoki no debería parecerse tanto a ti. – Takao por fin sonríe. Expresar su molestia lo ayuda enormemente a relajarse.

-Naoki es un lindo nombre. –Dice Midorima como si no considerara importante el resto del discurso. – Entre al programa de donadores porque un amigo me pidió que lo acompañara. Sólo fui donante una vez, no pensé que fuera candidato en ese tiempo, no con las condiciones con las que entre al programa.

Takao se sonroja al escuchar aquello, recordando cómo se le calentó la cabeza en el momento en que lo vio. Se imagina de pronto la enorme cantidad de hijos que debe tener y mientras lo hace observa a Midorima reírse a carcajadas, le parece que la risa más encantadora que ha escuchado, después de la de su hijo. Intenta poner su mejor cara de ofendido antes de preguntar que le resulta tan gracioso, aunque es obvio que es de su cara de angustiosa preocupación.

-Las muestras se usan un máximo de 10 veces. Pero la mía fue utilizada solamente una- Dice Midorima, como si hubiese leído sus pensamientos. - ¿No lo leíste en el contrato? - Pregunta con la sonrisa socarrona que se prolonga después de una carajada. -Mi grupo sanguíneo es raro y las muestras se iban a consumir en análisis de compatibilidad.

Takao está seguro de haber leído algo sobre eso, pero no lo recuerda textualmente, ahora se pregunta por cuanto tiempo ha estado pensando en eso su acompañante, pero la mirada que se mantiene sobre él lo distrae por completo. Prácticamente Midorima lo devora con la mirada, Takao desearía saber si es o no consiente de que lo está desnudando con los ojos. El silencio se prolonga pero no es incómodo, es más bien impaciente. Takao tiene dudas, muchas, desearía preguntarle mil cosas, y Midorima se encuentra en una situación similar, si ambos no estuvieran presa el pánico, la conversación podría fluir por las palabras y no por la mirada.

-¿Por qué has tenido al bebé sólo?- Pregunta Midorima, porque la necesidad de saberlo le consume, está casi seguro que no es coincidencia que Takao no tenga una pareja.

-Tenía un problema hormonal grave cuando tenía 19.  Midorima se ajusta las gafas para que Takao no le vea sonreír y en cambio continua:

-Elegir al donador adecuado es un proceso delicado, ¿Entre cuantos candidatos decidiste?- Pregunta, como si la interrogante fuera algo casual como pedir la hora y con la confianza que tendrían si llevaran conociéndose diez años, Takao quiere gritarle que eso no es de su incumbencia, que ellos nunca debieron conocerse y que él, por ser un desconocido no tienen derecho a preguntar nada, pero a pesar de eso Takao responde, porque él destino no cree en el anonimato, y Takao ha empezado a creer en el destino.

- A cada paciente le entregan una lista de hasta 300 candidatos, a mí solo me dieron 27 porque mi grupo sanguíneo también es raro. El doctor me dijo que cada uno de esos candidatos algo así como 20 muestras y aun cuando eligiera a uno tendrían que hacer un montón de pruebas para ver si éramos compatibles, básicamente. Como dijiste consumieron tus muestras para decirme que había elegido bien…. Y ya está.- Midorima le mira, fascinado. Como si la abochornada cara de Takao no fuera motivo suficiente para cambiar de tema añade:

- cada uno de los candidatos tenía una  probabilidad de 3.7 % y aun así me elegiste a mí.

 

III

 

El resto de la cena, la pasan riendo y hablando como si estar juntos fuera un estado natural, tan vital e imperceptible como respirar, de pronto Takao no recuerda lo incomodo que se siento al principio y Midorima ya no tiene esa extraña sensación de vertigo. Nadie se sorprende cuando Shintarou adivina sin titubear lo que Naoki va a ordenar, ni lo hacen cuando es el pequeño quien pide las bebidas sin haber preguntado que prefería Midorima.

Hablan de los compañeros de la escuela de Naoki, del trabajo de fotógrafo de Takao y de la compañía disquera de la que Midorima es presidente. Alargan la cena pidiendo doble postre, aunque Takao no pueda comer más y aunque Midorima tenga más 10 años sin comer chocolate.

