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Destino juguetón por TatiaKa

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Notas del capitulo:

Este es mi segundo intento de fic original. Espero que les guste ^^

Una vez más llegué a mi casa y me puse a llorar de impotencia. Hacía varios días que había descubierto este sentimiento que me incomodaba tanto. No sabía que hacer cada vez que lo veía.
 Tiré la mochila y me escondí bajo las sábanas, como un niño pequeño. No había nadie en casa, aún así lloré en silencio. Las lágrimas no dejaban de brotar de mis ojos. Los cerré y me quedé dormido profundamente.
 El timbre sonó. Abrí los ojos y me senté de repente. No soy de tener el sueño muy pesado. Debe ser porque nunca me siento tranquilo realmente. ¿Qué hora será? Salgo de mi habitación y veo que me hermana llegó, solo que está durmiendo… hereditario.
 Abro la puerta. Mi mejor amigo está del otro lado, al igual que… él.
 Intercambio una breve mirada con ambos y se empiezan reír.
 -¿Qué les pasa?- pregunto un poco malhumorado por la reacción.
 -Jajajaja Estas todo despeinado. ¿Qué te pasó? ¿Te agarraron de a cuatro?- bromeó mi tan querido amigo (lo digo sarcásticamente).
 -Mhhh no, estaba durmiendo.- contesté acomodándome un par de cabellos. -Pasen- les digo corriéndome de la puerta. -¿Qué andan haciendo?-
 -¡Vinimos a buscarte!. ¿Qué acaso te olvidaste?- preguntó Gabriel con una sonrisa divertida.
 -No- mentí, aunque a juzgar por las caras que pusieron supongo que no soy muy bueno.- Esta bien… sí me olvidé.-
 -Ya me parecía.- Ariel se sentó en el sofá.
 -Vamos a ir a bailar.- me informó el lindo Gabriel.
 -No tengo ganas, vayan ustedes.- solté.
 -Ah no no no. Vos vas a venir con nosotros quieras o no.- Se que es mi mejor amigo, pero odio que me diga qué hacer.
 -Mariano, últimamente te notamos decaído y que mejor que ir a bailar un rato- comentó poniendo cara de preocupación.
 No sabía qué contestar. ¿Acaso tanto se notaba mi estado emocional?...pensé que lo había disimulado…
 -…Está bien…- me convenció, pero solo por la hermosa expresión de tristeza. Je, que vergüenza, ¿soy tan fácil de convencer?


 Subí a mi habitación pensando qué ponerme. En cuanto abrí el armario lo supe. Una camisa blanca desabotonada con una remera azul debajo y unos jeans azules. Por último fui al baño y luego de higienizarme me puse un poco de gel en el pelo.
 -Por fín. Si salimos ahora llegamos justo.- me dijo Ariel parándose del sofá donde también estaba Gabriel.


En un par de minutos llegamos al lugar. Se llamaba Horus Horcus  o algo así. Entramos. Gabriel y Ariel se fueron a bailar mientras que yo pensé que lo mejor sería tomar un par de cervezas, después de todo son suavecitas.

 -¿No venís a bailar?- me preguntó Gabriel sentándose a mi lado en la barra.
 -No, no tengo ganas.- respondí. Las Quilmes y yo la estábamos pasando de maravilla.
 -¿Te sentís bien?- me preguntó apoyando sus manos en mis hombros.
 -¡Una cerveza por acá!- era Ariel que acababa de llegar. Gabriel me soltó y miró al recién llegado.
 -Que levante que tenés esta noche.- le dijo
 -Je, es que soy irresistible. – bromeó el otro. –Pero vos tampoco te quedas atrás. Esa morocha con la que te vi no estaba mal.-
 -Yo no quería bailar con ella, pero insistió.- explico -¿Y vos Mariano, no pensas hacer nada esta noche?- preguntó.
 -Nah, no es necesario.- contesté despreocupado y tomé un sorbo de mi cerveza. – A demás a mí no me…- me tapé la boca para no dejar salir el resto de la oración. Tengo que cuidar más mis palabras.
 -¿A vos?... ¿ibas a decir que no te gustan las  chicas?- preguntó acercando sus labios a mi oído para que pudiera escucharlo solo yo.
 - jajajajaja, no nada que ver. Jajaja.- reí nervioso  ¿Cómo supo que iba a decir eso acaso ya lo sabía?
 -Es broma, no te pongas así jajaja.- dijo seguramente al ver mi rostro rojo.