Takao rueda los ojos cuando es Midorima quien desliza su tarjeta de crédito para pagar la cuenta, ignorando por completo sus quejas, con la promesa de que él pagara la próxima Kazunari parece más tranquilo, como si dieran por hecho que, en efecto habría próxima vez.

Midorima ofrece llevarlos a casa, apenas su encantadora compañía hace acto de levantarse, Takao suspira con resignación, ya han aceptado la cena, la compañía y las preguntas del desconocido, si ya comparte con él un bebé que más da que acepte un aventón a casa. Takao es el único que se sorprende cuando su hijo toma la mano de Midorima a la salida del restaurant y este le sonríe ampliamente mirándolo con desbordante cariño, hasta el viaje en auto es de lo más cálido y familiar. Cuando Midorima aparca frente al edificio en el que viven Kazunari y Naoki, lanza un suspiro nervioso, frustrado, como si toda la velada hubiera deseado que ese momento no llegara.

-Listo, están en casa. – Al menos ahora sabia donde vivían, bastaría con preguntar al portero que departamento ocupaban, a semejantes alturas del juego lo que menos importaba era parecer un acosador.

El pequeño abre la puerta trasera y baja de un brinco, seguido por Takao. Mientras Midorima piensa un pretexto con el que pueda aparecerse casualmente por la zona al día siguiente; baja del coche, con la intención de despedirse. Sin saber cómo debería solicitar un nuevo encuentro, después de todo él apesta en las relaciones y por eso nunca ha salido con nadie, pero desea más que nada en el mundo, volver a verlos.

Kazunari y Naoki se toman de la mano y Midorima los mira fijamente, sin saber que palabras usar para decir, hasta pronto. Su rodilla izquierda se pone en el suelo, sin importarle que su costoso traje se moje o que su abrigo se llene de lodo. Mira su hijo fijamente y para su sorpresa es él quien rompe el silencio.

-¿No se te olvida algo?- Pregunta, con una sonrisa y Midorima quien no puede resistirse más lo envuelve en un abrazo fuerte de un solo movimiento. Takao y Naoki se quedan sin aliento. Midorima espera el momento en que el pequeño se queje, pero eso no sucede y en cambio siente sus diminutos brazos enredarse sobre su cuerpo.

Se puede morir de felicidad, piensa Midorima mientras siente su corazón a punto de estallar y un calor abrazador nunca antes conocido. Una alegría sin precedentes.

Cuando el abrazo se rompe, la magia sigue ahí.

-Me refería a nuestro número de teléfono. – Dice el pequeño desviando la mirada, buscando tapar con su flequillo su pequeño sonrojo. – Pero ese abrazo ha estado bien.

Midorima se reprime las ganas de abrazarlo y en lugar de eso, deposita en su cabecita un beso antes de ponerse de pie.

-Claro que torpe, si no les importa ¿Podrían darme su teléfono?- Pregunta mientras saca de su cartera su propia tarjeta para ofrecérsela a Takao, quien lo mira con sorpresa antes de tomarla. Takao entonces hace lo propio y esboza un sonrisa, involuntaria, pero radiante. -¿Está bien si les llamo mañana? –Pregunta, y Takao asiente levemente, sin saber cómo negarse. Midorima parece satisfecho y sonríe ampliamente. –Entonces, hasta mañana.- Dice, depositando sin permiso un beso en la mejilla de Takao antes de agacharse a repetir la acción con el pequeño.

Madre e hijo observan a Midorima partir en su auto deportivo, tocándose la mejilla donde ha quedado un rastro de algo que a ambos les sabe a amor.

 

IV

Las rejas de hierro se abren cuando Midorima teclea la contraseña en el pequeño control remoto que lleva en la guantera, conduce unos 50 metros hasta la entrada principal de una enorme casa residencial en la zona rica de Tokyo.

-Buenas noches, señor.- Dice el pequeño mayordomo apenas Midorima cruza el umbral de la puerta. -Akashi sama, está esperándolo ya en el salón.

-Gracias Kuroko y ya te he dicho que no me llames señor, me conoces desde que soy un niño.- Responde Midorima entregándole su abrigo

-Si señor- Responde, Midorima pone los ojos en blanco mientas se encamina al salón,  mientras Kuroko dedica una mirada de extrañeza al abrigo por verlo con restos de barro. La probabilidad de que alguien que mida un metro noventa y cinco centímetros llene de lodo los bordes inferiores de su abrigo no es muy alta.

Sentado frente a la chimenea, mientras disfruta una taza de té se encuentra Akashi Seijuurou, el mejor amigo y socio de Midorima, quien no se sorprende tanto al verlo entrar como una exhalación en la habitación como lo hace de la expresión de inconmensurable felicidad.

-¿Shintarou? – Interroga, buscando aquello que pueda haberle puesto esa expresión en el rostro. En respuesta recibe una sonrisa embobada, como si por primera vez tuviera demasiado que decir y no supiera como empezar. Akashi enserio comienza a preocuparse. Shintarou es alguien que lo tiene todo: fama, fortuna, padres y amigos que le aman y es por eso que no entiende que puede hacerle así de feliz.

-Tengo un hijo.- Dice entonces Midorima, y la taza de té cae de sus manos, impactándose en el piso y haciéndose miles de pedazos en el proceso.

-¿Disculpa?- Los ojos de Akashi se abren al límite permitido, y una confirmación de lo que ha escuchado es lo único que puede solicitar cuando recupera el habla.

-¡¡Tengo un hijo!!- Grita Midorima, sin poder contener más los sentimientos que me amontonan en su pecho. Akashi lo observa con detenimiento; mientras Midorima sin perder la sonrisa, tiembla ligeramente. Se buscando señales que indiquen que es una broma, incluso desvía la mirada por la habitación buscando las cámaras, pero en la mirada de su querido amigo no hay un solo rastro de duda, no es una broma, no es una mentira, pero tampoco puede ser verdad.

-¿Enloqueciste?- Pregunta entonces, considerando la opción más lógica para explicar la situación en la que se encuentra.

Midorima ríe, con ganas. Akashi no recuerda la última vez que lo escucho, y ahora si está a punto de pedirle a Kuroko que llame a un doctor.

-Parece una locura ¿Verdad? Pero es real.- El entusiasmo de Midorima obliga a Akashi a permanecer callado mientras se explica: - ¿Recuerdas hace unos años cuando tú y Atsushi iban a someterse a un tratamiento de fertilidad? ¿Recuerdas que Atsushi tuvo miedo de prestarse como donador, y yo lo acompañe? El doctor me dijo que por mi tipo sanguíneo sería muy difícil que me eligieran donante. Pero aun así sucedió.

Akashi se lleva la mano para acallar una fuerte exhalación, por supuesto que recuerda como el doctor le dijo que si Atsushi se presentaba como donador podrían tener los resultados de fertilidad antes, recuerda como su amado esposo se negaba a hacerlo y recuerda como su amigo lo acompaño, a pesar de que no tenía intenciones de hacerlo para darle valor.

-Pero como es que…

-¿Me entere?- Interrumpe la pregunta, ansioso por responder.- Lo vi hoy, en la calle. Sabe que Akashi pensara que es una locura, pero antes de darle tiempo de preguntar, busca en su teléfono la fotografía que le ha hecho a su pequeño y a Takao, mientras ellos pensaban que respondía un mensaje.  Akashi toma el dispositivo entre sus manos y cuando ve la imagen en ella está a punto de dejar el teléfono caer.

Imposible negar la cruz de su parroquia.

Y en la captura un hermoso pequeño de cabello y ojos verdes, con su gafas diminutas y encantadora sonrisa, una copia en pequeño de su amigo, que le observa con avidez, esperando lo que sea que tenga que decir.

-No puede ser…- Dice observando fijamente la fotografía y a pesar de tener la evidencia entre sus manos sin poder creer de verdad.

-Yo tampoco lo creí los primeros 10 segundos. Pero es real.- Sentencia, mientras aprieta con la mano la ranita de tela que su hijo le ha obsequiado.

-Shintarou…yo…en aquella ocasión….tu no querias y aun así…yo….lo sient…

-No te disculpes.- Suplica entonces Midorima, entendiendo de que van aquellas palabras.- Sin saberlo en aquel entonces, quizás sea lo mejor que me ha pasado, así que por favor no te disculpes.