 

 Luego de esa pequeña charla, ambos se fueron a bailar nuevamente. Realmente no se cuánto tiempo pasó, pero después de unas cinco botellitas me agarraron ganas de ir al baño. Miré alrededor tratando de encontrar a alguno de mis amigos pero nada. Entré al baño e hice mis necesidades. Pero justo cuando estaba lavándome las manos escuché unas voces familiares.

 -No seas tonto, no necesitas ponerte celoso.-
¿Gabriel?
 -Pero es que me molesta que te acerques tanto a él, no se qué pensar…-
¿Ariel?
 - ¿Y vos que estuviste con esas chicas?- le reprochó.
 - Es solo para aparentar, si sabés que solo quiero estar con vos.- respondió Ariel con una voz tan dulce… era muy distinta a la que siempre mostraba.

¿Pero qué estaba pasando allí adentro? No podía ser posible… acaso Ariel y Gabriel eran…

Sentí mi cuerpo perdiendo fuerzas junto con la vista cada vez más nublada.

 

Abrí los ojos un poco confundido aún. Estaba sentado en un… ¿auto? Que yo recuerde, ninguno de mis amigos tiene auto entonces… ¿Cómo había llegado hasta ahí?

-Despertaste ¿Cómo te sentís?- preguntó una voz grave. Giré mi cabeza. Un chico rubio de pelo largo y ojos plateados me estaba hablando.
-¿Qué hago acá?- pregunté. Sus ojos me llamaban sumamente la atención.
-Te desmayaste en el baño del boliche y como pensé que de seguro el ruido te haría mal, te traje acá.- explicó.
 -Ya veo…- no parecía tener malas intenciones… aunque no le creí nada. –Muchas gracias.- dije igualmente.
 

 ¿Dijo en el baño?… entonces realmente había escuchado aquella conversación, realmente… Gabriel estaba saliendo con Ariel…
 
 -¿Qué pasa? Estas llorando- preguntó preocupado.

Palpé mi cara con ambas manos. Lágrimas.

Tal vez fueron las cinco botellas de cerveza de aquella noche, o tal vez hacía demasiado tiempo que necesitaba un abrazo. Lo cierto es que el joven se me acercó y me rodeó con sus brazos. Era un completo extraño, pero su pecho era cálido y acogedor.

 

-¿Ya te sentís mejor?- preguntó seguramente al notar que me había calmado.
-Sí, muchas gracias.- me separé de su pecho. -¿Qué hora es?- pregunté comenzando a buscar algún tipo de reloj en el tablero del auto.
-Las cinco de la mañana.- respondió al instante.
-¡No puede ser! Es tardísimo.- me sorprendí. Tenía que despertarme relativamente temprano al otro día.
-¿Querés que te lleve a tu casa?- preguntó con una sonrisa, parecía divertido con mi expresión. Asentí con la cabeza y le indiqué la dirección.

Al cabo de unos minutos, estábamos frente a mi casa.
-Muchas gracias por todo- le agradecí mientras me sacaba el cinturón de seguridad.
-No es nada, pero a cambio ¿podrías decirme tu nombre?- preguntó
-Mariano Sciareta- contesté.
-Rei Genosse – dijo sonriendo.
-Que raro. ¿Un nombre japonés y un apellido alemán?- se me escapó.
-Sí, mi padre es alemán y mi madre japonesa- dijo con una sonrisa.
-Ya veo… Bueno, nos vemos.- saludé saliendo del auto.
- Adiós, y espero que puedas resolver lo que te tiene así.- dijo antes de que cerrara la puerta.
-Sí, muchas gracias.- di media vuelta y entré casa.

Estaba todo oscuro. Subí a mi cuarto tratado de no hacer ruido y por suerte lo logré. Apenas vi la cama me tiré en ella. Había sido una noche bastante fuera de lo común, pero ya pensaría luego en eso. Ahora tenía que dormir…

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n.a.: He aquí el fin del primer capitulo. Quiero saber su opinión, ya que depende de eso seguir o no con la historia. Nos leemos!


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