Sorprendido por la asombrosa sinceridad de Shintarou, por su mirada profunda y por la manera en la que habla, lleno de seguridad, Akashi admite la derrota por primera vez en su vida.

-Ese chico tan hermoso que esta junto a mi hijo en la fotografía es su madre. – Agrega Shintarou y Akashi presta entonces toda su atención en él. – No está saliendo con nadie.

De entre todo lo que pudo decir de él, para Akashi no pasan desapercibidas las palabras que Midorima ha elegido. Más de uno le ha conquistado esa noche, aunque su denso amigo aun no lo note.

Cuando Midorima por fin termina de contar con lujo de detalle todo lo sucedido en la cena y responde algunas preguntas, por fin se atreve a formular aquello que no sería capaz de preguntar a nadie más.

-y….¿Crees que tengo oportunidad?- Akashi sonríe, nunca pensó en que a Midorima le importaría algo como eso, a pesar de eso tiene la respuesta a esa pregunta.

-Shintarou, yo no creo en el destino, ni en todas esas cosas de las que siempre me hablas, pero si hay alguna evidencia de su existencia y de que te ha elegido, es esta. Ellos serán para ti. Y yo nunca me equivoco, porque soy absoluto.

 

VI

Cuando Naoki sale de la ducha, Takao aun esta recostado en el sillón con el brazo cubriéndose los ojos, analizando las últimas horas una y otra vez, desde todos los ángulos posibles, repasando una y otra vez las palabras dichas, los gestos hechos, repasando en su mente todas las formas que tiene ese hermoso rostro, en todos los tonos que tiene esa sonrisa.

-Mami, ¿Te sientes mal?- Takao aparta su brazo para mirarlo. Su pequeño hijo se ha sentado en el borde del sillón con la toalla con la que antes secaba su cabello alrededor del cuello, mirándolo con preocupación.

-Estoy bien, sólo pensaba que lo que nos ocurrió hoy estuvo muy extraño.- Responde acariciándole la mejilla.

-¿Te parece? Tengo que aceptar que fue inesperado, pero esperaba una sorpresa, después de todo Oha Asa nunca se equivoca. – Retoma su tarea de secar su cabello con naturalidad, buscando un poco de valor para continuar. Takao lo espera paciente, dispuesto a escuchar lo que tenga que decir.

-¿Qué se supone que haremos? No podemos dejarlo ir así.

Takao se incorpora para sentarse, tan sorprendido por las palabras de su hijo que casi acaba por tirarlo del sillón, Naoki se acomoda, dedicándole una mirada de reproche que complementa su diminuto sonrojo.

-¿Disculpa? – Pregunta, porque Takao tiene la certeza de que escucho mal. Su hijo pone sus ojos en blanco un segundo antes de responder.

-¡Sabes bien de lo que habla Kazu chan! ¡¡Lo que paso ahí, es el destino!! Además vi cómo le mirabas, estabas en cuatro desde que te hablo.- El sonrojo de su hijo incrementa y no es capaz de sostenerle la mirada por más tiempo, le habla con una extraña mezcla de miedo y euforia. Takao no puede evitarlo y se hecha a reír a carcajadas, sin importarle las mejillas abultadas en el rostro ofendido de su hijo.

-¿Quién demonios te ha enseñado eso?- Pregunta, sin dejar de reír, quizás su hijo si ha heredado de él algo más que la sonrisa.

-Tío Aomine. – Responde con simplicidad, Takao se seca las lágrimas antes de hablar de nuevo.

-Nunca volverá a cuidarte, ni tío Kise ni tía Reo. – Informa y Naoki sonríe con cariño.

- Me parece bien, pero mañana trabajas. – Sonríe, Takao regresa a su posición original en el sofá y su hijo se recuesta ahora sobre su pecho.

-Mañana será el último día.

-Mamá, estoy hablando enserio. – Recuerda antes de que Takao decida salirse por la tangente.

-Lo sé, pero no deberías encariñarte así con alguien que acabas de conocer.- Una punzada dolorosa se clava en su pecho, haciéndolo estremecer. Abraza a su hijo cuando nota el cambio de su respiración.

-Díselo a él, tampoco ha parado de mirarnos en la cena, se ha reído de tus chistes que son pésimos, nos trajo a casa, y pidió nuestro número. – Takao vuelve a reír, abrazándolo con más fervor.

-Mis chistes no son tan malos, se lo que paso, pero no quiero que te ilusiones, sé que pidió nuestro número, pero eso ha sido porque tú se lo recordaste, podría no llamar y…

-Llamará. Lo sé.

-Pero hasta entonces….- Takao piensa que debería seguir sus propios consejos y no ilusionarse así, porque el riesgo de daño está más que palpable en al aire.

-Sé que estabas enfermo y que por eso decidiste tenerme solito.- Naoki se incorpora para mirar a Takao que le observa con una sonrisa.- sé que no he sido muy bueno con tus otros pretendientes.- Hace un segundo de silencio en el que evita la mirada de Takao, recordando cómo se ha ido deshaciendo de todos los que se acercan a su madre, pero esto es diferente y quiere hacérselo saber a Takao aunque no sabe cómo.-  Lo siento, es que no eran los adecuados, pero este si lo es…quiero decir….es papá- y su discurso termina con un susurro.

 

VII

Es el primer ejecutivo en llegar a la disquera, es sábado por la mañana y Midorima no ha pegado el ojo en toda la noche, pensando y repensando en lo ocurrido la noche anterior, radiante de felicidad, durante sus lapsos de conciencia no ha parado de imaginar cómo sería si él lograra acercarse a su hijo, cuidarlo, ayudarlo con la tarea, comprarle un helado en sus malos días y cuando consigue cerrar los ojos unos instantes sus fantasías corrompen sus sueños y su mente se fuga al fabulo mundo donde Takao le pertenece en cuerpo y alma.

Aprieta con fuerza su Lucky ítem, un disco de vinilo e incapaz de disimular su felicidad saluda a su secretaria más radiante que nunca.

-Buenos días Momoi.- La aludida lo mira atónita, si bien es consciente de lo guapo que es su jefe, es la primera vez que lo ve así, intenta reponerse lo mejor que puede para contestar, aunque sólo consigue esbozar una torpe sonrisa.

-Bu…buenos días…- Su voz sale cortada aunque Midorima no lo nota. Se acerca a su escritorio con paso firme, y extiende una diminuta memoria.

-Dentro hay una fotografía, pide a alguien del piso de diseño que la imprima y mándala a enmarcar, adelantare mis pendientes y no me hagas ninguna cita para la tarde. –Sin esperar respuesta se adentra a su oficina para revisar la lista de contratos que requieren su firma.

Es casi medio día cuando el teléfono de su oficina suena, Midorima levanta la vista del documento en turno para atender.

-¿Si?- La voz de Momoi su secretaria sale armoniosa un instante después de que ha respondido el telefono.

-Señor, Akashi sama quiere verlo.

-Hazlo pasar.- Responde, y apenas tiene tiempo de levantar cuando mira a su amigo entrar en su oficina. – ¿Sigue siendo necesaria tanta formalidad? – Pregunta y Akashi esboza una sonrisa antes de responder.

-Soy incapaz de interrumpirte. Kuroko me llamo para decirme que habías estados muy raro toda la mañana y que a pesar de que es sábado viniste temprano – Akashi toma asiente frente al escritorio de Midorima y este lo imita. Comparten una mirada cómplice y luego se sonríen.

-Creo que debería decirle, ni siquiera note que lo había preocupado.

- Atsushi también piensa que estamos locos y el pobre Kuroko no podía creer que llenaras de lodo tu abrigo.- Dice, y ambos ríen.- ¿Así que… dejando tu tarde libre?- Midorima se ajusta los lentes antes de responder con delicadeza:

-Eso espero pero…

-Aún no les has llamado. Lo imagine. Esto de las relaciones no se te da bien, así que he venido a darte un poco de mi valiosa ayuda.- Midorima levanta la ceja, odia admitirlo, pero no sabe cómo dar el primer paso, por más que sea su deseo hacerlo.

Akashi sonríe y señala con la mano derecha el teléfono, Midorima lo observa con desconfianza antes de que su mejor amigo agregue:

-Llama a Kazunari, dile que sería un gran honor para ti que te acompañara a comer. 

-No lo llames por su nombre.- Pide Midorima mirándolo con el ceño fruncido, está seguro de que sólo ha mencionado su nombre una vez y aun así Akashi ya está tomándose demasiadas confianzas.

-¡Llámalo! – Insiste, ignorando por completo su petición. Midorima levanta la bocina y respira hondo antes de marcar el número que ya se sabe de memoria. Mira a Akashi un segundo, es obvio que no tiene intenciones de irse, por más que el momento amerite un poco de privacidad, pero en el fondo Midorima lo agradece.

 

VIII

Reo se lleva las manos a los labios con delicadeza, buscando acallar los histéricos gritos de emoción que amenazan con salir de su garganta con el relato de Naoki.

-¡¡Lo sé!!- Confirma Naoki, mientras sirve a tía Reo otra taza de té. –Sé que es una locura, pero ahí estaba papá ofreciéndose a traernos a casa.

-¡¡¡Nao chan!!! ¡¡Eso que me cuentas es demasiado emocionante!!.- Grita, sin poder contenerse.-¿Qué paso después?-  Pregunta antes de toma la taza que le ofrece su sobrino, temblando a causa de la emoción. Naoki parece muy complacido por la reacción.

-Cuando nos dejó frente al edificio, bajo del auto, se hinco frente a mí y me abrazo.- Reo no puede evitarlo más y un grito de emoción incontenible sale desde el fondo de sus pulmones, en otra ocasión Naoki le habría regañado por salpicar el té, pero ahora se siente igual de emocionado.

Takao es bueno disimulando, pero no frente a su hijo, que puede ver la emoción en sus ojos, a pesar de ello su madre se niega a compartir con él lo fascinante del encuentro, pero su tía Reo es diferente.

-¡¡¿¿Y??!! ¡¡¿¿Qué más??!! ¡¡Habla Nao chan!! No puedo con esta presión.- Reo bota la taza en la mesita antes de que la haga añicos entre sus manos que ahora están ocupadas zarandeando ligeramente a su sobrino que ríe a carcajadas.

-¡¡A eso voy!!- Dice entre risa, buscando ser liberado. Reo al fin recupera un poco de compostura y se acomoda un mechón de su cabello mientras su sobrino aun riendo se ajusta sus lentes justo como vio a su padre hacerlo la noche anterior durante la cena. El gesto no pasa desapercibido para Reo pero decide no hacer comentario alguno al menos por el momento.

-Le pido a mamá nuestro número y le dio su tarjeta….- Reo está seguro de que pronto se convertirá en biodisel y despegara.- ¡¡¡Se paró frente a él y le dio un beso en la mejilla!!!-  Reo se cubre la cara con un almodón para que sus gritos no se escuchen en todo el edificio, Nao lo mira divertido mientras su manita viaja inconsciente a su mejilla, ha decidido guardar una pequeña parte del relato sólo para él.

-Mamá dice que no debo ilusionarme, que quizás fue por cortesía.- La inquietud sale de sus labios por sí sola Y Reo deja de hiperventilar al instante.

-¿Les ha llamado ya? – Pregunta aunque sabe que es muy pronto, desea buscar un indicio, una señal, algo que le indique que todo estará bien.

-Aún no. –Responde cabizbajo, y antes de que Reo pueda intervenir, el teléfono suena, haciéndoles sobresaltar a ambos.

Nao esta junto al aparato en un segundo, pero la mano de reo es más rápida.

-Tranquilo, hay que darse a desear, ¿Ok?, no te olvides hablarle como quien no quiere la cosa ¿Está bien? – Reo guiñe un ojo y Naoki asiente con la cabeza. Respira profundo y al cuarto timbrazo levanta el teléfono, se lleva la bocina al oído y aunque sus manos tiemblan se escucha sorprendentemente serena.

-¿Bueno? Residencia Takao. – Los segundos que espera para recibir respuesta parecen eternos, sabe que podría no ser su padre pero desea con todas sus fuerza que sea él quien le hable al otro lado.

-Hola, soy yo.- Midorima no se toma la molestia en presentarse, sabe que es su pequeño quien ha respondido el teléfono y le ha dejado maravillado con sus buenos modales.

Nao reconoce la voz sin la mayor ceremonia, cubre la bocina para que al otro lado no se escuche su exclamación de alivio.

-hola. – Responde, sin poder contener la alegría en su voz, aunque espera que no se note demasiado. Midorima si lo nota, y por ello se permite hablar sin contenerse.

-¿Cómo estás?- Pregunta con casualidad esbozando una sonrisa.

-Muy bien, gracias por preguntar. y ¿Tú?.

-De maravilla, gracias- Responde más emocionado de lo normal pero totalmente animado a dar el próximo paso-  llamo porque…si ustedes quieren claro, me gustaría invitarlos al cine, llame a tu mamá pero su teléfono esta apagado.

Los sentimientos de Nao, rayan en la histeria, quiere gritarle a su padre que claro que quiere ir al cine y que su madre seguramente también, pero se contiene, después de todo tía Reo le ha aconsejado no parecer desesperado aunque lo esté y dada la cantidad de parejas que ha tenido es mejor hacerle caso.

-Mamá tiene una sesión de fotos hoy, siempre apaga su teléfono mientras esta en el estudio.- Aclara antes que nada, porque no desea que piense que Takao lo evita o le dio un número falso y también porque quiere que vea lo responsable y trabajador que es un mamá y ciertamente, la explicación da a Midorima una sensación de alivio y orgullo que no logra comprender del todo. – Mamá llegara a eso de las 6 de la tarde, pero sale del trabajo como a las 5:30…si llamas entonces pues…

-Si mamá no está en casa significa que ¿Estás solito?- El tono de preocupación que su padre usa le deja una cálida sensación en el pecho.

- Reo, el hermano de mamá cuida de mí mientras no está. Así que estoy bien.

-¡¡Que alivio!! Me asuste por un momento de que pasaras tanto tiempo por tu cuenta. – La sinceridad de Midorima sorprende a Akashi que lo mira al otro lado del escritorio, a Naoki quien no esperaba esa reacción y a Reo, que está pegado a la bocina intentando escuchar algo. – Entonces,  ¿A las 5:30? – Confirma y Naoki extiende su sonrisa al límite permitido.

-Si, a las 5:30

-Llamare entonces, espero verte hoy. – Dice, aunque Akashi le ha pedido que no parezca desesperado.

-Yo también- Responde, aunque Reo le haya dicho lo mismo.

IX

-Bien es todo por hoy chicos.- Anuncia Takao,  luego de tomar la última fotografía del día.- Gracias por su trabajo.

-¡¡Takaocchi!! Hoy sí que hemos trabajado duro.- Kise se acerca con su mejor sonrisa, antes de que todas las maquillistas se le echen encima.

-¡Lo has hecho muy bien, kise chan.- Takao y Kise emprenden el camino al camerino mientras Takao rebusca en el bolso de su cámara su teléfono celular.

-Lamento que Aominecchi no pudiera ir a cuidar de Naocchi, tuvo turno doble hoy en el hospital. –Se disculpa en rubio, en la puerta del camerino con su nombre.

-No te preocupes mi hermano ha ido a cuidarlo, Reo cuidara bien de Nao, date prisa para que regresemos juntos.- Kise se pierda tras la puerta mientras Takao se queda embobado en la pantalla de su teléfono, un par de mensajes con él número del Midorima Shintarou, informando el intento que tuvo de comunicarse con él.

Su estómago da un vuelco, su cabeza se da vueltas y su corazón late con 100 caballos de fuerza cuando escucha el mensaje de voz en su contestadora.

Hola, espero que no te moleste que te llame, yo….yo sólo quería saber cómo estabas y también quería saber si querrías almorzar conmigo….sería un gran honor para mí. Bueno, llámame si te encuentras libre en algún momento de la tarde.

Sus ojos viajan a la esquina superior derecha de teléfono, en la pantalla, justo debajo de la fecha se marca la hora, son las cinco con veinte de la tarde, hace más de 5 horas que Midorima se ha querido poner en contacto con él. Por segunda vez en menos de veinticuatro horas se siente como una colegiala, nerviosa por no haber respondido a la invitación de su novio a una hora más apropiada.

Levanta los brazos, alto. Respira profundo y comienza a dar vueltas recorriendo el pasillo, con el teléfono en mano, sin importarle a quien lo mire.

-¡¡Qué estúpido soy!! Ahora no puedo llamarle, pensara que no soy serio, un grosero y además….

-¿Con quién hablas Takaocchi?- Kise ha salido más rápido de la esperado y mira a Takao con una expresión que raya entre la preocupación y la curiosidad.

El sonido del teléfono interrumpe lo que promete ser una lamentable excusa, Takao se pone pálido cuando en la pantalla del dispositivo aparece el nombre que el mismo guardo la noche anterior.

Midorima Shintarou está llamando….. Y seguramente espera una respuesta.

-Ho….hola….- Los colores suben a la cara de Takao, quien muerto de vergüenza pide a señas que Kise guarde silencio.

-Hola. ¿Cómo te ha ido en el trabajo?- Midorima se felicita a si mismo por semejante recibimiento, casi imagina a Takao rojo hasta las orejas temblando por la sorpresa. Su nivel de confianza despega a niveles insospechados y su propio nerviosismo queda opacado por la emción.

-Bi…bien…- Takao se golpea la frente, preguntándose si volverá a hablar correctamente en algún momento.

-Te llame en la mañana, como no respondiste llame a casa, Nao me dijo que tenías una sesión fotográfica y me dijo a qué hora podría encontrarte.

Traidor

Ese pequeño, ni siquiera se ha molestado en enviarle un mensaje para explicarle que hablo con Midorima, para advertirle que le llamara y por lo menos para prevenirle que no se comportara como un idiota tartamudo, aunque quizás aunque estuviera prevenido no hubiese podido disimular.

-Si…bue…bueno… es que la temporada de otoño invierno está por comenzar y….-Incapaz de decir más Takao se felicita por decir lo último sin cortar las palabras. Ahora sólo espera que esa explicación baste y pide al cielo con todas sus fuerzas que Midorima le diga que quiere de una vez para colgar y olvidarse del asunto.

-Comprendo, gracias por tu trabajo.- Takao se sonroja al escucharlo decir aquellas reconfortantes palabras después de un agotador día y desea no haber pedido ese deseo a los cielos, ahora desea que Midorima se ponga a balbucear como él y nunca le cuelgue para poder seguir oyendo su voz toda la vida.- Quisiera saber si, bueno, si a ti a Naoki les gustaría ir al cine conmigo esta noche.

La invitación deja a Takao sin palabras obligándolo a recargarse en la pared para no perder el equilibrio, Midorima se recarga en su amplia silla, disfrutando del momento.

No puede fingir que no lo ha oído, el tiempo que ha permanecido en silencio se lo impide, no desea rechazar la invitación pero tampoco sabe cómo aceptarla sin quedar como un urgido.

-Seguro, ¿Por qué no?- Decide que no le importa en lo más mínimo, por suerte la respuesta ha salido más casual y fresca de lo esperado y eso suavizara la impresión.

-¿Enserio?- Es ahora Midorima el que no puede disimular. Levanta en puño frente a su rostro como reprimenda sin saber lo mucho que su simple pregunta ha ayudado a Takao a relajarse.

-Te parece bien a las 8.- Con la confianza en sí mismo renovada se permite proponer la hora del encuentro.

-Ahí estaré, hasta entonces.- La llamada termina y tanto Midorima como Takao sonríen, cada uno en su propi espacio. Todo ha salido mejor de lo esperado. No comprenden los sentimientos del otro pero aun así se permiten albergar un poquito, sólo un poquito de esperanza en una felicidad que hasta el momento no conocen.

-¿Con quién hablabas?- Pregunta Kise, para quien no han pasado desapercibidos todos los gestos y matices que la cara de Takao le ha mostrado.

-Con el destino…- Responde Kazunari en su susurro.

Notas finales:

Eso ha sido todo por hoy

espero que le haya gustado!.

nos veremos pronto!!!

gracias por leer!!!

 

 


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